18 de agosto del 2013: 20º Domingo del Tiempo ordinario C

El fuego es peligroso. Pero también ilumina y calienta. Es aquel también del Espíritu Santo de Pentecostés que les da a los discípulos la capacidad de llevar la Buena Noticia (el evangelio). La paz de Dios anunciada pone a la luz las opciones de cada quien. Los cristianos lo sabemos bien: hablar de su fe, entre amigos o en familia, puede provocar divisiones.





EVANGELIO
 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 12, 49-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Palabra del Señor



A guisa de introducción:


Jesucristo, el nombre y el hombre del FUEGO

El fuego ha sido uno de los grandes descubrimientos de la humanidad. Tanto ha sido su influencia que él ayudó a la socialización (en forma de hoguera  para abrigarse y departir alrededor), contribuyó a la mejor salud del hombre primitivo (cocción de alimentos), le sirvió para defenderse de las bestias salvajes (lobos, coyotes y demás bestias) además de ser elemento auxiliar y muy útil a la hora de la caza. Su dominio o el poder manejarlo quizás le diera mayor autoconfianza al ser humano (ya que antes era algo que consideraba misterioso, inexplicable, amenazador…).

Los llamados filósofos o sabios presocráticos griegos, aducían que el mundo tenía su base y explicación en los famosos 4 elementos: Tierra, Aire, Agua y Fuego…Unos hablaron de un 5º elemento como el apeiron, otros más románticos y cineastas lo identificaron con el amor, como el gran catalizador y el que dona la armonía perfecta al universo.

Cuando Lucas pone en boca de Jesús estas palabras: He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! nos hace descubrir que Jesús sabía de la enorme importancia que tenía el elemento fuego para sus contemporáneos y para los hombres pensadores y sabios ancestrales.

Después de haberles compartido a sus discípulos las exigencias de la misión que Él les confía, ahora les comparte sus convicciones profundas. Lucas es el único evangelista en reportarnos esta confidencia.

Un fuego

Jesús ve su misión como la irrupción de un fuego. De qué fuego se trata? Con toda seguridad, es una imagen. Poco tiempo antes, Jesús ante la sugerencia de los discípulos heridos en su orgullo, se había negado a hacer caer fuego del cielo sobre un pueblo de samaritanos (Lucas 9,54-55). En el contexto del evangelio de este domingo, la palabra de Jesús recuerda aquella de Juan Bautista cuando él presenta al Mesías como “Aquel que bautizará en el Espíritu Santo y el fuego” (Lucas 3,16). El fuego evoca a veces el juicio (el infierno para los malos), pero para Lucas es sobre todo el símbolo del amor que hace a los corazones abrasadores, quemadores. Para llevar al culmen su misión, un bautismo de un nuevo tipo  espera a Jesús: la inmersión en la muerte y el surgimiento a la vida nueva. Él no dará un paso atrás ante el don último de su vida que marcará el pasaje del fin de su misión terrestre hacia la venida del Espíritu Santo, bajo la figura de lenguas de fuego, según Los Hechos de los Apóstoles 2,3. Jesús no quiere aportar otro fuego distinto al del Espíritu Santo y del amor.

El fuego que arde en el corazón de Jesús y que comunica , es aquel que destruye el egoísmo y el orgullo de los humanos, es un fuego que les purifica, los libera, los hace más lúcidos y les hace capaces de acoger los otros y de ayudarles (miren las utilidades primeras del fuego primitivo).

Este fuego,  iniciado  (prendido) por Jesús parece moribundo y mismo apagado alrededor de nosotros y dentro de nosotros. Ahora, mismo si lo consideramos muerto, extinguido, este pervive bajo las cenizas. Recuerden aquel dicho popular: "Donde hubo fuego, cenizas quedan". Es suficiente con que se eleve el imprevisible viento del Espíritu Santo para que surjan pequeñas llamas. Poniendo pedacitos de papel seco, pequeños pedazos de madera, un gran fuego surgirá de nuevo y nadie podrá apagarlo.

En la sociedad y la Iglesia, el fuego del amor puede parecernos débil y en ocasiones apagado.  No olvidemos que es Jesús quien lo ha encendido en otro tiempo (en el pasado) y que Él siempre está volviéndolo a encender.

No lo apaguemos; al contrario hagamos todo lo posible por conservarlo y propagarlo. 

He aquí nuestra misión.



Aproximación  psicológica del evangelio:

Cuando la amenaza aparece en el horizonte:

Un general del ejército tenía la costumbre de decir a sus tropas en los momentos críticos: “armémonos y…partamos!” Esta frase que quizás no es histórica- expresa bien la situación de aquel que espera que los suyos enfrenten los riesgos que él mismo no quiere enfrentar o asumir.

En contraste con esta actitud, la actitud de Jesús se destaca claramente. Él no inventa un bautismo para los otros, él no se exime ni evita las exigencias éticas y espirituales que se desprenden de su FE. Si Él pregona que sus discípulos habrán de seguirle, lo hace justamente porque Él pasará antes que ellos, pagando las consecuencias con su vida para abrir el camino.

Si Jesús dice a sus discípulos: “ustedes serán bautizados con el bautismo que yo seré bautizado”  (Marcos 10,39), quiere decir que Él es plenamente consciente del bautismo que debe recibir, y que no tiene ninguna intención de descomprometerse, desentenderse…de claudicar, porque si el discípulo no es más grande que su maestro (Mateo 10,24)también es cierto que el maestro tampoco ha venido para ser más grande que sus discípulos (Marcos 10,45). De cara a la soledad como al sufrimiento, todos los hombres se encuentran en la misma situación fundamental, a pesar mismo de  los privilegios de clase que puedan atenuar un cierto sufrimiento físico y moral.

De cualquier manera, ningún privilegio ha podido atenuar el sufrimiento de Jesús, y aquí le vemos probar la angustia del sufrimiento anticipado,(no olvidemos que se dirige hacia Jerusalén donde sufrirá su pasión y muerte) y por lo mismo aparece consciente de su fragilidad al punto tal de expresar la ilusión de querer evitar milagrosamente tanto sufrimiento. Jesús sabe bien que “el espíritu está pronto (listo, dispuesto)  pero la carne es débil” (Mateo 26,41). Él ha conocido la tentación y sabe que la conocerá todavía, Él no se siente exento o libre de caer, y sabe muy bien  que “aquel que ha puesto la mano en el arado” puede “mirar hacia atrás”  (Lucas 9,62), cuando el horizonte se torna demasiado amenazador.

Con demasiada frecuencia nosotros negamos la realidad exterior que se anuncia  y o aparece claramente ante nosotros, como Pedro: “eso no sucederá” (cfr. Mateo 16,22). Muy a menudo también, nosotros negamos nuestros miedos y escondemos  nuestras propias fragilidades, o al contrario, exageramos nuestra debilidad y nos negamos a movilizarnos para el combate.

Por su parte, Jesús encuentra su camino entre todos sus obstáculos o peligros y evita a la vez la falsa seguridad de los fanáticos y la falsa humildad de aquellos que se auto apiadan o se auto compadecen por su suerte. Si Él aparece fuerte, es por la fuerza de aquellos que aceptan situarse desnudos totalmente de cara a la verdad de su destino.


Combates interiores y combates sociales:

Para muchos de nosotros, la expresión  “combatir contra el pecado”, evoca primero y ante todo un desgarramiento interior (un sacrificio o acción que produce dolor). Espontáneamente nos imaginamos a alguien tentado a realizar una acción que va contra sus convicciones, y por ello, en lucha consigo mismo.

Esta representación o imagen espontánea del pecado como una lucha interior de la cual se sale airoso o vencedor como en un fracaso personal, se aproxima mucho a la idea de Pablo: no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero (Romanos 7,19). Para Pablo el pecado es una realidad interior, al menos en este pasaje (“el pecado habita en mí”- v.20). Se desprende de todo esto que las verdaderas apuestas o todo lo que se juega en el campo de  la FE se sitúa en el interior del creyente.

Sin embargo, esta manera de ver el pecado no es la única en la Biblia. En la tradición profética, el pecado no aparece solo como una realidad interior (una cosa que no se debe o puede hacer), sino como una realidad exterior, una cosa ya hecha y que está ahí ante mí. Los profetas no se limitan a llamar la atención de sus contemporáneos a propósito de sus conflictos íntimos, internos que los afectan. Ellos denuncian sobretodo situaciones de hecho: la explotación de los pobres por los ricos, las prácticas comerciales deshonestas, la inconsciencia social de quienes detentan el poder.

Para los profetas, combatir el pecado no se limita sólo a luchar contra la tentación interior. Esto significa tomar el riesgo de denunciar y atacar abiertamente las situaciones sociales de pecado, esto con riesgo de conflicto o de rechazo.

Es dentro de esta perspectiva profética que las lecturas de la misa de este domingo interpretan los conflictos de los cuales habla Jesús. En efecto, el evangelio nos muestra en este pasaje la reflexión siguiente sobre Jesús y sobre aquellos que quieren convertirse en sus discípulos: “Jesús, renunciando a la alegría que se merecía, soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz (…) si, Piensen en el ejemplo de Jesús. Mucha gente pecadora lo odió y lo hizo sufrir, pero él siguió adelante. Por eso, ustedes no deben rendirse ni desanimarse,  pues en su lucha contra el pecado todavía no han tenido que morir como él…(Hechos 12,2-4).

Si el pecado está nada más que en mí, mi combate será nada más que un combate personal e interno y no traerá como consecuencia ninguna división social. Pero el pecado también está ante mí, puesto que Jesús “ha combatido contra el pecado” , y  es  lo que le ha llevado a “renunciar” a su confort y asumir “las oposiciones contra Él”. Y es en la misma vía que el texto de Hebreos invita a sus discípulos a comprometerse.

Una paz dudosa

Jesús evoca acá experiencias de conflicto que sus discípulos habrán de vivir con sus cercanos. Dentro de un estilo un poco apocalíptico que se place en acentuar los contornos de las realidades descritas, él nos dice que esos conflictos afectarán implacablemente los discípulos en sus solidaridades las más naturales.

Es evidente que Jesús habla acá de los conflictos creados por el hecho mismo del compromiso con el evangelio vivido de un modo significativo, y no de los conflictos de personalidad o de interés. Sigue luego una serie de conclusiones inquietantes.

Uno puede intentar procesos o marchas de reconciliación con su hermano (Mateo 5,23-24) sin que ello haga desaparecer el conflicto. Uno puede estar presto a perdonar “setenta veces siete” (Mateo 18,21-22) sin que el conflicto no desaparezca. . Uno puede “amar sus enemigos” (Lucas 6,23) sin que el conflicto no se arregle.

Si bien es cierto, hay conflictos que surgen y que duran, pero no porque no se viva de acuerdo al evangelio, sino justamente porque se toma en evangelio en serio. Y no es necesario limitarse aquí a casos excepcionales donde es la fe católica en relación a otra fe que es la fuente de un conflicto familiar (como en el caso donde dos personas de fe diferente se oponen a pesar de la oposición de sus familias respectivas).

El cometido principal del presente pasaje es dramatizar el efecto negativo de la opción 
de la fe en el entorno del creyente, mas desde la época del evangelio, se pueden encontrar ejemplos de confrontación que encuentran su fuente no en la fe del creyente como tal, sino más bien en su compromiso social. Y es así que Juan Bautista será ejecutado no solo por el hecho de ser creyente, sino porque su fe le llevaba a cuestionar el jefe político de aquel tiempo con respecto “a todos los delitos que había cometido” (Lucas 3,19).

Cuando un ambiente o  grupo de hombres se encuentra en situación de ruptura profunda de cara a un creyente, en la mayoría de los casos no es a causa de la adhesión interior de este último a algunos dogmas, sino que la razón es  porque su fe se ha vuelto dinámica, que él ha tomado color y suscitado su compromiso social. De tal modo que si las divisiones previstas por Jesús no se producen jamás, debe ser que en alguna parte,  el proceso ha sido puesto en corto circuito, la razón es que la sal ha sido contaminada por las ideologías dominantes y que la fe ha sido puesta al abrigo o bajo la protección disimulada de justificaciones pseudo-teológicas  (“es necesario cambiar el corazón, no las estructuras”, “la sensibilidad social es un asunto de vocación personal”…)

Jesús pregunta: “piensan ustedes que esto sea (un género o tipo) de paz (construido sobre tales racionalizaciones) que yo he venido establecer en la tierra?” (v.51).



REFLEXIÓN CENTRAL

EL FUEGO QUE DES-FANATIZA LA RELIGIÓN  DEPURA LA POLÍTICA Y DIGNIFICA LA SEXUALIDAD



INTRODUCCION JUSTIFICATIVA:

Dice el teólogo y psicólogo canadiense  Jean-Luc Hétu, de quien he tomado constantes referencias en mis comentarios del evangelio dominicales, lo siguiente:

“Se suele admitir que uno pueda intervenir indirectamente en la vida de alguien para ayudarle en su crecimiento personal, prestándole un servicio ocasional, o yendo a los extremos, sacándole del barro, del lodo si ha caído. Pero uno es menos dado a pensar que se pueda intervenir directamente  en la vida de alguien. Tocamos acá una paradoja que es quizás típicamente norteamericana y o europea. Nuestra civilización valora mucho la propiedad privada y la libertad de pensamiento y de movimiento…Y en consecuencia no es raro que nos sintamos siempre culpables si se nos ocurre hacer cuestionarse alguien en lo que dice y en lo que hace. Y por tanto, es paradójico, existe en nuestras sociedades una muy fuerte presión a favor de la conformidad social. Es como si se dijera: usted es libre, pero sea como todo el mundo y haga como yo! Cada día, a cada instante, gracias a la publicidad, decenas de desconocidos me dicen qué comer, cuál carro comprar, cuál compu o celular adquirir o qué plan de comunicaciones tomar, o a dónde ir de vacaciones. Pero es raro que alguien se atreviera a cuestionarme o invitarme a tomar conciencia de mis compromisos adquiridos (cfr. bautismo, la fe católica) confrontando mis comportamientos precisos, pero igualmente respetando mi libertad.
En las comunidades cristianas primitivas, este tipo de intervención directa y abierta, al parecer era  moneda corriente, algo usual, normal. No solamente uno podía intervenir en la vida de otro, sino que aun más, uno debía hacerlo. De igual manera, las prácticas de Jesús, aparecen ricas en confrontación, tanto las verbales como las no verbales (gestos, prácticas).



Nunca he estado de acuerdo con aquello de que la fe no puede mezclarse con la política, que por ejemplo un cura no puede hacer política…Disiento grandemente con aquellos que dicen que  un cristiano, menos un católico no debe ni puede inmiscuirse en asuntos políticos…Eso es completamente falso. Y es sin duda alguna, esta una de las razones por las que nuestro mundo y la sociedad andan divididos, constantemente escindidos, con disputas, con polémicas, opiniones encontradas en tantos ambientes de encuentro y vida social.  Una antigua frase que leí en la legendaria  revista  selecciones me la aprendí de memoria porque constato que es lo más verídico: “si no quiere tener discusiones O QUEDARSE sólo en una fiesta o reunión social,  no hable ni de política, ni de sexo, ni religión”…lástima, porque son las tres cosas que bien comprendidas y asumidas, mueven y dinamizan al mundo, le dan sentido, le dan luz.

El problema no es hablar de esas dimensiones vitales de la existencia, el problema son las opiniones diversas, relativizadas, personalizadas, acomodadas, por lo mismo desacertadas, y según la propia conveniencia y que cada quien tiene de ellas.

Si se fijan bien, muy en el fondo, Jesús no hace más que aludir de manera constante y subrepticiamente en el evangelio, a aquellos temas que para nosotros hoy son “misteriosamente” o por extrañas circunstancias “tabu”, signo de contradicción.

El fuego de Jesús lleva implícita la verdad, lo auténtico sobre la política, el sexo y la religión. El maestro de Nazaret más que nadie sabía que no hay verdadero ejercicio político si este no se basa en la justicia social, en la compasión y servicio a los más pobres y desprotegidos…porque sino ésta degenera en “politiquería”, “lagartismo”, “corrupción”, “nepotismo”…

Que la auténtica religión no divide la vida en el templo y la vida en la calle. Que la religión y o la fe verdadera ve también el rostro de Dios en cada ser humano; que a Dios no se le espera porque ya está acá entre nosotros y nos acompaña en cada momento de la existencia…Sólo que hay que andar con los ojos muy abiertos y la sensibilidad a flor de piel para sentirlo, descubrirlo. Que antes de acercarse con la ofrenda al altar habrá que hacer la paz con el hermano…que eso de “pecar y rezar es empatar” es de los más clásicos sofismas.

Ahora el sexo…uaaauuuu. Aun no maduramos ni asumimos como debe ser la sexualidad; aun es confundida con “pasión carnal egoísta ciega”, con “pornografía  y prostitución opresora”; en el sexo como en muchas cosas continuamos siendo dualistas, materialistas, morbosos…dándole razón a Madonna quien afirmó alguna vez: “todos somos pervertidos”.

Se nos olvida que el sexo, la sexualidad es sublime, es sagrada…Que si viene es cierto una de sus funciones es la procreación, Dios también quiere nuestro gozo, la satisfacción de disfrutar, tanto como lo hacemos al comer, al dormir, al descansar, pero observando el auténtico querer o designio divino…Nos equivocamos tremendamente y siempre cuando creemos que sexualidad no rima con FIDELIDAD y DIGNIDAD (del ser humano, no solo de la mujer), que sexo rima con seso.

Miren, miremos y verán que el problema está en nuestras concepciones y asunciones erróneas de estas dimensiones política, religiosa y sexual…En ellas nos jugamos la vida, cada instante y nuestra vida se empobrece, se amilana, se apoca, es pusilánime, fracasada, perdedora cuando nos dejamos llevar por nuestros criterios erróneos, influidos por falsas ideologías, falsos maestros, desatinados modelos (vida social, farándula, deporte, religión…).

Jesucristo es el fuego, el pleno sentido, el espíritu iluminador de todos los aspectos de nuestra vida. Por eso Jesús nos divide, porque para muchos aun no pasa de ser un simple maestro, un gurú más, un personaje positivo y como decía un padre en el seminario “tremendamente impactante”…pero nos dejamos impactar, sacudir, cambiar nuestra vida por Él? Por su evangelio, por su manera de vivir y asumir la existencia? Queda claro que el evangelio es más que una idea, el evangelio es una persona concreta.

El autentico cristiano levantará ampolla, aparecerá subversivo, indeseable, odiado, será perseguido y criticado cuando asume en serio el querer y el sentir de Jesús de Nazaret.  La Iglesia será vista como retrógrada, conservadora mientras pregone y defienda  a través de ciertos personajes, además del Papa, de acá y de allá,  los valores innegociables de la vida (cuando se manifiesta  contra el aborto, el matrimonio según la Biblia y no el mundo, la moda decadente del presente siglo…), será atacada, vilipendiada mientras quiera hacer pervivir la memoria de Jesús, la presencia de Dios a través de los sacramentos, en especial, la Eucaristía… La Iglesia y los cristianos por el contrario parecerá fuego “extinguido”  e irónicamente incontrolable, violento,  (como lo hizo en otrora) cuando condene sin escuchar, cuando no acoja con misericordia, cuando se amanguale (de amangualarse: reunirse dos o más personas para planear, o apoyar algo no santo, no bueno, no justo) con el poder político y corrupto de turno, cuando se calle y no denuncie por miedo o por parecer retrógrada…cuando se cierre al deseo de la utópica  unidad y al diálogo ecuménico.

Desde hace tiempo pienso que el fuego del profetismo en nuestra Iglesia es vacilante, miedoso, a veces alcahuete, cuando se muestra relativa, permisiva, como la sociedad en la que se halla inserta.

No es un secreto que es más fácil para nosotros cristianos y católicos vivir una religiosidad y fe light, cómoda,  liviana, dietética, con cero calorías y cero colesterol. Ir solo a misa e ignorar a los que sufren,  descomprometerme con los pobres que rodean mi casa y mi iglesia. Para qué predicar o enseñar los valores del evangelio a mis hijos, a mis amigos… si a ellos no les interesa?…Por qué he de mostrar con mi ejemplo acertado, fiel a Cristo y a MI Iglesia, que soy cristiano?…me verán como “snob”, “de ideas trasnochadas”, “loco místico”.

La violencia y masacres de seres humanos justificados por la seudoreligión o los intereses de algunos pocos muestran que nuestro mundo está ávido de ese fuego del amor, de la comprensión, del perdón, del dialogo y la tolerancia.

La paz que se busca actualmente en nuestro país no será posible mientras no se desenmascaren los intereses personales de quienes detentan el poder  y las intenciones viles de los grupos armados que dicen “negocio ahora pero seguiré haciendo de las mías aprovechando el papayazo”, “agito la bandera blanca” con mi derecha, pero con la izquierda quiero seguir urdiendo mis negros planes de saqueo, enriquecimiento, a costa de la paz.

La paz será posible cuando los actores implicados tanto pueblo, gobernantes como grupos armados en conflicto renuncien a seguir negociando con y a costillas de ella, erigiéndola como instrumento “engañador”…cuando se convenzan desde lo más intimo de su ser que es falso aquello de que la guerra paga y la paz no paga.

La paz será alcanzable y realizable, cuando asumamos en serio las palabras y gestos de Jesús que desde hace 2000 años están ahí en los evangelios, en la doctrina de la Iglesia, en el testimonio de los santos, los mártires de otrora y contemporáneos,  para iluminarnos, calentarnos, cazar las bestias (del odio, de la violencia, de la muerte) cual fuego que además nos enseña a no tener miedo al avenir y al conflicto mismo que se desate por esa búsqueda sincera, auténtica  tanto política, como sexual y religiosa…

Buena semana…Sus comentarios respetuosos serán bienvenidos…



OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA

La paz de Cristo está lejos de dejarnos tranquilos e indiferentes o viviendo un cristianismo y fe lights. Al contrario, ella suscita el coraje de una caridad inventiva, creativa; una política transparente amante de la justicia, la búsqueda y  el pregón de una sexualidad sagrada y digna del ser humano.
No esperemos a más tarde! Desde ahora, encontremos gestos y actitudes de amor, de educación en esas dimensiones de la fe (estamos en el año para retomarla, estudiarla, desempolvarla y transmitirla), de la política, de la sexualidad, cerca de aquellos que encontramos en nuestros ambientes de vida, de trabajo, de estudio y de descanso.



ORACIÓN-MEDITACIÓN


Dios, Padre Nuestro, te damos gracias por Jesucristo tu Hijo,
Quien ha venido a encender en la tierra el gran fuego del amor
Llama que  está lejos de apagarse, a pesar que aparezca muy a menudo frágil.
Ayudanos a atizar este fuego y a extenderlo por todas partes,
aceptando amar y hacernos cercanos
de los miembros de nuestra familia
y de aquellos que nos rodean,
sobre todo de las personas pobres, enfermas y rechazadas.

Te damos gracias por tu Hijo Jesús, quien ha venido a sembrar la paz,
y que nos ha confiado este vasto campo de trabajo.
Que seamos en todo lado artesanos de paz,
hacedores de transparente política y defensores de la dignidad de la vida,
en nuestra sociedad, nuestras familias y también en nuestra Iglesia.
Que el fuego de tu amor destruya las causas de nuestras divisiones,
nuestras confundidas ideas sobre la política, la sexualidad y la religión.
Que tu fuego destruya las causas de nuestras incomprensiones
y de nuestras ambiciones ciegas y desmesuradas,
para que una paz valiente, inventiva y creativa
nazca y se establezca  para nuestro bien, en nuestro mundo y en nuestros corazones.
Amén!



REFERENCIAS:

Pequeño Misal “prions en Église”, edición quebequense. 2013.

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


HÉTU, Jean-Luc. Quelle foi? Une rencontre entre l¨evangile et la psychologie.

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