18 de agosto del 2013: 20º Domingo del Tiempo ordinario C
El fuego es peligroso.
Pero también ilumina y calienta. Es aquel también del Espíritu Santo de
Pentecostés que les da a los discípulos la capacidad de llevar la Buena Noticia
(el evangelio). La paz de Dios anunciada pone a la luz las opciones de cada
quien. Los cristianos lo sabemos bien: hablar de su fe, entre amigos o en
familia, puede provocar divisiones.
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 12, 49-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Palabra del Señor
A guisa de
introducción:
Jesucristo, el nombre y el hombre del FUEGO
El fuego ha sido uno de los grandes descubrimientos de la
humanidad. Tanto ha sido su influencia que él ayudó a la socialización (en
forma de hoguera para abrigarse y
departir alrededor), contribuyó a la mejor salud del hombre primitivo (cocción
de alimentos), le sirvió para defenderse de las bestias salvajes (lobos,
coyotes y demás bestias) además de ser elemento auxiliar y muy útil a la hora
de la caza. Su dominio o el poder manejarlo quizás le diera mayor autoconfianza
al ser humano (ya que antes era algo que consideraba misterioso, inexplicable,
amenazador…).
Los llamados filósofos o sabios presocráticos griegos, aducían
que el mundo tenía su base y explicación en los famosos 4 elementos: Tierra,
Aire, Agua y Fuego…Unos hablaron de un 5º elemento como el apeiron, otros más románticos y cineastas lo identificaron con el
amor, como el gran catalizador y el que dona la armonía perfecta al universo.
Cuando Lucas pone en boca de Jesús estas palabras: He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá
estuviera ya ardiendo! nos hace descubrir que Jesús sabía de
la enorme importancia que tenía el elemento fuego para sus contemporáneos y
para los hombres pensadores y sabios ancestrales.
Después de haberles compartido a sus discípulos las
exigencias de la misión que Él les confía, ahora les comparte sus convicciones
profundas. Lucas es el único evangelista en reportarnos esta confidencia.
Un fuego
Jesús ve su misión como la irrupción de un fuego. De qué
fuego se trata? Con toda seguridad, es una imagen. Poco tiempo antes, Jesús
ante la sugerencia de los discípulos heridos en su orgullo, se había negado a
hacer caer fuego del cielo sobre un pueblo de samaritanos (Lucas 9,54-55). En
el contexto del evangelio de este domingo, la palabra de Jesús recuerda aquella
de Juan Bautista cuando él presenta al Mesías como “Aquel que bautizará en el Espíritu Santo y el fuego” (Lucas 3,16).
El fuego evoca a veces el juicio (el infierno para los malos), pero para Lucas
es sobre todo el símbolo del amor que hace a los corazones abrasadores,
quemadores. Para llevar al culmen su misión, un bautismo de un nuevo tipo espera a Jesús: la inmersión en la muerte y
el surgimiento a la vida nueva. Él no dará un paso atrás ante el don último de
su vida que marcará el pasaje del fin de su misión terrestre hacia la venida
del Espíritu Santo, bajo la figura de lenguas de fuego, según Los Hechos de los
Apóstoles 2,3. Jesús no quiere aportar otro fuego distinto al del Espíritu
Santo y del amor.
El fuego que arde en el corazón de Jesús y que comunica , es
aquel que destruye el egoísmo y el orgullo de los humanos, es un fuego que les
purifica, los libera, los hace más lúcidos y les hace capaces de acoger los
otros y de ayudarles (miren las utilidades primeras del fuego primitivo).
Este fuego,
iniciado (prendido) por Jesús
parece moribundo y mismo apagado alrededor de nosotros y dentro de nosotros.
Ahora, mismo si lo consideramos muerto, extinguido, este pervive bajo las
cenizas. Recuerden aquel dicho popular: "Donde hubo fuego, cenizas quedan". Es suficiente con que se eleve el imprevisible viento del Espíritu
Santo para que surjan pequeñas llamas. Poniendo pedacitos de papel seco,
pequeños pedazos de madera, un gran fuego surgirá de nuevo y nadie podrá apagarlo.
En la sociedad y la Iglesia, el fuego del amor puede
parecernos débil y en ocasiones apagado.
No olvidemos que es Jesús quien lo ha encendido en otro tiempo (en el
pasado) y que Él siempre está volviéndolo a encender.
No lo apaguemos; al contrario hagamos todo lo posible por
conservarlo y propagarlo.
He aquí nuestra misión.
Aproximación psicológica del evangelio:
Cuando la amenaza
aparece en el horizonte:
Un general del ejército tenía la costumbre de decir a sus
tropas en los momentos críticos: “armémonos
y…partamos!” Esta frase que quizás no es histórica- expresa bien la
situación de aquel que espera que los suyos enfrenten los riesgos que él mismo no
quiere enfrentar o asumir.
En contraste con esta actitud, la actitud de Jesús se destaca
claramente. Él no inventa un bautismo para los otros, él no se exime ni evita
las exigencias éticas y espirituales que se desprenden de su FE. Si Él pregona que
sus discípulos habrán de seguirle, lo hace justamente porque Él pasará antes
que ellos, pagando las consecuencias con su vida para abrir el camino.
Si Jesús dice a sus discípulos: “ustedes serán bautizados con el bautismo que yo seré bautizado” (Marcos 10,39), quiere decir que Él es
plenamente consciente del bautismo que debe recibir, y que no tiene ninguna
intención de descomprometerse, desentenderse…de claudicar, porque si el discípulo
no es más grande que su maestro (Mateo 10,24)también es cierto que el maestro tampoco
ha venido para ser más grande que sus discípulos (Marcos 10,45). De cara a la
soledad como al sufrimiento, todos los hombres se encuentran en la misma situación
fundamental, a pesar mismo de los
privilegios de clase que puedan atenuar un cierto sufrimiento físico y moral.
De cualquier manera, ningún privilegio ha podido atenuar el
sufrimiento de Jesús, y aquí le vemos probar la angustia del sufrimiento
anticipado,(no olvidemos que se dirige hacia Jerusalén donde sufrirá su pasión y
muerte) y por lo mismo aparece consciente de su fragilidad al punto tal de
expresar la ilusión de querer evitar milagrosamente tanto sufrimiento. Jesús
sabe bien que “el espíritu está pronto
(listo, dispuesto) pero la carne es débil”
(Mateo 26,41). Él ha conocido la tentación y sabe que la conocerá todavía, Él
no se siente exento o libre de caer, y sabe muy bien que “aquel
que ha puesto la mano en el arado” puede “mirar hacia atrás” (Lucas
9,62), cuando el horizonte se torna demasiado amenazador.
Con demasiada frecuencia nosotros negamos la realidad exterior
que se anuncia y o aparece claramente
ante nosotros, como Pedro: “eso no
sucederá” (cfr. Mateo 16,22). Muy a menudo también, nosotros negamos
nuestros miedos y escondemos nuestras propias
fragilidades, o al contrario, exageramos nuestra debilidad y nos negamos a movilizarnos
para el combate.
Por su parte, Jesús encuentra su camino entre todos sus obstáculos
o peligros y evita a la vez la falsa seguridad de los fanáticos y la falsa
humildad de aquellos que se auto apiadan o se auto compadecen por su suerte. Si
Él aparece fuerte, es por la fuerza de aquellos que aceptan situarse desnudos totalmente
de cara a la verdad de su destino.
Combates interiores y
combates sociales:
Para muchos de nosotros, la expresión “combatir
contra el pecado”, evoca primero y ante todo un desgarramiento interior (un
sacrificio o acción que produce dolor). Espontáneamente nos imaginamos a alguien
tentado a realizar una acción que va contra sus convicciones, y por ello, en
lucha consigo mismo.
Esta representación o imagen espontánea del pecado como una
lucha interior de la cual se sale airoso o vencedor como en un fracaso
personal, se aproxima mucho a la idea de Pablo: “no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero” (Romanos
7,19). Para Pablo el pecado es una realidad interior, al menos en este pasaje (“el pecado habita en mí”- v.20). Se
desprende de todo esto que las verdaderas apuestas o todo lo que se juega en el
campo de la FE se sitúa en el interior
del creyente.
Sin embargo, esta manera de ver el pecado no es la única en
la Biblia. En la tradición profética, el pecado no aparece solo como una
realidad interior (una cosa que no se debe o puede hacer), sino como una
realidad exterior, una cosa ya hecha y que está ahí ante mí. Los profetas no se
limitan a llamar la atención de sus contemporáneos a propósito de sus
conflictos íntimos, internos que los afectan. Ellos denuncian sobretodo
situaciones de hecho: la explotación de los pobres por los ricos, las prácticas
comerciales deshonestas, la inconsciencia social de quienes detentan el poder.
Para los profetas, combatir el pecado no se limita sólo a
luchar contra la tentación interior. Esto significa tomar el riesgo de denunciar
y atacar abiertamente las situaciones sociales de pecado, esto con riesgo de
conflicto o de rechazo.
Es dentro de esta perspectiva profética que las lecturas de
la misa de este domingo interpretan los conflictos de los cuales habla Jesús.
En efecto, el evangelio nos muestra en este pasaje la reflexión siguiente sobre
Jesús y sobre aquellos que quieren convertirse en sus discípulos: “Jesús, renunciando a la alegría que se
merecía, soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz (…) si, Piensen en el ejemplo de
Jesús. Mucha gente pecadora lo odió y lo hizo sufrir, pero él siguió adelante.
Por eso, ustedes no deben rendirse ni desanimarse, pues en su lucha contra el pecado todavía no han
tenido que morir como él…(Hechos 12,2-4).
Si el pecado
está nada más que en mí, mi combate será nada más que un combate personal e
interno y no traerá como consecuencia ninguna división social. Pero el pecado también
está ante mí, puesto que Jesús “ha combatido
contra el pecado” , y es lo que le ha llevado a “renunciar” a su
confort y asumir “las oposiciones contra Él”. Y es en la misma vía que el texto
de Hebreos invita a sus discípulos a comprometerse.
Una paz dudosa
Jesús evoca acá
experiencias de conflicto que sus discípulos habrán de vivir con sus cercanos.
Dentro de un estilo un poco apocalíptico que se place en acentuar los contornos
de las realidades descritas, él nos dice que esos conflictos afectarán
implacablemente los discípulos en sus solidaridades las más naturales.
Es evidente que
Jesús habla acá de los conflictos creados por el hecho mismo del compromiso con
el evangelio vivido de un modo significativo, y no de los conflictos de
personalidad o de interés. Sigue luego una serie de conclusiones inquietantes.
Uno puede
intentar procesos o marchas de reconciliación con su hermano (Mateo 5,23-24)
sin que ello haga desaparecer el conflicto. Uno puede estar presto a perdonar “setenta
veces siete” (Mateo 18,21-22) sin que el conflicto no desaparezca. . Uno puede “amar
sus enemigos” (Lucas 6,23) sin que el conflicto no se arregle.
Si bien es
cierto, hay conflictos que surgen y que duran, pero no porque no se viva de
acuerdo al evangelio, sino justamente porque se toma en evangelio en serio. Y
no es necesario limitarse aquí a casos excepcionales donde es la fe católica en
relación a otra fe que es la fuente de un conflicto familiar (como en el caso
donde dos personas de fe diferente se oponen a pesar de la oposición de sus
familias respectivas).
El cometido
principal del presente pasaje es dramatizar el efecto negativo de la opción
de
la fe en el entorno del creyente, mas desde la época del evangelio, se pueden
encontrar ejemplos de confrontación que encuentran su fuente no en la fe del
creyente como tal, sino más bien en su compromiso social. Y es así que Juan
Bautista será ejecutado no solo por el hecho de ser creyente, sino porque su fe
le llevaba a cuestionar el jefe político de aquel tiempo con respecto “a todos los delitos que había cometido”
(Lucas 3,19).
Cuando un
ambiente o grupo de hombres se encuentra
en situación de ruptura profunda de cara a un creyente, en la mayoría de los
casos no es a causa de la adhesión interior de este último a algunos dogmas,
sino que la razón es porque su fe se ha
vuelto dinámica, que él ha tomado color y suscitado su compromiso social. De
tal modo que si las divisiones previstas por Jesús no se producen jamás, debe
ser que en alguna parte, el proceso ha
sido puesto en corto circuito, la razón es que la sal ha sido contaminada por
las ideologías dominantes y que la fe ha sido puesta al abrigo o bajo la protección
disimulada de justificaciones pseudo-teológicas (“es necesario
cambiar el corazón, no las estructuras”, “la sensibilidad social es un asunto de vocación personal”…)
REFLEXIÓN CENTRAL
EL FUEGO QUE DES-FANATIZA LA RELIGIÓN DEPURA LA POLÍTICA Y DIGNIFICA LA SEXUALIDAD
EL FUEGO QUE DES-FANATIZA LA RELIGIÓN DEPURA LA POLÍTICA Y DIGNIFICA LA SEXUALIDAD
INTRODUCCION
JUSTIFICATIVA:
Dice el teólogo y psicólogo canadiense Jean-Luc Hétu, de quien he tomado constantes
referencias en mis comentarios del evangelio dominicales, lo siguiente:
“Se suele admitir que
uno pueda intervenir indirectamente en la vida de alguien para ayudarle en su
crecimiento personal, prestándole un servicio ocasional, o yendo a los
extremos, sacándole del barro, del lodo si ha caído. Pero uno es menos dado a
pensar que se pueda intervenir directamente
en la vida de alguien. Tocamos acá una paradoja que es quizás típicamente
norteamericana y o europea. Nuestra civilización valora mucho la propiedad
privada y la libertad de pensamiento y de movimiento…Y en consecuencia no es
raro que nos sintamos siempre culpables si se nos ocurre hacer cuestionarse
alguien en lo que dice y en lo que hace. Y por tanto, es paradójico, existe en nuestras
sociedades una muy fuerte presión a favor de la conformidad social. Es como si
se dijera: usted es libre, pero sea como todo el mundo y haga como yo! Cada
día, a cada instante, gracias a la publicidad, decenas de desconocidos me dicen
qué comer, cuál carro comprar, cuál compu o celular adquirir o qué plan de
comunicaciones tomar, o a dónde ir de vacaciones. Pero es raro que alguien se
atreviera a cuestionarme o invitarme a tomar conciencia de mis compromisos
adquiridos (cfr. bautismo, la fe católica) confrontando mis comportamientos
precisos, pero igualmente respetando mi libertad.
En las comunidades
cristianas primitivas, este tipo de intervención directa y abierta, al parecer era moneda corriente, algo usual,
normal. No solamente uno podía intervenir en la vida de otro, sino que aun más,
uno debía hacerlo. De igual manera, las prácticas de Jesús, aparecen ricas en confrontación,
tanto las verbales como las no verbales (gestos, prácticas).
Nunca he estado de acuerdo con aquello de que la fe no puede
mezclarse con la política, que por ejemplo un cura no puede hacer política…Disiento
grandemente con aquellos que dicen que un cristiano, menos un católico no debe ni
puede inmiscuirse en asuntos políticos…Eso es completamente falso. Y es sin
duda alguna, esta una de las razones por las que nuestro mundo y la sociedad
andan divididos, constantemente escindidos, con disputas, con polémicas, opiniones
encontradas en tantos ambientes de encuentro y vida social. Una antigua frase que leí en la legendaria revista selecciones me la aprendí de memoria porque
constato que es lo más verídico: “si no quiere tener discusiones O QUEDARSE
sólo en una fiesta o reunión social, no
hable ni de política, ni de sexo, ni religión”…lástima, porque son las tres
cosas que bien comprendidas y asumidas, mueven y dinamizan al mundo, le dan
sentido, le dan luz.
El problema no es hablar de esas dimensiones vitales de la
existencia, el problema son las opiniones diversas, relativizadas,
personalizadas, acomodadas, por lo mismo desacertadas, y según la propia
conveniencia y que cada quien tiene de ellas.
Si se fijan bien, muy en el fondo, Jesús no hace más que aludir
de manera constante y subrepticiamente en el evangelio, a aquellos temas que
para nosotros hoy son “misteriosamente” o por extrañas circunstancias “tabu”,
signo de contradicción.
El fuego de Jesús lleva implícita la verdad, lo auténtico
sobre la política, el sexo y la religión. El maestro de Nazaret más que nadie
sabía que no hay verdadero ejercicio político si este no se basa en la justicia
social, en la compasión y servicio a los más pobres y desprotegidos…porque sino
ésta degenera en “politiquería”, “lagartismo”, “corrupción”, “nepotismo”…
Que la auténtica religión no divide la vida en el templo y la
vida en la calle. Que la religión y o la fe verdadera ve también el rostro de
Dios en cada ser humano; que a Dios no se le espera porque ya está acá entre
nosotros y nos acompaña en cada momento de la existencia…Sólo que hay que andar
con los ojos muy abiertos y la sensibilidad a flor de piel para sentirlo,
descubrirlo. Que antes de acercarse con la ofrenda al altar habrá que hacer la
paz con el hermano…que eso de “pecar y rezar es empatar” es de los más clásicos
sofismas.
Ahora el sexo…uaaauuuu. Aun no maduramos ni asumimos como
debe ser la sexualidad; aun es confundida con “pasión carnal egoísta ciega”,
con “pornografía y prostitución opresora”;
en el sexo como en muchas cosas continuamos siendo dualistas, materialistas,
morbosos…dándole razón a Madonna quien afirmó alguna vez: “todos somos pervertidos”.
Se nos olvida que el sexo, la sexualidad es sublime, es
sagrada…Que si viene es cierto una de sus funciones es la procreación, Dios
también quiere nuestro gozo, la satisfacción de disfrutar, tanto como lo
hacemos al comer, al dormir, al descansar, pero observando el auténtico querer
o designio divino…Nos equivocamos tremendamente y siempre cuando creemos que
sexualidad no rima con FIDELIDAD y DIGNIDAD (del ser humano, no solo de la
mujer), que sexo rima con seso.
Miren, miremos y verán que el problema está en nuestras
concepciones y asunciones erróneas de estas dimensiones política, religiosa y
sexual…En ellas nos jugamos la vida, cada instante y nuestra vida se empobrece,
se amilana, se apoca, es pusilánime, fracasada, perdedora cuando nos dejamos
llevar por nuestros criterios erróneos, influidos por falsas ideologías, falsos
maestros, desatinados modelos (vida social, farándula, deporte, religión…).
Jesucristo es el fuego, el pleno sentido, el espíritu iluminador
de todos los aspectos de nuestra vida. Por eso Jesús nos divide, porque para
muchos aun no pasa de ser un simple maestro, un gurú más, un personaje positivo
y como decía un padre en el seminario “tremendamente
impactante”…pero nos dejamos impactar, sacudir, cambiar nuestra vida por
Él? Por su evangelio, por su manera de vivir y asumir la existencia? Queda
claro que el evangelio es más que una idea, el evangelio es una persona
concreta.
El autentico cristiano levantará ampolla, aparecerá
subversivo, indeseable, odiado, será perseguido y criticado cuando asume en
serio el querer y el sentir de Jesús de Nazaret. La Iglesia será vista como retrógrada,
conservadora mientras pregone y defienda a través de ciertos personajes, además del
Papa, de acá y de allá, los valores
innegociables de la vida (cuando se manifiesta contra el aborto, el matrimonio según la
Biblia y no el mundo, la moda decadente del presente siglo…), será atacada,
vilipendiada mientras quiera hacer pervivir la memoria de Jesús, la presencia de
Dios a través de los sacramentos, en especial, la Eucaristía… La Iglesia y los
cristianos por el contrario parecerá fuego “extinguido” e irónicamente incontrolable, violento, (como lo hizo en otrora) cuando condene sin
escuchar, cuando no acoja con misericordia, cuando se amanguale (de amangualarse: reunirse dos o más personas para planear, o apoyar algo no santo, no bueno, no justo) con el poder político
y corrupto de turno, cuando se calle y no denuncie por miedo o por parecer
retrógrada…cuando se cierre al deseo de la utópica unidad y al diálogo ecuménico.
Desde hace tiempo pienso que el fuego del profetismo en
nuestra Iglesia es vacilante, miedoso, a veces alcahuete, cuando se muestra
relativa, permisiva, como la sociedad en la que se halla inserta.
No es un secreto que es más fácil para nosotros cristianos y católicos
vivir una religiosidad y fe light, cómoda, liviana, dietética, con cero calorías y cero
colesterol. Ir solo a misa e ignorar a los que sufren, descomprometerme con los pobres que rodean mi casa
y mi iglesia. Para qué predicar o enseñar los valores del evangelio a mis
hijos, a mis amigos… si a ellos no les interesa?…Por qué he de mostrar con mi
ejemplo acertado, fiel a Cristo y a MI Iglesia, que soy cristiano?…me verán
como “snob”, “de ideas trasnochadas”, “loco místico”.
La violencia y masacres de seres humanos justificados por la seudoreligión
o los intereses de algunos pocos muestran que nuestro mundo está ávido de ese
fuego del amor, de la comprensión, del perdón, del dialogo y la tolerancia.
La paz que se busca actualmente en nuestro país no será
posible mientras no se desenmascaren los intereses personales de quienes
detentan el poder y las intenciones
viles de los grupos armados que dicen “negocio ahora pero seguiré haciendo de las
mías aprovechando el papayazo”, “agito la bandera blanca” con mi derecha, pero
con la izquierda quiero seguir urdiendo mis negros planes de saqueo,
enriquecimiento, a costa de la paz.
La paz será posible cuando los actores implicados tanto
pueblo, gobernantes como grupos armados en conflicto renuncien a seguir
negociando con y a costillas de ella, erigiéndola como instrumento “engañador”…cuando
se convenzan desde lo más intimo de su ser que es falso aquello de que la
guerra paga y la paz no paga.
La paz será alcanzable y realizable, cuando asumamos en serio las palabras y
gestos de Jesús que desde hace 2000 años están ahí en los evangelios, en la
doctrina de la Iglesia, en el testimonio de los santos, los mártires de otrora
y contemporáneos, para iluminarnos,
calentarnos, cazar las bestias (del odio, de la violencia, de la muerte) cual
fuego que además nos enseña a no tener miedo al avenir y al conflicto mismo que
se desate por esa búsqueda sincera, auténtica tanto política, como sexual y religiosa…
Buena semana…Sus comentarios respetuosos serán bienvenidos…
OBJETIVO DE VIDA
PARA LA SEMANA
La paz de Cristo está
lejos de dejarnos tranquilos e indiferentes o viviendo un cristianismo y fe
lights. Al contrario, ella suscita el coraje de una caridad inventiva, creativa;
una política transparente amante de la justicia, la búsqueda y el pregón de una sexualidad sagrada y digna
del ser humano.
No esperemos a más
tarde! Desde ahora, encontremos gestos y actitudes de amor, de educación en
esas dimensiones de la fe (estamos en el año para retomarla, estudiarla, desempolvarla
y transmitirla), de la política, de la sexualidad, cerca de aquellos que
encontramos en nuestros ambientes de vida, de trabajo, de estudio y de
descanso.
ORACIÓN- MEDITACIÓN
Dios, Padre Nuestro, te
damos gracias por Jesucristo tu Hijo,
Quien ha venido a
encender en la tierra el gran fuego del amor
Llama que está lejos de apagarse, a pesar que aparezca
muy a menudo frágil.
Ayudanos a atizar este
fuego y a extenderlo por todas partes,
aceptando amar y
hacernos cercanos
de los miembros de
nuestra familia
y de aquellos que nos
rodean,
sobre todo de las
personas pobres, enfermas y rechazadas.
Te damos gracias por tu
Hijo Jesús, quien ha venido a sembrar la paz,
y que nos ha confiado
este vasto campo de trabajo.
Que seamos en todo lado
artesanos de paz,
hacedores de
transparente política y defensores de la dignidad de la vida,
en nuestra sociedad,
nuestras familias y también en nuestra Iglesia.
Que el fuego de tu amor
destruya las causas de nuestras divisiones,
nuestras confundidas
ideas sobre la política, la sexualidad y la religión.
Que tu fuego destruya
las causas de nuestras incomprensiones
y de nuestras
ambiciones ciegas y desmesuradas,
para que una paz
valiente, inventiva y creativa
nazca y se establezca para nuestro bien, en nuestro mundo y en
nuestros corazones.
Amén!
REFERENCIAS:
Pequeño Misal “prions en Église”, edición quebequense. 2013.
HÉTU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
HÉTU,
Jean-Luc. Quelle foi? Une rencontre entre l¨evangile et la psychologie.
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