lunes, 26 de agosto de 2013

1o de septiembre del 2013: 22o Domingo del Tiempo Ordinario (C)


ESTAR EN SU LUGAR
La Palabra de Dios pone ante nosotros dos caminos: LA HUMILDAD y La dulzura o bien el orgullo y la maldad. Cristo, por su Palabra y su ejemplo, nos invita a seguirle por el camino del servicio. Hacia quién iremos nosotros?
 Nos salvaremos del orgullo y "los verdaderos osos" que pueden aniquilar nuestra vida?


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 14, 1.7-14
Un sábado entro Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo:
-- Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: "Cede el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Y dijo al que le había invitado:
-- Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten a los justos.
Palabra del Señor

A guisa de introducción:  

La verdadera grandeza!
Ocurrió en 1986. Cursaba el grado 10º  (5º de bachillerato), junto a otros 24 compañeros del ciclo que no académico sino pedagógico en La Normal (centro educativo para la formación de profesores) de mi pueblo... En el grupo éramos 16 chicas y 8 chicos. Y ya cerca de terminar el año, dos meses antes, si mal no recuerdo, junto a mis 7 camaradas,  fuimos invitados para un importante evento en el que se inauguraba un gran proyecto de la empresa que administraba y dotaba el agua en el municipio. Nos dijeron que debíamos llegar muy bien vestidos dos horas antes de empezar el festejo. Todos, naturalmente nos sentimos muy honrados y hasta “creídos”, típico del orgullo adolescente porque se nos había tenido en cuenta y creíamos se nos posibilitaba hacer parte de la gran fiesta, compartiendo con otros muy “grandes”, sentados a la mesa, comiendo y bebiendo al lado de ellos…cuán grande sería nuestra sorpresa cuando al llegar nos dijeron que se nos había convocado para hacer parte del grupo de meseros y o servidores  benévolos y atender a  los ilustres invitados que se esperaban: funcionarios públicos, políticos, gente importante del departamento y del municipio. Aquella fue una de las ocasiones en que personalmente vi rápido y de entrada herido mi orgullo, pues se me invitaba a la humildad, a la disponibilidad y el servicio… Yo no sé si mis otros 7 compañeros recuerdan ese suceso; o  a lo mejor fui yo quien desde el principio habría entendido mal…o bien ellos me hicieron una broma…o verdaderamente a todos nos cogieron de improvisto, de “marranos”…si, porque no hubo paga, y aparte de eso fue un domingo…Al menos al otro día nos dieron día de descanso (pero quizás porque era puente, ya existía la ley Emiliani). Pero con todo, fue una experiencia inolvidable que me ayudó a prepararme para muchos momentos todavía más difíciles y fuertes en mi existencia donde sería puesto a prueba mi ego.

Nunca olvidaré el día que aprendí que la palabra HUMILDAD viene de “humus” y que este es el principal componente de la tierra, justamente el que posibilita la fertilidad, el crecimiento…

Humilde, Proviene del latín humilis, que denotaba conceptos como ‘bajo’, ‘de corta estatura’, ‘rastrero’, ‘que tiene sentimientos bajos’, ‘descorazonado’, ‘mezquino’.
Con el advenimiento del cristianismo, la humildad empezó a ser apreciada como ‘virtud moral’ --una categoría ligeramente inferior a las virtudes teologales y cardinales del cristianismo-- y adquirió una connotación más positiva de la que había tenido para los romanos.

Humilis se formó a partir de humus ‘humus’*, ‘tierra’, ‘suelo’, palabra que subsiste en nuestra lengua en geología como denominación de la capa superficial del suelo, en la que abundan los productos de la descomposición de animales y de vegetales.

La humildad es grande y por eso humilde es Dios.

Las buenas maneras de Dios?

“Uno no habla con la boca llena”, “uno no pone los codos sobre la mesa”. “Uno comienza a comer cuando se le ha servido a todo el mundo”, “En la mesa no se eructa”, “no es bueno hacer ruido con la boca mientras se come o se bebe” (no sorber, decían mis padres y abuelos).

Cuántas veces nos habrán dicho eso nuestros padres, abuelos y demás mayores que nos guardaban y protegían, para hacernos aprender “la buena educación”, “las reglas de urbanidad (De carreño)” “las buenas maneras”,  y meternos bien todo eso en la cabeza.

Puesto que había mucho más que sopa, arroz, fríjoles, papas y carne (si se tenía la suerte de tenerla) en las comidas: había además toda una educación, un arte de vivir, una transmisión de valores.

Los evangelios nos describen varias comidas que Jesús compartió a veces con sus amigos, en otras ocasiones con personas importantes, y muy frecuentemente con personas de dudosa reputación. No sabemos cuál era el menú de esas comidas, ni sabemos mucho, sobre las reglas de etiqueta que se observaban. Pero muy a menudo Jesús aprovechaba para invitar a las “buenas maneras” o “buenos hábitos” de Dios!

Son maneras o hábitos que sacuden nuestras costumbres, ponen al revés nuestra escala de valores, rompen nuestras ideas preconcebidas de juicio, puesto que Jesús nos invita a acoger todo el mundo, sin distinción de clases o de razas. Él nos previene contra el orgullo que desprecia y divide, contra la ambición que envenena las relaciones humanas.

Al observar “las buenas maneras” de Dios, nosotros podemos transformar todas nuestras comidas en comidas de bodas donde se casan (contraen matrimonio) se unen nuestras diferencias y donde se saborean el respeto y la acogida.

Hace falta algo más que un curso de etiqueta para aprender las “maneras de Dios”! Es necesario la fuerza del Espíritu, la paciencia de nuestro Padre y una buena dosis de docilidad de nuestra parte.


Aproximación psicológica al texto del evangelio:

El último lugar

Si se trata acá de una parábola, como Lucas nos lo precisa al principio, es necesario ver en este pasaje más que una regla de etiqueta, o peor todavía, un truco hábil para recibir una promoción “delante todos aquellos que están a la mesa” (v.10).

Jesús emplea sus parábolas para hablarnos de Dios y de su Reino (su proyecto, la alternativa de nueva sociedad, de  un nuevo mundo), y debería ser así acá también. Los invitados “escogen los primeros lugares”, mas ellos se exponen a que se les exija de “ceder el lugar” a otros. De manera inversa, el anfitrión se ubica delante aquellos que se encuentran en lo bajo de la escala e interviene para mejorar su posición (su suerte).

Nosotros así, somos reenviados directamente a otro pasaje del evangelio de Lucas, que aparece como un muy buen comentario de nuestra parábola:  El Todopoderoso desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías” (Lucas 1,49-53).

De cara a la escala o niveles sociales, las opciones de Dios son claras: “Él derriba a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Es decir, envía a los poderosos a lo bajo de la escala y se ocupa de la promoción de los pequeños y de los hambrientos. Así, la preferencia por “el último lugar”  a la cual Jesús invita (v.10), es la solidaridad con los pobres y los despojados, porque es ahí que llega la salvación: todo hombre que se ensalza será humillado (“Él derribó a los poderosos de su trono”), y el que se humilla será ensalzado  (“Él ha enaltecido a los humildes”).

A la luz del Cántico de María como se llama este pasaje de Lucas 1, 46-55, uno podría parafrasear así la advertencia de Jesús: cuando se trata de escogerte un lugar en la sociedad, de decidir de qué lado tu estarás, no te pongas del lado de los ricos, no visiones lo alto de la escala social. Por el contrario, escoge tu estilo de vida en función de los que menos tienen, establece y haz solidaridades con ellos, y entonces tú estarás del lado de Dios. Y en la gran comida (banquete) de la vida, no trates de darte a ti mismo tu propio valor, no trates de forzar a los otros para que te reconozcan haciendo tretas para avanzar a costillas de los demás y llegar a lo alto de la escala. Aprende a vivir con aquellos que están en lo bajo, y un día, el reconocimiento de tu valor, lo recibirás de alguien más.

Lucas 14,12-14:

Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.  ¡Feliz eres tú, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!".

Esto es todo un despropósito en nuestros días. Es seguro que muy pocos o casi nadie cumple al pie de la letra esta sugerencia de Jesús. Mismo en las culturas y los medios más pobres que la clase media occidental esto es una utopía (hablo por ejemplo en etnias africanas), pues siempre en las fiestas convocamos a la familia, los amigos, vecinos cercanos, de buena reputación o que tienen algo para darnos a cambio. Seguramente que ustedes como yo, cuando hemos sido anfitriones o nos han invitado a una prestigiosa fiesta hemos recordado este pasaje y nos  hemos sentido interpelados, cuestionados y bastante incómodos…pero la ventaja es que la preocupación pasa rápido en cuanto se pega la primera mordida al suculento pernil de pollo puesto sobre nuestro plato.

Lo que quiere decir en el fondo Jesús es que así seamos invitados a comer en un ambiente de ricos, de aristócratas y bien acomodados, no podemos dejarnos influir por las ideas injustas, egoístas (y con las cuales se asocia por tradición bíblica a los ricos. Por ejemplo el mensaje del profeta Oseas de cara a los ricos y a la riqueza es que toda riqueza es injusta, y que esta es amasada muchas veces a costa del sufrimiento y explotación de los pobres).

Jesús que estuvo sentado en la misma mesa con Nicodemo, Zaqueo, Simón el fariseo, y con el “patrón o anfitrión” al cual se alude en este pasaje…no se dejó influenciar ni moldear por ellos…Jesús asume su contacto con los ricos (encuentros, comidas, discusiones) sin dejarse contaminar por su visión de las cosas, sino al contrario permaneciendo en situación de ruptura ética con ellos.

El presente pasaje aparece como una magnifica ilustración de este fenómeno. Jesús está presto, listo a dejarse invitar, pero no a dejarse “embaucar” o comprometer” e ir en contra de sus principios. Si entra en cualquier parte, por más impresionantes que sean los lugares en cuanto al lujo y la brillantez y el prestigio de quienes lo acogen, Él no deja sus convicciones en la puerta. De una manera que aparece, con todo, civilizada, Jesús llega cuestionar  en el antro del establishment (grupo dominante, élite visible  que ostenta la autoridad)  como aquí (Él está acá  “En casa de uno de los jefes de los fariseos”!- v.1

Ciertas promociones, y  es triste reconocerlo!, son al mismo tiempo llamados a apoyar el pedal suave en las convicciones personales y las solidaridades sociales. Para avanzar, muy a menudo, es necesario consentir que se vuelva  simple la sal de mis convicciones, y poner bajo el celemín algunos de mis valores. Pero Jesús, por el contrario, no recula ni un ápice en eso que Él evalúa como sus solidaridades esenciales: los pobres, los estropeados, los cojos, los ciegos. Es como si Él dijera a su anfitrión: si tú me invitas, prepárate a invitarlos a ellos: yo no avanzo sin ellos!

Hay entonces aquí algo más que una exhortación moral al compartir. Tenemos el testimonio de un hombre que permanece siendo fiel a Él mismo en medio de personas que no piensan como Él, y que critica (se opone) claramente a ciertas prácticas de compartir egoísta en nombre de sus solidaridades primeras.


El cristiano no es aquel que privilegia vagamente ciertos valores teóricos, sino que es Aquel que permanece de pie-   muy a menudo, solo – en medio de personas que no ven las cosas como Él.




REFLEXIÓN CENTRAL

Conservar su rango

Es delicado abordar el tema de la humildad. Es como caminar sobre un campo minado. Se corre el riesgo de ser señalado por orgullo, por vanidad. Y todo esto puede ocurrir porque la humildad enseñada por Dios, por la Biblia y por el maestro de Nazaret hoy es incomprendida, cosa de locos, es anacrónica.

La humildad como virtud esencia de Dios en una persona, hoy es una perla rara.

A la humildad no es raro confundírsele con “bobería”, “sumisión o resignación ciega”, “simpleza absoluta”, “pobreza con visos de miseria”, la “humildad” propia de los clasificados en la escala baja mal vestidos porque no tienen plata o recursos.

Nada más alejado de todo esto que la humildad, la verdadera humildad es la virtud que sucede al amor. Al Santo cura de Ars, un día uno de sus hermanos en el sacerdocio le demandaba cuáles eran las 3 cosas esenciales para la santidad y éste le dijo: 1º la humildad, y luego la humildad y finalmente la humildad.

Jesús ha aprovechado la invitación a una comida para hablar de sus convicciones, expresar su pensamiento y de paso orientar a sus seguidores tanto de ayer como de hoy. Antes que nada, debemos tener en cuenta que Jesús ha sido invitado por un jefe de los fariseos como persona de honor, honorable, reconocida. No es cualquier cosa. Para Jesús ciertamente se trata de un honor importante.

Bien sabemos que las comidas o banquetes son la ocasión para el encuentro de amigos o nuevos conocidos, para hablar de diversos temas, es la ocasión de confidencias, de discusiones íntimas.  Uno percibe los gustos de las personas, sus modales, sus maneras de comer, su conocimiento o ignorancia de las reglas de etiqueta. Y después con la ayuda del licor espiritoso (el vino o la cerveza) se hace hablar a la gente, se sondean las opiniones políticas. Se habla del trabajo, de los hobbies, de los amores, de las pasiones.

Los fariseos tienen miedo de Jesús, ellos están intrigados por Él y le buscan la caída. Pero Jesús lo sabe y anda prevenido, vigilante, atento en su espíritu…

Después de la comida se puede pensar que Jesús ha sido invitado a hablar, a exponer sus pensamientos, sus sentimientos, que dejan transparentar el querer y el espíritu de Dios. Jesús invita a reflexionar sobre los lugares que la gente ha escogido al acercarse a la mesa. En un banquete, ninguno de entre nosotros se va a la mesa de honor, puesto que los integrantes de la tabla de honor llegan en procesión animados por los aplausos de la asamblea. En el tiempo de Jesús, seguro que algo semejante ocurría, pero me imagino que a pesar de todo, algunos trataban de colarse en esa privilegiada mesa.

Quién está verdaderamente satisfecho de su rol (de su papel?) En la jerarquía social, a cada quien le gustaría ganar dos o tres rangos. Es desde todo punto de vista natural, diríamos.

Y de hecho, esto es muy biológico. Entre un gran número de especies animales, la jerarquía es muy importante. Tiren por ejemplo varios pedazos de pan ante  un grupo de patos o de gaviotas. Un ave dominante va instalarse de primero, ésta espantará las demás con picotazos y se comerá todo defendiendo su bien, sin preocuparse por el hambre de las otras aves. Lo mismo ocurre con el mapache donde el macho en presencia de su familia satisface su hambre antes de dejar a la hembra y a los pequeños acercarse.  Las vacas que se siguen unas a otras en un sendero lo hacen siempre en el mismo orden y ay de quien ose transgredir el orden! En el mundo biológico, las jerarquías son muy estrictas. Es por ello que es contraindicado que el perro coma antes que el amo. Y si así fuera, esto es como decirle al canino que él es el amo!

Las jerarquías son igualmente importantes en el mundo de los humanos. Vivimos en un mundo muy democrático, donde se está cerca del “no importa quién puede hacer no importa qué”. Esto era impensable en mis tiempos de infancia. En presencia de una visita, el niño se sentaba en la sala y escuchaba. Si se le hacían preguntas él podía responder. De otra manera, él se callaba. Dentro de una sociedad jerarquizada, era importante mantenerse en su lugar (en su lugar, conservar el puesto, mantenerse en su sitio). Mantener (guardar) su lugar, significa a la vez, defenderse contra aquellos que quieren ocupar nuestro lugar, pero también es mostrarse a la altura de su rango y asumir entonces sus responsabilidades y saber salvar la cara o el honor si llegaba una desgracia…Defender su rango, es algo extraordinariamente profundo. Pero a la larga, esto puede llegar a ser ridículo si eso impide vivir. Es por ello que la sabiduría ha reflexionado sobre el orgullo y sobre la humildad, sobre la ambición y la simplicidad. 

Uno se ha dado cuenta que los grandes tienen las mismas desgracias y los mismos vicios que los pequeños, que los pequeños tienen las mismas alegrías y las mismas cualidades que los grandes, y que a la larga, con frecuencia los unos y los otros son intercambiables. De ahí el porqué de una reflexión sabia sobre la vanidad que hay al querer ocupar el primer lugar y la grandeza que puede haber al escogerse el último lugar. Para ello, es suficiente con remplazar las palabras PODER y DOMINIO, que nos sugiere la biología, y cambiarlas por las palabras AMOR y SERVICIO, sugeridas por nuestra común humanidad.

Es lo que dice Jesús al ver los pretenciosos tratando de acapararse los primeros lugares y hacerse enseguida “echar para atrás”,(retrogradarse), ir al último lugar. Por qué el último? Porque las otras plazas estarán ya ocupadas y el anfitrión o jefe no tendrá tiempo de redistribuir todo el mundo. Como dice el proverbio, quien escoge toma lo peor.

Cuando se lee el texto de Lucas en nuestro contexto cultural, se suele creer que Jesús ha insultado a su anfitrión y a sus convidados al hacerle estas remarcas. En realidad estos reparos son correctos. Sin duda, Jesús les ha hecho reír (no olvidemos que humor tiene la misma raíz de humildad) porque ya había en el libro de los Proverbios (Antiguo Testamento) un dicho  que iba en el sentido de sus observaciones:

No te alabes delante del rey, Ni estés en el lugar de los grandes: 
Porque mejor es que se te diga, Sube acá,
Que no que seas humillado delante del príncipe Que miraron tus ojos. 
(Proverbios 25,6-7, traducción de la Reina Valera).

En el fondo, la reflexión de Jesús se inscribía muy bien en su cultura. Repito la gente se ha debido reír, mordiéndose los dientes, pero era la buena guerra. Él estaba a tono.

Pero Jesús continúa dirigiéndose a su anfitrión, y le da otra lección: “cuando ofrezcas una comida o hagas una fiesta, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos ni a tus parientes “(Lucas 14,12), Jesús sugiere mejor: “Cuando hagas una fiesta, invita a los pobres, los estropeados, los ciegos, y serás feliz, pues ellos no tienen nada para 
retribuirte: eso te será retribuido en la resurrección de los justos” (Lucas 14,13-14).

Aquí es evidente que no se habla de la misma cosa. Acá no se habla más de una comida ordinaria entre amigos, se habla de otra cosa, de una fiesta abierta a los pobres. Es la fiesta de Dios. Todas nuestras comidas pasan entre nosotros. Uno invita a veces un pariente enfermo, un vecino más o menos avispado, un conocido que está sobre el camino de la rehabilitación. En la Edad Media, se guardaba un lugar en la mesa para el visitante desconocido que simbolizaba a Jesús. Está bien. Pero nadie entre nosotros no pone su mesa abierta y  de manera incondicional a todo el mundo. Aquel que lo haga se arruinaría al mismo tiempo que lo dice. Esta generosidad no es propia que de Dios (sólo le pertenece a Él).

Qué hace Jesús? Por una parte, critica a su anfitrión y le reprocha vivir en un mundo cerrado, un mundo de puros, donde los pecadores no tienen acceso, un mundo de snobs donde las personas simples no caben, un mundo de ricos donde los pobres son excluidos. Jesús quiere más apertura. Pero al evocar el festín mesiánico que sólo Dios puede ofrecer, Jesús critica igualmente la perspectiva religiosa de los fariseos. Ellos predican una religión estricta, exclusiva, donde sólo algunos son salvados (salvos). Jesús anuncia un Reino abierto a todos, y en prioridad a los más pobres.

En el banquete o comida elitista al cual Jesús ha sido invitado, los fariseos han ganado y Él ha perdido. Jesús no ha sido capaz de esconder su juego. Él ha dicho lo profundo de su pensamiento y ha obligado a los fariseos a tomar conciencia de ellos mismos. En adelante, ellos quieren su muerte. Jesús es un adversario, un pensador peligroso.

Por otra parte, podernos preguntarnos por qué Lucas nos cuenta estas cosas. Él habría podido callarlas. Yo pienso que nos las ha contado a causa de la Iglesia a la cual él se dirigía. La gente de su Iglesia se reunía los domingos para orar, escuchar la Palabra, recordar la muerte y la resurrección de Jesús. En esta Iglesia, ha habido rápido una jerarquía. Ha habido intrigas, gente muy ambiciosa que quería hacerse ver, otros más sabios que se mantenían en su lugar (en su rango). Entonces Lucas les cuenta la parábola de los lugares en la mesa. Esta parábola es siempre actual y nunca tendrá fin. Ella tiene su punto de anclaje en nuestra biología, en la testosterona, y no puede ser superada sino por una inmensa sabiduría que es trabajo (obra) de toda una vida.

Es necesario recordar que Jesús ha ocupado el último lugar  y que ésta es la vía del amor.

En la Iglesia donde Lucas vivía, también se puede pensar que había ricos y pobres, gente arriba y gente abajo según la escala social. Es por ello que nos cuenta la historia de la elección de los invitados. En nuestras casas, nosotros invitamos a quien queremos. En su casa, Dios invita a quien Él quiera, y no son siempre aquellos los que deseamos que Él invite.

Es por eso que el evangelio de hoy no es simplemente una historia del pasado. Es una historia del presente, de nuestro ambiente, de nuestra Iglesia. El fariseo somos nosotros, y Jesús no cesa de cuestionar nuestras actitudes y nuestras prácticas para hacernos comprender las exigencias de la FIESTA DE DIOS.




OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA

1.    De qué modo o manera concreta podría ir hacia Dios y hacia Jesús, el mediador de la alianza nueva y eterna?

2.    Miro cuál es mi comportamiento o modo de conducirme en la mesa, con quién comparto mi mesa? Mis comidas son guiadas por las “maneras de Dios” (la etiqueta divina)  o las maneras demasiado humanas?


3.    Y si esta semana invitara a comer a alguien que no pudiera devolverme la invitación?

4.    Pido al Dios viviente de iluminarme con el Espíritu Santo para que yo sepa escoger (elegir) el camino que conduce a la felicidad que sólo Cristo puede procurar.


ORACIÓN-MEDITACIÓN


Tú conoces Señor,
Esa necesidad que tengo de sentirme importante, único y de hacerme valer.
Yo olvido que es a Ti quien te corresponde determinar mi lugar y mi verdadera grandeza.
Personas que me rodean, a través de sus palabras y de sus gestos,
Me ayudan a tomar conciencia de mi valor.
Todo lo que yo soy, es a Ti que yo lo debo. Gracias!

Cuando yo me veo tentado a creerme alguien importante,
O al contrario, creerme menos y contarme por nada,
Recuérdame el verdadero sentido de la humildad.
Abre mi corazón a los otros pobres como yo,
Sobre todo a los pobres de amistad y de esperanza,
A todos los heridos y que sufren en la vida,
Que portan consigo las cicatrices de su pasado doloroso.
Enséñame a acoger al extranjero, a levantar al despreciado,
A ver en cada persona un bien amado por Tí.

Condúceme a través de la ruta que Tú has tomado, Señor,
Aquella del abandono y de la confianza en el PADRE.
Es la vía (el camino) que me permitirá realizarme
Y ocupar un lugar elegido para estar cerca de Tí.
Concédeme que yo te siga, Señor!


REFERENCIAS:

Pequeño Misal "Prions en Église", edición quebequense, Novalis 2010,2013.


HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


BEAUCHAMP, André. Comprendre la parole.  Novalis.



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