15 de noviembre del 2015: 33o Domingo del tiempo ordinario (B)
La
gran asamblea!
Nos
encontramos al final del año litúrgico, que se clausurará el próximo domingo
con la celebración de Cristo, Rey del universo. En este día somos invitados a
reflexionar en el destino del universo y de la humanidad. A dónde va el universo? A dónde vamos nosotros? Los textos bíblicos que escucharemos nos proponen
respuestas a estas cuestiones.
Al final de
los tiempos, después de una gran depresión (crisis), el Hijo del Hombre reunirá
a los elegidos de los cuatro puntos del mundo. Solamente el Padre conoce el día
y la hora cuando esto sucederá.
L E C T
U R A S
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE DANIEL 12,
1-3
Por aquel
tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: Serán
tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora.
Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los
que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para
ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los
que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Palabra del Señor
SALMO RESPONSORIAL
SALMO 15
R.- PROTÉGEME, DIOS MÍO, QUE ME
REFUGIO EN TI
El Señor es el lote de mi heredad
y mi copa
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R.-
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi cama descansa serena:
Porque no me entregarás a la
muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la
corrupción. R.-
Me enseñarás el sendero de la
vida,
me saciarás de gozo en tu
presencia
de alegría perpetua a tu derecha.
R.-
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS
10, 11-14.18
Hermanos:
Cualquier
otro sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los
mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero
Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está
sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus
enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha
perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón,
no hay ofrenda por los pecados.
Palabra del Señor
ALELUYA Lc 21, 36
Estad siempre despiertos pidiendo
fuerza para mantenerse en pie ante el Hijo del Hombre.
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
13, 24 – 32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
-- En aquellos días, después de
una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor,
las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblaran. Entonces
verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad;
enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos del
extremo de la tierra al extremo del cielo. Aprended lo que os enseña la
higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la
primavera está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación
antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no
pasarán. El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo,
solo el Padre.
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
“Nuestro avenir es Jesucristo”
“Nuestro avenir es Jesucristo”
“Los finales no son que el comienzo de algo nuevo”
“Cuando una puerta se cierra muchas otras puertas
se abren”
“Después de la tempestad viene la calma”
“No hay mal que por bien no venga”
Todos estos dichos y refranes reflejan la sabiduría
popular de la confianza en el avenir, el porvenir o el futuro…
Y después nuestra vida está hecha de
constantes mudanzas, adioses, finales que dan lugar siempre a situaciones
nuevas casi las más de las veces, edificadoras, llenas de plenitud y
felicidad…Pues todo es gracia como dice al final el protagonista del "Diario de un cura rural de Bernanos".
Recuerdo cuando mi familia dejó el
campo, cuando en el pueblo debimos cambiar de morada, cuando mi padre dejó de
ser tendero para llegar a ser comprador mayor de café…Cuando dejé la escuela
con angustia y entré al colegio con temor y temblor, cuando decidí cambiar “El
Juan XXIII por la Normal”… cuando contra todos los comentarios, criticas y
pronósticos decidí entrar al seminario, muriendo así, en mi momento, a
muchas otras posibilidades de realizar mi vida… Cuando murió mi madre…Después
cuando dejé el país por la primera vez…
Aquel 2002, después de ordenado y fui enviado primero a estudiar el francés en Bélgica, y luego a la difícil misión en Camerún, África... Luego cuando me vi obligado a venirme de África después de 5 años... Actualmente debo una vez más desinstalarme, mudarme, desacomodarme, decir adiós a Canadá...Todos esos momentos estuvieron y están invadidos
e inspirados por la confianza y la fe en el avenir…
Jesús
y antes los profetas del Antiguo Testamento nos han dejado este legado de
esperanza y confianza en Dios, el Señor de la historia, quien nos tiene
reservados siempre lo mejor, aunque para muchos y en ocasiones determinadas, no
sea muy evidente.
El evangelio y las otras lecturas de
este domingo nos muestran que la muerte siempre tiene un corto pasaje para
hacer surgir algo nuevo.
Ahora en estos países de cuatro
estaciones, durante estos días de largo otoño (sumado al otoño, el invierno,
que va desde el 21 de septiembre hasta el 21 de marzo), constatamos desde ya
que los capullos, yemas o brotes han aparecido ya en la mayoría de los
vegetales! Los capullos confirman que la primavera vendrá. El hielo, la
nieve y los fuertes vientos no tendrán la última palabra.
Los primeros cristianos han vivido
dentro de la fe una espera comparable a la de nuestros largos otoños. Las
tensiones del presente no apagaban la alegría anticipada del retorno de Jesús
Glorificado.
El Evangelio nos transmite esta
experiencia. El tiempo humano se nos describe como un tiempo comprendido entre
otros dos. Las pruebas y sufrimientos del presente (violencia, injusticia,
enfermedad, desastres…) no nos pueden privar del gran día de la presencia de
Dios que será por fin visible en todo su esplendor.
Dentro de todo esto tenemos la certeza
de que Dios no nos abandona nunca.
Cuando todo se desmorona alrededor de
nosotros, el Señor siempre permanece cerca. Esta certeza no nos permite
caer en el miedo y el desespero. Oh! claro que habrá un juicio final, la hora
del amor en toda su dimensión y verdad. Pero por qué tendríamos que temer, a
qué deberíamos temer si permanecemos apegados y en sintonía con Cristo que nos
enseña el camino de la vida?
A qué temeremos si le dejamos
enternecer nuestro corazón para abrirlo a los demás?
A todos aquellos que habrán creído en
su Hijo (Jesucristo), Dios promete para siempre su cielo de luz y de paz. Pero
desde ahora el Señor transfigura nuestros sueños, nuestros pensamientos,
nuestros amores. Cómo? Por su Palabra, por la amistad, la comprensión y
la ternura de los otros.
Agudicemos nuestra mirada, y en lo
cotidiano de nuestra vida seguro que se levantaraá el velo de la esperanza!
Aproximación psicológica del evangelio:
Esto se acaba…todo pasará…
En el momento en que Marcos escribe
estas líneas, no todo va bien para los cristianos de Roma con los cuales él
está en contacto.
Las persecuciones son fuertes, los cristianos son
torturados, algunos son entregados (traicionados) por sus propios
hermanos, otros, bajo la influencia del miedo, están tentados a abandonar la
fe…
Marcos ve sufrir a aquellos a quienes
ha ayudado a engendrar y crecer en la fe, un poco parecido como a esos padres
que ven sufrir a su hijo enfermo. Y así como en el gabinete del dentista, la
madre dice a su hijo que llora, sin verdaderamente saber en qué parte del
tratamiento se halla, “es todo…se ha terminado!...ya paso!”, Marcos
dice a sus hermanos “esto acaba!”, sin saber él tampoco demasiado, dónde o cómo van las cosas.
Porque es necesario confesar que nadie
conoce con antelación o por avance, la prolongación o el tiempo de un
sufrimiento; en el fondo de su noche, nadie conoce la hora de la luz; en el
nivel máximo de la confusión y los problemas, nadie puede precisar el momento de
la paz. “Ese día y esa hora, nadie los conoce, ni los ángeles del
cielo, ni el Hijo, nadie, sino el Padre” (v.32).
Y por lo tanto, cuando más se ve
sufrir, uno se esfuerza por encontrar signos de esperanza. Marcos tiene un buen
signo de esperanza, pero él no puede hablar abiertamente. El poder romano acaba
de devastar el templo de Jerusalén, y eso es el final! ; Después
de esto, las cosas no tienen más remedio que cambiar, puesto que una parecida
impiedad es con toda seguridad intolerable para Dios. Es así como las
cosas han sucedido, hace dos siglos y medio. La “abominación de la
desolación” se había instalado en el templo, en la persona de un
conquistador extranjero, y este suceso había suscitado (o hecho aparecer) los
hermanos Macabeos, que habrían de vencer al invasor, con la fuerza de
Dios.
Con palabras escondidas, en forma de
clave, puesto que él escribe para los romanos, Marcos dice que lo misma
ocurrirá hoy: “cuando ustedes vean la abominación de la desolación instalada
allí donde no hace falta—que el lector comprenda…” este guiño de ojo al
lector dice todo: “cuando
ustedes vean esto arribar, comprendan que el Hijo del Hombre está cerca”
(v.29).
Entonces, esto se acaba: “En
verdad les digo que no pasará esta generación sin que ocurra todo eso” (v.30).
Pero es el dentista y no la madre que conoce la duración del tratamiento, es el
Padre y nadie más quien sabe lo que sus hijos deberán vivir. “Si
nosotros gemimos interiormente a la espera de la redención de nuestro cuerpo” (Rm
8,23), “de otro lado, nosotros sabemos que Dios dispone todas las cosas
para el bien de quienes lo aman”.
Los tiempos pueden ser duros por
momentos, y hay cosas que pueden ser imposibles de comprender por el momento e
inmediatamente. Pero el discípulo de Jesús sabe que saldrá adelante, que
vencerá…No negando su sufrimiento ni huyendo de él, sino más bien apegándose
(aferrándose) como Jesús (y Marcos y San Pablo) a la convicción del
amor del Padre, y dejándose llevar, conducir entre sus manos.
REFLEXIÓN CENTRAL:
La epopeya humana saldrá adelante…
Anunciar la destrucción de un mundo es
aspirar a un mundo mejor…
Cada año, el penúltimo domingo del año
litúrgico, escuchamos este texto impresionante, sea la versión de Mateo (año
A), Lucas (año C) y este domingo (33º) la de Marcos (correspondiente al
año B).
Si, texto impresionante porque describe
el fin del mundo. Fin del mundo que asusta desde siempre la imaginación o
imaginería del ser humano.
Si se le preguntara a un joven del
mundo moderno cómo imagina él el fin del mundo, hablaría sin duda de explosión
planetaria, de guerra atómica o química, o aun de grandes catástrofes inter
galácticas tal como se describen en las mejores películas hollywoodenses de
ciencia ficción…
Este fin del mundo genera muy a menudo
miedos y angustias…Y en todos los tiempos y o épocas, estos miedos y angustias
han sido explotados por falsos profetas, por fanáticos religiosos, o todavía
por jefes de sectas, que buscan mejor dominar y o controlar los espíritus.
Es importante entonces volver a decir
cada año que esta visión catastrófica del fin del mundo no tiene nada que ver
con el mensaje que Jesús quiere comunicar por boca del evangelista Marcos a sus
discípulos. Muy al contrario y de modo distinto, Jesús contradice todas las
profecías alarmistas de esas personas pitonisas, de esos gurús de malos
augurios, y profetas de desgracias, con estas últimas palabras del
evangelio: “En cuanto el día y la hora, nadie los conoce, ni siquiera
los ángeles del cielo, tampoco el Hijo, sino solamente el Padre”.
Entonces si ni
siquiera los ángeles del cielo, ni Jesús Él mismo (como hombre y no como Dios)
no conocen ni el día ni la hora del fin, como un simple humano podría saber más
que ellos? (cfr. Las profecías mayas 2012, las sectas apocalípticas,
milenaristas…ciertos periodistas a quienes les resbala las revelaciones
bíblicas divinas…).
Es necesario entonces conservar
(guardar) el corazón en paz y comprender que en ningún momento Jesús busca
asustarnos, dominarnos o condicionarnos por el miedo a los truenos y rayos
divinos, es todo lo contrario. La visión de fin del mundo que nos propone
Jesús es una visión llena de esperanza. Ella no será una caída en lo profundo
de la nada, sino más bien una entrada en la Gloria, una plena realización del
Reino de Dios, una liberación total.
E insisto, cuando queremos encontrar en este
pasaje de Marcos, a primera vista, un poco de luz y de esperanza, podemos
sentirnos verdaderamente desconcertados por su lenguaje. “Las
estrellas caerán del cielo”. Pero
veamos, como así! Según lo que nos ensena la física moderna, las estrellas no
pueden caer; al contrario, según la ley de la gravedad, es la tierra, mucho más
pequeña, la que debería caer sobre las estrellas. “El sol se oscurecerá”, dice
aun nuestro texto. Y de acuerdo a la física moderna, esto se producirá cuando
el sol habrá consumido todo su hidrógeno, es decir dentro de 5 mil millones de
años. No es para mañana por la noche. Comprendemos entonces y enseguida que nos
encontramos ante un lenguaje simbólico… Pero que quiere decir todo esto
exactamente?
Cuando Jesús habla a sus discípulos de la
caída de las estrellas, del oscurecimiento del sol y de la luna, no hace más
que emplear el lenguaje poético y pleno de imágenes bien conocido en la
tradición profética del Antiguo Testamento y particularmente del profeta
Isaías. (cfr. Jeremías 8,2; Ezequiel 8,16, por ejemplo). El sol y la luna, por
ejemplo, representaban dentro de esta tradición, las divinidades paganas.
Este oscurecimiento del
sol y de la luna, muestra que al retorno (segunda venida) de Cristo, todos los
falsos dioses, los falsos ídolos serán anulados ante la Gloria triunfante del
Hijo del Hombre. Las estrellas y los poderes celestes representaban, dentro de
esta tradición, los jefes de las naciones que se creían dioses para oprimir los
pueblos, y quienes se hacían considerar como dioses. Muchos textos de los
mismos profetas (Isaías, Jeremías, Ezequiel) describían la caída de sus
imperios bajo la imagen de una catástrofe cósmica.
Una nueva creación trae consigo al mismo
tiempo el fin de todas las divinidades, de todas las ilusiones humanas, de
todas las falsas adoraciones de Dios. Es lo que hay detrás este texto…
En aquellos días
cuando Jesús hablaba, en la época en que la Biblia fue escrita, no se estaba
dentro de esta cosmología que tenemos actualmente. Y hablar del fin del mundo
era más fácil que hoy. Hoy sabemos muy bien, que es suficiente con que un
asteroide choque con la tierra para que esto sea el fin de nuestro planeta, con
todos los seres vivos que en ella se encuentra; si bien es verdad que se hacen
esfuerzos por tratar de desviarlos y o cambiar su ruta y evitar que haya una
catástrofe; estamos en el mundo de la ciencia. El evangelio no se sitúa en el
mundo de la ciencia.
Cuando Jesús habla de la caída de las
estrellas, anuncia de hecho que todos los poderes usurpados o puestos al
servicio del Maligno (Satán o diablo) serán destruidos, los unos seguidos de
los otros. Y después de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo,
nuestro mundo ha conocido (o visto) ya la caída de varias estrellas
de este tipo, comenzando por la caída del imperio romano. Pero también
podríamos hablar más recientemente del Reich (Régimen nazista) o aun de
la Unión soviética…
A través de este pasaje del evangelio,
Cristo nos aporta un formidable mensaje de plenitud y de paz. Nos anuncia que
solo el Reino del amor y de la Verdad durarán eternamente, Cierto, la victoria
sobre el mal, el pecado y la muerte ya la ha logrado de una vez por todas por
su muerte en la cruz y su resurrección.
Mas el anuncio de esta victoria debe
primero expandirse hasta los confines de la tierra. Es por ello que Él envía
sus discípulos a congregar los elegidos de los cuatro puntos cardinales. Porque
después de la mañana de Pascua, un nuevo mundo ha surgido. Este nuevo mundo
crece irremediablemente, a la imagen de esta higuera, del cual sus ramas, en la
primavera, llegan a ser tiernas y entonces las hojas comienzan a salir.
El fin del mundo antiguo es entonces irremediable.
Nuestra misión es precipitar este pleno evento de Cristo, este retorno en la
Gloria del Hijo del Hombre. Cómo? Haciendo derrumbar todas las murallas
de separación establecidas entre nosotros y dejando que reine el amor del Señor
en el fondo de nuestro corazón. Prepararse de manera activa para la
venida del Hijo del Hombre, comienza entonces por actos concretos de fe, de
esperanza y de caridad que nosotros debemos hacer cada quien personalmente, y
no esperar pasivamente, yo no sé qué a cuál desastre que devaste nuestro
planeta. Somos conscientes de eso?
No
es sino en el encuentro intimo con el Señor, que realizaremos hasta qué punto
nuestro Dios no es un Dios vengador, sino que, como dice el Salmo es un “Dios
de misericordia y piedad, lento a la cólera y pleno de amor…que no dura
eternamente enojado; que no actúa con nosotros de acuerdo a nuestras
faltas…quien sabe de qué estamos hechos o fabricados” (Sal 103,8-14).
Entonces, no tengamos miedo del retorno
de Cristo. Deseémoslo con todo nuestro corazón y podremos cantar dentro de poco
después de la consagración, con el corazón pleno de amor: “Si Señor
Jesús te esperamos…Ven Señor Jesús!” Amen.
++++
El apocalipsis del evangelio no tiene el
gusto de la ceniza, de la sangre ni de la desesperanza. Qué
podría aclarárnoslo? “La higuera”, nos dice Jesús. Es suficiente con contemplarla para acoger o
descifrar su mensaje discreto. Cuando su corteza se suaviza, cuando sus
capullos o brotes aparecen antes de abrirse para liberar hojas minúsculas, ella
anuncia la venida del verano.
Muchos entre nosotros pensamos que,
es cierto, habrá un fin del mundo, pero está tan lejos, que no hemos de tenerlo
en cuenta en nuestra vida cotidiana…nos desentendemos de ello. Otros, que son
más sensibles a las catástrofes de nuestro tiempo, aguzan con más facilidad el
oído a aquellos que vienen anunciar el fin de los tiempos para dentro de poco,
precisando en ocasiones la próxima fecha del cataclismo final… A
estos hermanos vulnerables, Jesús les recuerda : « nadie sabe ni
el día ni la hora ». Sería entonces muy atrevido aquel o aquella que
podría prever el día del retorno del Señor.
Pero a aquellos que corren el riesgo de
adormilarse, Jesús les dice: “estén vigilantes. Prepárense. Esta
generación no pasara antes que todo esto suceda”. Porque para cada uno,
personalmente, el fin del mundo, es el día de su muerte. Aquel día, para mí, el
tiempo se detendrá. Y seré proyectado de un solo impulso, al final de los
tiempos, cuando el Señor congregará todos sus elegidos. Entonces, esto
está cerca. Entonces, seamos vigilantes.
Pero qué significa “estar vigilantes”? no
es soñar con el futuro. Es vivir el momento presente, permaneciendo
atentos a los signos que el Señor nos hace. Es no perder nuestro tiempo en otra
cosa que no sea amar, que humanizar la tierra, humanizar los espacios de
encuentro y comunicación (redes virtuales, internet), que humanizar la
vida. Mañana comienza hoy cada vez que realizamos gestos de vida, cada
vez que optamos por el amor.
Por lo tanto no se puede amar sin vivir en la
confianza y la esperanza.
Jesús nos dice que el avenir no es una cueva de
entrada a una noche de terror, sino mas bien la liberación de todas las
ataduras que nos impiden vivir plenamente. El esqueleto que tiene su guadaña en
la mano cede su lugar a la sonrisa apaciguadora del amigo, del hombre de las
bienaventuranzas. El futuro es la muerte de la muerte, es Cristo resucitado que
nos conduce en la vida trinitaria.
No vivamos entonces en un miedo
paralizante. Amemos, haciéndonos jardineros y posibilitadores del próximo
verano que viene…
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Pequeño Misal “Prions en Église”, edición
quebequense, 2009, 2012.
HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.
… y diversas fuentes de internet
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