11 de agosto del 2017 viernes de la 18a semana del TO o Santa Clara, Virgen
(Deuteronomio 4, 32-40) La grandeza de Dios no consiste en
concebirlo o imaginarlo como un dios "demasiado bello para ser verdadero".
Los prodigios que el Deuteronomio cuenta
no tienen nada que ver con la magia de Disneylandia. Dios me enseña
preferiblemente a que como adulto o persona madura, ejerza el "duro
trabajo de vivir".
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio
(4,32-40):
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día
en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al
otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay
algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando
desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse
una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra,
con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el
Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Te lo han
hecho ver para que reconozcas que el Señor es Dios, y no hay otro fuera de él.
Desde el cielo hizo resonar su voz para enseñarte, en la tierra te mostró aquel
gran fuego, y oíste sus palabras que salían del fuego. Porque amó a tus padres
y después eligió a su descendencia, él en persona te sacó de Egipto con gran
fuerza, para desposeer ante ti a pueblos más grandes y fuertes que tú, para
traerte y darte sus tierras en heredad, cosa que hoy es un hecho. Reconoce,
pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en
el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y
mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos
después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da
para siempre.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 76,12-13.14-15.16.21
R/. Recuerdo las proezas del Señor
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas. R/.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, oh Dios, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos. R/.
Con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Mateo (16,24-28):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera
venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si
uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué
podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles,
con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os
aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto
llegar al Hijo del hombre con majestad.»
Palabra del Señor
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Hacer memoria
Muchos
acontecimientos y momentos han marcado la historia del pueblo de Israel, entre
otros: la liberación de la esclavitud, escuchar a Dios entre el fuego, vencer a
numerosos enemigos…tanto que no es posible olvidar. Dios es el único que actúa.
Decidirse a respetar los mandamientos que Él ha dado ayer permite la
transmisión de la vida y la alegría a las generaciones futuras.
Al leer el
Evangelio, podríamos pensar y preguntarnos si acaso Jesús aconseja el
sufrimiento y la muerte a quienes le siguen? difícil de admitirlo en los labios
de aquel que sana y mitiga tanto sufrimiento! Que Él deje de pensar en sí
mismo, llama preferentemente a no vivir únicamente para sí mismo. Este es un
llamado a depositar toda su confianza en Dios para poder seguir a Jesús.
Santa Clara, Virgen
Aunque de noble familia y bien educada, Clara se sintió
atraída por los ideales de pobreza de San Francisco de Asís. Contra la presión
de su familia, distribuyó sus posesiones a los pobres y fundó la Orden
Franciscana de Pobres Claras (popularmente conocidas como “Claras o Clarisas”),
que se dedican a una vida de pobreza y oración. Clara comprendió que la pobreza
hace a una persona libre para amar: amar a Dios de modo indiviso y estar
disponible para amar y servir a los hermanos. Su lema fue: “Oh Dios, soy
feliz porque tú me creaste.” ¿No es eso verdadera riqueza?
Señor Dios nuestro:
Te damos gracias hoy por el ejemplo de Santa Clara.
Ella comprendió que para poseerte a ti
uno debe ser libre de cosas
que nos distraen y alejan de ti.
Danos también a nosotros la riqueza
de mantener viva nuestra libertad interior
con respecto a posesiones y apegos mundanos
y ábrenos a la verdadera riqueza:
que consiste en entregarnos generosamente a ti y a tu pueblo.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bibliografía:
http://ciudadredonda.org
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