21 de septiembre del 2020: Fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista
(Mateo 9,
9-13) No se trata de rebajarme ante los ojos de Dios, sino mejor de dejarle
tocar mi punto más vulnerable, ahí donde se juega en mí la necesidad vital de
amor y de agradecimiento. Al igual que para Mateo, la mirada de Dios sobre mí
puede volverme a levantar y devolverme mi dignidad.
Primera
lectura
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Efesios (4,1-7.11-13):
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a
la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed
comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad
del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como
una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un
Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y
lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la
gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos,
apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y
maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio,
y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la
unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la
medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 18,2-3.4-5
R/. A
toda la tierra alcanza su pregón
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Mateo (9,9-13):
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al
mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos
publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus
discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que
vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los
enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no
sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores.»
Palabra del Señor
1
¿Unidad, utopía?
¿Vivir la unidad…una
utopía? ¡No para Pablo! Vivir juntos, no es borrar nuestras diferencias, es
recordar que todos estamos llamados a acoger el mismo Espíritu, a reconocer al
mismo Señor, Jesús, y a vivir como los hijos de un mismo Padre.
Uno
para todos y todos para uno (como los mosqueteros)
Jesús que ha bajado del
Cielo para la humanidad, vuelve a subir a Dios y ha reunido a los creyentes
para formar la Iglesia. Y esta es comparada con un cuerpo donde todas las
articulaciones funcionan bien. En este “Cuerpo” que pertenece a Cristo, algunos
reciben un don particular, para que el Cuerpo entero crezca en el conocimiento
de Cristo.
Llamado
ilimitado
Los recolectores de
impuestos (llamados también publicanos), como el caso de Mateo, antes llamado
Leví, eran muy mal vistos y mal considerados, pues ellos colaboraban con los
ocupantes romanos.
Al hacerse cercano a
aquellos que están lejos de Dios, Jesús invita a cada ser humano, cualesquiera
sean sus actos a conocerle y a cambiar de vida.
2
Vio Jesús al
pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le
dijo: «Sígueme.»
Él se levantó y lo siguió.
Mateo 9,9
San Mateo era alguien
rico e importante en su época, era un recaudador de impuestos para Roma, y sus
paisanos los judíos le miraban con malos ojos. Pero él mismo demostró ser un
buen hombre, al responder inmediatamente al llamado de Jesús.
En los evangelios no se
nos cuenta muchos detalles de su historia de vida, cuando le llamaban Leví,
pero sí de su ocupación, y en qué consistía el empleo de recaudador de
impuestos para el imperio.
El Evangelio
simplemente nos cuenta que Jesús pasó caminando por su puesto u oficina y le
llamó y vemos cómo inmediatamente se levanta, deja todo y sigue a Jesús . Es
toda una conversión.
Para muchas personas,
este tipo de respuesta inmediata no ocurriría. La mayoría de la gente tendría
que conocer primero a Jesús, ser convencida por él, hablar con su familia y
amigos, pensar, meditar y luego decidir si seguir a Jesús fue una buena idea.
La mayoría de las personas pasan por una larga racionalización de la voluntad
de Dios antes de responder a ella. ¿Así Eres tú?
Todos los días Dios nos
llama. Todos los días nos llama a servirle radical y completamente de una
manera u otra. Y todos los días tenemos la oportunidad de responder tal como lo
hizo Mateo. La clave es tener dos cualidades esenciales. En primer lugar,
debemos reconocer la voz de Jesús de manera clara e inequívoca. Debemos, con
fe, saber lo que nos dice cuando lo dice.
En segundo lugar,
debemos estar seguros de que lo que Jesús nos llama o nos inspira a hacer vale
la pena. Si podemos perfeccionar estas dos cualidades estaremos en posición de
imitar la respuesta rápida y total de San Mateo.
Reflexiona, hoy, sobre
tu voluntad de imitar a este Apóstol. ¿Qué dices y haces cuando Dios llama cada
día? Donde veas una falta, vuelve a comprometerte en un seguimiento más radical
de Cristo. No te arrepentirás.
Señor,
te oigo hablar y deseo responderte de todo corazón cada vez que lo haces. Puedo
seguirte donde tú me lleves. Jesús, confío en Ti.
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