30 de septiembre del 2020: miércoles de la vigésima sexta semana del tiempo ordinario- San Jerónimo, Doctor de la Iglesia y traductor de la Biblia
(Lucas 9,
57-62) Tres cortos diálogos nos interpelan en lo referente a nuestro
propio compromiso en el seguimiento de Cristo. ¿Qué es aquello que nos impide
poner la mano en el arado para transformar la tierra para que el Reino de Dios
germine en abundancia?
Primera lectura
Lectura del libro de Job (9,1-12.14-16):
Respondió Job a sus amigos: «Sé muy bien que es así: que el hombre no es
justo frente a Dios. Si Dios se digna pleitear con él, él no podrá rebatirle de
mil razones una. ¿Quién, fuerte o sabio, le resiste y queda ileso? Él desplaza
las montañas sin que se advierta y las vuelca con su cólera; estremece la
tierra en sus cimientos, y sus columnas retiemblan; manda al sol que no brille
y guarda bajo sello las estrellas; él solo despliega los cielos y camina sobre
la espalda del mar; creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur;
hace prodigios insondables, maravillas sin cuento. Si cruza junto a mí, no
puedo verlo, pasa rozándome, y no lo siento; si coge una presa, ¿quién se la
quitará?; ¿quién le reclamará: "Qué estás haciendo"? Cuánto menos
podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera razón, no
recibiría respuesta, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y
me respondiera, no creo que me hiciera caso.»
Palabra de Dios
Sal
Sal 87
R/. Llegue
hasta ti mi súplica, Señor
Llegue hasta ti mi súplica, Señor.
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias? R/.
¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla,
o tu justicia en el país del olvido? R/.
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro? R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(9,57-62):
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo
uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar
el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi
familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale
para el reino de Dios.»
Palabra del Señor
1
Retomamos el texto de Job, interrumpido ayer por los textos propios de
la liturgia de los Arcángeles.
El pasaje de este día contiene la respuesta de Job a su amigo Bildad, quien
le ha dicho muy seguro y de una forma destructora que los males y sufrimientos
que sufre el patriarca se deben a que Dios lo castiga por sus faltas…Mucho
mejor que Bildad, el razonador, Job conserva el sentido de la grandeza de Dios
y expone con sabiduría las palabras para decirlo. ¿Cómo tener razón contra Dios
quien ha creado el esplendor de la naturaleza y del cosmos? Nadie puede
resistirle, ni siquiera Rahab, el monstruo del caos primordial (Sal 89,10-11).
Job erige el retrato de un Dios pleno de fuerza y de cólera. Él aparece
influenciado por los propósitos de sus amigos y su comprehensión de Dios, por
lo tanto, diferente a la suya.
Respecto al Evangelio:
Todos los hombres tienen un ídolo, una persona a quién imitar, de la cual se sienten atraídos por su forma de ser. Lo imitan en todo, buscan tener su misma marca de ropa, peinarse igual, en fin, su porte gira en lo que es esa persona. Éstas personas a menudo son artistas o cantantes. Pero hay algo que no hacen: poner límites a sus seguidores.
¿Qué tendría Cristo para atraer tanto a las multitudes? No cantaba ni actuaba. Lo único que hacía era dar a conocer el amor de Dios a los hombres. Ésta fue su arma para que muchos trataran de seguirlo, y aún hoy muchos jóvenes, hombres y mujeres lo siguen como ideal de vida.
En este evangelio se nos presenta un Cristo exigente: “quien pone la mano en el
arado y mira hacia atrás no es digno de Mí”. Son duras las palabras de la
elección de Dios, por lo que comprenden, pero al mismo tiempo donan una paz y
una felicidad inmensas dentro del alma, porque se sabe que ha sido Dios mismo
quien ha llamado. No todos aceptan el llamado con generosidad, sino que al
sentir el peso muchos lo dejan.
Dejemos que Dios nos hable en el corazón y si él nos llama digamos con
sinceridad y generosidad que queremos seguirle, aún sabiendo las dificultades
que allí encontraremos. Pidamos también en una visita o después de la comunión
por las vocaciones para que mande obreros fieles a su mies.
Propósito
Diálogo con Cristo
Jesús, te pido me des la docilidad y confianza para saber escuchar y
responder con prontitud a tu llamada. Permite que sea un testigo de tu amor,
auténtico y sincero, de manera que mi fe se manifieste en mis palabras, obras y
acciones. Te pido me concedas la gracia para ser coherente con mi fe,
especialmente cuando las circunstancias sean contrarias a ella.
2
Vacilación
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de
mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale
para el reino de Dios.»
La llamada de Jesús es absoluta. Cuando Él nos llama, debemos
responder con completa sumisión de nuestra voluntad y con abundante
generosidad.
En el Evangelio de hoy, Dios quiso que esta persona siguiera a
Jesús de inmediato y por completo. Pero la persona duda al decir que
quiere ir y primero despedirse de su familia. Suena como una solicitud
razonable. Pero Jesús deja claro que se está llamado a seguirlo de
inmediato y sin dudarlo.
Ciertamente no es que haya algo malo en querer despedirse de su
familia. La familia probablemente esperaría tal cosa. Pero Jesús
aprovecha esta oportunidad para mostrarnos que nuestra prioridad número uno
debe ser responder a Su llamado, cuándo Él llama, cómo Él llama y porque Él
llama. En el maravilloso e incluso misterioso llamado a seguir a Cristo,
debemos estar listos para responder sin dudarlo.
Imagínese si una de las personas de esta historia fuera diferente. Imagínese
si uno de ellos viniera a Jesús y le dijera: "Señor, te seguiré y estoy
listo y dispuesto a seguirte ahora mismo sin ningún requisito". Ese
es el ideal. Y sí, la idea es bastante radical.
En nuestras propias vidas, lo más probable es que no recibamos el
llamado radical de dejar literalmente todo atrás de inmediato y servir a Cristo
en alguna nueva forma de vida. ¡Pero la clave es nuestra voluntad! ¿Estás
dispuesto?
Si estás dispuesto, comenzarás a descubrir que Jesús te llama
diariamente a cumplir tu misión. Y si estás dispuesto, verás diariamente
que Su misión es gloriosa y fructífera sin medida. Simplemente se reduce a
que tú digas "Sí" sin dudarlo y sin demora.
Reflexiona hoy sobre tu voluntad de seguir a Jesús. Métete en
esta Escritura y reflexiona sobre cómo responderías a Jesús. Lo más
probable es que veas dudas. Y si ves vacilación en tu corazón, trata de
entregar eso para que estés listo para todo lo que nuestro Señor tiene en mente
para ti.
Señor, te amo y quiero seguirte. Ayúdame
a superar todas y cada una de las dudas de mi vida al decir "Sí" a Tu
santa voluntad. Ayúdame a discernir tu voz y aceptar todo lo que dices
todos los días. Jesús, en Ti confío.
Día de
San Jerónimo
Este monje vivió en el siglo V
y es Padre y Doctor de la Iglesia. Tradujo, por petición del Papa Dámaso, la
Biblia del griego y hebreo al latín, traducción que es comúnmente llamada
"La Vulgata" que fue la única versión latina de la Biblia aceptada
por la Iglesia católica durante siglos.
¿Qué podemos aprender nosotros
de san Jerónimo?
Me parece que sobre todo
podemos aprender a amar la palabra de Dios en la sagrada Escritura. Dice san
Jerónimo: “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. Por eso es
importante que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la
palabra de Dios, que se nos entrega en la sagrada Escritura. Este diálogo con
ella debe tener siempre dos dimensiones: por una parte, debe ser un
diálogo realmente personal, porque Dios habla con cada uno de nosotros a través
de la sagrada Escritura y tiene un mensaje para cada uno.
No debemos leer la sagrada
Escritura como una palabra del pasado, sino como palabra de Dios que se dirige
también a nosotros, y tratar de entender lo que nos quiere decir el Señor. Pero,
para no caer en el individualismo, debemos tener presente que la palabra de
Dios se nos da precisamente para construir comunión, para unirnos en la verdad
a lo largo de nuestro camino hacia Dios. Por tanto, aun siendo siempre una
palabra personal, es también una palabra que construye a la comunidad, que
construye a la Iglesia.
Así pues, debemos leerla en
comunión con la Iglesia viva. El lugar privilegiado de la lectura y de la
escucha de la palabra de Dios es la liturgia, en la que, celebrando la Palabra
y haciendo presente en el sacramento el Cuerpo de Cristo, actualizamos la
Palabra en nuestra vida y la hacemos presente entre nosotros.
No debemos olvidar nunca que
la palabra de Dios trasciende los tiempos. Las opiniones humanas vienen y van.
Lo que hoy es modernísimo, mañana será viejísimo. La palabra de Dios, por el contrario,
es palabra de vida eterna, lleva en sí la eternidad, lo que vale para
siempre. Por tanto, al llevar en nosotros la palabra de Dios, llevamos la vida
eterna.
Concluyo con unas palabras que
san Jerónimo dirigió a san Paulino de Nola. En ellas, el gran exegeta expresa
precisamente esta realidad, es decir, que en la palabra de Dios recibimos la
eternidad, la vida eterna. Dice san Jerónimo: “Tratemos de aprender en la
tierra las verdades cuya consistencia permanecerá también en el cielo” (Ep 53,
10).
(Catequesis del Papa Benedicto
XVI – 7/11/2007)
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones