8 de septiembre del 2013 : 23o Domingo del Tiempo Ordinario (C)
Sentarse y reflexionar:
Jesús nos invita a ser sus discípulos. Este llamado es exigente y serio: se trata de darle la preferencia y acordarle el primer lugar en nuestros corazones.
En el evangelio de este domingo, el Señor Jesús nos pide hacer evaluación de nuestra vida, interrogarnos y poner nuestros pies sobre la línea de partida para recomenzar bien.
No estamos solos, el Señor nos acompaña en todos nuestros caminos.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo:
--Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.
A guisa de introducción:
¿Dios sobre todas las cosas?
Lo he repetido varias veces en mis comentarios alrededor del evangelio: JESÚS nos “jode” la vida cuando lo tomamos en serio. Él es el “jodido” (judío) por excelencia.
Hay un verbo que es malentendido o que pude ser mal traducido en el evangelio: ABORRECER, a veces sinónimo de ODIAR, “hair” en francés.
En el pasaje de Lucas 14:26, tenemos el verbo aborrecer y en el que veríamos una aparente contradicción, con respecto de lo que dice la analogía de la Biblia, el texto dice: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo”.
Todo se explica desde el punto de vista del griego, dado que el verbo en el original describe no un aborrecimiento sino un “amar menos” el verbo en griego es Miseo = miseo, y este verbo nunca indicaría que tenemos que odiar o aborrecer, sino que describe amar menos, por lo tanto el texto quedaría de esta manera: “Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo.”
La versión del texto evangélico arriba dice “posponer”, es decir poner en segundo lugar todo después de Dios.
Podemos observar que el versículo ahora adquiere el sentido correcto y así lo podemos interpretar correctamente.
Recuerdo que este versículo influyó fuertemente en mi decisión de juventud para iniciar mi formación sacerdotal misionera. Cabe aclarar que la comprensión de la “dura” frase ha evolucionado con el paso del tiempo…les diré por qué.
Al principio, se piensa que este es un llamado exclusivo para los que quieren ser sacerdotes o monjas (vocación a la vida consagrada), cuando en realidad es un llamado para todos los seres humanos…de ahí la razón que nos bauticemos, porque esa es la primera respuesta al llamado. El bautizo o bautismo es la marca, es la puerta de entrada, la ceremonia de filiación oficial a la familia comunidad espiritual de los amigos de Jesús (cfr. Iglesia).
Con el tiempo se aclara que no se trata de “descuidar” la familia o lo seres queridos para seguir a Dios o comprometerse con el anuncio del evangelio, sino que se trata de dar prioridad a los valores del Reino sin desdeñar o menospreciar la familia carnal o institucional (primera iglesia)…por el contrario un discípulo de Jesús ama a su familia tanto como a los demás…de lo contrario sería una mala comprensión del mensaje de Jesucristo.
Se debe entender que tampoco es la huida de otros estilos de vida como el matrimonio o la vida celibataria profesional o desconocer otras formas de compromiso en la vida laical o secular (matrimonio, otra profesión, etc)…Dios nos llama a todos, nos necesita a todos por igual.
Acá se encuentra en la inadecuada comprensión del texto, una de las causas más frecuentes de la desvalorización de la Iglesia, del descuido por parte de sus miembros (que prefieren desentenderse de ella, por lo mismo), del poco amor o conciencia que se tiene de pertenecer a ella…de la tendencia común que hay de separar FE EN JESUS Y FE EN LA IGLESIA. Por eso la falta de identidad cristiana, de separación, de condena, de crítica inconsciente e ignorante (pues no se ama lo que no se conoce).
No nos digamos mentiras, a muchos la palabra IGLESIA (católica o de cualquier otra “aberración” como diría mordazmente la Mafalda de Quino) les produce “nauseas”, “rabia”, “resentimiento”, “crítica despiadada a sus miembros más visibles en la jerarquía”, “intolerancia, odio por los errores de algunos” sin ser conscientes que al final cuando se condena a la IGLESIA se condena uno mismo.
Condenar o menospreciar la Iglesia es condenar al hombre, al ser humano, a la humanidad, a mí mismo. Oponerse a ella es oponerse al proyecto del Reino. Y todo porque creemos que la IGLESIA solo puede estar conformada por santos, intachables, libres de defectos. Se nos olvida que al preferir a Jesús no estamos solos sino que estamos acompañados (comunión de los santos del Credo). Uno no puede ser amigo de Jesús omitiendo la Iglesia (asamblea, familia).
La Iglesia es una congregación de pecadores perdonados y redimidos por Cristo. La Iglesia es “Madre meretriz”, porque la humanidad está hecha precisamente de arena y lodo, de desechos y dechados, de perfección e imperfección…A pesar de las imágenes que Cristo nos presenta en el evangelio del Reino: “campo en el que crecen juntos el trigo y la cizaña”, “mundo en el que sale el sol para buenos y malos”, no entendemos, y más bien tendemos a auto excluirnos. De ahí la razón también de tantas divisiones y tantos sectarismos…Ahora Iglesia y Reino se complementan, no se excluyen.
“Padre que todos sean uno como Tu y yo somos uno”.
No es esto acaso una muestra de orgullo, falta de humildad?
“Señores no dividan la FE, las fronteras son para los países, en este mundo hay más religiones que niños felices”, canta Arjona.
Pero el tema de este domingo no es éste principalmente. Todas las lecturas son un reiterado llamado a poner a Dios de primero en todo.
Su sabiduría muestra el camino y que Dios se la da a los sabios para que estos a su vez iluminen y conduzcan al mundo hacia su realización (nos dice la primera lectura de la sabiduría).
El es el primer servido, Él está por encima de todo, está situado antes de toda cosa y toda persona, por muy importantes y amadas que sean ellas. Estos fueron los sentimientos que condujeron la vida de los santos como Juana de Arco, la doncella de Orleans.
Mensaje excesivo, muy radical? Demasiado exigente? Pero cómo podría ser de otra manera cuando hablamos de un Dios que no es nada más que amor?
Si este Sir, Monsieur, Señor o “Messire” (gran señor) como lo llamaba Juana de Arco no está ya más en el primer lugar, será necesario entonces que alguien o cualquier otra cosa (ídolos) lo reemplace…y sea adorado en su lugar.
Aproximación psicológica al texto del evangelio:
Aprendan a conocerse
Antes
de aventurarnos en la FE, Jesús nos aconseja comenzar por sentarnos y explorar
quiénes somos. Se trata de
evaluar
nuestros recursos personales,
de
examinar nuestro funcionamiento afectivo,
de
hacer inventario de nuestros valores,
de
identificar nuestros límites actuales,
de
interrogar nuestras aspiraciones profundas.
Pues,
Jesús nos dice que como un enfrentamiento entre dos ejércitos, la aventura
espiritual va a movilizar todas sus energías. Ustedes serán conducidos a dejar
todo en la batalla e invitados a invertir toda su persona. Porque la fe no se
reduce a una adhesión de la razón (creer en cosas), ella tampoco se limita a un asunto de manos (hacer
cosas por Dios). La FE no es LA FE, cuando sólo es una emoción, por más
ferviente que ésta sea (“no lloren por mí”!) Tomen preferiblemente conciencia
de lo que ustedes mismos están viviendo (-Lucas 23,28).
De
manera progresiva, nosotros seremos llevados a invertir (gastar) todo en la
aventura de la FE. Entonces es importante identificar donde es que uno se
bloquea en esta aventura. Ya que, ALGUNO cree “fuertemente” pero no hace nada por el prójimo; otro está muy comprometido
socialmente pero no encuentra a Dios en la oración y otro trabaja y ora, pero
tiene problemas que le impiden amar verdaderamente los otros y SE LE DIFICULTA dejarse
invadir realmente por el amor de Dios; habrá alguien que piensa vivir todo eso,
pero se siente derrotado en sus esfuerzos, no encuentra ningún gusto por vivir…
Jesús
pide entonces que aprendamos a descubrir y coger en las manos todos los
sectores de nuestro ser. De este modo, nuestra experiencia espiritual llega a
ser una aventura de unificación progresiva y en consecuencia de pacificación gradual
de todo nuestro ser. La FE llega a ser
entonces una experiencia de crecimiento personal, donde todo nuestro potencial
se encontrará liberado e invertido (de INVERSIÓN) en nuestro compromiso de
vida.
De
otro modo, nos dice Jesús, si ustedes se comprometen a ciegas, si llegan a hacerse
creyentes sin cuestionarse como es debido, corren el riesgo de encontrarse ante una
torre inacabada. Correrán el riesgo de vivir toda su vida con la penosa impresión
que hay algo que quedó planificado o planeado en su personalidad, que hay algo
inacabado e incompleto en su existencia.
O,
lo que es peor todavía, ustedes corren el riesgo de fijarse objetivos que son
demasiado elevados (inalcanzables) para sus recursos (como el ejercito de diez
mil hombres lanzado contra otro de veinte mil). Ustedes corren el riesgo de
aceptar tareas o standards morales que los superarán a la larga.
La aventura de la FE, es cosa seria, dice Jesús, ya que su felicidad depende de ella.
REFLEXIÓN CENTRAL (1)
La pasión amorosa
Dios
merece mucho más que nuestras pequeñas disposiciones para la sabiduría humana,
Él reclama toda nuestra actividad, todas nuestras preocupaciones, la totalidad
de nuestro ser. Dios reclama y o quiere ser el compañero de nuestra vida y que la compartamos en totalidad.
******
Henos
aquí ante uno de los pasajes del evangelio que no es fácil de comprender de
entrada, a la primera lectura, y que aparece duro y por lo mismo repugnante,
sobretodo en la traducción oficial: “Si alguno se viene
conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a
sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo
mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío”.
Nuestra
primera reacción podría ser la de decir: “A menos que uno se vuelva monje (o
monja), como puede uno vivir eso?” pero nuestro instinto nos deja presentir que
quizás haya otra cosa a descubrir. Cuál es entonces la clave, la esencia, de
este pasaje?
Después de
haber buscado por mucho tiempo comprender este pasaje, es en la vida de pareja
que he encontrado las imágenes que pueden iluminarme e iluminarnos mucho más sobre
lo que Jesús quiere decir.
Cuando dos
seres deciden unir sus destinos, no deben ellos tomar sus distancias en relación
con sus lazos familiares? En adelante los lazos que los unirán, primarán sobre
todo. Ellos también deberán renunciar a sus viejas costumbres de solteros (o
célibes) para pensar en términos de dos personas: uno ya no puede más, tomar decisiones por sí solo. Igual sucede con las posesiones o propiedades, lo que
era mío-tuyo, ahora será lo nuestro. El dinero es un terrible revelador, y
muchas vidas de pareja fracasan por este aspecto.
Es que hay
algo más difícil que tomar distancias respecto a los vínculos familiares,
renunciar a una forma de libertad individual y compartir todos sus bienes? En
todo caso, para mí, esto puede solo hacerse dentro de la pasión amorosa, y
muchas personas podrían testimoniar que ellos de igual manera han encontrado
una libertad y una riqueza nuevas.
Yo
encuentro que este ejemplo de la vida de pareja permite aclarar esta palabra
radical de Jesús. De igual modo que sin la pasión amorosa que llega a compartir
todo, una pareja no logrará superar la prueba del tiempo, así ocurrirá para
quien se dice cristiano si no vive un apego, una amistad similar con Jesús, hasta tal punto
que este marque todos los aspectos de su vida.
Como cristiano,
no recuerdo haber cortado nunca una relación
en nombre de mi fe. Es verdad que mi campo de acción está a 7000 mil leguas de “Los
Ángeles del Infierno” o cualquier grupo criminal. E igualmente si en ciertas
regiones del mundo, uno trabaja al servicio del evangelio arriesgando su vida,
acá en América del Norte, es raro que uno sea llevado a esas situaciones
límite.
Sin
embargo, en la sociedad que es la mía, yo estoy rodeado de modelos de lo que es “la vida realizada”, de lo que es “la felicidad”, de lo que deben ser “mis
preocupaciones”, y que ponen el evangelio en puerta falsa.
Y así sin
la escucha cotidiana una y otra vez de la enseñanza de Jesús, yo tendría la sensación de que
mi vida es una forma de fracaso, y al menos que ella es muy monótona y
aburridora. Poner la persona humana y su desarrollo en el centro de sus
preocupaciones, es tomar sus distancias con respecto al mundo ambiente. Pero
esto es verdaderamente difícil cuando no se está habitado interiormente por el
amor.
Así como
las posesiones (propiedades) son un poderoso revelador para la vida de pareja,
ellas también lo son para la vida cristiana. Por posesiones, yo entiendo todo: dinero, talento, tiempo. En nuestra sociedad, el dinero no solamente nos posibilita dar rienda suelta a todos nuestros deseos, reales o imaginarios, sino que también permite el acceso a un estrato, estatuto social. El talento ha llegado a ser un artículo monetario: no es sino pensar ya sea en el deporte profesional (las millonarias transacciones que se hacen por jugadores de fútbol por ejemplo), sea en los genios de la informática dentro de la nueva economía. Y está el tiempo, que administramos tanto bien como mal y que revela dónde se encuentra nuestro corazón. De la misma manera que el amor conyugal toca todas esas dimensiones, ocurre así también con la afección, el amor a Jesús?
ellas también lo son para la vida cristiana. Por posesiones, yo entiendo todo: dinero, talento, tiempo. En nuestra sociedad, el dinero no solamente nos posibilita dar rienda suelta a todos nuestros deseos, reales o imaginarios, sino que también permite el acceso a un estrato, estatuto social. El talento ha llegado a ser un artículo monetario: no es sino pensar ya sea en el deporte profesional (las millonarias transacciones que se hacen por jugadores de fútbol por ejemplo), sea en los genios de la informática dentro de la nueva economía. Y está el tiempo, que administramos tanto bien como mal y que revela dónde se encuentra nuestro corazón. De la misma manera que el amor conyugal toca todas esas dimensiones, ocurre así también con la afección, el amor a Jesús?
La imagen
de la “cruz que se carga” refleja, recoge bien todo lo que se acaba de decir. Notemos
que no se trata de crucifixión, sino de una marcha hacia adelante, donde se
asume todo lo que constituye nuestro ser y uno lo lleva hacia un nuevo lugar.
Cuando una
madre elige amar hasta el final sus hijos adolescentes y rebeldes, y buscar
todas las vías posibles por acompañarles, no está acaso ella en el camino de la
pasión y el amor apasionado? Cuando una mujer interviene enérgicamente en el
alcoholismo de su cónyuge o en su adicción a la pornografía por internet, no
está acaso ella en la vía de la pasión? Cuando un empleador busca cómo llevar a
un empleado para que de lo mejor de sí mismo, sin mentiras ni trampas, no está
sobre el camino de la pasión?
El
evangelista Lucas se dirigía a todos los cristianos que pedían el bautismo y
les decía: “Si el amor encendido por Jesús no es una verdadera pasión, ustedes
no podrán resistir hasta el final”. Y esa es la misma palabra que él nos dirige
a nosotros, cristianos en estos comienzos del siglo XXI.
OBJETIVO VIDA PARA LA SEMANA :
En la vida, frecuentemente nos vemos en una encrucijada
(cruzada de caminos) ; nadie escapa. Démonos tiempo para reflexionar, para
recentrarnos en lo esencial y expresar claramente nuestras prioridades. Y por
qué no hacerlo en comunidad o en un pequeño grupo?
1. Me pregunto cuál es el lugar que le
doy a Dios en mi vida: lugar relativamente importante? Muy importante? Lugar
marginal? Primer lugar? Ultimo lugar?
2. Realizo un gesto que testimonie (o demuestre)
mi voluntad de dar a Dios el primer lugar en mi vida.
ORACIÓN-MEDITACIÓN: (1)
Ya sea por el cálculo o la reflexión,
por la lectura o la búsqueda en
internet,
contemplando las estrellas o mirando
el mar,
yo busco por todos lados los secretos
del enigma.
Yo busco mi camino, yo busco la
fidelidad,
yo busco mi verdad.
Dame un poco de tu sabiduría
y la noche se iluminará.
Amén.
ORACIÓN (2)
Señor, lo menos que se puede decir,
es que hoy, tu lección es ruda y nos
sacude!
Yo quiero con seguridad, seguirte y
lo sabes,
pero hay tantas cosas en la vida
que me atan y me distraen de lo
esencial!
Como podré renunciar a todo eso?
Si no llego sino a ser un mediocre,
Si me veo tentado de volver atrás?
Si lo logro llegar hasta el final?
Tu comprendes…Yo tengo razones para
dudar…
Dame la seguridad Señor, e invítame a
sentarme también,
para tomar el tiempo de contemplar y
discernir tus exigencias.
Dame la audacia de seguirte día tras
día
y tomar riesgos contigo.
Ayúdame a elegirte como mi Maestro
y a dejarme transformar por Tí.
Enséñame a enfrentar las pruebas con valentía,
a construir mi vida no sobre los bienes
que pasan,
sino sobre aquellos que no pasarán,
y llegar así a ser cada vez más
libre.
Hazme comprender que es Ti y en Ti solamente
que yo podré encontrar la vida y la
FELICIDAD.
Amén!
REFERENCIAS:
Pequeño Misal "Prions en Église", Novalis, Quebec, 2010-2013.
HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.
http://mystereetvie.com
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