En los 85 años del nacimiento de Jacques Derrida
La película de Jacques Derrida
“Todos somos mediadores, traductores” (Jacques Derrida)
Derrida es uno de los filósofos más
controvertidos del siglo XX.
Su nombre está asociado al concepto de “DECONSTRUCCION”,
una aproximación compleja a la manera como nosotros leemos y comprendemos la
naturaleza de los textos escritos.
Derrida es un filósofo que empieza
por decir cosas plausibles e incluso interesantes (por ejemplo, los límites de
la lógica bivalente, o la arbitrariedad de los signos), pero termina por decir
cosas escandalosamente absurdas (por ejemplo, que el logos es
complemento del falo), que conducen al más peligroso oscurantismo. Incluso,
podemos asumir cierto pragmatismo en todo esto: hasta ahora, la claridad en el
lenguaje nos ha dado resultados sumamente beneficiosos, que han conducido a la
felicidad humana; el lenguaje oscurantista puede conducirnos a la falta de
entendimiento entre los seres humanos, la cual a la larga, haría derrumbar todo
el edificio de nuestra civilización. La Biblia dice muchas tonterías,
pero al menos tiene una enseñanza muy loable en la historia de la Torre de
Babel: cuando los seres humanos empiezan a hablar sin entenderse entre sí, los
edificios (y, metafóricamente, los grandes logros civilizaciones) colapsan. Por
ello, entre más claros hablemos, mejor.
(Gabriel Andrade, Venezuela)
(Gabriel Andrade, Venezuela)
'El filósofo-estrella
De los
grandes popes de la filosofía francesa de mediados de los años 60… Jacques
Derrida sus tres libros seminales (La voz y el fenómeno, La escritura y la diferencia y De la
Gramatología, todos publicados en 1967), que
lo catapultaron a una posición central en el campo filosófico, en el año 1969.
Pero
claro, sus ruidos no tuvieron lugar en el vacío y debió compartir marquesina
con estrellas como Gilles Deleuze, Michel Foucault o Jacques
Lacan, quienes en esos mismos años publicaban lo que habría de ser la
última bocanada de pensamiento francés original -antes de cederle la antorcha a
los italianos que todavía hoy sin tanta rutilancia la siguen ostentando, aunque
a un tris de apagarse también.
Derrida impactó
muchísimo, especialmente en el mundo anglosajón.
Autor de unos 45 libros ya traducidos a 22 idiomas, su obra fue
materia de más de 400 libros que lo tienen como
objeto. Sólo en las áreas de la filosofía y la crítica literaria Derrida ha
sido citado más de 17.000 veces en
las últimas dos décadas. Y hasta fue materia de un largo artículo en The New York Times. Más de 500 tesis doctorales en idioma inglés lo tienen
como objeto de análisis.
Aunque es imposible-y
sobre todo nada recomendable- resumir sus tesis deconstruccionistas éstas
están obviamente ligadas a un cuestionamiento de la auto-evidencia, la lógica y
el carácter no judicativo de las dicotomías que nos abrazan cotidianamente,
como las de legítimo/ilegítimo, racional/irracional, hecho/ficción, u
observación/imaginación.
Nacido un día como hoy el 15 de julio de 1930 en la entonces
Argelia francesa, en el seno de una familia de judíos sefaradíes asimilados,
Derrida empezó a poner en cuestión los prejuicios intelectuales a los 10 años,
cuando Argelia era gobernada por el régimen colaboracionista francés de Vichy.
Fue entonces cuando lo expulsaron del colegio, luego de que un profesor le
comunicara que la cultura francesa no estaba hecha para
pequeños judíos.
Estudiante disruptivo,
indiscutiblemente dotado, Derrida se mudó a París a los
19 años para estudiar filosofía en la École Normale Supérieure. Fue allí donde conoció a la
psicoanalista Marguerite Aucouturier, con la que
se casó en 1957.
Durante su estadía en la
École, entre 1952 y 1956, Derrida se dedicó básicamente a estudiar a obra de
los filósofos alemanes Edmund Husserl y Martin
Heidegger, y los trabajos que escribió sobre ambos le valieron una beca para ir a estudiar a Harvard en 1956.
Volvió a París en 1960, enseñó filosofía en La Sorbonne de 1960-1964 y en la École Normale
Supérieure entre 1964-1984, y dos años después proclamó su independencia
filosófica con una traducción de El origen de la geometría de
Husserl, a la que acompañó de una introducción que igualaba en
extensión al texto de Husserl.
Derrida estuvo muy
ligado al mítico grupo Tel Quel conformado
en los años 60 por luminarias como Georges Bataille, Roland
Barthes, Julia Kristeva. Al igual que Tzvetan Todorov, después de haber sido uno de los
instigadores de estos francotiradores intelectuales, se distanció de ellos,
siguiendo un camino que lo alejaría progresivamente del estructuralismo y del
acontextualismo llevándolo hacia el arte y la ciencia.
Hasta su muerte en 2004,
era director en la École des Hautes Études en Sciences Sociales en París. Y
desde 1986 fue Profesor de Filosofía, Literatura Francesa y Comparada en la Universidad de California en Irvine.
Hombre polémico si los
hubo, el otorgamiento de un título honorario en la Universidad de Cambridge, Inglaterra en 1992, no
pudo decidirse sino mediante una votación que lo favoreció 336-204, primera vez
que hubo que utilizar tal procedimiento en 29 años.
Más allá de las dicotomías inservibles
Derrida no fue ningún
caído del zarzo, ni asumió jamás como divisa
filosófica la torre de marfil. Al igual que otros numerosos
filósofos franceses (con Sartre como emblema aunque éste haya terminado
calcinado por su vedettismo y su infantilismo), Derrida -al igual que Michel
Foucault o Felix Guattari- estuvo involucrado en numerosas causas
políticasincluyendo los derechos de los inmigrantes argelinos (como
él) en Francia, el anti-apartheid, y los derechos de los Disidentes de la Carta
77 de los checos.
Logró superar con ahínco
la mayoría de las impostaciones y las dicotomías en las que casi todos nosotros
estamos involucrados, o aceptamos participar una y otra vez, a pesar de
nuestros recelos.
Como un auténtico Groucho Marx siempre dijo de sí mismo que era un Derrida aplicado. Nada de disociaciones entre teoría y
práctica en su caso.
Si hoy lo traemos por la efemérides de su
nacimiento (tendría hoy 85), queremos rescatarlo no tanto por su vocación o
trayectoria filosófica, sino por el inesperado protagonista de una insólita
película estrenada no hace mucho en USA y que tuvo un increíble éxito.
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"Hubiese sido para mí mucho menos
interesante hacer esta película si Derrida hubiese estado muerto. En términos
de doblar la apuesta, uno quiere ver la respuesta del protagonista -uno tiene
que saltar al ruedo. Me gustó esa presión. (Kirby Dick, codirector de Derrida)"
|
Contrariamente a la
pesadisima Despertando a la vida de
Richard Lindlakerque pretendía convertir en imágenes de cómic
sesudas conversaciones filosóficas, esta película parece haber dado en el clavo
de cómo testimoniar filosóficamente una vida.
En Un gestito
de idea, una reciente entrevista aparecida en Página/12 -laentrevista
original está en inglés), Derrida
demostró ser mucho más interesante y pintoresco como personaje que a través de
su a veces rocambolesco lenguaje.
Mientras que en general
las entrevistas con los filósofos son literalmente plomíferas, en esta Derrida
sorprende y conmueve. La película se titula escuetamente Derrida, y es una mezcla de biografía y de film d'art
donde Monsieur Jacques despliega todo su carisma al compás de la música de Ryuichi Sakamoto.
El carisma atraviesa los
85 minutos de Derrida, el documental de Kirby Dick y Amy Ziering Kofman que se presentó en
alguna versión del Festival de Cine Independiente
de Buenos Aires y del cual contamos en internet con unos
escasos minutos, que dejan entrever más que ver, y permiten conjeturar que su
verisón en DVD merece ser conseguida.
La imagen y la autoimagen
Si alguien sabe de
imagen especialmente de la propia, éste es Derrida
quien al principio no quiso que lo filmaran. y que durante más de 20 años había logrado evitar la foto de autor convencional -un primer plano del rostro, un retrato del escritor en su escritorio-, que para él apenas era una concesión para la venta y los medios, no prosperara.
quien al principio no quiso que lo filmaran. y que durante más de 20 años había logrado evitar la foto de autor convencional -un primer plano del rostro, un retrato del escritor en su escritorio-, que para él apenas era una concesión para la venta y los medios, no prosperara.
Además de que su cuerpo
siempre fue para él mucho más un estorbo que algo de lo que vanagloriarse. Pero
como el personaje público hacía ya más de una década que le estaba ganando al
privado, Derrida decidió exponerse con todo.
Y aquí con este gesto
-nada casualmente -hace unos años gastó un libro entero haciendo las Cartografías de la Televisión y apareciendo él
mismo en múltiples programas- rompió con la tradición filosófica occidental que
deAristóteles a Heidegger trataron sus propias vidas
como algo marginal o accidental.
Porque en esa tradición
casi nunca se dice yo ni se habla
en primera persona. Algo que en el siglo XX hará cortocicuito y que le llevará
por ejemplo a Tzevtan Todorov en la última
parte de su vida a recuperar el yo sin por eso bastardearlo autobiográficamente
en su reciente charla/biografía. (Mientras estos autores pudieron hacerlo como
una operación de deconstrucción, la tecnología lo está permitiendo hacer hoy
gracias a la web, sobre lo cual hay mucho de qué hablar).
Derrida provoca y hace
trampa, como todo Mr. Chassman que se precie. Porque cuando él mismo, a quien
le hubiese gustado preguntarle a los filósofos por sus vidas sexuales, es interrogado por la suya propia se
niega a contestar, en inglés ,con la excusa del idioma, y de que supuestamente
en obras como Glas (1974), La carta postal: de Sócrates a Freud (1980) y Circumfession (1991) habría respondido al
interrogante.
Para Derrida las preguntas
centrales que la filosofía nació para contestar son ante todo, ¿cómo manejar la propia vida y vivir bien juntos?, que
es también una cuestión política. La pregunta que plantea la filosofía es: ¿qué deberíamos hacer para tener la mejor vida posible? Aunque
teme que no hayamos avanzado mucho para llegar a una respuesta.
La entrevista y la
película y el personaje desbordan genialidad por
todos los poros, pero algunas perlas merecen una mención especial. Así por
ejemplo cuando insiste en que hay dos cosas hoy que no pueden ser
desterritorializadas ni virtualizadas: Jerusalén nadie quiere una Jerusalén virtual, todo el mundo
quiere poseer el suelo real y el petróleo. La nación capitalista vive del
petróleo; y aunque eso podría cambiar, cree que la sociedad entera colapsaría
si así fuera. Por eso el petróleo es un problema -esto dicho mucho antes de la
invasión a Irán.
También -aunque
previsible- era su preocupación por la muerte.
Porque Derrida aun antes de internarse súbitamente por ese cáncer de próstata
hace pocas semanas, no se había reconciliado con la inevitabilidad de la
muerte, y dudaba de que alguna vez lograra hacerlo -impotencia que comparto
plenamente con él.
Y también es más que
simpática su conciencia de vivir en tres tiempos
simultáneamente. Porque cuando tenía 20 años se sentía viejo y
sabio, pero para antes de morir se sentía como un niño. Había en esto cierta
melancolía porque, aunque sentía que su corazón era joven, sabía objetivamente
que ya no lo era.
La segunda de sus edades
al momento de filmar la película en el 2002, era la real, 72 años, y todos los
días tropezaba con señales que se lo recordaban.
La tercera edad -y esto
es algo que sólo siente en Francia- es la edad que tenía cuando empezó a
publicar: 35 años. Era como si se hubiera detenido a los 35 en el mundo
cultural en el que trabajó. Eso no era verdad, por supuesto, porque en muchos círculos
se lo consideraba un profesor viejo y famoso que había publicado muchísimo.
Pero eso no le impedía sentirse como un escritor joven, que recién acababa de
empezar a publicar, y del que la gente andaba diciendo: "Promete
mucho".
Referencias
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