martes, 18 de agosto de 2015

23 de agosto del 2015: 21º Domingo Ordinario (B)



Para seguir a Jesús no se nos pide callar nuestras preguntas ni comprenderlo todo de un solo golpe, sino más bien ponernos en camino. Dios mismo nos ayudará a lo largo de la caminada a reconciliar nuestras más  intimas convicciones con su proyecto y que podían parecer incompatibles al momento de partir.



Lectura del santo evangelio según san Juan (6,60-69):

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»


Palabra de Dios




A guisa de introducción:

Optar hoy por Dios (“Nosotros creemos”)

En nuestros tiempos  caracterizados por el relativismo y el pensamiento del “todo vale” hacer la opción cristiana, optar por los valores tradicionales bíblicos, optar por Dios y por su Iglesia no es evidente.

Nuestras palabras, nuestras acciones, no siempre son bien comprendidas, por aquellos que no han hecho el mismo camino o han tenido nuestra misma experiencia.

Uno puede paralizarse o dudar de la opción tomada ante detalles como los reproches, las incomprensiones, las críticas, el énfasis puesto en las “contradicciones” aparentes o las mismas burlas. Y entonces se puede tener la tentación de “tirar la toalla”, “RENEGAR o negar a Cristo y el Evangelio”, abandonar su Iglesia (católica), desechar la fe cristiana y sobre todo la religión.

A diario uno encuentra gente, películas, libros, espectáculos, que emiten “sonidos de campana”, diferentes a la FE CRISTIANA. Y es muy fácil dejarse influenciar…por conocimientos antiguos y nuevos!

La vida nos obliga a reflexionar, a volverle a encontrar un sentido a la apertura.

El cristiano no puede “dejarse influenciar”: “Volver a optar por Cristo, elegirlo una y otra vez, llega a ser algo vital y necesario”.

Por eso es peligroso vivir una fe completamente aislado, en soledad, retirado como gato en su propio rincón. Nuestra fe se vive en unidad, comunidad y solidaridad eclesial. Es esencial entonces retomar contacto los unos con los otros retomando actividades escolares, parroquiales. “volver a tomar el arado con coraje”…Apoyarnos, darnos ánimos mutuamente, ayudarnos unos a otros, apoyarnos en la oración mutua…

Uno tiene opciones para hacer…uno debe elegir, o como quieran decir, escoger: opciones de familia, de trabajo, de escuela, de parroquia, de municipio.

 Uno tiene decisiones a tomar: como niño, como adolescente, como adulto, como anciano…

De una manera lucida y libre, no se puede descartar toda posibilidad de un compromiso, no solamente en nombre de sus capacidades humanas, sino también en nombre de su FE, de su fe en Dios y en Jesús.

La persona que evita constantemente “untarse” o “mojarse”, que evade las responsabilidades, no puede experimentar la alegría del compromiso.

En realidad, creer no es simplemente tener algunas opiniones sobre Dios…Creer en Dios o no creer en Él, requiere que cada quien enfrente lo “serio” de la vida. El acto de la FE, exige nuestro compromiso en la existencia, con la substancia de la vida. Querámoslo o no, hemos de escoger. Ahí, en eso “serio”, Dios viene a nuestro encuentro. Nosotros lo acogemos o lo rechazamos, pero Él, no lo olvidemos, siempre nos busca…

En nuestras vidas tenemos la experiencia de partidas, abandonos o de rupturas que nos entristecen.

Cuántos amigos y miembros de nuestra familia han abandonado la FE?

En las horas de incomprensión, sabremos beber esa agua vital  del evangelio, dando una respuesta valiente y corajuda, plena de confianza? Nos atreveremos a decir con Pedro y los apóstoles:  “nosotros creemos…”?





Aproximación psicológica al texto del evangelio:

Jesús pierde discípulos

Hubo algunas ocasiones en que Jesús escandalizó no solamente a los auditores ocasionales (que ya andaban prevenidos contra Él) sino también a ciertas personas que habían entrado en una relación de maestro-discípulo con Él.

En toda relación humana, llegan momentos de crisis donde uno se ve confrontado a una alternativa inevitable. O uno se desentiende poco a poco (sutilmente) o bien se consiente una adhesión renovada a través de una fidelidad temporalmente difícil.

Dentro de  una relación,  en  ciertos puntos, se comienza a decir: “esta (experiencia) es  difícil” (v.60),” el sentido de las cosas que se hacen se nos escapa, no es claro; esto evoluciona hacia una dirección donde no queremos ir o hace referencia a experiencias interiores que nos parecen extrañas…”

El evangelista Juan evoca un momento como lo descrito aquí, y como siempre hay decisiones a tomar, es decir,  se ha de hacer una opción (o elección). La misma experiencia implica o tiene dos reacciones diferentes: “esta (experiencia) es dura para algunos: esta experiencia es demasiado dura…En consecuencia,  “a partir de ese momento, muchos de sus discípulos lo abandonaron o se fueron” (v.66).

Durante este tiempo, los otros dicen: “esta experiencia es dura pero nosotros continuamos”. “Hemos creído (v.69) en esta relación y continuamos invirtiendo (o apostando por)  en ella.

A nivel humano, esto llega a ser una experiencia de fe: fe en el otro, y fe en el valor de lo que él puede hacernos vivir, y fe en nosotros, en nuestra capacidad de crecer a través  de este caminar, fe en la vida y en lo que ella nos reserva.

En el caso de la relación con Jesús, se nos ha dicho que esto puede llegar a ser una experiencia específicamente espiritual.

La relación con Jesús engendra su propio dinamismo (de él) (“las palabras que les he dicho son espíritu y vida”—v.63), y al mismo tiempo es un dinamismo que se recibe de Dios (“nadie puede venir a mi si el Padre no se lo permite”—v.65).

He aquí quizás lo que es constitutivo de la experiencia espiritual en sí misma: comprometerse a fondo en una experiencia y saborear directamente la dulzura y la fuerza, pero al mismo tiempo recibirla como algo que nos viene de otra parte (o de otro lado) y que se nos es dada.

Estos dos componentes, activo y pasivo, están sin duda presentes en la conciencia de los discípulos de quienes Pedro se hace el portador de la palabra. “Nosotros hemos decidido  dejar todo para seguirte, hemos descubierto muchas cosas contigo, y decidimos continuar…seguir para adelante”. He aquí el componente activo.

“Eres Tú quien nos ha elegido (v.70) y nos has llamado, nosotros no podemos vivir con ningún otro, con nadie más, lo que vivimos contigo (v.68), y nosotros recibimos esto como un don del Padre “(v.65). He aquí el componente pasivo.

La unión de los dos componentes da como resultado o producto una fe integrada, hecha de decisiones comprometedoras, pero consciente de ser en todo momento alimentada por el Espíritu.



Reflexión Central:

« Elijan hoy »



Elegir, optar, escoger, decidirse por, quedarse con, son verbos e inflexiones verbales sinónimos.  Recuerdo que en mi proceso vocacional durante mi juventud, los formadores sacerdotes siempre me hablaron de “opción”, “opción fundamental”: “optar por Jesucristo”, “optar por los pobres”…Los políticos y los padres de familia hablan más de “elegir” (“elija qué quiere…o esto o aquello…”) “decidir por”. En el ejercicio de la democracia siempre uno se decide por un candidato que cree es el más conveniente de ser elegido para dirigir los destinos de un pueblo o una sociedad.

Hoy es el domingo de la OPCIÓN, Jesús al constatar la dimisión (de seguirle) de varios discípulos, pregunta a sus 12 apóstoles:   «¿También vosotros queréis marcharos?» Y Josué en la 1ª lectura, lanza la pregunta al pueblo:  “«Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir…”

Actualmente dentro de la Iglesia, como en los primeros tiempos del cristianismo, muchos se retiran y se niegan a seguir a Cristo. Miles de personas abandonan su Iglesia y su comunidad cristiana, porque según ellos, el Señor es demasiado exigente y ellos tienen cosas más importantes qué hacer…Sin embargo, es bueno constatar que las dimisiones, las renuncias o las partidas no han sido inventadas por el mundo o las personas de hoy.

De vez en cuando, podemos reflexionar sobre esas dimisiones e interrogarnos sobre nuestra propia fidelidad. “Solamente permanece fiel quien está enamorado”.

En la 1ª lectura, Josué, el líder del pueblo de Israel, que ha sucedido a Moisés durante la marcha larga sobre el desierto, ya viejo siente que la muerte está cerca. Uno tiene la impresión que este gran capitán de guerra no quiere que se le recuerde por sus numerosas victorias militares sino por su fidelidad hacia Dios. Él reúne el pueblo en Siquén, el centro religioso de Israel y lanza la pregunta: “Si ustedes no quieren servir a Yahvé, elijan hoy a quién quieren servir…Y agrega: en lo que concierne a mí y mi familia, nosotros serviremos a Yahvé”. Y entonces, hace memoria de lo que el Señor ha hecho por su pueblo: El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos…

Este texto bíblico es siempre actual. Nuestro Dios no ha cambiado. Él permanece siempre como el Dios de la ALIANZA, un Dios apasionado de amor por la humanidad entera. El día de nuestro bautismo, atravesamos el Jordán para entrar en la Tierra de Dios. Nosotros debemos incesantemente elegir entre el Dios liberador o los ídolos paganos. Pero al tentación es grande de mirar hacia atrás, retroceder…Es lo que sucede cuando organizamos nuestra vida dejando a Dios de lado, ignorándolo, alejándonos de Él. Uno se apega al dinero, a los bienes materiales y a todo tipo de riquezas que dejan un gran vacío en nuestra vida. Hoy el libro de Josué nos invita a rehacer el pacto de Siquén ya que  es al señor quien queremos servir.

Para hablarnos de esta alianza entre Dios y los hombres san Pablo utiliza la imagen de la pareja humana. El sacramento del matrimonio une los esposos el uno al otro pero también une a Dios a ellos…Es un sacramento de 3, en el matrimonio Dios viene  juntarse con el marido y la esposa. Este amor mutuo que ellos se esfuerzan por vivir está llamado a ser la imagen del amor de Dios por la humanidad. Es un amor que da el primer paso hacia el otro,  sin cesar, un amor que escucha, que comparte, que perdona, un amor que va hasta el don, el sacrificio de la vida por el otro. Todo esto nos dice algo sobre el amor que Dios nos profesa.

Este texto comienza por un llamado a una sumisión reciproca: “sed sumisos unos a otros…” Comprendámoslo bien, no se trata de una sumisión de esclavitud sino de una sumisión de amor: San Pablo compara este amor de pareja con el de Cristo por su Iglesia. Ella ha sido querida y salvada por Él, y ha pagado el precio por ella con su propia vida.

En el mundo actual, muchos se dicen estar o ser decepcionados por ella. Pero ellos deben saber que abandonar la Iglesia, es abandonar a Cristo. Es más, aun hemos de decidir estar en favor o en contra de Él.

En el Evangelio según San Juan los discípulos de Jesús viven una etapa importante de su vida con Él. Es la hora de elegir, de la opción. Continuarán siguiéndole o lo dejarán caer, le dejarán solo?  Jesús se ha presentado como Aquel que es el Pan de la Vida: quien le sigue tiene la vida, quien se alimenta de Él tiene la promesa de la Vida Eterna. Esto supone que uno haga de Él la opción fundamental de su vida, el valor único, podríamos decir. Algunos opinan que es demasiado “difícil, duro”  y se van: “ muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él., dice el texto.

Una frase del texto evoca igualmente que hay alguien que va traicionarlo y entregarlo. Y otros, entre ellos los 12, Pedro que en su nombre responde, deciden continuar siguiéndole: Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.».

Tanto para los apóstoles como para la gente de las tribus de Israel en la primera lectura, Dios ha hecho tanto por ellos que confían en Él, y creen en Él con todo su ser: “preferible morir antes que abandonar al Señor” “…nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!».

Qué es lo que nos hace vivir?

Hoy también, estos textos nos invitan a volver a mirar nuestras opciones y nuestros valores. A qué, a quién nos apegamos como roca solida e inexpugnable, como realidad fundamental que motive y oriente nuestras vidas? Qué es lo que nos hace vivir?
Probablemente para nosotros hay valores y personas que estén a ese nivel. Qué o cuáles son los vínculos de esos valores y esas personas con Cristo? Dicho de otra manera, podemos afirmar que nuestra opción fundamental, es Cristo?

Nuestras opciones en la vida

Es en la vida cotidiana que nuestras opciones o elecciones se transparentan. Eso se nota en el lugar o sitio que le damos a la Palabra de Dios en nuestra vida, el lugar que le concedemos a la oración, a la plaza que le demos a la acción de acuerdo a los llamados de Cristo. Cuando nuestra vida está marcada e influenciada por el amor, cuando nuestras preocupaciones se vuelven hacia los pequeños y pobres de todo tipo, entonces se puede distinguir ese rostro de Cristo en el fondo de nuestras decisiones u opciones.

 Lo que a menudo nos “perjudica” o nos “daña”, es preferiblemente el hecho de “tratar de no elegir” o todavía más “pretender todo elegir”. Por rutina o por costumbre, uno actúa de cierta manera, uno le da importancia a determinada cosa…y como no es explícitamente contraindicado, uno se paga determinada forma de hacer.

Hoy se nos recuerda que uno no puede elegir a Cristo a mitad (mediocremente). No se puede vivir en el amor a la manera de Cristo y no aceptar al mismo tiempo dejarse incomodar en nuestras comodidades, nuestro “statu quo” y nuestras preocupaciones: el uno replica, se rebela ante el otro. Escoger, elegir a Cristo, es hacer una opción que influye en la totalidad de nuestra vida, en nuestras relaciones con la sociedad, con la comunidad eclesial (tanto jerárquica como pueblo de Dios),  con el poder, el dinero, etc.

Escoger (elegir a) CRISTO

Elegir a Cristo es una opción fundamental. Todo en la vida personal y en la vida social está influenciado y leído por Él. Recordemos lo que se ha dicho en el transcurso de los últimos domingos: Cristo es el verdadero Pan de la Vida. Lo que quiere decir que su Palabra y su ser entregado por nosotros hacen nuestra comida: nuestros juicios o juzgamientos son marcados por los suyos, nuestras ocupaciones y preocupaciones se parecen a las suyas, nuestros amores son modelados de acuerdo a los suyos, nuestras actitudes y comportamientos están influenciados y corregidos en lo necesario por las actitudes y comportamientos de Cristo, etc.

Optar por Cristo, es aceptar cosas no siempre fáciles de comprender, puesto que si uno lo ha elegido y uno camina con Él, entonces hay cosas a las cuales uno (se) adhiere y perturban (incomodan) la vida, y reorientan los comportamientos. Por ejemplo, la segunda lectura de hoy, yendo más allá de su capa arrugada, marcada por la mentalidad de la época y respecto a los roles respectivos del hombre y de la mujer, nos recuerda enseñanzas de gran importancia. Esta Iglesia nuestra, que es la esposa de Cristo, es necesario que la amemos lo bastante para hacerla bella y santa, sin mancha, ni arruga, ni defecto. El matrimonio es una realidad tan importante que en lugar de reír o sonreír al mencionarlo, que en lugar de ensayar de construir vidas de pareja sin Él, es necesario que lo hagamos signo del amor de Dios por nosotros, signo del amor entre Cristo y la Iglesia.

Uno se decide, opta por Cristo, puesto que se le ha encontrado y uno confía en Él hasta el punto de creer en Él. San Pedro y los 12 en el evangelio deciden seguirle, justamente porque ellos están motivados, apasionados por una fe tan especial. “Nosotros creemos”, dice Pedro. Y esta fe está tan arraigada profundamente en ellos…es una fe que nosotros estamos llamados también a dejar crecer y desarrollar…

El tiempo de las opciones

Hay en la vida momentos inevitables, definitivos, especiales, donde esta opción por Cristo ha de hacerse o confirmarse…Ocasiones donde uno es llevado por los eventos o sucesos o por la reflexión a hacer de tales opciones fundamentales. Las lecturas de este domingo, ponen en escena de parecidos momentos privilegiados. Y en la vida de cada quien, existen esos momentos, por ejemplo, en un tiempo de orientación de la vida, por la ocasión del matrimonio o en el momento de una experiencia o retiro religioso, cuando uno se ve golpeado por una enfermedad o un duelo, etc. Puedan tales momentos ser tiempos de Gracia para nosotros!

Sin embargo, no son estos los únicos momentos de elección…de tomar una opción…Ya que está también la decisión que se toma cotidianamente en el transcurso de la vida y de los días y de la situaciones y o circunstancias puntuales  vividas.

Es la opción que se traduce en las ocupaciones y los valores de cada día… Se trata ahora de decirse cuánto esta opción que se vuelve a hacer, esta opción que dura, cuan tan importante es. Pues es en la cotidianidad de la vida que se viven la FE y el amor.

Qué bueno que hoy se nos dé un tiempo para que uno vuelva a decirse de manera lo bastante lucida posible que nosotros escogemos elegimos a Cristo y que nosotros queremos caminar con Él.

La liturgia de hoy

Nuestra celebración de hoy nos invita a optar por Cristo. Escogerle es elegirle de manera radical y fundamental y elegirle dia a dia, cuando nosotros vivimos nuestras opciones en lo cotidiano.

Celebrar la Eucaristía hoy, es decidir adherir a Jesucristo PAN DE VIDA que fermenta para la vida eterna…

Sintámonos alegres de estar con Cristo, porque como decía mi obispo en Camerún: “estamos amenazados de eternidad”.

Buena semana!


P. Gustavo Quiceno Jaramillo.mxy

Diócesis de Valleyfield-Quebec-Canadá

twitter:  @gadabay 





Referencias Bibliográficas:


http://ciudadredonda.org  (para las lecturas)


HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


Revue Rassembler, Novalis, juillet-aout 1985



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones




Entrada destacada

1o de enero del 2017: Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Reemprender el camino La palabra de Dios de este domingo nos invita a vivir escuchando nuestra memoria, como María. En el moment...