En el día de Santa Mónica, la madre de San Agustín


Santa Mónica

(Año 332- 387)

Mónica, la madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.

Santa Mónica es famosa por haber sido la madre de San Agustín y por haber logrado la conversión de su hijo.

Mónica significa dedicada a la oración y a la vida espiritual.



Desde muy niño comprobé en carne propia eso que decimos cada domingo en el Credo: “Creo en la comunión de los Santos”. Con el tiempo he comprobado que hay 5 influencias, o fuentes de enseñanza, 5 escuelas y que de las cuales si uno es consciente pueden inspirar y construir una vida si al menos no muy santa, puede en cambio forjar una existencia equilibrada y llena de permanentes satisfacciones. Esas 5 influencias son: 

1. la religión (con liturgia, sacramentos, vida de los santos),
2. La buena y edificante literatura (los buenos libros y revistas de cualquier género literario)
3. la música con mensaje o sentido,
4. Las personas dentro de la familia (madre, abuelos, ejemplares)  u otros personajes que sin ser explícitamente cristianos-católicos nos “tocan” y o motivan con sus palabras, sus enseñanzas y estilo de vida.
5. Una buena tv y una acertado cine (depurado, critico y transmisor de valores)

Quiso Dios que en mi historia personal y en la de mi comunidad cristiana-católica de Marquetalia –Caldas estuviera omnipresente o mejor con una presencia especial y elocuente Santa Mónica. En efecto así se llamaba y se sigue llamando una de sus escuelas la más tradicional y el icono de la educación infantil y nostálgica para muchos. Más conocida en tiempos de mi infancia y juventud escolar (1976-1987) como “Escuela Anexa Santa Mónica”, supimos que su patrona y a quien había sido dedicada fue a la santa africana y madre de San Agustín, de quien nos repitieron hasta la saciedad que su santidad reside en haber rezado por 20 años por la conversión de su hijo perdido en las doctrinas maniqueas (de maniqueísmo: filosofía que presentaba a Dios como autor del mal y del bien)  y otras falsas ideologías de su tiempo.

Pero tengo varias preguntas que dejarán ver mi humilde ignorancia pero que le gustaría ser saciada e instruida:

Al momento de la llegada del Padre Hincapié en 1957, ¿existía ya este claustro? (algunas referencias históricas que leí, hablan que al momento de arribar el egregio clérigo ya hacían parte del paisaje y de la historia dos escuelas…eran La Cervantes y la Santa Mónica?) .

Sino fue el presbítero Antonio María Hincapié quien sugirió su nombre, quién lo hizo? O tendría otro nombre antes la susodicha escuela y nuestro sacerdote legendario decidió confiarla a la santa madre, especie de progenitora del “hijo prodigo”, modelo para todas las madres y esposas cristianas educadoras?

Recuerdo que en un principio la escuela era exclusivamente solo para niñas…pero si había un grupo mixto, y del cual hice parte un día (en 1975): el kínder cuya instructora era la tía Dorita, esposa del difunto tío Eudoro, hermano de papa Fabio. Actualmente y desde finales de los 80, creo el establecimiento es mixto. 

En 1980 llegó a nuestro pueblo como párroco el padre Bernardo Naranjo, quien aun vive en Manizales. Se encontraba en sus primeros años de sacerdocio, transpirando el celo apostólico y dando la miel y la leche de la palabra de Dios a los jóvenes y sobre todo a los niños. 1980, fue un año muy especial, pues se celebraba en España y América Latina los 500 años del nacimiento del gran misionero jesuita español Pedro Claver “El esclavo de los esclavos” quien murió en Cartagena, y  que comenzó su apostolado asistiendo a los africanos que llegaban en barcos o más bien galeones rústicos moribundos  en pésimas condiciones.  Recuerdo que el padre Naranjo compuso himnos para cada una de las escuelas urbanas que en ese momento existían: Santa Mónica y la Concentración Escolar Cervantes. En 1980 yo me encontraba cursando 4º de primaria en esta última.

Una de las estrofas del himno de la Santa Mónica decía así:

Oh Santa Mónica, Luz africana
Piadosa y buena y digna de honor,
Oh Santa Mónica luz de mi alma
Haz que vivamos para el Señor...

Y el coro:

Aquí en Marquetalia los niños te amamos
Y nos esforzamos para conseguir
Con nuestros estudios, tareas, lecciones
Ensalzar tu hijo San Agustín!

Sin duda alguna que estos estribillos trabajaron de manera muy fuerte en mi alma y espíritu de niño…Yo por eso digo que Santa Mónica, está al lado de María, José y San José, san Pedro Claver como testigos y maestros de fe, piedad y misión que me llevaron al conocimiento de Jesús, a amarlo Él primero y volver a cogerle amor a la Iglesia Católica y darle toda la importancia a su tradición y sacramentos…

Para nuestros tiempos tan revueltos y donde parece imperar el “espíritu del mundo”,  la vida, obra y testimonio de Santa Mónica sigue  teniendo gran vigencia, continua siendo inspiración y fuerza para las esposas y madres cristianas que luchan por construir familias unidas, que se amen alrededor de la mesa del hogar y de la mesa eucarística.

Breve biografía

Mónica nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332. Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa pero de muy fuerte disciplina.

Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad (como su nombre lo indica) pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y sin religión ni gusto por lo espiritual.

La hizo sufrir lo que no está escrito y por treinta años ella tuvo que aguantar los tremendos estallidos de ira de su marido que gritaba por el menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar la mano contra ella.

Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por docenas de años.

Fórmula para no pelear

En aquella región del norte de África, donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero no la golpeaba nunca, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió: "Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando el grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la pelea, pues....no peleamos". Esta fórmula se ha hecho célebre en el mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en la casa.

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. y quizás por eso mismo logró su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo lo hiciera la suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.

Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que su hijo mayor era extraordinariamente inteligente, y por eso lo enviaron a la capital del estado, la ciudad de Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero Agustín tuvo la desgracia de que su padre no se interesaba por sus progresos espirituales. Solo le importaba que sacara buenas notas, que brillara en las fiestas sociales y que sobresaliera en los ejercicios físicos, pero acerca de la salvación de su alma, no se interesaba ni le ayudaba en nada. Y esto fue fatal para él, pues fue cayendo de mal en peor en pecados y errores.

Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez peores, de que el joven llevaba una vida poco santa. En una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó el propósito de hacerlo. Finalmente, se hizo socio de una secta llamada de los Maniqueos, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el Diablo. Mónica que era bondadosa pero no cobarde, ni floja, al volver su hijo de vacaciones y empezar a oírle mil barbaridades contra la verdadera religión, lo echó sin más de la casa y le cerró las puertas, porque bajo su techo no quería albergar a enemigos de Dios.

Una visión

Pero sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que vio que ella estaba en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un personaje muy resplandeciente y le decía :"tu hijo volverá contigo " y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró al muchacho el sueño tenido y él dijo, lleno de orgullo, que eso significaba que ella se iba a volver maniqueísta como él. Pero ella le respondió: "En el sueño no me dijeron, mamá ira a donde su hijo, sino tu hijo volverá contigo". Esta hábil respuesta impresionó mucho a su hijo, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437.
Faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.

Por muchos siglos ha sido muy comentada la bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le contó que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió : "Esté tranquila, es imposible que se pierda el Hijo de tantas lágrimas". Esta admirable respuesta y lo que había oído en el sueño, la llenaban de consuelo y esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.
Cuando tenía 29 años, el joven decidió ir a Roma a dar clases. Ya era todo un doctor. Mamá se propuso irse con él para librarlo de todos los peligros morales. Pero Agustín le hizo una jugada tramposa ( de la cual se arrepintió mucho más tarde ) Al llegar junto al mar le dijo a Mónica que se fuera a rezar a un templo, mientras iba a visitar a un amigo, y lo que hizo fue subirse al barco y salir rumbo a Roma, dejándola sola, pero Mónica no era mujer débil para dejarse derrotar tan fácilmente. Tomó otro barco y se dirigió a Roma.

La conversión del hijo

En Milán; Mónica se encontró con el Santo más famoso de la época, San Ambrosio, arzobispo de esa ciudad. En él se encontró un verdadero padre lleno de bondad y de sabiduría que la fue guiando con prudentes consejos. Además, Agustín se quedó impresionado por su enorme sabiduría y la poderosa personalidad de San Ambrosio y empezó a escucharle con profundo cariño y a cambiar sus ideas y entusiasmarse por la fe católica.

Y sucedió que en el año 387, Agustín, al leer unas frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de vida. Envió lejos a la mujer con la cual vivía en unión libre, dejó sus vicios y malas costumbres. Se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.
Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en el Africa, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche al ver el cielo estrellado platicando con Agustín acerca de como serán las alegrías que tendrían en el cielo ambos se emocionaban comentando y meditando los goces celestiales que los podían esperar. En determinado momento exclamó entusiasmada: "¿Y a mí que más me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios".Poco después le invadió una fiebre, y en pocos días se agravó y murió. Lo único que pidió a sus dos hijos es que no dejaran de rezar por el descanso de su alma. Murió en el año 387 a los 55 años de edad.


Miles de madres y de esposas se han encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica, para que les ayude a convertir a sus esposos e hijos, y han conseguido conversiones admirables.

Culto, patronatos e iconografía de Santa Mónica:


Ha tenido Santa Mónica varias festividades, a lo largo del tiempo: 9 (segunda traslación) y 20 de abril (primera traslación), 4 de mayo (víspera de la antigua memoria de la conversión de San Agustín) y, actualmente, 27 de agosto (víspera de San Agustín).

Su culto, aunque tardío en la Iglesia, en la Orden Agustina comienza desde los inicios de esta, en el siglo XII. El 20 de abril de 1162 sus restos fueron trasladados al monasterio agustino de Arras. El 9 de abril de 1430, fueron trasladados otra vez, con gran solemnidad a Roma, hecho que se considera su canonización oficial. Fueron llevados a la iglesia de San Agustín de Plaza Navona para ser puestos junto a los de su hijo. El Concilio de Trento fijó su memoria para el 4 de mayo, el día antes de la conversión de san Agustín (celebrada el 5 de mayo, hasta el Concilio Vaticano II, luego unida con el bautismo a 24 de abril). luego de la reforma del calendario litúrgico, se trasladó al día de hoy, 27 de agosto, víspera de San Agustín.

Es patrona de California, de Germolles-sur-Grosne, en Bretaña, donde se le proclamó como tal en el siglo XVI, ya que un 4 de mayo cayó una granizada masiva y se pidió su protección, y no hubo heridos ni daños considerables. Esta ciudad celebraba una feria y procesión el primer domingo de mayo. Por extensión, en la región se le invoca contra el granizo. En algunos países del norte de Europa quedan imágenes y altares suyos, vestigios de otrora presencia agustina. Y, claro, allí donde están establecidos, su memoria se mantiene. En Colonia existe una hermandad "de la Correa", de inspiración agustina, que la tiene por patrona. Es patrona de madres, mujeres y esposas cristianas, protectora de las que tienen los hijos descarriados y matrimonios difíciles.

Su iconografía es bastante repetitiva. Normalmente la vemos como matrona anciana, con pañuelo en las manos, que recuerda las lágrimas por el hijo descarriado. A veces se presenta vestida, en un delicioso anacronismo, con el hábito agustino (báculo incluido), protegiendo a la orden, como madre de los religiosos y religiosas. En el arte pictórico abunda el pasaje de la conversación entre madre e hijo, en Ostia, o la conversión de San Agustín. Y no falta la representación con el niño Agustín. El rosario (la oración incesante por el hijo) y el libro (la Regla de la Orden) le son también atributos típicos.


Santa Mónica: Sigue rogando por las madres y por sus hijos, por las esposas y sus maridos y por todos los pobres pecadores que necesitamos convertirnos.



Referencias:

http://www.religionenlibertad.com/santa-monica-madre-de-san-agustin-44516.htm

https://misticavita.wordpress.com/2012/08/26/santa-monica/

https://www.aciprensa.com/madres/monica.htm



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