lunes, 6 de octubre de 2025

7 de octubre del 2025: martes de la vigesimoséptima semana del tiempo ordinario-I- Nuestra Señora del Rosario

 

Santo del día:

Santísima Virgen María del Rosario

Nuestra Señora del Rosario es uno de los muchos nombres que recibe la Virgen María, desde que se presentó con este nombre a Santo Domingo en el siglo XIII.

La Orden Dominicana fue una ferviente defensora de este nombre. Fue también bajo este nombre que la Virgen se presentó a los pastores de Fátima en 1917.

 

 

Escuchar y servir con corazón nuevo

Hermanos, en este martes de la XXVII semana del Tiempo Ordinario, memoria de Nuestra Señora del Rosario, la Palabra nos invita a descubrir la fuerza de Dios que actúa en lo pequeño.

En la primera lectura, el profeta Jonás proclama un mensaje sencillo, pero lleno de poder: la conversión sincera abre el camino a la misericordia divina. Así, toda Nínive se vuelve hacia Dios y experimenta su perdón.

En el Evangelio, Jesús visita la casa de Marta y María. Una se afana en el servicio, la otra se sienta a escuchar. El Señor nos enseña que ambas actitudes son necesarias, pero que la escucha atenta a su Palabra debe ser el centro de toda acción.

Que María, la mujer orante del Rosario, nos ayude a mantener ese equilibrio entre la oración y el servicio, entre el silencio interior y la entrega generosa.

 

 

Primera lectura

Jon 3, 1-10

Los ninivitas habían abandonado el mal camino, y se arrepintió Dios

Lectura de la profecía de Jonás.

EL Señor dirigió la palabra por segunda vez a Jonás. Le dijo así:
«Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré».
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla.
Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando:
«Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada».
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.
La noticia llegó a oídos del rey de Nínive, que se levantó de su trono, se despojó del manto real, se cubrió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo. Después ordenó proclamar en Nínive este anuncio de parte del rey y de sus ministros:
«Que hombres y animales, ganado mayor y menor no coman nada; que no pasten ni beban agua. Que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la violencia. ¡Quién sabe si Dios cambiará y se compadecerá, se arrepentirá de su violenta ira y no nos destruirá!».
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 130(129),1-2.3-4.7bc-8 (R. 3)

R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?

V. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. 
R.

V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. 
R.

V. Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. 
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. R.

 

Evangelio

Lc 10, 38-42

Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Palabra del Señor.

 

1

 

5.    Cuando Dios habla a través de un profeta pequeño

Jonás no es un héroe grandioso ni un profeta de oratoria brillante. Es un hombre temeroso, a veces renuente, que intenta huir del llamado de Dios. Pero cuando finalmente obedece, su palabra —aparentemente débil y sencilla— sacude a toda una metrópoli: Nínive. No es la elocuencia humana la que convierte los corazones, sino el poder de la Palabra divina que, cuando es tomada en serio, cambia la historia.

La conversión de Nínive es uno de los signos más impresionantes del Antiguo Testamento. Desde el rey hasta el último habitante, todos se visten de saco y proclaman ayuno. Este gesto comunitario nos recuerda que cuando una sociedad escucha de verdad a Dios, incluso las estructuras más endurecidas pueden transformarse. Y eso es lo que también necesita nuestra época: ciudades que se arrodillen ante la verdad, pueblos que reconozcan sus desvíos, comunidades que vuelvan su rostro a Dios.

En este Año Jubilar, somos invitados a ser “portavoces eficaces” del mensaje de esperanza. No hace falta ser teólogos ni grandes predicadores; basta hablar con coherencia, con la fuerza del testimonio. Así como Jonás fue instrumento para salvar a Nínive, también nosotros —sacerdotes, laicos, familias, bienhechores— podemos ser instrumentos del perdón y la misericordia de Dios.


2. Marta y María: el arte de equilibrar la acción y la contemplación

El Evangelio de hoy nos lleva a Betania, a la casa de dos hermanas que representan dos dimensiones de la vida cristiana: la acción y la contemplación. Marta, la mujer del servicio, del movimiento, de la organización; María, la mujer del silencio, de la escucha, de la intimidad con el Señor.

Jesús no reprende a Marta por servir, sino por dejar que el servicio se vuelva motivo de comparación y descontento. La verdadera hospitalidad no consiste solo en ofrecer comida, sino en ofrecer presencia y escucha. María eligió la parte mejor porque supo detenerse para acoger al Huésped no solo en su casa, sino en su corazón.

En una sociedad como la nuestra —agitada, productiva, multitarea—, este Evangelio es una llamada a recuperar el equilibrio. Sin contemplación, el servicio se vacía de sentido. Sin servicio, la contemplación se vuelve estéril. María y Marta no son rivales, sino hermanas complementarias; ambas son necesarias en la Iglesia: la acción apostólica y la vida orante, la misión y la adoración, la caridad y la Palabra.


3. El Rosario: escuela de equilibrio interior y misión exterior

Celebramos hoy la Memoria de Nuestra Señora del Rosario, oración que une justamente lo contemplativo y lo activo. Quien reza el Rosario entra en el ritmo de María: medita, contempla, intercede, se mueve en el amor. Cada misterio es una lección de vida: en los gozosos aprendemos a servir; en los dolorosos, a ofrecer; en los gloriosos, a esperar; en los luminosos, a anunciar el Reino.

María, al igual que Jonás, es portavoz de Dios, pero de una manera silenciosa, fecunda, obediente. Ella no predica con palabras, sino con gestos de fe. Y es modelo de todos los misioneros que, con humildad, hacen posible que la Palabra de Dios llegue hasta los confines del mundo.

Pidamos en este día jubilar que el rezo del Rosario reavive en nosotros el deseo de conversión, el compromiso con la justicia y la ternura con los pobres. Que cada “Dios te salve María” sea como un eco que multiplica la paz en el corazón y la esperanza en el mundo.


4. Oración por los benefactores

Queridos hermanos, hoy dirigimos nuestra oración también por todos los benefactores de nuestra comunidad: aquellos que, con generosidad y discreción, sostienen la obra de evangelización, la caridad con los más necesitados, la belleza del culto y la misión pastoral. Son, a su modo, los “Jonás obedientes” que colaboran con el plan de Dios.

Oramos así:

“Señor, bendice a quienes, movidos por tu Espíritu, siembran esperanza con su tiempo, su ayuda y sus dones. Que su generosidad sea correspondida con tu gracia abundante, y que cada gesto suyo sea un rosario vivido, una cadena de amor que une el cielo con la tierra.”


5. Conclusión: escuchar, servir y amar con esperanza

El mensaje de hoy nos invita a revisar nuestra vida cristiana desde tres verbos: escuchar, servir y convertirse.

  • Escuchar como María, para no perdernos en la superficialidad.
  • Servir como Marta, pero sin olvidar el corazón del servicio: el amor.
  • Convertirnos como los ninivitas, para que el mundo crea en la fuerza del Evangelio.

En este Año Jubilar de la Esperanza, miremos a María del Rosario, portadora de la Palabra hecha carne. Que ella nos enseñe a vivir en esa tensión fecunda entre el silencio contemplativo y la acción generosa, entre el anuncio profético y el servicio fraterno.

Y que, al igual que en Nínive, Dios mire nuestras obras, vea nuestra conversión, y nos conceda su perdón y su paz.


“Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11,28).
Que así sea.

 

2

 

1. El Dios que siempre da una segunda oportunidad

La Palabra de Dios hoy nos presenta dos escenas de extraordinaria profundidad espiritual:
una ciudad que se convierte (Nínive) y una casa que se transforma (la de Marta y María). En ambas, Dios actúa con poder, pero lo hace a través de lo pequeño, de lo cotidiano, de lo aparentemente insignificante.

El profeta Jonás aparece nuevamente en escena, ahora sí cumpliendo el encargo que antes había rechazado. Después de su huida y su experiencia en el vientre del pez, Jonás entiende que resistirse a la voz de Dios no conduce sino al vacío. Obedeciendo finalmente, entra en Nínive —una ciudad pagana, orgullosa, poderosa— y anuncia con brevedad:

“Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.”

Sorprendentemente, el mensaje toca los corazones. Desde el rey hasta el más humilde, todos se visten de saco y hacen penitencia. El texto subraya que incluso los animales ayunan, como signo de un arrepentimiento colectivo y profundo. ¡Qué imagen tan conmovedora de un pueblo que escucha y se deja alcanzar por la misericordia!

Jonás, el profeta reticente, termina siendo instrumento del perdón divino. Dios no se complace en castigar, sino en vernos cambiar el rumbo. Y el texto culmina con una frase que podría resumir el sentido del Jubileo que vivimos:

“Vio Dios sus obras, que se habían convertido de su mal camino, y se arrepintió del mal con que había amenazado.”

En el corazón de esta historia late una verdad inmensa: Dios siempre da una segunda oportunidad.


2. “Desde lo hondo a ti grito, Señor” (Salmo 129)

El Salmo responsorial nos introduce en el alma de quien ha experimentado la culpa y la misericordia.

“Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz.”

El orante clama desde la profundidad de su dolor, pero no se queda en la desesperanza: confía, espera, se abandona. Es el eco del alma arrepentida que, como los ninivitas, reconoce su fragilidad y suplica perdón.

Este salmo, conocido como De profundis, es un canto de esperanza confiada. Nos recuerda que el perdón de Dios no se compra ni se merece: se acoge con humildad. El salmista reconoce que, si el Señor llevara cuenta de las culpas, nadie podría sostenerse. Pero en Él hay misericordia y redención abundante.

Así como Nínive fue salvada por su conversión, así también nosotros somos salvados cuando nos dejamos alcanzar por la compasión de Dios. Este es el corazón del Año Jubilar de la Esperanza: experimentar el perdón que renueva y reordena toda la vida.


3. “Marta, Marta... una sola cosa es necesaria”

Pasamos ahora al Evangelio según san Lucas, que nos traslada a Betania, al hogar donde Jesús era recibido con afecto y sencillez. Marta y María representan dos modos de amar, dos dimensiones de la fe que no deben enfrentarse, sino complementarse.

Marta, la mujer servicial, expresa su amor en la acción. María, en cambio, encarna la actitud contemplativa de quien se sienta a los pies del Maestro. Pero cuando Marta se queja, Jesús le revela una verdad esencial:

“Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o más bien de una sola.”

Jesús no censura el trabajo, sino la ansiedad que lo acompaña. El peligro no está en servir, sino en perder la paz mientras se sirve. La vida cristiana se desordena cuando olvidamos el centro: la escucha amorosa del Señor.

En otras palabras:

“Elegir la mejor parte” significa dar prioridad diaria a la oración, a la adoración, a la intimidad con Dios.
Porque podemos pasar horas trabajando, conversando, navegando, entretenidos... pero apenas unos minutos con Él. Y sin embargo, nada ordena la vida tanto como permanecer, cada día, a los pies de Cristo.


4. Fidelidad a la oración diaria: el respiro del alma

Marta y María no son enemigas, sino símbolos de un mismo corazón creyente que ora y sirve, sirve y ora.
El desafío está en mantener ese equilibrio: que la acción nazca de la contemplación y la contemplación desemboque en acción.

La fidelidad a la oración diaria no es un lujo para místicos; es una necesidad vital para todo cristiano.
Dedicarse un tiempo cada día —quizás media hora, quizás una hora— a escuchar a Dios en silencio, no resta tiempo, lo purifica. Quien ora no huye del mundo, lo redime desde dentro.

En este sentido, la oración es como la respiración del alma: sin ella, la fe se asfixia. María nos enseña que orar no es perder el tiempo, sino ganar eternidad en medio del tiempo.


5. María del Rosario: la discípula que guarda y medita

En la memoria de Nuestra Señora del Rosario, contemplamos a la Mujer que unió en sí misma la acción y la contemplación, el silencio y el servicio.
El Rosario —esa cadena de amor que une el cielo con la tierra— no es una devoción repetitiva, sino una escuela de vida interior.

Cada misterio nos introduce en un gesto de Cristo y de su Madre:

  • En los gozosos, aprendemos a servir.
  • En los luminosos, a anunciar.
  • En los dolorosos, a ofrecer.
  • En los gloriosos, a esperar.

Rezar el Rosario es, en el fondo, sentarse con María a los pies de Jesús. Es aprender de su ritmo de escucha, de su fidelidad en el silencio, de su esperanza paciente.


6. Oración por los benefactores: servidores de la esperanza

Hoy queremos elevar una especial plegaria por todos los benefactores de nuestra comunidad:
por quienes sostienen la obra de la Iglesia con sus recursos, su tiempo y su oración; por los que, como Marta, trabajan incansablemente por el bien de todos; y por los que, como María, interceden silenciosamente desde su fe.

Señor Jesús,
que miras con ternura a los que sirven con amor,
bendice a nuestros benefactores,
hazlos fecundos en el bien, alegres en la esperanza,
y recompénsales con la paz de saberse instrumentos tuyos.
Que su generosidad sea semilla de tu Reino,
y su nombre esté grabado en tu corazón.
Amén.


7. Conclusión: tres pasos para elegir la mejor parte

Queridos hermanos: la liturgia de hoy nos traza un itinerario espiritual sencillo y profundo:

1.    Escuchar la Palabra como los ninivitas, y permitir que cambie nuestros caminos.

2.    Clamar desde lo hondo, como el salmista, sabiendo que el perdón de Dios es más grande que nuestras culpas.

3.    Permanecer a los pies del Señor, como María, eligiendo cada día el silencio fecundo de la oración.

Así, la conversión, la súplica y la adoración se convierten en tres rostros de un mismo amor.

Y bajo el amparo de Nuestra Señora del Rosario, la mujer que guardaba todo en su corazón, aprendemos a vivir con equilibrio, a servir sin perder la paz, a orar sin alejarnos del mundo, y a amar sin medida.


“Señor Jesús, enséñanos a elegir cada día la mejor parte:
la de estar contigo, escucharte, adorarte y servirte con corazón nuevo.”

Amén.

 

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7 de octubre: Nuestra Señora del Rosario — Memoria

 


Citas:

“Un día, por medio del Rosario y del Escapulario, Nuestra Señora salvará al mundo.”
~San Domingo de Guzmán

“Jamás se perderá quien rece su Rosario todos los días. Es una afirmación que gustosamente firmaría con mi propia sangre.”
~San Luis María Grignion de Montfort

“De todas las oraciones, el Rosario es la más hermosa y la más rica en gracias... ama el Rosario y recítalo cada día con devoción.”
~San Pío X

“El Rosario es mi oración predilecta. ¡Una oración maravillosa! Maravillosa por su sencillez y su profundidad.”
~San Juan Pablo II

“El Rosario es un tesoro de valor incalculable inspirado por Dios.”
~San Luis María Grignion de Montfort

“El Rosario es la forma de oración más excelente y el medio más eficaz para alcanzar la vida eterna. Es el remedio para todos nuestros males, la raíz de todas nuestras bendiciones. No hay modo de orar más perfecto.”
~Papa León XIII


Reflexión:

En los siglos XII y XIII floreció en el sur de Francia la herejía albigense. Los albigenses eran cristianos dualistas que creían que el Dios del Antiguo Testamento era el origen del mundo material —considerado malo—, mientras que el Dios del Nuevo Testamento era el origen del mundo espiritual —considerado bueno—. Rechazaban los sacramentos y promovían un ascetismo extremo como forma de negar la materia.

En el año 1203, Santo Domingo de Guzmán viajaba por el sur de Francia en una misión diplomática cuando se encontró con esta grave herejía. Durante las dos décadas siguientes se dedicó plenamente a combatirla mediante la predicación y el debate. Cuenta la tradición que, en un momento de profunda dificultad, se retiró durante algunos días para orar y ayunar, pidiendo a la Virgen María su guía.

La Virgen se le apareció, entregándole el Rosario, revelándole los misterios que debían meditarse durante los quince decenarios, y exhortándole a predicar y rezar esas oraciones como arma espiritual. La palabra “Rosario” proviene del latín rosarium, que significa “jardín de rosas”. Cada Avemaría es una rosa espiritual, y juntas forman un jardín de amor ofrecido a Dios. Santo Domingo obedeció a la Virgen y tuvo gran éxito en la conversión de los herejes.

La fiesta que hoy celebramos, Nuestra Señora del Rosario, tiene su origen en la antigua fiesta de Nuestra Señora de la Victoria. A fines del siglo XVI, los musulmanes del Imperio Otomano estaban expandiéndose hacia el sudeste de Europa y el Mediterráneo. En 1571, el Papa San Pío V, dominico, formó una alianza entre los Estados Pontificios, España, Venecia y otros pequeños reinos cristianos, llamada la Santa Liga, para detener el avance otomano.

El 7 de octubre de ese año, la flota cristiana se enfrentó a la armada otomana en el Mediterráneo, y el Papa pidió a toda Europa que rezara el Rosario pidiendo la victoria. La victoria llegó. En gratitud, el Papa instituyó la Fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, a celebrarse el primer domingo de octubre de cada año. Dos años después, el Papa Gregorio XIII cambió su nombre por el de Fiesta del Santo Rosario.

En 1671 la fiesta fue extendida a toda España, y en 1716, tras otra victoria importante sobre los musulmanes, se extendió a toda la Iglesia. En 1913, el Papa San Pío X trasladó la fecha del primer domingo de octubre al 7 de octubre, para preservar las celebraciones dominicales. Hoy, esta fiesta se celebra en el calendario romano con el título de Nuestra Señora del Rosario, como memoria obligatoria.


El Rosario, arma espiritual y escuela de esperanza

Aunque la guerra es siempre una tragedia y debe evitarse en lo posible, defender la vida, la familia y la nación es un deber moral cuando un agresor injusto ataca. En ese contexto, la oración se convierte en el arma más poderosa, y después de la Eucaristía, el Rosario es la oración más eficaz que puede elevarse.

Más allá de los conflictos armados, el Rosario es también una de las mayores armas espirituales contra todo tipo de mal. Aun en tiempos de paz exterior, el mundo vive guerras interiores: el pecado, la corrupción, el odio, la violencia, la indiferencia. Hoy, con las comunicaciones globales, somos testigos de los males espirituales que hieren a la humanidad: guerras, inmoralidad, abusos, crímenes, pobreza, descomposición moral.

No basta con condenar o lamentarse ante el mal. Rezar el Rosario es combatirlo desde su raíz, con la fuerza del amor y la intercesión. Cada Avemaría es una súplica de conversión; cada misterio contemplado, una semilla de luz sembrada en la oscuridad del mundo.

En este día, dedicado al Santo Rosario y a Nuestra Señora, somos llamados a renovar nuestra confianza en su intercesión y a usar con fidelidad esta poderosa arma espiritual. Cada crimen, abuso o pecado es, antes que nada, un defecto del alma, una herida espiritual. Y el mejor remedio para el pecado es la conversión del corazón.

La forma más eficaz de ganar corazones para Dios es la oración, y entre todas las oraciones, el Rosario ocupa un lugar privilegiado. A lo largo de los siglos, los Papas, obispos y santos han promovido esta devoción. Innumerables santos lo rezaron cada día, ofreciendo a la Virgen un ramo espiritual de rosas, que Ella derrama luego sobre el mundo en forma de gracia.


Oración

Nuestra Señora del Rosario,
Tú confiaste esta santa oración a Santo Domingo,
y a través de él la diste al mundo.
Siempre estás atenta a quienes rezan tu Rosario,
y nunca dejas de derramar las gracias de Dios en respuesta.

Ruega por mí,
para que comprenda más profundamente
el poder del Santo Rosario
y nunca falte a mi deber de rezarlo cada día.

Nuestra Señora del Rosario, ruega por mí.

Jesús, en Ti confío.

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