miércoles, 17 de diciembre de 2025

18 de diciembre del 2025: jueves de la tercera semana de Adviento

 

En todos nosotros

(Mateo 1,18-24) Dar un nombre a Jesús, inscribirlo en la línea davídica, velar por su crecimiento, tal es la misión de José, esposo de María, quien, por su parte, lo lleva en lo más íntimo de su ser. ¿No estamos todos llamados a dejar nacer a Cristo en nosotros, a dejarlo vivir en nosotros? Esto exige escucha y capacidad de replantearnos, para ajustarnos al plan de Dios que nos sobrepasa. Es una gracia que se debe pedir para experimentar en la fe su presencia activa, restauradora y salvadora.”

Emmanuelle Billoteau, ermite

 


Primera lectura

Jr 23,5-8

Daré a David un vástago legítimo

Lectura del libro de Jeremías

MIREN que llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo:
reinará como monarca prudente,
con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 72(71),1-2.12-13.18-19 (R. cf. 7)

R. En sus días florezca la justicia
y la paz abunde eternamente.


V. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. 
R.

V. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. 
R.

V. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén! 
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Pastor de la casa de Israel, que en el Sinaí diste a Moisés tu ley, ven a rescatarnos con el poder de tu brazo. R.

 

Evangelio

Mt 1,18-24

Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

LA generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Miren: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Enmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Palabra del Señor.

 

1

 

🕯Introducción: San José, guardián de lo imposible

Queridos hermanos:

Seguimos avanzando por el camino luminoso de Adviento. Ya huele a Navidad, ya suenan los villancicos del alma, ya sentimos dentro el misterio que se acerca: Dios con nosotros. Hoy el Evangelio nos lleva al corazón más silencioso de la historia: el momento en que José, “hombre justo”, recibe en sueños la revelación más desconcertante y hermosa de su vida.

Mientras el mundo duerme, Dios despierta los corazones. Mientras José teme, Dios lo fortalece. Mientras José duda, Dios aclara.

Y es que Dios nunca improvisa: prepara cada paso de su plan con amor perfecto.


📖 1. Promesa y cumplimiento: el Rey que viene para salvar

La primera lectura, del profeta Jeremías, anuncia algo inconcebible para un pueblo herido:

“Suscitaré a David un germen justo; reinará como rey prudente, actuará con justicia y derecho.”

Era una promesa dirigida a un Israel cansado, fragmentado, humillado… y sin embargo, Dios les dice: «No terminará así la historia». Ese “germen justo” crece silencioso a través de los siglos, escondido en generaciones que a veces parecen infieles y oscuras, pero donde Dios siempre trabaja.

Hoy, al proclamar este texto en pleno Adviento, reconocemos que la promesa tuvo cumplimiento: Jesús, hijo de David, viene a sanar, a unificar, a encender esperanza.

Y viene no con poder militar, sino con amor humilde.


🌾 2. El Salmo 72: un Reino diferente

El salmo nos hace cantar la esencia del Mesías:

“Él rescatará al pobre que clama, al afligido que no tiene protector.”

Este es el Reino:

·        justicia para el débil,

·        dignidad para el pequeño,

·        consuelo para el triste.

No adoramos a un Mesías lejano, sino cercano. Su gloria es amar. Su trono es el corazón humano.


👑 3. El Evangelio: José, llamado a lo imposible

En Mateo, José descubre que Dios escribe recto con renglones torcidos. Quiso actuar con justicia y misericordia cuando supo del embarazo de María, y justo ahí intervino el Señor:

“José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa; lo engendrado en ella viene del Espíritu Santo.”

José entiende que su proyecto personal no es el más grande. El plan de Dios lo supera, pero no lo anula. Lo integra.

Su misión no será comprenderlo todo, sino confiarlo todo.
No será controlar, sino custodiar.
No será hablar, sino escuchar.

Y José obedece.
Obedece en silencio, pero con una fe gigantesca.
Da nombre a Jesús, lo introduce en la casa de David, le entrega su vida completa.


🌟 4. Nacer de nuevo por dentro

Alguien, comentando este evangelio lo dice con belleza:
¿No estamos todos llamados a dejar nacer a Cristo en nosotros, a dejarlo vivir en nosotros?

Esto no es poesía espiritual: es misión cristiana.
Cristo quiere nacer en nuestra carne, nuestros hábitos, nuestro trabajo, nuestras relaciones, nuestra comunidad.

Pero como José, necesitamos:

·        escuchar,

·        dejarnos corregir,

·        renunciar al control,

·        confiar más allá del miedo,

·        abrir espacio al misterio.

Dios no busca perfectos. Busca disponibles.


🌱 5. Año Jubilar: tiempo para despertar

En este Año Jubilar somos llamados, como José, a levantarnos del sueño viejo y caminar hacia la esperanza:

·        dejar nacer en nosotros una Iglesia más misionera;

·        dejar nacer vocaciones nuevas al sacerdocio, a la vida consagrada, a la vida matrimonial;

·        dejar nacer un anuncio ardiente del Evangelio;

·        dejar nacer una fe madura y encarnada.

Evangelizar no significa solo hablar de Dios; significa permitir que Dios hable a través nuestro.


🙏 6. Intención por la Obra evangelizadora y las Vocaciones

Hoy oramos especialmente por la misión evangelizadora de la Iglesia:
por los sacerdotes, religiosas, catequistas, laicos comprometidos, evangelizadores en redes, misioneros silenciosos y heroicos.

Y oramos por aquellos que están naciendo a una vocación:
los jóvenes que buscan, los que dudan, los que temen, los que se resisten…

Que, como José, escuchen la voz del ángel que les dice:
“No temas.”


🌿 Conclusión

José dio nombre a Jesús.
María dio cuerpo a Jesús.
¿Y nosotros?

Estamos llamados a darle espacio.

Que este Adviento nos encuentre como José:
obedientes, abiertos, disponibles, enamorados del plan de Dios, sin miedo a lo nuevo, sin miedo al silencio, sin miedo al servicio.

Dios está llegando.
No por fuera.
Por dentro.

Amén.

 

2

 

 

🌟 1. Introducción: entre la imaginación humana y la verdad divina

 

Queridos hermanos:

El Evangelio de hoy nos muestra uno de los momentos más delicados y luminosos de la historia de la salvación: el instante en que José recibe en sueños la revelación del plan de Dios, y al despertar, decide obedecer plenamente.

Muchos de nosotros hemos tenido sueños raros, confusos, inquietantes o incomprensibles. Nuestra mente dormida construye imágenes mezcladas, heridas, deseos, temores, recuerdos. Pero lo de José no fue fantasía. No fue imaginación dispersa. En él, la voz de Dios penetró con claridad, y su razón y su fe permanecieron despiertas dentro del sueño, como una lámpara que arde en la noche.

Lo divino no anula lo humano: lo eleva.


📖 2. La promesa de Jeremías: un Rey que salva sin violencia

La primera lectura anuncia una promesa sorprendente:

“Suscitaré a David un vástago legítimo… y Judá estará a salvo e Israel vivirá seguro.”

Este anuncio llega a un pueblo devastado, confundido y tentado a imaginar futuros tristes. Jeremías habla a hombres y mujeres sumidos en sueños rotos. Y sin embargo, Dios les pide despertar a la esperanza verdadera:

No reinará el miedo, sino la justicia.
No triunfará el caos, sino la verdad.
No reinará la oscuridad, sino la luz.

A veces también nosotros, ante la realidad o ante la Iglesia, imaginamos escenarios oscuros: “todo está perdido”, “nadie quiere seguir a Cristo”, “no habrá vocaciones”, “la fe se está apagando”.

Pero Dios habla hoy como entonces:
No. Yo conduzco la historia. Confíen.


🎶 3. El Salmo 72: rostro del Rey que viene

El salmo describe al Mesías así:

“Él librará al pobre que clamaba… tendrá compasión del desvalido…”

No es un Rey para dominar, sino para escuchar.
No es un Mesías para vencer, sino para sanar.
Su trono es la misericordia.
Su cetro, la compasión.

No viene a imponer, sino a abrazar.

El pueblo esperaba un rey poderoso, pero Dios imaginó algo aún más grande: un Rey pobre, nacido de una Virgen, custodiado por un carpintero.

Lo divino supera lo humano.


👑 4. El Evangelio: José despierta a la verdad

El Evangelio presenta a un José abatido y confundido. Por su imaginación pasaron preguntas y miedos profundos. La lógica humana decía:
—Esto no tiene sentido.
—Es mejor apartarse.
—No puedo cargar con esto.

Cuando nos domina la imaginación, tomamos decisiones desde la confusión, el temor o la angustia. Y todos sabemos lo que eso produce: tristeza, dudas, pérdida de paz.

Pero en el sueño, Dios habló. Y no habló con imágenes vagas, sino con verdad:

“José, Hijo de David, no temas recibir a María… lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.”

José comprendió entonces que no podía fiarse de sus pensamientos dispersos, sino de la Verdad que venía de Dios. En aquel sueño la razón de José no dormía; su inteligencia estaba plenamente despierta por intervención divina. Fue un sueño donde el alma comprendió y la fe obedeció.

Y por eso, al despertar, José no duda:
“Hizo lo que el ángel le había mandado.”


🌱 5. La Iglesia hoy: despertar a la misión

En este Año Jubilar, el Evangelio nos invita a preguntarnos:

¿Vivimos desde la imaginación del miedo o desde la verdad del Evangelio?

Porque muchas veces la imaginación nos inventa miedos:

·        “La Iglesia está envejecida…”

·        “Ya no hay jóvenes llamados por Cristo…”

·        “El mundo no quiere escuchar el Evangelio…”

·        “No tiene sentido insistir…”

Pero la verdad de Dios dice:

·        “Yo estoy contigo.”

·        “Mi Palabra no vuelve vacía.”

·        “Mi Espíritu suscita vocaciones.”

·        “Mi amor renueva la historia.”

Dios no nos abandona. Somos nosotros quienes, como José, debemos despertar a la verdad, dejar de lado la angustia imaginada y abrazar la misión real.


🔥 6. Vocaciones: sembradas en silencio, cosechadas en fe

Hoy oramos especialmente por las vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales.
Pedimos por los niños que un día escucharán el nombre de Jesús en su interior.
Por los jóvenes que dudan, sueñan, temen, se cansan, se entusiasman.
Por quienes escuchan el llamado, pero se sienten indignos o incapaces.

José también tuvo miedo.
José también se sintió superado.
Pero cuando despertó a la verdad, entregó la vida entera.

Una vocación nace así:
Cuando dejamos que Dios hable más que los miedos.


🕊️ 7. Evangelización: la Iglesia despierta

En esta etapa del Adviento, la Iglesia se nos presenta como José:
llamada a custodiar al Niño, a protegerlo, a presentarlo al mundo, a ponerle nombre, a hacer que crezca.

La evangelización no es un programa ni un proyecto humano.
Es colaboración con la obra silenciosa del Espíritu.
Es despertar al mundo a la Buena Nueva.

No nos corresponde inventar mensajes nuevos:
nos corresponde encarnar el mensaje eterno.


🙏 Conclusión: despertar como José

José se durmió con temor
y despertó con misión.

Se durmió con preguntas
y despertó con respuestas.

Se durmió imaginando
y despertó creyendo.

Que así sea con nosotros.
Que este Adviento nos encuentre despiertos al plan de Dios.
Que despertemos a la verdad del Evangelio.
Que despertemos a la vocación del amor.
Que despertemos a la misión evangelizadora.
Y que despertemos a Cristo que nace dentro.

Amén.

 

martes, 16 de diciembre de 2025

17 de diciembre del 2025: miércoles de la tercera semana de Adviento

 

Paciencia:

(Mateo 1,1-17) Cada año, la liturgia nos propone la genealogía de Jesús según Mateo, que en el texto griego hace referencia a la Creación (Génesis).

Esto nos indica la nueva creación que se realiza en Cristo y nos invita a contemplar las lentas preparaciones de la Encarnación, la paciencia de Dios que se abre camino en la historia de su pueblo para cumplir su promesa en el momento adecuado.

¿Acaso Dios no actúa de la misma manera en nuestras vidas? ¡Y eso a veces pone a prueba nuestra paciencia!

Emmanuelle Billoteau, ermite

 


Primera lectura

Gn 49,2.8-10

No se apartará de Judá el cetro

Lectura del libro del Génesis.

EN aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo:
«Reúnanse, que les voy a contar lo que les va a suceder en el futuro; agrúpense y escúchenme, hijos de Jacob, oigan a su padre Israel:
A ti, Judá, te alabarán tus hermanos,
pondrás tu mano sobre la cerviz de tus enemigos,
se postrarán ante ti los hijos de tu padre.
Judá es un león agazapado,
has vuelto de hacer presa, hijo mío;
se agacha y se tumba como león
o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo?
No se apartará de Judá el cetro,
ni el bastón de mando de entre sus rodillas,
hasta que venga aquel a quien está reservado,
y le rindan homenaje los pueblos».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 72(71),1-2.3-4ab.7-8.17 (R. cf. 110[109],2)

R. En sus días florezca la justicia
y la paz abunde eternamente.


V. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
 R.

V. Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre.
 R.

V. En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. 
R.

V. Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. 
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Sabiduría del Altísimo, que lo dispones todo con firmeza y suavidad, ven para mostrarnos el camino de la prudencia. R.

 

Evangelio

Mt 1,1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

LIBRO del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zará, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.


Palabra del Señor.

 

1

 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy la Iglesia nos propone una lectura aparentemente dura para el espíritu, una lectura que desafía nuestra paciencia y nuestra fe: la genealogía de Jesús según san Mateo. Un listado de nombres que desfila sin brillo, sin narración heroica, sin drama aparente. Y sin embargo, precisamente ahí —en esa asamblea de nombres— está todo el plan de salvación de Dios, escrito con la paciencia infinita del Señor.

1. Fidelidad divina desde el origen

La primera lectura nos sitúa en un contexto ancestral: Jacob bendice a su hijo Judá, y profetiza que de su linaje nacerá el rey mesiánico. Esta bendición no es un simple discurso familiar, es la primera luz de la promesa de Dios, la primera semilla del Reino que vendrá.

En tiempos históricos esa palabra iba dirigida al pueblo dividido, amenazado, con miedo, tentado de apoyarse en poderes humanos —en alianzas humanas que diluyen la confianza en Dios. Hoy también nosotros vivimos a veces ese mismo dilema: buscar seguridades humanas antes que confiar en la fidelidad de Dios.

La fe no es simplemente creer que Dios existe; es confiar en que Dios cumple lo que promete, aún cuando los tiempos parecen largos, dolorosos, o incluso incomprensibles para nuestra razón limitada. La genealogía de Jesús nos recuerda que Dios actúa en la historia lentamente, a través de generaciones, en medio de fragilidades humanas, de esperas, de silencios, de dolor… y sin embargo fiel.

2. Una genealogía humana para un Dios que se hace carne

San Mateo comienza su evangelio —y aquí está la profundidad teológica de estas lecturas— con una lista de nombres humanos. Abraham, David, Judá, Tamar, Rut… y muchos otros. Algunos nombres nos escandalizan, otros nos son completamente desconocidos. Y sin embargo todos ellos, con sus vidas, alegrías y fracasos, son parte del camino que conduce a Jesús.

Esto nos enseña que Dios se entrega a nuestra humanidad, no la cancela. Él se hace historia, se encarna en personas concretas, con historias humanas, con dolores reales. Jesús no es una idea abstracta, sino Dios que escogió entrar en la fragilidad humana, para transformar desde dentro nuestras heridas y nuestras limitaciones.

3. El Adviento: paciencia en la espera y confianza en la venida

Estamos ya en el corazón del tiempo de Adviento, un tiempo en que la liturgia nos invita a vivir la espera vigilante de Cristo: Jesús vino en Belén, viene hoy en nuestros corazones y vendrá al final de los tiempos.

Adviento no es un simple recordatorio del pasado. Es una llamada a la conversión, al caminar hacia el Señor con confianza, paciencia y esperanza. Es reconocer que Dios no obra según nuestros plazos, sino según su fidelidad. Él sabe que nuestras vidas son misterios que se desentrañan gradualmente en su amor.

4. Intención especial: oración por los enfermos

Queridos hermanos y hermanas, hoy elevamos una oración especial por todos los enfermos, especialmente por aquellos que sufren en silencio, en sus cuerpos, en sus almas, en su esperanza.

Queremos mirar a Cristo como Hijo de David y de Abraham: el que llega a sanar, el que toma nuestra humanidad y la lleva a su plenitud. Que Él, que conoció el sufrimiento en su carne y también en su misión, visite a los enfermos y les conceda alivio, fuerza, paciencia para vivir este tiempo de prueba sin perder la fe.

Oremos por quienes están en hospitales, por quienes enfrentan enfermedades crónicas, por quienes sienten miedo al futuro. Que la presencia de Cristo, Emmanuel —Dios con nosotrosles sostenga en la fe y en la esperanza. Cristo camina con ellos, no les abandona, hasta en los momentos más oscuros de enfermedad y debilidad.

5. Conclusión: esperanza que no defrauda

En este Adviento, al meditar en la genealogía de Jesús, aprendemos que Dios obra a través de la historia, en medio de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestras comunidades. Él no rompe los vínculos humanos, sino que los eleva. Él no elimina nuestras fragilidades, sino que las redime. Su fidelidad supera nuestras debilidades.

Que la Virgen María, estrella de la paciencia y de la obediencia confiada, nos enseñe a decir cada día: “Hágase en mí según tu palabra”, entregando a Dios nuestros temores, nuestras angustias y también nuestras esperanzas más profundas.

Que así, fortalecidos por la gracia, caminemos firmemente hacia la luz de la Navidad, llenos de fe, esperanza y amor, sabiendo que en Cristo nuestra historia tiene un sentido definitivo.

† Que así sea. Amén.

 

2

 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

La liturgia de hoy nos presenta un texto que a primera vista puede parecer árido: una larga lista de nombres en la genealogía de Jesús según san Mateo. Frente a nuestros ojos modernos, acostumbrados a relatos dinámicos, Mateo inicia su Evangelio con lo que parece ser una simple enumeración. Pero la Iglesia nos invita a ver más allá de las palabras y a contemplar en esa genealogía la fidelidad inquebrantable de Dios a su plan de salvación.

1. Dios cumple lo que promete

La genealogía de Jesús se estructura en tres bloques: de Abraham a David, de David al exilio en Babilonia y del exilio hasta Jesús. Esta secuencia de generaciones no es un dato histórico sin sentido, sino una declaración teológica profunda: Dios no abandona su proyecto de salvación a pesar de los vaivenes de la historia humana. Él había prometido a Abraham que todas las familias de la tierra serían bendecidas en su descendencia, y había prometido a David un reino estable para siempre. En Jesús, esas promesas alcanzan su cumplimiento pleno.

Hoy, en este tiempo de Adviento, la Iglesia nos invita a recordar que Dios es fiel a sus promesas. Aunque el mundo cambie constantemente —nuestras ideologías, nuestras seguridades, nuestras prioridades— el plan de Dios permanece firme. Él nos promete gracia, santidad, vida eterna, justicia, paz y su amor sin límites. Esta fidelidad divina no depende de nuestras fuerzas humanas, sino del infinito amor con que Dios nos ama.

2. Una fidelidad que da esperanza en medio de la prueba

Vivimos en un mundo rápido y cambiante, donde muchas cosas nos pueden hacer dudar: cambios sociales, crisis personales, enfermedades que minan el cuerpo y el espíritu. Frente a esas realidades que ponen a prueba nuestra paciencia y nuestra esperanza, la genealogía de Jesús nos recuerda que Dios nunca nos deja solos. Él ha caminado con nuestro pueblo a lo largo de generaciones, entrando en la historia humana y haciéndose uno de nosotros en Jesucristo.

Este tiempo de Adviento nos prepara para acoger al Señor que viene, no como una idea, sino como persona concreta, nacido en la carne humana, en una historia concreta y frágil. Él es Emmanuel —Dios con nosotros—, que se identifica con nuestra humanidad, la toma para elevarla y transformarla desde dentro.

3. El Salmo de hoy nos recuerda la justicia y la paz del Mesías

El Salmo que la liturgia nos presenta hoy es una oración por el rey justo cuya justicia hará florecer la paz. Este salmo, situado en la tradición del pueblo de Israel, nos recuerda que el rey definitivo y verdadero, el Mesías, traerá justicia y paz universales. En Cristo estas palabras encuentran su cumplimiento: Él es el Rey que juzga con justicia y extiende su reinado de amor a todas las naciones.

4. Oración por los enfermos: la fidelidad de Dios en la fragilidad

Queridos hermanos, en este Adviento y en el contexto del Año Jubilar, presentemos ante el Señor a nuestros hermanos y hermanas que sufren a causa de la enfermedad. Para muchos, el dolor físico, la incertidumbre de un diagnóstico, la soledad en medio de la fragilidad son pruebas que ponen a temblar el espíritu y la esperanza.

Jesús, el Hijo de David, el Salvador prometido, no es un Dios lejano. Él conoce el dolor, conoce la fragilidad humana, porque Él mismo tomó nuestra carne y vivió entre nosotros. Por eso te invito a elevar esta oración:

Señor Jesús, tú que eres la plenitud de las promesas del Padre, no apartes tu rostro de los enfermos. Sé consuelo para quienes sufren en su cuerpo y en su espíritu. Derrama tu gracia sobre ellos, fortalece su fe, calma su angustia y dales la paz que solo Tú puedes dar. Hazles sentir tu presencia fiel, hoy y siempre. Amén.

5. Vivir la fidelidad de Dios

Así como Dios ha sido fiel a lo largo de la historia, también queremos ser fieles a Él. No edifiquemos nuestra vida sobre modas pasajeras, sobre lo que cambia con los vientos de opinión o circunstancias. Edifiquémosla sobre Cristo, la roca firme. En este tiempo de espera vigilante, que nuestras vidas reflejen la fidelidad de Dios a través de nuestra fidelidad a la fe, a la oración, a la caridad, y especialmente a los más necesitados y enfermos.

Que el Adviento sea para nosotros un tiempo de conversión y esperanza. Que la Virgen María, que guardaba todas estas cosas en su corazón y vivió con fidelidad el plan de Dios, nos enseñe a decir con generosidad: “Hágase en mí según tu palabra”.

Que así sea. Amén.

† En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

 

16 de diciembre del 2025: martes de la tercera semana de Adviento

Modelos

(Mateo 21,28-32) Los publicanos y las prostitutas son figuras emblemáticas del Evangelio. Rechazados por los “bienpensantes” de la época, Cristo los pone de relieve como modelos de acogida de la salvación. ¿Por qué, si no, para indicar que la conciencia de su propia “miseria” los hizo más capaces de acoger a Cristo Salvador que la autosuficiencia de algunos de sus contemporáneos? Por eso, no tengamos miedo de reconocer nuestros extravíos y de volver a Él, para vivir la alegría de sabernos salvados y perdonados.

Emmanuelle Billoteau, ermite



Primera lectura

So 3,1-2.9-13
La salvación mesiánica será enviada a todos los pobres

Lectura de la profecía de Sofonías

ESTO dice el Señor:
«¡Ay de la ciudad rebelde,
impura, tiránica!
No ha escuchado la llamada,
no ha aceptado la lección;
no ha confiado en el Señor,
no ha recurrido a su Dios.
Entonces purificaré
los labios de los pueblos
para que invoquen todos ellos
el nombre del Señor
y todos lo sirvan a una.
Desde las orillas de los ríos de Cus,
mis adoradores, los deportados,
traerán mi ofrenda.
Aquel día, ya no te avergonzarás
de las acciones con que me ofendiste,
pues te arrancaré tu orgullosa arrogancia,
y dejarás de engreírte en mi santa montaña.
Dejaré en ti un resto,
un pueblo humilde y pobre
que buscará refugio en el nombre del Señor.
El resto de Israel no hará más el mal,
no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán,
y no habrá quien los inquiete».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 34(33),2-3.6-7.17-18.19 y 23 (R. 7a)

R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. 
R.

V. Contémplenlo, y quedarán radiantes,
su rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor, él lo escuchó
y lo salvó de sus angustias.
 R.

V. Pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. 
R.

V. El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. 
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ven, Señor, y no tardes, perdona los pecados de tu pueblo, R.

 

Evangelio

Mt 21,28-32

Vio Juan y los pecadores le creyeron

Lectura del santo Evangelio según san Mateo


EN aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?».
Contestaron:
«El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad les digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de ustedes en el reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, ustedes no se arrepintieron ni le creyeron».

Palabra del Señor.

 

 

 

1

 

En Adviento, Dios no solo nos prepara la cuna de Belén; nos prepara el corazón. Y hoy la Palabra nos pone un espejo honesto: podemos hablar muy bonito… y no convertirnos; o podemos venir desde lejos… y volver de verdad.

1) Sofonías: cuando la autosuficiencia nos vuelve sordos

El profeta Sofonías lanza una denuncia fuerte: “¡Ay de la ciudad rebelde… no escuchó la voz, no aceptó corrección, no confió en el Señor!” (cf. So 3,1-2). Es la radiografía de un alma que se acostumbra a vivir “sin Dios”, o peor: a vivir “con Dios en la boca” pero sin dejarse corregir.

Sin embargo, Sofonías no se queda en el reproche. Anuncia algo precioso: Dios purificará los labios, reunirá un pueblo humilde, y quedará un resto pobre y sencillo que ya no se apoya en la mentira ni en la arrogancia (cf. So 3,9-13).
Adviento es esto: Dios no viene a premiar a los perfectos; viene a levantar a los humildes.

2) El salmo: la oración del que se sabe necesitado

El Salmo 34 repite una certeza que sostiene a los que luchan: “El Señor escucha el clamor de los pobres”. Cuando uno se sabe frágil, ora sin maquillaje. Y esa oración —sencilla, verdadera— abre puertas.

Aquí hay una clave psicológica y espiritual: la conversión empieza cuando dejamos de justificarlo todo. El que se defiende siempre, no cambia nunca. El que reconoce su herida, se deja sanar.

3) El Evangelio: el “sí” que Dios bendice no es de palabra, es de camino

Jesús cuenta la parábola de los dos hijos. Uno dice: “No quiero”, pero después se arrepiente y va. El otro dice: “Sí, señor”, pero no va.

Y entonces Jesús suelta una frase que incomoda porque cura: publicanos y prostitutas —los marginados, los mal vistos— “van delante de ustedes en el Reino de Dios”, porque creyeron, cambiaron, se pusieron en camino (cf. Mt 21,28-32).
No es que el pecado sea modelo. El modelo es otra cosa: la capacidad de regresar. La conciencia de la propia miseria, puede volvernos más disponibles para recibir al Salvador que la autosuficiencia.

Déjame ponerlo en una imagen sencilla: hay personas que llevan años diciendo “Señor, Señor”, pero cuando Dios les pide perdonar, reparar, devolver, pedir perdón, cambiar hábitos… responden con “después”. Y hay otras que venían quebradas, quizá manchadas, quizá señaladas, pero cuando escuchan la llamada, dicen con la vida: “voy”.

4) Año Jubilar: “Peregrinos” no son los que prometen, sino los que caminan

El Jubileo nos recuerda que la fe es peregrinación: se avanza paso a paso. Hoy Jesús nos pregunta, sin gritos:
¿En qué parte de mi vida digo “sí” pero no voy?
¿Y en qué parte, aun habiendo dicho “no”, puedo arrepentirme y volver hoy mismo?

El arrepentimiento cristiano no es humillación estéril; es la puerta de la alegría: ser salvados, ser perdonados, volver a casa.

5) Intención por los benefactores: el “sí” hecho obra

Hoy, en nuestra intención orante, damos gracias por los benefactores. Ellos son un signo concreto de esta parábola cuando su ayuda no queda en palabras, sino que se vuelve obra, pan, misión, evangelización, acompañamiento, caridad organizada.

Pidamos por ellos tres cosas:

1.    Que el Señor les devuelva con sobreabundancia lo que entregan con generosidad.

2.    Que su vida sea cada vez más un “sí” coherente: fe que se hace servicio.

3.    Que, si cargan cansancios o preocupaciones, encuentren en Dios consuelo y alegría: “El Señor está cerca de los atribulados” (cf. Sal 34).


Para llevar a la vida (tres compromisos)

  • Un acto de verdad: hoy nombro ante Dios (sin excusas) una incoherencia: “Señor, aquí digo ‘sí’ y no voy”.
  • Un paso concreto: una llamada, una disculpa, una restitución, un gesto de justicia, un cambio de hábito. Pequeño, pero real.
  • Una obra de gratitud: agradecer explícitamente a un benefactor, y si puedo, convertirme yo también en benefactor: con tiempo, con ayuda, con oración, con servicio.

Oración final (breve)

Señor Jesús, que vienes a salvar y no a condenar,
danos un corazón humilde, capaz de reconocer sus extravíos
y la gracia de levantarnos y volver.
Purifica nuestros labios y nuestras intenciones,
para que nuestro “sí” no sea solo palabra, sino camino.

Te encomendamos a nuestros benefactores:
bendice sus hogares, su trabajo, sus proyectos y su salud;
dales paz, alegría y esperanza,
y haznos a todos peregrinos coherentes en este Año Jubilar.

Amén.

 

2

 

1) Introducción: Dios no busca palabras bonitas, sino corazones disponibles

En este Adviento, el Señor no viene a examinar nuestras frases religiosas, sino nuestra vida. Hoy Jesús nos pone una escena sencilla, casi doméstica: un padre, dos hijos, una viña… y una pregunta que atraviesa el alma: ¿quién hizo la voluntad del padre? (cf. Mt 21,28-31).
La respuesta nos revela algo decisivo: Dios no se queda con el “sí” de labios; Dios mira el “sí” que se vuelve camino.

2) Iluminación del comentario: “Arrepentirse humildemente y obedecer”

Jesús habla a los sumos sacerdotes y ancianos: gente correcta, “religiosa”, con autoridad. Pero los sacude con una frase que humilla el orgullo y levanta la esperanza: “los publicanos y las prostitutas entran antes que ustedes en el Reino” (cf. Mt 21,31).

¿Por qué? Porque aquellos, aunque venían con historias rotas, escucharon, se arrepintieron y empezaron a obedecer. En cambio, otros dieron “culto de palabras”: dijeron “sí” a Dios, pero no fueron a la viña.
Esto es una buena noticia: nadie está fuera del alcance de la misericordia, si se deja tocar por Dios, se arrepiente y comienza a caminar.

3) Exégesis pastoral del Evangelio: dos hijos, dos peligros, una esperanza

·        El primer hijo: dice “no”, pero luego cambia, se arrepiente y va. Su “no” inicial no es ideal… pero su final es luminoso: la conversión es posible.

·        El segundo hijo: dice “sí, señor”, pero no va. Su drama es más fino: parece obediente, pero vive de apariencias.

Aquí está el punto: en la vida espiritual, el peligro mayor no siempre es el pecado escandaloso; a veces es la autosuficiencia que ya no se deja corregir, que se cree “cumplidora”, que se protege con discursos.

4) Primera lectura: Sofonías y el corazón que no escucha

Sofonías denuncia a la ciudad que “no escuchó… no aceptó corrección… no confió en el Señor” (cf. So 3,1-2).
Ese es el clima interior del segundo hijo: mucha forma, poca escucha; mucha seguridad, poca docilidad.

Pero el profeta abre una ventana de esperanza: Dios formará un pueblo humilde, un “resto” que no presume, que no se apoya en la mentira, que vuelve a la confianza (cf. So 3,9-13). Ese resto se parece al primer hijo: cayó, se resistió, pero regresó.

5) Salmo 34: la oración del que se deja rescatar

El salmo canta: el Señor escucha el clamor del pobre, está cerca del atribulado, libera de las angustias (cf. Sal 34).
El arrepentimiento humilde no es una derrota: es el lugar donde Dios puede entrar sin chocar con nuestra soberbia. Cuando uno deja de justificarlo todo, empieza a respirar: la conversión es el inicio de la libertad.

6) Aplicación psicológica y espiritual: el “no” inicial y el hábito

Cuando Dios nos pide un paso más en santidad, muchas veces la primera reacción es: “¡No!”.
Porque los hábitos pesan; porque hay heridas; porque cambiar cuesta; porque el Evangelio siempre nos desinstala.

Pero aquí está la clave: la primera respuesta cristiana no es la perfección inmediata, sino el arrepentimiento.
Arrepentirse no es vivir culpables: es aprender un hábito santo, un “volver” constante. Y con el tiempo, ocurre algo hermoso: lo que al principio parecía duro se vuelve dulce; el corazón aprende a decir: “Sí, iré”, y efectivamente va.

7) Año Jubilar: peregrinos son los que vuelven a ponerse en camino

En el Jubileo, la Iglesia nos llama Peregrinos de la Esperanza. Peregrino no es el que promete; peregrino es el que camina, aunque sea con pasos pequeños.
Hoy el Señor nos pregunta:

·        ¿Soy de los que dicen “sí” y no van (fe de palabras)?

·        ¿O soy de los que a veces dicen “no”, pero se arrepienten y vuelven (fe que madura)?

La esperanza cristiana se alimenta de esto: si hoy vuelvo, hoy empiezo.

8) Intención por los benefactores: el “sí” que se hace obra en la viña

Hoy oramos por los benefactores: quienes sostienen la misión con su oración, su tiempo, sus recursos, su cercanía. Ellos, muchas veces sin ruido, responden como quien va a la viña: su “sí” se vuelve servicio.

Pidamos que el Señor:

·        los colme de bendiciones y les devuelva en paz lo que entregan en generosidad;

·        los proteja de la fatiga, del desánimo y de la ingratitud;

·        y nos contagie a todos el deseo de ser también benefactores, cada uno según sus posibilidades.

9) Compromisos concretos para hoy

1.    Un “sí” verificable: elige una acción concreta de obediencia (reconciliarte, reparar, servir, ordenar tu vida de oración).

2.    Un acto de arrepentimiento humilde: confiesa ante Dios un “sí” solo de palabra.

3.    Un gesto de gratitud: agradece a un benefactor (mensaje, llamada, oración con nombre propio) y ofrece una obra por él.

10) Oración final

Señor Jesús, mi Señor exigente y misericordioso,
cada mandato tuyo es un mandato de amor.
Cuando tu voluntad me cuesta, no permitas que me refugie en palabras bonitas.
Dame un corazón humilde para escuchar, arrepentirme y obedecer.

Bendice a nuestros benefactores:
sostén su vida, su trabajo y su familia;
hazlos fuertes en la esperanza y alegres en la entrega.

Y a mí, Señor, enséñame a ir a tu viña hoy,
no mañana, no en teoría: hoy.
Jesús, en Ti confío.
Amén.

 

18 de diciembre del 2025: jueves de la tercera semana de Adviento

  En todos nosotros (Mateo 1,18-24 ) Dar un nombre a Jesús, inscribirlo en la línea davídica, velar por su crecimiento, tal es la misión d...