lunes, 2 de octubre de 2017

3 de octubre del 2017 martes de la 26a semana del TO o Beato Jesús Emilio Jaramillo Monsalve. mxy (Misionero de Yarumal)



En el día (de 1989) que fue encontrado el cuerpo sin vida de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, la Congregación para el Culto Divino ha autorizado recordar litúrgicamente al nuevo beato (beatificado el pasado 8 de septiembre por su S.S Papa Francisco en Villavicencio).
Hoy en el 2017, es un hecho histórico que por primera vez se celebre la Eucaristía pidiendo la intercesión de un hermano colombiano, miembro de los Misioneros Javerianos de Yarumal...Para nosotros, memoria obligatoria...
Beato Jesús Emilio, ruega por nosotros!



Primera lectura
Lectura de la profecía de Zacarías (8,20-23):

Así dice el Señor de los Ejércitos: Todavía vendrán pueblos y habitantes de grandes ciudades, y los de una ciudad irán a otra diciendo: «Vayamos a implorar al Señor, a consultar al Señor de los Ejércitos. – Yo también voy contigo.» Y vendrán pueblos incontables y numerosas naciones a consultar al Señor de los Ejércitos en Jerusalén y a implorar su protección. Así dice el Señor de los Ejércitos: Aquel día diez hombres de cada lengua extranjera agarrarán a un judío por la orla del manto, diciendo: «Queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 86,1-3.4-5.6-7

R/. Dios está con nosotros

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R/.

«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
filisteos, tirios y etiópes han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno, por uno todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.» R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.» R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,51-56):

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó y dijo: «No sabéis de que espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.»
Y se marcharon a otra aldea.

Palabra del Señor

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La espiral de la paz

Al leer hoy en la primera lectura del profeta Zacarías, este fragmento del capítulo 8 nos presenta a la paz como una espiral. La paz instaurada por Dios no beneficia solamente a aquellos que lo escuchan, sino también a los pueblos cercanos o lejanos de los creyentes. Sabemos que existen cadenas de desgracias; pero uno piensa menos que la paz y la verdad puedan ser también contagiosas!

Las contusiones (o magulladuras) peligrosas

Pobres discípulos acá se hicieron regañar y no gratuitamente por su maestro. (Lo que no queda claro es por qué los samaritanos se ponen de mal humor con Jesús y su grupo cuando saben que se dirige a Jerusalén). Se hacen regañar de Jesús, porque aún no han comprendido después de casi 3 años de andar con Él, que este siempre se opone a la dichosa ley del talión, o sea devolver mal por mal; siempre trata de hacerles entender que Dios es bueno con todos, independiente de los comportamientos (Lucas 6,35) y que es necesario parecérsele (Lucas 6,36).
Pero el hombre está moldeado así, y no se satisface con una venganza proporcionada por una ofensa hecha y tiene la tendencia a actuar espontáneamente como aquel descendiente de Caín: “he matado a un hombre por una herida, a un muchacho por un cardinal (una contusión o magulladura)” (Génesis 4,23). Y es exactamente lo que pasa aquí: por una ofensa (magulladura) a su amor propio, estos importantes discípulos de un maestro importante, ¡Santiago y Juan desean nada más ni nada menos que hacer perecer los samaritanos poco acogedores!
Las cosas se complican más cuando nuestro amor propio no sólo se satisface con llevarnos a reacciones o respuestas crueles, sino que se cree con permiso de utilizar para ello la religión o la razón de estado. Haciendo descender fuego del cielo, Santiago y Juan se habrían dado buena conciencia: el honor de Dios hubiera sido “vengado”, cuando en realidad, solo habría sido su amor propio el que sería satisfecho. De forma parecida, ciertas personas utilizan los mandamientos de Dios, “la moral católica” o el susodicho derecho natural para defender a Dios, la fe o la civilización. Pero cuando se profundiza un poco más, o se va al fondo de las cosas, uno se da cuenta que, en realidad, esas personas reaccionan sobre todo ante los cambios sociales que sacuden sus hábitos o costumbres.

Pero hay algo todavía peor: ciertos grupos sociales disponen efectivamente del “fuego del cielo”, ellos pueden de verdad, hacer intervenir las fuerzas de lo alto para defender la ley y el orden, es decir, para vengar su amor propio, apaciguar sus miedos, o lo que es más común, para defender sus intereses.  En ciertos lugares o ambientes, estas personas bien posicionadas pueden literalmente “hacer descender” para auxiliarse o socorrerse, leyes, reglamentos de zona, juicios de corte, cuando no son patrullas de policía o de soldados, o la intervención de escuderos aliados o de agentes provocadores.

La reacción de Santiago y de Juan no es más que la reacción ante un estado de humor, que se podría excusar con bondad. Es lo típico de lo que se pasa en nuestro corazón, y esto llega a ser peligroso aún más cuando maniobramos estando investidos de poder. Es significativo que Jesús no haya dejado pasar esta actitud de los apóstoles por alto y es positivo que les haya corregido inmediatamente sobre el terreno.

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