14 de octubre del 2017 sábado de la 27a semana del TO o San Calixto I
(Lucas 11,
27-28) Jesús le debe mucho a su madre. Ella lo ha dado a luz, lo ha criado, lo
ha alimentado. Ella ha hecho posible el anuncio del Reino de Dios. Jesús nos
enseña que la palabra divina es hecha ante todo para ser escuchada. Dios
necesita que la escuchemos, como lo ha hecho María.
Primera
lectura
Lectura del libro del
profeta Joel (4,12-21):
«Que se levanten las naciones y acudan al valle de Josafat; allí me sentaré a juzgar a las naciones vecinas. Empuñen las hoces, porque ya la mies está madura, vengan a pisar las uvas, porque ya está lleno el lagar, ya las cubas están rebosantes de sus maldades. ¡Multitudes y multitudes se reúnen en el valle del Juicio, porque está cerca el día del Señor! El sol y la luna se oscurecen, las estrellas retiran su resplandor. El Señor ruge desde Sión, desde Jerusalén levanta su voz; tiemblan los cielos y la tierra. Pero el Señor protege a su pueblo, auxilia a los hijos de Israel. Entonces sabrán que yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Jerusalén será santa, y ya no pasarán por ella los extranjeros. Aquel día los montes destilarán vino y de las colinas manará leche. Los ríos de Judá irán llenos de agua y brotará un manantial del templo del Señor que regará el valle de las Acacias. Egipto se volverá un desierto y Edom una árida llanura, porque oprimieron a los hijos de Judá y derramaron sangre inocente en su país. En cambio, Judá estará habitada para siempre, y Jerusalén por todos los siglos. Vengaré su sangre, no quedarán impunes los que la derramaron, y yo, el Señor, habitaré en Sión».
Palabra de Dios
«Que se levanten las naciones y acudan al valle de Josafat; allí me sentaré a juzgar a las naciones vecinas. Empuñen las hoces, porque ya la mies está madura, vengan a pisar las uvas, porque ya está lleno el lagar, ya las cubas están rebosantes de sus maldades. ¡Multitudes y multitudes se reúnen en el valle del Juicio, porque está cerca el día del Señor! El sol y la luna se oscurecen, las estrellas retiran su resplandor. El Señor ruge desde Sión, desde Jerusalén levanta su voz; tiemblan los cielos y la tierra. Pero el Señor protege a su pueblo, auxilia a los hijos de Israel. Entonces sabrán que yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Jerusalén será santa, y ya no pasarán por ella los extranjeros. Aquel día los montes destilarán vino y de las colinas manará leche. Los ríos de Judá irán llenos de agua y brotará un manantial del templo del Señor que regará el valle de las Acacias. Egipto se volverá un desierto y Edom una árida llanura, porque oprimieron a los hijos de Judá y derramaron sangre inocente en su país. En cambio, Judá estará habitada para siempre, y Jerusalén por todos los siglos. Vengaré su sangre, no quedarán impunes los que la derramaron, y yo, el Señor, habitaré en Sión».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 96
R/. Alegraos, justos, con el Señor
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tinielba y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Amanece la luz para el justo
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.R/.
R/. Alegraos, justos, con el Señor
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tinielba y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Amanece la luz para el justo
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.R/.
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas (11,27-28):
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo: «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!»
Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».
Palabra del Señor
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo: «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!»
Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».
Palabra del Señor
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La abundancia del don de Dios
Qué
contraste el que hay entre el pasaje que leemos hoy y los desastres anunciados
al inicio del libro. Si, un tiempo nuevo llega. Es el tiempo de la presencia de
Dios en medio de su pueblo. Abundancia de vino, de leche y de agua, tan
preciosa, en un país donde ella es escasa. Todos esos bienes son un don de
Dios, origen de toda vida. Y el signo de esta fuente de vida es el torrente que
mana en el templo del Señor!
En el evangelio de hoy una mujer admira a Jesús, y
quizás con una pizca de celos, exclama que ciertamente la madre de Jesús tiene
que ser una mujer afortunada por tener tal hijo. La respuesta de Jesús va más
honda, hacia una maternidad más profunda. La maternidad de los que llevan a
Jesús, que es la Palabra viva de Dios, en su corazón y en su vida: es
decir, aquellos que aceptan y siguen seriamente a Jesús con fe.
Oración
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo nació a este mundo
de la Bienaventurada Virgen María.
Te alabamos por tu bondad;
pero también te pedimos:
Que tu Hijo nazca en nosotros por la fe,
en nuestras vidas, en nuestras palabras,
en nuestros pensamientos,
en nuestras actitudes
y en todo lo que hacemos.
Y entonces, desde nuestra plenitud,
sepamos compartirlo con los que nos rodean,
ya que el Señor pertenece a todos sin distinción
ahora y por los siglos de los siglos.
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