viernes, 17 de noviembre de 2017

18 de noviembre del 2017: 32a semana del TO o Dedicación de las Basílicas de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo


(Lucas 18, 1-8)  La constancia es una regla de oro dentro de muchos campos:  como en el ejercicio físico, en la educación de los hijos, en la amistad…Y ella también es importante en la oración. Ésta no necesita diplomas particulares ni una grande elocuencia: basta con abrirse a la presencia de Dios, día tras día.



Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (18,14-16;19,6-9):

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 104,2-3.36-37.42-43

R/.
 Recordad las maravillas que hizo el Señor

Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas;
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R/.

Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.
Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y entre sus tribus nadie tropezaba. R/.

Porque se acordaba de la palabra sagrada
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo.
 R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor
/////

Pasaje de vida, pasaje de muerte

Podemos descubrir en este fragmento del libro de la Sabiduría  que leemos hoy la alusión a la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Y se oponen aquí la muerte de los recién nacidos egipcios y la liberación de Israel, la Pascua. Los egipcios finalmente debieron reconocer que Dios intervenía en favor de su pueblo. Habitualmente Dios respeta la libertad del hombre y las leyes de la naturaleza que ha creado. Cómo comprender esta intervención extraordinaria de Dios? Es necesario acaso el sufrimiento y la muerte para reconocer a Dios como salvador? esa es la gran interrogación.
Para el Pueblo Hebreo, su salvación a través del Mar Rojo y su marcha a través del desierto fueron como una nueva creación. Dios los protegió y los condujo a la libertad. ---Esto nos recuerda cómo nuestro “paso” a través de las aguas salvadoras del bautismo nos ha recreado como el nuevo Pueblo de Dios.

Justo una oración justa!

En el Evangelio vemos hoy dos personajes que parecen estar en oposición. A fuerza de insistencia, una viuda sin recursos y sin defensa obtendrá beneficio de causa ante un juez sin escrúpulos.
Lucas ha debido pensar en los que oran, y luego piensan que Dios no actúa cuando ellos le suplican. Hay también un tono escatológico en las palabras de Jesús para que la demora en la venida del reino no nos desaliente. De todos modos, nuestra oración debería ser siempre insistente y llena de confianza.


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