9 de noviembre del 2017: Dedicación de la Basílica de Letran
(Juan 2, 13-22) Algunas iglesias, con el tiempo
se han convertido en tesoros de la humanidad y se hace todo lo posible para
conservarlas. Pero ellas no son eternas. En cuanto a la Iglesia de Cristo, ella
está fundada sobre piedras vivas unidas en el amor y nada ni nadie podrá
destruirla.
Los cristianos construyen templos para dar culto a
Dios. Pero esos templos no tienen sentido si no apuntan hacia la Iglesia, el
Cuerpo de Cristo animado por su Espíritu. Dios está presente, en primer lugar,
allí donde está el pueblo cristiano reunido con su fe, esperanza y amor.
Nosotros somos la Iglesia, y por la gracia de Dios nosotros hacemos la Iglesia;
somos sus piedras vivas para la construcción. Cuando venimos al templo,
expresamos que somos el nuevo pueblo vivo de Dios que construye nuestras vidas
en Cristo.
Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-22):
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
El verdadero templo
Mientras
que en mi país Colombia, personas y comunidades cristianas se esfuerzan
haciendo rifas, vendiendo empanadas y arepas, ya sea para construir una capilla
, reconstruirla, o al menos hacer reparaciones en una iglesia y tener un lugar
para reunirse, orar y celebrar el culto, en Quebec- Canadá, donde trabajé 7
años, por el contrario es cada vez más común la clausura o cierre de iglesias(
que son vendidas al gobierno del municipio o ciudad) para convertirlas
luego en sala de reuniones sociales, o en centros comerciales, lugares de
recreación, bibliotecas, restaurantes, etc…Y esto por la poca asistencia y con
ello la inseguridad financiera de las mismas…
Ante esta
realidad no faltan quienes se angustien de modo severo, se escandalicen y hasta
se desanimen con lo que “ven esta pasando al interior del catolicismo”…
Ante tan
alarmante realidad, pienso yo, como lo piensan otros católicos y hombres de fe
optimistas, es necesario ir mas allá de las jeremiadas, de las lagrimas
vertidas sobre la leche derramada…no queda de otra que pensar y hacer real “una
nueva manera de hacer Iglesia (con mayúscula o sea comunidad) ”.
El otro día no
pude dejar de admirarme al escuchar el caso de una comunidad católica
restringida en un pueblo vecino, allí todas las capillas e iglesias fueron
cerradas, pero ello no fue el acabose o el final de la asamblea…no, con mucha
esperanza, optimismo y la fe que les caracterizaba decidieron seguir
reuniéndose en el sótano de una de las casas de los parroquianos, y con
el tiempo allí fijaron y establecieron su pequeño "bunker" de oración
y culto, que sirve hasta como sala de reflexión y reuniones hebdomadarias
alrededor no solo de la Palabra de Dios sino también para tratar asuntos
vitales de la comunidad…
Así unos pocos
se propusieron demostrar y hoy siguen demostrando con otros, que se les une
poco a poco, que para ser Iglesia no es tan necesaria un edificio de piedra, de
madera, mármol , bahareque o lo que sea.
Cuando estuve
en África me admiré de las capillas provisionales de las pequeñas comunidades
confinadas en el valle, en la selva o en la montana…A veces celebraba la misa
sobre un altar de piedra, bajo un árbol grueso y frondoso (en sequía bastante
seco) y la naturaleza se convertía en altar…Cada participante era consciente de
ser un templo y consideraba no solo al presidente (sacerdote oficiante como
templo) sino también al hermano igualmente como un “recinto sagrado”, digno de
respeto.
Ese es el
mensaje del evangelio que leemos hoy: es preciso levantar nuestros ojos y mirar
mas allá de la realidad del templo mole de piedra, excesivo en lujos, frío en
relaciones humanas, lugar de privilegios, de negocios mercantiles con Dios (a
veces), en ocasiones gheto, para dar importancia a lo que es esencial: a Jesús
(primer templo a adorar y a seguir), estar abiertos y sensibles ante los
hermanos, ser caritativos, acogerlos y hacer el sacrificio y la liturgia que
agrada de verdad a Dios…
Si, Jesús nos hace un llamado a ver a Dios y a la Iglesia con una mirada
nueva, alejada de nuestros negocios mercantiles y de la ley del más fuerte…
Aproximación psicológica al texto del evangelio
Un templo llamado a desaparecer
A veces se utiliza este Evangelio que cuenta el
episodio de la purificación del Templo para legitimar la violencia “en ciertas
situaciones”. Jesús ha sido violento, se dice, puesto que Él ha espantado a las
personas con un látigo.
Pero si miramos de cerca, la purificación del
templo no la ha hecho Jesús de un solo golpe, no ha sido un ataque sorpresa
seguido de un repliegue rápido, y ella no fue percibida por los testigos como
una ofensa criminal. Los sacerdotes disponían de una policía especial lista
para intervenir en cualquier momento, como se ve en el libro de los
Hechos de los Apóstoles: “Pedro y Juan hablaban todavía al pueblo
cuando los sacerdotes, el comandante del templo y los saduceos…los hicieron
detener y llevar a la prisión hasta el día siguiente” (Hch 4,1-3).
Marco por el contrario nos muestra a Jesús enseñando
y “no dejando a nadie transportar cosas mientras se atravesaba
el templo “ (Mc 11,16), puesto que había la costumbre , sobre
todo de los que cargaban agua, de utilizar el patio de los Gentiles
como una “vía rápida” entre el Monte de los Olivos y el barrio ubicado en el
norte de la ciudad.
Además, en su proceso, los gestos hechos por Jesús en
el templo no serán tenidos en cuenta como una acusación contra Él, exceptuando
Marcos se citaran las palabras pronunciadas en el momento de su detención en el
huerto (Mc 14,58). El mismo Jesús dirá: “Cada día, yo estaba en el
templo y ustedes no me detuvieron” (Mc 14,49).
Si la policía no interviene y si la justicia no
presenta cargos contra Jesús, quiere decir que no se trata de una ofensa
criminal, sino de un gesto profético, de una intervención simbólica como lo
hicieron en su día los profetas antiguos.
Y de hecho, la narración del evento está ornada con
citaciones de la Escritura presentando esta intervención como una interpelación
en el plan de la FE. En Marcos 11,17, Jesús cita a Isaías: “mi casa
será llamada casa de oración para todas las naciones” (Isaías
56,7), pero ustedes, empujan a los Gentiles en el Pórtico
del Templo, y ustedes los obligan a ofrecer el Culto con su moneda judía.
Después Jesús hace alusión a la denuncia de Jeremías a
propósito de la deshonestidad social y la infidelidad religiosa que se trataba
de disimular yendo al templo (Jr 7,9-11).
Por su parte, Juan va mucho más lejos, haciendo decir
a Jesús: “Destruyan este templo y en tres días yo lo reconstruiré” (v.19): yo
reemplazaré la religión del templo por una fe vivida a partir de mi
inspiración, donde los verdaderos adoradores adoraran al Padre (y
no al templo- v.21, pero) en Espíritu y en Verdad” (Jn 4,23).
Jesús fue asesinado no porque haya sido culpado de
violencia o de otros delitos, sino porque la reforma que exigía a partir de su
fe era demasiado exigente.
Él llega a ser consciente de eso y acepta pagar
el precio Él mismo.
En la hora que se inmolaban todavía
los corderos para la Pascua en el templo que iba a desaparecer, Jesús mismo era
asesinado para hacer posible la reforma que Él exigía.
Reflexión central:
La Iglesia es usted (son ustedes)
Celebramos este domingo el aniversario de la
consagración de la Basílica de San Juan de Letrán. Por qué celebramos? Por qué
una fiesta solemne? Porque esta iglesia es la catedral del Papa, Obispo de
Roma, desde el siglo IV cuando el emperador Constantino puso fin a las
persecuciones contra los cristianos. La Basílica de Letrán fue la primera
iglesia consagrada a la religión cristiana de manera oficial. Ella fue desde
ese momento considerada como la “madre y la cabeza” (caput et mater) de todas
las iglesias del mundo.
Este día de fiesta se presenta como la ocasión de
reflexionar sobre la edificación o construcción de la IGLESIA. La palabra
Iglesia tiene dos sentidos. Ella significa la comunidad de los que creen en
Jesús siguiendo el ejemplo de los apóstoles.
También se emplea esta palabra para significar
el edificio donde la comunidad cristiana se reúne para celebrar su FE.
Qué es una dedicación? Es una fiesta de
consagración por la cual un edificio tal como este donde estamos reunidos (o
nos reunimos), es reconocido por la Iglesia como lugar de reunión y de
celebración del misterio cristiano.
En los primeros siglos, la comunidad cristiana perseguida, celebraba
discretamente en casas privadas y en las tumbas de los mártires. Hacia el año
320, el periodo constantiniano reconoce el culto cristiano que puede ser
celebrado por fin públicamente.
Constantino, repito, lo manifiesta de manera solemne con la construcción de
la Basílica de Letrán que lleva también el nombre del Santo Salvador. Dedicada
o en homenaje a San Juan Bautista, esta Basílica que se ubica en Roma, es la
más antigua de las iglesias de Occidente. Esta Iglesia Catedral del Papa
continua siendo reconocida por la tradición cristiana como la madre y la reina
de todas las iglesias. Ella simboliza la unidad de la Iglesia universal.
Conmemorar su dedicación es expresar nuestra comunión con la Iglesia de Roma y
con las Iglesias locales del mundo entero.
Hoy, además de celebrar la fiesta de todas las iglesias, celebramos la
fiesta de la Iglesia universal, puesto que todos nuestros sitios o lugares de
reunión y celebración son signos del templo que formamos. El cuerpo de Cristo,
la casa que Dios construye. Así también, esta fiesta nos abre al misterio de la
presencia de Dios en nuestro mundo.
En el tiempo de Jesús y antes de Él, el templo significaba la presencia de
Dios en medio de su pueblo. Los judíos se agrupaban allí para vivir el
encuentro con el Señor. Para nosotros cristianos, el primer lugar de encuentro
con Dios, es Cristo. Por otro lado, en el evangelio, Jesús precisa que el
verdadero templo es su cuerpo. Después de la muerte y resurrección de Jesús, el
cuerpo vivo de Jesús es la Iglesia. La casa de Dios ya no es un edificio, sino
una comunidad de creyentes.
Al hacer de la comunidad cristiana, su templo y su casa, Dios nos hace
honor y nos confía una gran responsabilidad. Cada una de nuestras comunidades
debe ser un signo, un sacramento (= signo, presencia visible de algo invisible)
de Salvación y de la presencia de Dios. Somos una casa encerrada o acogedora?
Somos una casa llena de luz o de oscuridad? Somos un refugio de paz o un lugar
de mezquindad?
La comunidad cristiana es mucho más que una agrupación de personas que
comparten un proyecto común o es más que una simple institución (algunos pocos,
sólo la ven así) que tiene como objetivo promover la religión y la moral. Ella
es ante todo la comunidad de personas que han puesto su confianza en Jesús y
que quieren vivir de su Evangelio.
Jesús es la base solida, las fundaciones sobre la cual
reposa la comunidad. La comunidad cristiana será dinámica y viva a condición
que cada uno de sus miembros acepte convertirse a Jesús y vivir según sus
enseñanzas. La comunidad no puede edificarse solamente por medio de técnicas de
animación y con comités. Cada uno ha de descubrir personalmente a Jesús y
experimentar la Verdad de su Palabra.
Él es la piedra solida que da a la comunidad toda su
solidez y su unidad.
Uno no construye un edificio sin seguir un plan
(plano). La Iglesia es un proyecto cuyo principal arquitecto es el mismo Dios.
Es Él que en Jesucristo construye su casa en nuestra casa (nuestro ambiente de
vida), mas Él lo hace con nosotros y con materiales de aquí.
Por el bautismo nos hemos convertido en templos de su
espíritu.
Abrámonos a este espíritu que nos habita, lo hemos recibido por pura gracia
del Señor, y Él continua a construir su Iglesia hoy. Así todos nosotros estamos
llamados a ser piedras vivas en este nuevo templo. Y cada quien tiene un rol,
un papel a desempeñar en la comunidad, de acuerdo a nuestros dones y talentos
recibidos, aquellos que el Señor nos ha confiado. Todos están llamados a
colaborar, a edificar la comunidad según los planes trazados por Dios, por un
mundo nuevo. Un mundo de justicia, de fraternidad, de justicia y de paz
(inseparables), de alegría y de amor.
Es estudiando, meditando los evangelios que llegaremos a vivir mejor el
proyecto de Dios en nosotros y para el mundo.
Para alcanzar la vida nueva de Pascua y llegar a ser el templo nuevo, Jesús
pasó por la prueba de la agonía y de la muerte. Pablo precisa que otros
continuarán la construcción después de Él. Mas cada uno debe estar atento de la
manera como construye. Es necesario escoger el material para una construcción
solida. En efecto, no se puede construir la comunidad sin dar de su tiempo y de
su energía. Sin invertir mucha paciencia y respeto hacia las personas. Sin
soportar las dificultades y los fracasos. Es necesario aceptar morir a sus
ambiciones egoístas y no buscar los privilegios y recompensas.
Cuantos servicios son necesarios para la vida de la comunidad. No se puede
construir, edificar sobre las bases de Jesucristo sin pasar como Él de la
muerte a la vida.
El Señor nos llama sin cesar a hacer todo nuevo, a hacer vivir el espíritu
que nos habita y que está ahí para ayudarnos a escuchar los llamados. El Señor
nos llama a leer los signos de los tiempos y a intervenir en el corazón
(centro) de la comunidad. El no espera más que nuestra oración para indicarnos
las maneras de revelar la presencia, la cercanía, la paz y la alegría de
Cristo. Imploremos al Espíritu. La vida emanará como un torrente o un rio de
todos lados y produciremos frutos nuevos. Tal cual es el templo en la visión
del profeta Ezequiel.
Sobre un lugar o sitio previsto para la construcción, uno se detiene para
estudiar los planos. Y también para reposarse y retomar fuerzas. He aquí la
significación de nuestra celebración eucarística de cada domingo. Nos tomamos
el tiempo de detenernos para escuchar la Palabra de Dios que nos ilumina (nos
aclara), para comer el Pan de Vida que renueva nuestras fuerzas. Para compartir
nuestra esperanza con nuestros hermanos, con el Papa Francisco (Pontífice= que
hace puente, a la cabeza) y todos los que trabajan en la construcción de la
casa de Dios que formamos. Estemos donde estemos, haciendo lo que sea, seamos
siempre esta presencia del Señor, esta casa de Dios en el corazón del mundo.
Amén! (así sea!)
..."recordemos
el ámbito de «las personas bautizadas que no viven las exigencias del
Bautismo», no tienen una pertenencia cordial a la Iglesia y ya no experimentan
el consuelo de la fe. La Iglesia, como madre siempre atenta, se empeña
para que vivan una conversión que les devuelva la alegría de la fe y el deseo
de comprometerse con el Evangelio. " (Papa Francisco
EG 14)
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