3 de diciembre del 2017: Primer Domingo de Adviento (Ciclo B)
Velar, es también actuar
Al asociarnos a su proyecto de amor para el mundo, Cristo confía en
nosotros. Una tal confianza no puede sino hacer activa y alegre la espera de su
regreso.
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En este primer domingo de Adviento, Jesús nos recuerda que la fe
cristiana no da vueltas en sí misma, no es cíclica; ella está orientada hacia
su encuentro y al encuentro de nuestros hermanos. Entremos con alegría en la
celebración de esta Eucaristía y pidamos al Espíritu reavive nuestra espera.
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (63,16b-17.19b;64,2b-7):
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos; aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
Palabra de Dios
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos; aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19
R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R/.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.
R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R/.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios (1,3-9):
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
Palabra de Dios
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(13,33-37):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
Feliz año y felices
pascuas!
ES MUY TEMPRANO para tales deseos, me dirán ustedes. Y por lo
tanto, no!
La Iglesia comienza un nuevo año litúrgico, que yo les deseo sea
feliz y próspero.
El año litúrgico celebra el recorrido admirable de Jesús y cada
una de sus tres etapas es difícil a creer: en Él, Dios ha venido, Él viene y Él
volverá. Tres venidas o tres tiempos de un evento (suceso) definitivo de Dios
entre nosotros. Para mucha gente, es muy difícil ya creer que Dios haya venido
en la persona de Jesús. Pero lo más duro de “tragarse” del cuento es que Jesús
haya resucitado para poder estar con nosotros todos los días y acercarnos a Dios hasta el
punto de hacernos entrar en la vida que Él nos ha preparado: LA VIDA ETERNA. Es
para esta vida –
de allá que es necesario prepararnos, y no única y primeramente para la fiesta de Navidad!
Desde ya percibimos las primeras luces del día del Señor y
queremos que se realice, o se cumpla de manera total la venida del Resucitado,
iniciada por el nacimiento de Jesús en Belén.
El Señor puede manifestarse (sin importar cuando) en cualquier
momento de nuestras vidas. Él puede venir por ocasión de un encuentro, de un tiempo de oración, de
una desgracia, de un suceso, de una amistad, de un nacimiento, de un duelo. Es
por ello que Jesús dice: “Vigilen. Estén
atentos a mi venida, ella será causa de su alegría”. Es el consejo que
Jesús transmite en el evangelio de este primer domingo de adviento.
Él nos presenta el ejemplo de un hombre que antes de salir de
viaje, previene a sus sirvientes de estar vigilantes, mientras esperan su regreso. Este podría llegar de improviso. Él no quiere
encontrarlos adormilados.
Tengamos entonces nuestra lámpara encendida como mi madre
claustrofóbica (que tenía miedo a la oscuridad) alumbraba un cirio o
una vela cuando se iba la luz en nuestra casa. Esa pequeña luz la reconfortaba
puesto que espantaba la oscuridad y las tinieblas. Los humanos somos
claustrofóbicos
espirituales. No
podemos vivir en las tinieblas. En la oscuridad de una vida
que no tuviera sentido,
pereceríamos. La oscuridad de la muerte nos angustia. Nosotros necesitamos al menos una caperuza o pequeña vela, mientras
esperamos
el gran día (el amanecer) del retorno del Señor.
Al encarnarse en Jesús y al resucitarle, Dios ha alumbrado una
caperuza para la humanidad. Cristo es la luz y la Iglesia es la lámpara que la
difunde.
Un día, el día del Señor, la luz brillara y
se destacará con su fuego pleno de brillo e impregnado de eternidad.
Durante el adviento, adquiramos una pequeña lámpara (o caperuza) y
pongámosla en algún rincón de nuestra casa (o apartamento) que servirá para
orar. Sobre una pequeña mesa, depositemos un mantelito y sobre él una biblia,
un icono, flores y todo esto cerca a la lámpara. (cuidado con los incendios,
las precauciones a tomar son importantes).
Este pequeño montaje o escenario nos recordará que
esperamos el pleno día de Dios y que la venida de Jesucristo vence ya las
tinieblas. Después encendamos la lámpara de Cristo en la vida de los claustrofóbicos
espirituales que nos rodean. Visitando un enfermo, arriesguémonos a leer un
versículo de la biblia.
Escuchemos a un joven inquieto por su futuro y contémosle como
nosotros mismos le hemos hecho frente a la vida. Démosle ánimo y o coraje a
alguien que esté buscando trabajo. Conversemos por un momento con una persona
sola. Destaquemos las buenas actitudes y actos de nuestro hijo a quien le falta
confianza en sí mismo. Hablémosle de Jesucristo a alguien que haya perdido el
sentido de la navidad. Narremos lo más seguido posible aquello que Cristo ha
hecho en nuestra …vida y de nuestra vida. Demos y o transmitamos el
gusto por el avenir. El lleva otro nombre: la esperanza!
La vigilancia en las fronteras
Recuerdo la primera vez que atravesé una frontera de mi país
(Colombia) fue en Rumichaca, después de Ipiales, en la frontera con el vecino
Ecuador. Fue en enero de 1993.
Las tres o cuatro horas que permanecí allí haciendo las vueltas de
Aduanas, cambiando dinero y legalizando mi entrada a aquel país donde haría mi
año de pastoral, me permitió ver y analizar después con el tiempo
que una frontera puede ser causa de tensiones y de enfrentamientos entre
vecinos muy sensibles y belicosos…En este caso consideraríamos que la frontera
con Venezuela responde mucho más a esta descripción…pero fuera de este caso
limite, es importante también descubrir que la FRONTERA es una realidad que
cumple una función vital: el control sobre lo que es favorable o desfavorable a
la gente del interior.
En la frontera, se ensaya de interceptar lo que aparece indeseable
para aquellos que están adentro: alimentos y animales contaminados,
estupefacientes, armas, divisas que quieren evadir al fisco, criminales,
mercancías y o artículos robados que alimentan (fortalecen) el mercado denominado
“negro”…Pero al mismo tiempo la frontera permite acoger las personas que vienen
como (en calidad de) amigas y de operar todos los intercambios
provechosos para uno y otro país. Para decir entonces que la
frontera es el lugar privilegiado de la vigilancia, del discernimiento
y de la acogida.
Jesús se construyó una comunidad (Mateo 16,8) como se construye
una casa, poniendo sus bases sobre la piedra (cfr. Mateo 7,24) y ha dejado a
esta comunidad en el seno de un mundo que hace circular todo tipo de valores
nocivos (Juan 17,15-16): poderes opresivos, prioridad dominadora del dinero,
egoísmos colectivos, explotación de los pobres…
Entonces hay que decir que la comunidad cristiana no debe dejar su
puerta grande abierta a todos los vientos y que ella debe vigilar sobre sus
fronteras. De otro lado, esta puerta no se le ha de poner barricadas (o muros)
ya que los creyentes deben ser “sal de la tierra” y “luz del mundo”
(Mateo 5,13-14), es decir, testimoniar de manera abierta el evangelio. Y sobre todo
los creyentes deben acoger todo ser humano, de un lado o del otro, sin importar
la frontera: pobre, prisionero, extranjero…si ellos quieren acoger su amo o su
patrón (Mateo 25,31-46, el evangelio del domingo pasado).
La función del “portero que vela o guarda la casa”, se sugiere
entonces altamente estratégica, por lo que ella es, para el creyente, el
lugar de la vigilancia, del discernimiento y de la acogida. Porque si
es necesario “amar sus enemigos” (Mateo 5,44), es necesario al mismo tiempo
“guardarse de aquel que puede hacer perder a la vez el alma y el cuerpo” (Mateo
10,28).
Esta interpretación alegórica deja ver en el presente pasaje mucha
más materia (o tela para cortar) que el evangelista no ha puesto! Pero el
objetivo es correcto al poner en alto valor y o consideración el mensaje que
Marcos tenía en mente: mantengan los ojos abiertos! Usted no sabe con
antelación (o anterioridad) cuando Jesús irrumpirá (entrará) en su vida;
permanezcan en la puerta y examinen (escruten) los signos de los tiempos (Mateo
16,3) para comprender bien lo que Dios espera de ustedes!
Reflexión Central
El Adviento me prepara para recibir
al Señor…
Navidad está en la puerta. 4 semanas apenas nos separan. Y estas 4
semanas serán para todos una espera febril, activa. Y lo más emocionante es que
estas 4 semanas, este adviento, serán la imagen de lo que significa NAVIDAD
para nosotros.
Si NAVIDAD es para mí un buen asunto comercial, yo estaré animado
por el deseo de vender mucho. Mi adviento será ante todo una esperanza de ver
aumentar mis ventas, y un compromiso de trabajar.
Si para mi Navidad, antes que nada
es la fiesta de la familia, la alegría de los reencuentros,
entonces esta alegría ya me habita y se apoderará más de mí, a
medida que el día se acerque.
Si uno de los miembros de mi familia llega de lejos con su conyugue e hijos, entonces yo preparo la casa, yo armo las camas de ocasión, yo
hago mis provisiones, yo compro tal cerveza o vino a su gusto,
preparo esto o aquellos dulces al gusto de sus niños, yo congelo
algunos alimentos para improvisar comidas…Desde ya la alegría del rencuentro me
habita, me calienta, me anima.
Si por el contrario NAVIDAD significa para mi encontrarme solo en
una residencia fría casi vacía, entonces veré la NAVIDAD instalarse en el
horizonte como una lluvia congelada que invade desde ahora mis
huesos con su terrible frio. El miedo a que llegue ese
día me invade lentamente.
Así, repito, lo que toca mas es que nuestro adviento será a la
imagen de nuestra NAVIDAD. Así es igual para toda espera. Ella es siempre la
imagen de lo que es esperado.
Para nosotros los cristianos, NAVIDAD es ALGUIEN, es una presencia
de paz, de amor. Es Dios con nosotros (el Emanuel), no es un Dios amenazante,
sino más bien un Dios que viene a compartirnos su eterna juventud; que viene a
rejuvenecer todos nos envejecimientos, que viene a reanimar la llama del amor
que se apaga, proclamar el sueño del ser humano nuevo, sueño que uno no osaba
más murmurar, que viene a salvar el hombre contagiado por
el envejecimiento del egoísmo, del encierro en sí mismo y del desespero.
Si queremos verdaderamente esperar la NAVIDAD, es decir
a Jesús entre nosotros, entonces ÉL debe desde ya habitar dentro de nosotros y animarnos.
EN LA NOCHE DE ESTE MUNDO LA LUZ NOS HABITA
Hoy más que nunca, nosotros nos damos cuenta de la necesidad de
esta salvación de Dios. Parecemos vivir en un mundo parecido al descrito por el
profeta Isaías en la primera lectura: la humanidad pareciera caminar hacia la
catástrofe; la amenaza nuclear pesa sobre nosotros. La fuerza económica,
orgullo del mundo neoliberal, pareciera estar contaminada por un
virus incurable. En el mundo del trabajo, gran crisis de empleo, y la
desconfianza reina…Los hombres no son capaces de confiar unos en otros. La
familia está comprometida, herida, desgarrada, amenazada. El tejido social
mismo está enfermo por el cáncer del egoísmo, del individualismo
(del cada uno por su lado).
No se habla sino de derechos, raramente se hace alusión de los
deberes y las responsabilidades. Todo el mundo pareciera importarle un comino
todo el mundo. Los planes de reforma social, los proyectos de reforma económica
y estructural de la sociedad se caen, se desinflan o se quedan en teoría
escritos en documentos sobre las mesas. El mundo pareciera vivir, no una
historia de salvación sino una historia de pecado, de muerte. El mundo está
amenazado.
El mundo está amenazado porque el ser humano está amenazado; y más
todavía el mismo esta contagiado en su corazón mismo por un mal, por un cáncer.
Un poco como esta enfermedad que de hecho, hay muchos, el mal del ser humano
también es múltiple: es su egoísmo (cáncer de corazón), su gusto por el poder
(cáncer de piel y de cerebro), su miedo al otro, su desconfianza, su
individualismo, su consumismo y o materialismo (otra vez cáncer de corazón y o
de sangre)…
Pero en esta noche que alcanza al hombre hasta en su corazón, un
grito resuena: “velad”! No se dejen invadir por esta noche, ustedes saben lo
que hay que hacer para combatir y o rechazar esta noche, porque la luz les
habita, la luz de Dios, la luz fuerte, la luz cálida, brillante de su Espíritu
y de su Vida. “y esta Eucaristía es la prueba de ello”:
contra el mundo que divide estamos acá reunidos;
contra la muerte que entristece, nosotros aclamamos al Resucitado;
contra la noche que pareciera ganar terreno, cantamos el día que viene.
Proclamamos nuestra fe en el triunfo del hombre que ha comenzado
ya en Jesús.
VELAR (o VIGILAR) es VIVIR EN LA LUZ EN LA PLENITUD DE
LA NOCHE
Ahora, entonces, esperar a Jesús no es impacientarse en el
Carrefour de la historia, impacientándose por su retardo como cuando uno espera
un autobús en la esquina de la calle en una noche de invierno.
Esperar a Jesús, es velar en la noche, es estar habitados por una
luz en la noche.
Es de modo constante, cada año de nuestra vida, en cada edad, en
cada generación, rechazar la noche que nos asalta, nos tienta, nos amenaza;
es no dormirse, no dejarse penetrar por la noche. Es por el
contrario llevar su luz (su lámpara) en la oscuridad.
Es ser la prueba viva, enfrentándose a todo lo adverso
y amenazador, de que el amor existe, dejándose amar por este amor.
Es probar que la alegría camina aun sobre la tierra dejándola
irradiar a través de nosotros.
Es decir bien fuerte que la confianza entre los seres humanos es
todavía posible viviendo dentro de esta confianza.
Es proclamar que el hombre triunfará y o vencerá proclamando a
Jesucristo.
Velar es entonces un constante esfuerzo, una permanente tarea.
Pero todo esto de VELAR vale la pena, porque sabemos que en Jesús
la noche ha sido vencida definitivamente. La noche es cosa del pasado.
Aquellos que se dejan habitar (invadir) por la luz están del lado
del avenir, de lo que viene. Vale la pena esperar porque Dios ya ha venido una
primera vez en Jesús. En Él , Dios ha matado el odio, el miedo, la
desconfianza. Y es un Dios fiel. EL vendrá de nuevo en Jesús. Y todos aquellos
que habrán velado, que se habrán arriesgado a dejarse invadir o habitar y
animar por la luz, le reconocerán.
ES LA NAVIDAD LA QUE NOS ESPERA
Nosotros creemos siempre estar esperando la navidad, pero es la
NAVIDAD (la natividad, el nacimiento de Jesús, Jesús mismo) que nos espera: El
espera que lo acojamos en todos nuestros caminos y en toda nuestra
vida. Navidad entonces se apoderará desde ya de nosotros. Y
nuestro ADVIENTO será una vida de luz contra toda oscuridad.
El ADVIENTO, es verdaderamente el signo, el símbolo de toda vida
cristiana, de este esfuerzo constante, de esta decisión siempre renovada de ser
invadidos y o habitados por esta luz en un mundo de tinieblas.
Así durante este adviento, somos invitados a reflexionar sobre el
ahora y actualidad de nuestra vida cristiana. Y sobre todo vamos a ofrecernos a
Jesús, a la luz, por estar desde ya habitados por ella. Esperar Navidad, eso
será ya saborear su luz y su alegría. Eso será ir contra la oscuridad, estar
poseído por la luz, eso será VELAR (vigilar).
2
« Vigilen, porque no saben cuándo regresara el dueño de
la casa »
A menudo, vemos en este texto una exhortación (o invitación) a
esperar con miedo el día del juicio. Lo que interesa a Jesús, no es el juicio
final y el fin del mundo, sino más bien nuestro comportamiento de todos los
días. Es hoy que Cristo nos invita a una vigilancia activa y constante. De esta
vigilancia depende la calidad de vida de nuestra familia, de nuestra Iglesia y
de nuestro mundo. “Dios nos ha dado todo poder”, Él confía en nosotros y cuenta
con cada uno de nosotros. Dios nos confía el pequeño mundo en el cual
vivimos y nos invita a la vigilancia.
El adviento es un periodo de actividades, de preparación y de
espera. La Navidad se acerca! En la vida, los momentos que preceden a los
eventos importantes son plenos de laboriosidad y de movimiento: las bodas, el
nacimiento de un bebé, el regreso de un ser querido, los resultados de una
búsqueda, el término de un proyecto…
Y hemos de ser vigilantes y utilizar bien el tiempo que se nos da.
Debemos aprovechar el momento presente para hacer nuestro mundo más humano, más
bello, más “vivible” como decía Santa Teresa de Calcuta.
San Pablo utiliza un lenguaje de imágenes para hablar de la
vigilancia. Él nos invita a “despojarnos de la somnolencia” o del sueño
(Romanos 13,11). Es como si estuviéramos en peligro de torpeza o somnolencia.
Nosotros nos cuidamos del embrutecimiento que puede llegar cuando abusamos de
los somníferos. Los reflejos de defensa cesan de funcionar, es parecido al caso
del conductor quien ha bebido demasiado alcohol y que se sale de la carretera
sin darse cuenta.
El adviento es un tiempo durante el cual somos invitados a dejar
de lado nuestra tibieza, nuestra pereza, nuestra mediocridad espiritual.
“Señor, mi Dios, ilumina mis ojos para no dormirme en el sueño de
la muerte” (Salmo 13,4). Jesús nos ve como una casa donde se vigila, una casa
con ventanas iluminadas cuando todas las demás permanecen en la oscuridad:
“vigilen, velen!”
En tiempos pasados, hablábamos de la Iglesia militante. Hoy, se
hace necesario hablar de la Iglesia vigilante, es decir de una comunidad
plenamente consciente de sus responsabilidades y deseosa de vivir de acuerdo a
los valores propuestos por el Señor. He leído en alguna parte esta bella frase:
“se vigila en el nombre de la ley (cámaras de vigilancia); uno “vela”
en el nombre de la ternura”. “Velar” expresa la ternura que tenemos por
aquellos a quienes amamos. Aquel que ama vela siempre. La madre de familia que
quiere preparar su casa para que sea acogedora, vela continuamente. Cuando un
hijo está enfermo, la madre y el padre velan y acompañan al niño…
Velar, estar preparados, utilizar bien el tiempo que se nos ha
dado! Si hoy debiéramos encontrar nuestro creador, estaríamos listos? Es la
pregunta que nos formula (o lanza) el adviento…no para atemorizarnos sino para
invitarnos a utilizar de manera responsable el tiempo que se nos ha dado. Dios
confía en nosotros. Él nos responsabiliza (nos ocupa) y nos invita a
la vigilancia.
Se dice continuamente que la religión es el opio del pueblo, que
ella nos impide vivir el momento presente por estar esperando el cielo,
esperando la muerte. Es todo lo contrario! El cristianismo nos invita a estar
despiertos, vigilantes y activos ahora, día a día.
Oración-
contemplación
Te
bendecimos Señor:
Porque
al venir tu Hijo Jesús a habitar entre nosotros,
y tomar
nuestra humanidad
Te
hiciste cercano a nosotros.
Hasta
tal punto nos amas Señor…
que
te nos manifiestas con un corazón de Padre.
Te
bendecimos Señor:
porque
confías en nosotros,
hasta
el puento de asociarnos a la misión de Cristo.
En
Él, nos has dado todas las Gracias
para
que estemos atentos a su aurora
y
que estemos en constante servicio vigilante.
Te
bendecimos Señor:
en
el más grande silencio,
vienes
a nuestro encuentro y nos esperas.
En
este tiempo de Adviento,
haz
serena y ferviente nuestra espera ;
sostén
nuestra marcha
hacia
aquel que viene;
guárdanos
despiertos
en
la alegría y la esperanza.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS :
vieliturgique.ca
prionseneglise.ca
Diversos comentarios de adviento en publicaciones quebequenses en
francés.
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