30 de abril del 2020: Jueves de la tercera semana de Pascua
Atraídos a Jesús por el Padre
Jesús dijo a la multitud:
"Nadie puede venir a mí a menos que el Padre que me envió lo atraiga, y yo
lo resucitaré el último día". JUAN 6:44
Este pasaje de las Escrituras
nos revela un maravilloso principio espiritual que debemos entender y vivir
para crecer cerca de Dios. Es el principio de ser atraído a Jesús por el
Padre.
En primer lugar, es importante
entender la primera parte de lo que Jesús dice: "Nadie puede venir a mí a menos que ..." Esto nos dice
que venir a Jesús en fe, crecer en esa fe y crecer en nuestro amor a Dios no es
algo que podemos hacer por nuestra cuenta. Venir a la fe es una respuesta
a la acción de Dios en nuestra vida.
Es importante entender esto si
deseamos establecer una relación auténtica con Cristo porque nos revela el
hecho de que tenemos que dejar que Dios dé el primer paso en esa
relación. Cuando le dejamos hacer esto, es nuestra responsabilidad
responder.
Por supuesto, esto no significa
que simplemente nos sentemos de manera pasiva esperando que Dios se
acerque. Dios está constantemente extendiéndose, hablando constantemente y
constantemente atrayéndonos a Sí mismo. Entonces, nuestra primera
responsabilidad es sintonizar Su gentil "cortejo". Esto viene en
forma de suaves impulsos de gracia que nos invitan a volvernos más
completamente a Él y a rendirnos más plenamente cada día.
En nuestro mundo ocupado, es
muy fácil dejarse distraer por las muchas voces en competencia. Es fácil
escuchar el tirón, e incluso el empuje, del mundo y todos sus
atractivos. El mundo se ha vuelto bastante bueno penetrando nuestros
cortos períodos de atención y ofreciendo satisfacciones rápidas que finalmente
nos dejan vacíos.
Pero la voz de Dios y su
invitación son bastante diferentes. Se encuentran en el silencio
interior. Sin embargo, no necesitamos estar en un monasterio para lograr
este silencio interior. Más bien, se logra mediante períodos fieles de
oración cada día, y un hábito formado de recurrir a Dios en todas las
cosas. Se logra cuando respondemos al llamado de Dios, y luego lo hacemos
una y otra vez, y así sucesivamente. Esto crea el hábito de ser atraído,
escuchar, responder y ser atraído aún más cerca para responder nuevamente.
Reflexiona hoy sobre qué tan
bien escuchas a Dios. Intenta encontrar al menos unos minutos (o más) de
silencio hoy. Cierra los ojos y escucha. Escucha a Dios
hablándote. Cuando te atraiga, responde con mucha generosidad. ¡Esta
es la mejor opción que puedes hacer cada día!
Señor, por favor, llévame,
llévame cerca y ayúdame a reconocer Tu voz. Cuando escuche tu llamado,
ayúdame a responderte con mucha generosidad. Mi vida es tuya, querido
Señor. Ayúdame a desearte aún más. Jesús, confío en ti.
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