Primero de mayo del 2020: Viernes de la tercera semana de Pascua o San José Obrero
Viernes de la tercera semana de Pascua
La convicción de Jesús
Los judíos discutían entre
ellos, diciendo: "¿Cómo puede este hombre darnos a comer su carne ?" Jesús
les dijo: "Amén, amén, les digo que sino comen la carne del Hijo del
hombre y no beben su sangre, no tendrán
vida en ustedes". Juan 6: 52–53
Ciertamente, este pasaje revela
mucho sobre la Santísima Eucaristía, pero también revela la fuerza de Jesús
para decir la verdad con claridad y convicción.
Jesús enfrentaba oposición y
crítica. Algunos estaban molestos y desafiando sus palabras. La
mayoría de nosotros, cuando nos encontramos bajo el escrutinio y la ira de los
demás, retrocedemos. Estaremos tentados a preocuparnos demasiado por lo
que otros digan de nosotros y por la verdad por la que podemos ser criticados. Pero
Jesús hizo exactamente lo contrario. No cedió a las críticas de los demás.
Es inspirador ver que, cuando
Jesús se enfrentó a las duras palabras de los demás, respondió con mayor
claridad y confianza. Él tomó su declaración acerca de que la Eucaristía
es su cuerpo y su sangre al siguiente nivel al decir: “Amén, amén, ,
les digo que sino comen la carne del Hijo del hombre y beben su sangre, no tendrán vida en ustedes". Esto revela a
un hombre de la máxima confianza, convicción y fuerza.
Por supuesto, Jesús es Dios,
por lo que debemos esperar esto de Él. Sin embargo, es inspirador y revela
la fuerza que todos estamos llamados a tener en este mundo. El mundo en
que vivimos está lleno de oposición a la verdad. Se opone a muchas
verdades morales, pero también se opone a muchas de las verdades espirituales
más profundas. Estas verdades más profundas son cosas como las hermosas
verdades de la Eucaristía, la importancia de la oración diaria, de la humildad,
del abandono a Dios, poner la voluntad de Dios por encima de todas las cosas,
etc.
Debemos ser conscientes del
hecho de que cuanto más nos acercamos a nuestro Señor , cuanto más nos rindamos
a Él, y cuanto más proclamemos Su verdad, más sentiremos la presión del mundo
que intenta robarnos la esperanza y sumirnos en el desespero y o la depresión.
¿Así pues, que debemos hacer? Aprendamos
de la fuerza y el ejemplo de Jesús. Cada vez que nos encontremos en una posición desafiante, o
cuando sintamos que nuestra fe está siendo atacada, profundicemos en nuestra
determinación de ser aún más fieles. ¡Esto nos hará más fuertes y
convertirá esas tentaciones que enfrentamos en oportunidades de gracia!
Reflexione, hoy, sobre la forma
en que reacciona cuando se desafía su fe. ¿Retrocede, cede al miedo y
permite que los desafíos de los demás lo afecten? ¿O fortalece su
resolución cuando es desafiado y permite que la persecución purifique su fe? Elija
imitar la fuerza y la convicción de nuestro Señor y se convertirá en un instrumento más visible de su gracia y
misericordia.
Señor, dame la fuerza de tu
convicción. Dame claridad en mi misión y ayúdame a servirte
inquebrantablemente en todas las cosas. Que nunca me encoja ante los
desafíos de la vida, sino que siempre profundice mi determinación de servirte
con todo mi corazón. Jesús, confío en ti.
San
José Obrero
El 1 de mayo la Iglesia celebra la
Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con
el Día Mundial del Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955
por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la
Plaza de San Pedro en el Vaticano.
El
Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además
de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea
también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Pío
XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para todos los obreros
del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las
penalidades y en los riesgos del trabajo”.
Por
su parte, San Juan Pablo II en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens”
destacó que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola
a las propias necesidades, sino que se
realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido
‘se hace más hombre’”.
Posteriormente,
en el Jubileo de los Trabajadores en el
2000, el Papa de la Familia dijo: “Queridos trabajadores,
empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros
brazos, vuestra mente y vuestro corazón para contribuir a construir una
sociedad que respete al hombre y su trabajo”.
“El
hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Cuanto se realiza al
servicio de una justicia mayor, de una fraternidad más vasta y de un orden más
humano en las relaciones sociales, cuenta más que cualquier tipo de progreso en
el campo técnico”, añadió”.
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