23 de junio del 2021: miércoles de la decimosegunda semana del tiempo ordinario (I)
(Génesis
15, 1-12.17-18) "Cuenta las estrellas, si puedes ..." En otras
palabras: ¡confía! Quien sabe abrirse a lo inesperado deja la puerta de su
corazón abierta a Dios. Esa es la fe de Abraham.
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (15,1-12.17-18):
En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: «No
temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante.»
Abrán contestó: «Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer
de Damasco será el amo de mi casa?»
Y añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.»
La palabra del Señor le respondió: «No te heredará ése, sino uno salido de tus
entrañas.»
Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si
puedes.»
Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su
haber.
El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para
darte en posesión esta tierra.»
Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?»
Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años,
un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.»
Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la
otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y
Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a
Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la
oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los
miembros descuartizados.
Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: «A tus
descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río
Eufrates.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 104,1-2.3-4.6-7.8-9
R/. El
Señor se acuerda de su alianza eternamente
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R/.
Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R/.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(7,15-20):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos
profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por
sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos
de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan
frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar
frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es
decir, que por sus frutos los conoceréis.
Palabra del Señor
A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos?
Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos.
Es decir, que por sus frutos los conoceréis.
Así concluye nuestro pasaje evangélico de hoy. Nos
ofrece una forma excepcionalmente práctica mediante la cual puedes discernir la
obra de Dios en tu propia vida y en la vida de los demás.
Cuando miras tu propia vida, ¿qué buen fruto,
nacido para la edificación del Reino de Dios, ves? Para algunos, puede
haber poco o ningún fruto, ya sea para bien o para mal. Tal complacencia
es, en sí misma, un mal fruto. Para otros, sus vidas tienen muchas
consecuencias en este mundo. Influyen en la vida de muchos y sus acciones
públicas marcan una verdadera diferencia. A veces para bien ... y otras
veces para mal.
Al discernir las acciones de Dios en nuestro
mundo, primero debemos ser muy objetivos. El maligno es siempre muy
engañoso y regularmente presenta su fruto malo como bueno. Por ejemplo,
muchos en nuestro mundo suelen presentar la legalización del aborto como un
"derecho a elegir" o un "servicio de salud". Pero la
muerte intencional de cualquier feto es claramente un "fruto malo" de
un "árbol podrido". Incluso hay muchos de los llamados
"grupos humanitarios" o "filántropos" muy adinerados que
presentan su trabajo como "buen fruto", cuando no es nada bueno. Y,
por el contrario, hay muchos que se esfuerzan por generar un mayor respeto por
la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, o se
esfuerzan por defender el carácter sagrado del matrimonio como Dios lo diseñó,
o trabajan para promover la libertad de adorar de acuerdo con la voluntad de
Dios, pero son etiquetados por el mundo secular como prejuiciosos,
fanáticos, temerosos e incluso odiosos. Pero su trabajo, realizado con
gran sacrificio, realmente da buenos frutos para el Reino de Dios.
¿Qué tal tu propia vida? Cuando examinas tus acciones y el
fruto que nace de esas acciones, ¿de dónde se origina ese fruto? ¿Viene de
un falso sentido de compasión, una “caridad” equivocada y el miedo a ser
criticado por defender la verdad? ¿O viene de un profundo amor a Dios, de
una conciencia de la verdad que Dios nos ha revelado y de una valiente
proclamación del puro Evangelio?
El buen fruto, nacido del corazón del Padre
Celestial, siempre reflejará las verdades de nuestra fe. Un falso sentido
de compasión, acusaciones falsas, persecuciones y cosas por el estilo fluirán
de los árboles podridos de nuestro mundo. Debemos trabajar diligentemente
para ser esos buenos árboles que dan el buen fruto que viene de Dios. Esto
requiere un compromiso radical de hacer lo correcto frente al mal que nos
rodea.
Reflexiona hoy sobre estas imágenes que
presenta Jesús. ¿Ves claramente los frutos buenos y malos que te rodean? ¿Está
tu vida ayudando a fomentar las mentiras del maligno o la verdad y el amor de
Dios? Mira el fruto que da tu vida, así como el fruto dentro de nuestro
mundo, de una manera objetiva, comparándolo con las enseñanzas claras e
inequívocas de Jesús. Busca ese buen fruto con todo tu corazón y has todo
lo que puedas para producirlo, sin importar el costo, y no solo salvarás tu
alma, sino que también ayudarás a alimentar a otros con el buen fruto del
Cielo.
Mi Señor de toda veracidad, Tú y solo Tú
defines el bien y el mal en nuestro mundo. Tu verdad revela el buen fruto
que nace para nutrir el crecimiento de tu glorioso Reino. Dame valor y
claridad de mente y corazón para que pueda hacer continuamente todo lo que Tú
me llamas a hacer para llevar el buen fruto del Reino a todos los necesitados. Jesús,
en Ti confío.
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