martes, 8 de junio de 2021

9 de junio del 2021: miércoles de la décima semana del Tiempo Ordinario (I)


(2 Corintios 3, 4-11) San Pablo habla por experiencia cuando escribe que “la letra mata, pero el Espíritu vivifica”, él que perseguía violentamente a los cristianos en nombre mismo de la ley de Dios. Su encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco le abrió los ojos y el corazón. En Jesús de Nazaret reconoció al Hijo de Dios, aquel que viene a “cumplir” las Escrituras en la libertad del Espíritu, haciéndolo “ministro de una nueva Alianza”. ■

Benito de la Cruz, Cisterciense


(Mateo 5, 17-19) Jesús cumplió la ley. Sin embargo, no lo hizo respetando al pie de la letra cada una de sus prescripciones, sino llegando al final de lo que fundamentalmente ella revela: el amor de Dios por todos los seres humanos.


Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,4-11):

Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo. No es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva: no de código escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita mata, el Espíritu da vida. Aquel ministerio de muerte –letras grabadas en piedra– se inauguró con gloria; tanto que los israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el resplandor de su rostro, caduco y todo como era. Pues con cuánta mayor razón el ministerio del Espíritu resplandecerá de gloria. Si el ministerio de la condena se hizo con resplandor, cuánto más resplandecerá el ministerio del perdón. El resplandor aquel ya no es resplandor, eclipsado por esta gloria incomparable. Si lo caduco tuvo su resplandor, figuraos cuál será el de lo permanente.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 98,5.6.7.8.9

R/.
 Santo eres, Señor, Dios nuestro


Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo. R/.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía. R/.

Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio. R/.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
y un Dios vengador de sus maldades. R/.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.»

Palabra del Señor

 

************

 

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley”.

 

Mateo 5: 17-18



La Ley Antigua, la ley del Antiguo Testamento, prescribía varios preceptos morales, así como preceptos ceremoniales para el culto. Jesús deja en claro que no está aboliendo todo lo que Dios enseñó a través de Moisés y los profetas. Esto se debe a que el Nuevo Testamento es la culminación y finalización del Antiguo Testamento. Así, nada de lo antiguo fue abolido; se cumplió y se completó.

 

Los preceptos morales del Antiguo Testamento eran leyes que fluían principalmente de la razón humana. Tenía sentido que uno no debería matar, robar, cometer adulterio, mentir, etc. También tenía sentido que Dios debería ser honrado y respetado. Los Diez Mandamientos y las demás leyes morales todavía se mantienen en la actualidad. Pero Jesús nos lleva mucho más lejos. No solo nos llamó a profundizar mucho más en la observancia de estos mandamientos, sino que también prometió el don de la gracia para que pudieran cumplirse. Así, “No matarás” se profundiza en la exigencia del perdón total y pleno de quienes nos persiguen. 

 

Es interesante notar que la nueva profundidad de la ley moral que da Jesús en realidad va más allá de la razón humana. “No matarás” tiene sentido para casi todo el mundo, pero “ama a tus enemigos y reza por los que te persiguen” es una nueva ley moral que sólo tiene sentido con la ayuda de la gracia. Pero sin la gracia, la mente humana natural por sí sola no puede llegar a este nuevo mandamiento.

 

Esto es extremadamente útil de entender, porque muchas veces pasamos por la vida confiando únicamente en nuestra razón humana cuando se trata de tomar decisiones morales. Y aunque nuestra razón humana siempre nos alejará de las fallas morales más obvias, será insuficiente por sí sola para guiarnos a las alturas de la perfección moral. La gracia es necesaria para que este elevado llamamiento tenga sentido. Solo por la gracia podemos comprender y cumplir el llamado a tomar nuestras cruces y seguir a Cristo.

 

Reflexiona hoy sobre tu propio llamado a la perfección. Si no tiene sentido para ti cómo Dios puede esperar la perfección de ti, entonces haz una pausa y reflexiona sobre el hecho de que tienes razón: ¡no tiene sentido solo para la razón humana! Ora para que tu razón humana sea inundada con la luz de la gracia para que no solo puedas comprender tu elevado llamado a la perfección, sino que también se te dé la gracia que necesitas para lograrlo.

 

Altísimo Jesús mío, nos has llamado a una nueva y alta santidad. Nos has llamado a la perfección. Ilumina mi mente, querido Señor, para que pueda comprender este elevado llamamiento y derramar Tu gracia, para que pueda abrazar mi deber moral al máximo. Jesús, en ti confío

 

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