9 de junio del 2021: miércoles de la décima semana del Tiempo Ordinario (I)
(2 Corintios 3, 4-11) San Pablo habla por experiencia
cuando escribe que “la letra mata, pero el Espíritu vivifica”, él que perseguía
violentamente a los cristianos en nombre mismo de la ley de Dios. Su
encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco le abrió los ojos y el
corazón. En Jesús de Nazaret reconoció al Hijo de Dios, aquel que viene a
“cumplir” las Escrituras en la libertad del Espíritu, haciéndolo “ministro de
una nueva Alianza”. ■
Benito de la Cruz, Cisterciense
(Mateo 5, 17-19) Jesús cumplió la ley. Sin embargo, no lo hizo respetando al pie de la letra cada una de sus prescripciones, sino llegando al final de lo que fundamentalmente ella revela: el amor de Dios por todos los seres humanos.
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a
los Corintios (3,4-11):
Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo. No es que por nosotros mismos
estemos capacitados para apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra
capacidad nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser ministros de una
alianza nueva: no de código escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita
mata, el Espíritu da vida. Aquel ministerio de muerte –letras grabadas en
piedra– se inauguró con gloria; tanto que los israelitas no podían fijar la
vista en el rostro de Moisés, por el resplandor de su rostro, caduco y todo
como era. Pues con cuánta mayor razón el ministerio del Espíritu resplandecerá
de gloria. Si el ministerio de la condena se hizo con resplandor, cuánto más
resplandecerá el ministerio del perdón. El resplandor aquel ya no es
resplandor, eclipsado por esta gloria incomparable. Si lo caduco tuvo su
resplandor, figuraos cuál será el de lo permanente.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 98,5.6.7.8.9
R/. Santo
eres, Señor, Dios nuestro
Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo. R/.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía. R/.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio. R/.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
y un Dios vengador de sus maldades. R/.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(5,17-19):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a
abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os
aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la
última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos
importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el
reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de
los Cielos.»
Palabra del Señor
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«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he
venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y
la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley”.
La Ley Antigua, la ley del Antiguo Testamento,
prescribía varios preceptos morales, así como preceptos ceremoniales para el
culto. Jesús deja en claro que no está aboliendo todo lo que Dios enseñó a
través de Moisés y los profetas. Esto se debe a que el Nuevo Testamento es
la culminación y finalización del Antiguo Testamento. Así, nada de lo
antiguo fue abolido; se cumplió y se completó.
Los preceptos morales del Antiguo Testamento
eran leyes que fluían principalmente de la razón humana. Tenía sentido que
uno no debería matar, robar, cometer adulterio, mentir, etc. También tenía
sentido que Dios debería ser honrado y respetado. Los Diez Mandamientos y
las demás leyes morales todavía se mantienen en la actualidad. Pero Jesús
nos lleva mucho más lejos. No solo nos llamó a profundizar mucho más en la
observancia de estos mandamientos, sino que también prometió el don de la
gracia para que pudieran cumplirse. Así, “No matarás” se profundiza en la
exigencia del perdón total y pleno de quienes nos persiguen.
Es interesante notar que la nueva profundidad
de la ley moral que da Jesús en realidad va más allá de la razón humana. “No
matarás” tiene sentido para casi todo el mundo, pero “ama a tus enemigos y reza
por los que te persiguen” es una nueva ley moral que sólo tiene sentido con la
ayuda de la gracia. Pero sin la gracia, la mente humana natural por sí
sola no puede llegar a este nuevo mandamiento.
Esto es extremadamente útil de entender,
porque muchas veces pasamos por la vida confiando únicamente en nuestra razón
humana cuando se trata de tomar decisiones morales. Y aunque nuestra razón
humana siempre nos alejará de las fallas morales más obvias, será insuficiente
por sí sola para guiarnos a las alturas de la perfección moral. La gracia
es necesaria para que este elevado llamamiento tenga sentido. Solo por la
gracia podemos comprender y cumplir el llamado a tomar nuestras cruces y seguir
a Cristo.
Reflexiona hoy sobre tu propio llamado a la
perfección. Si no tiene sentido para ti cómo Dios puede esperar la perfección
de ti, entonces haz una pausa y reflexiona sobre el hecho de que tienes razón:
¡no tiene sentido solo para la razón humana! Ora para que tu razón humana
sea inundada con la luz de la gracia para que no solo puedas comprender tu
elevado llamado a la perfección, sino que también se te dé la gracia que
necesitas para lograrlo.
Altísimo Jesús mío, nos has llamado a una nueva y alta santidad. Nos has llamado a la perfección. Ilumina mi
mente, querido Señor, para que pueda comprender este elevado llamamiento y
derramar Tu gracia, para que pueda abrazar mi deber moral al máximo. Jesús,
en ti confío
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