30 de abril del 2022: sábado de la segunda semana de Pascua
(Mateo
5, 1-12a) "Felices los pobres [...]. Felices los que lloran [...]. Felices
los mansos". Solo el que se reconoce a sí mismo como parte de estos
"frágiles" proclamados felices por Jesús puede dar la bienvenida a
esta palabra como una buena noticia.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
(6,1-7):
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega
se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se
atendía a sus viudas.
Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de
las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena
fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea;
nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe
y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás,
prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les
impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de
discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 32,1-2.4-5.18-19
R/. Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan
(6,16-21):
AL oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron
la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había
alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían
remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se
acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio
adonde iban.
Palabra del Señor
cuando vieron
a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Esta frase tan familiar fue pronunciada una vez más: “No temáis”.
El escenario es significativo. Está oscuro y
los Apóstoles están en el mar. Si alguna vez has estado en medio del mar
cuando está oscuro, sabrás que esto es un poco aterrador. No puedes ver la
tierra y te sientes como si estuvieras rodeado por nada. Los Apóstoles se
habrían sentido un poco perdidos como si estuvieran en medio de la
nada.
Pero, en medio de esta experiencia, Jesús vino caminando hacia ellos y les dijo: «Soy yo, no temáis».” Esto habría sido bastante consolador para ellos.
Hay que ver en esta experiencia de los Apóstoles la experiencia cotidiana que tantos tienen.
Muchos pueden sentirse como si estuvieran rodeados de nada, solos y perdidos. Claro, esto puede no ser un sentimiento abrumador para algunos, pero con demasiada frecuencia es una experiencia que muchos tienen en un grado u otro.
Este pasaje del Evangelio nos revela que Jesús viene a nosotros sin importar dónde estemos o sea cual sea la situación en la que nos encontremos. Él no espera que vayamos a buscarlo, sino que entra en nuestras vidas allí donde estamos. ..
Esta experiencia de estar en el mar en la oscuridad se presenta de muchas formas. Quizás tu vida esté llena de actividad, pero todavía te sientes solo. Quizás tu vida es una en la que no tienes muchos a tu alrededor y sientes la experiencia constante del aislamiento. O tal vez pones buena cara y te presentas como alguien que lo tiene todo bajo control, pero por dentro estás luchando profundamente. Cualquiera que sea el caso, Jesús quiere venir a ti y consolarte.
Reflexiona, hoy, sobre estas palabras de
Jesús. Escúchalo decirte: “Soy yo”. Mientras lo escuchas decir estas
palabras, vuélvete hacia Él y reconoce Su presencia. Deja que entre en el
mar oscuro para que sientas que te rodea. Escúchalo decir: “No temáis”. Hay
tantas experiencias en la vida que podemos temer. Tantas veces que el
miedo puede apoderarse de nosotros. Si nos permitimos centrarnos en Jesús,
el miedo a nuestro entorno cotidiano desaparece. Descubrimos, en lo más
profundo, que Jesús está allí mismo y que todo está bien porque Él se preocupa
y tiene el control. Déjalo entrar en la barca de tu corazón y deja que Él
se haga cargo. Él viene a ti y está esperando una respuesta.
Señor de todo consuelo, tantas veces no reconozco
tu divina presencia en mi vida. Muy a menudo no te veo venir a
mí. Ayúdame a saber que Tú siempre estás ahí. Libérame de los muchos
temores de la vida, amado Señor, y dame valor para recibirte plenamente en mi
vida. Jesús, en Ti confío.
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