26 de abril del 2022: martes de la segunda semana de Pascua
(Juan
3, 7b-15) El Espíritu en mi vida es como una brisa ligera, casi
imperceptible. Para sentir su presencia, primero debo cerrar los ojos y luego
guardar silencio. Entonces abro mi corazón de par en par al amor de Dios que
nunca cesa de dar vida y de hacer crecer el Reino.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,32-37):
EL grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie
llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho
valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había
necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero
de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada
uno según lo que necesitaba.
José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la
consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió;
llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 92,1ab.1c-2.5
R/. El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,5a.7b-15):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero
no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del
Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?».
Le contestó Jesús:
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo:
hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no
recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis,
¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo
sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».
Palabra del Señor
Los efectos del Espíritu Santo
dijo Jesús
a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero
no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del
Espíritu».
¿Sientes la presencia del
Espíritu Santo en tu vida? En este pasaje, Jesús ofrece una imagen de cómo
el Espíritu Santo obra en nosotros. Él compara el Espíritu Santo con el
viento. Podemos oír el viento soplar, pero no verlo. Sin embargo,
percibimos los efectos del viento. Por ejemplo, cuando vemos un árbol
balanceándose, sabemos que sopla el viento.
Así es con el Espíritu Santo
en nuestras vidas. Aunque es posible que no podamos percibir tangiblemente
de dónde viene el Espíritu Santo, podremos ver los efectos del
Espíritu. Cuando percibimos en nosotros una nueva fuerza, o un aumento de
virtudes, o una capacidad de perdonar, etc., somos conscientes de que el
Espíritu Santo está presente, guiándonos y transformándonos.
Además, no sabemos hacia dónde
va el viento una vez que pasa. Así es con el Espíritu Santo. Si
nuestras vidas están bajo el poder y el cuidado del Espíritu Santo, no sabemos
a dónde seremos conducidos. El Espíritu Santo nos guía en el momento, pero
típicamente no revela todo nuestro futuro. Debemos contentarnos con ser
guiados por la dulce presencia diaria de Dios, dejándonos mover aquí y
allá. Esto requiere mucha confianza y abandono.
Reflexiona hoy sobre la
poderosa presencia del Espíritu Santo en tu vida. Busca los efectos del
Espíritu Santo para discernir si estás siendo verdaderamente guiado por Dios o
no. Déjate llevar y mover por el Soplo de Dios y anticipa grandes cosas en
tu vida.
Ven Espíritu Santo, renueva en
mí la gracia de mi Bautismo y guíame todos los días de acuerdo con Tu divina
voluntad. Me abandono a Tu glorioso cuidado y confío en los susurros de Tu
presencia en mi vida. Jesús, en Ti confío.
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