Santo del día:
Santa María Magdalena
Siglo I. Nacida en Magdala, a
orillas del mar de Galilea, estuvo al pie de la cruz cuando Jesús murió. Dos
días después, encontró la tumba vacía, vio a Cristo resucitado y corrió a
anunciar la extraordinaria noticia a los discípulos.
Giro (o "Cambio
radical")
(Juan 20, 1.11-18) La aparición a María Magdalena pone en escena uno de los muchos malentendidos del cuarto Evangelio. Al tomar a Jesús por el jardinero del cementerio, María Magdalena revela su intención: "llevarse" a aquel que le ha sido arrebatado.
Ahora bien, el Resucitado no puede ser "retenido",
guardado para sí: Él envía en misión, orienta a los suyos hacia los
demás y hacia el testimonio.
Así, la mujer desconsolada se convierte en “apóstol
de los Apóstoles”.
Jean-Marc Liautaud, Fondacio
Primera lectura
Cant 3, 1-4b
Encontré al
amor de mi alma
Lectura del libro del Cantar de los Cantares.
ESTO dice la esposa:
«En mi lecho, por la noche,
buscaba al amor de mi alma;
lo buscaba, y no lo encontraba.
“Me levantaré y rondaré por la ciudad,
por las calles y las plazas,
buscaré al amor de mi alma”.
Lo busqué y no lo encontré.
Me encontraron los centinelas
que hacen la ronda por la ciudad.
“¿Han visto al amor de mi alma?”.
En cuanto los hube pasado,
encontré al amor de mi alma».
Palabra de Dios.
O bien:
2 Cor 5, 14-17
Ahora ya no
conocemos a Cristo según la carne
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
HERMANOS:
Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos
murieron.
Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para
el que murió y resucitó por ellos.
De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna
vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así.
Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado,
ha comenzado lo nuevo.
Palabra de Dios.
Salmo
R. Mi alma está sedienta de ti, Dios mío.
V. Oh, Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.
V. ¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
V. Toda mi
vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
V. Porque
fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.
Aclamación
V. «¿Qué
has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba
abandonada». R.
Evangelio
Mujer, ¿por
qué lloras?, ¿a quién buscas?
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer,
cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús
amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al
sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y
otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis
hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre de ustedes, al Dios mío y Dios de
ustedes”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».
Palabra del Señor.
1
Él te llama por tu nombre
🕯️ Introducción
Queridos hermanos y hermanas en la fe:
Celebramos hoy con gozo la memoria de Santa
María Magdalena, la mujer que fue testigo privilegiada del poder de la
misericordia de Cristo y de su victoria sobre la muerte. Ella, que fue liberada
por Jesús de siete demonios, se convirtió en discípula fervorosa y en la primera
anunciadora del Resucitado.
En este Año Jubilar, en el que caminamos como peregrinos
de la esperanza, su figura brilla como un faro para todos los que buscan al
Señor entre lágrimas, como ella lo hizo. Hoy, esta celebración nos invita
también a orar con gratitud por nuestros benefactores, hombres y mujeres
que, a semejanza de María Magdalena, han amado y servido generosamente al Señor
y a su Iglesia.
📖 1.
Buscando al Amado en la noche del alma (Ct 3,1-4a)
La primera lectura del Cantar de los Cantares
nos presenta el alma enamorada que no puede soportar la ausencia del Amado. De
noche, en la oscuridad del alma, la amada sale en su búsqueda. No puede dormir
ni quedarse quieta. Su anhelo es tan profundo que arriesga la comodidad y la
seguridad para hallar a Aquél a quien su alma ama.
Santa María Magdalena personifica este poema. Su
vida fue transformada por el amor misericordioso de Jesús, y desde entonces no
pudo vivir sin Él. Por eso, después de la crucifixión, mientras los discípulos
se escondían por miedo, ella madrugó al sepulcro, movida no por la
costumbre sino por el amor.
Ella lo había conocido como Maestro, como Salvador,
como Redentor de su historia herida. Había sido alcanzada por su ternura y por
eso, cuando el cuerpo de Jesús desaparece, su dolor es más fuerte que el de
la muerte misma. La ausencia del Amado es para ella la noche más oscura.
Y en ese gesto tan humano de buscar, de preguntar,
de llorar... nos reconocemos todos. ¿Cuántas veces hemos buscado al Señor en la
noche de nuestras incertidumbres? ¿Cuántos bienhechores de nuestra comunidad
han sostenido la Iglesia con su generosidad aún en tiempos difíciles, como
expresión de un amor que no descansa?
✨ 2. Él te
llama por tu nombre (Jn 20,1.11-18)
El Evangelio de san Juan nos narra un momento
profundamente íntimo y revelador. María está junto al sepulcro, llorando. Ve a
los ángeles, ve a Jesús... pero no lo reconoce. No lo reconoce. ¿Por
qué? Porque su corazón está todavía velado por el dolor.
Entonces sucede lo inaudito: Jesús la llama por
su nombre. “¡María!”
Y todo cambia.
El Resucitado no se presenta con títulos ni con
pruebas. No le ofrece discursos ni argumentos. Solo pronuncia su nombre.
Y en esa voz hay una ternura que derrite la tristeza, una autoridad que vence
la muerte, una presencia que devuelve la esperanza.
Esta escena es la clave de todo encuentro con
Cristo. No es suficiente ver el sepulcro vacío, no basta con escuchar palabras
celestiales... hay que escuchar que Él nos llama por nuestro nombre.
Solo así se enciende la fe.
María Magdalena, la pecadora convertida en
discípula, nos enseña que Dios no nos ama genéricamente, sino personalmente.
Conoce nuestras heridas, nuestras búsquedas, nuestros nombres y nuestras
lágrimas. Y es precisamente allí, donde hemos llorado, donde Jesús se deja
encontrar.
🙏 3.
Gratitud por los que han amado mucho: nuestros benefactores
Jesús dijo que “al que mucho se le perdona, mucho
ama”. María Magdalena es la prueba viva de esto. Ella fue perdonada y respondió
con una entrega total.
Hoy, al orar por nuestros benefactores,
queremos agradecer a Dios por tantas personas que, como María Magdalena, han
amado mucho. Han ofrecido su tiempo, sus recursos, sus talentos, sus
oraciones, para sostener esta comunidad, esta misión, esta obra de Dios.
Muchos lo han hecho en silencio, sin buscar
reconocimiento, solo movidos por ese amor profundo que brota del corazón
agradecido. Ellos también han escuchado su nombre pronunciado por el
Resucitado, y han respondido con obras concretas.
Hoy les decimos: gracias. Gracias porque con
su generosidad hacen posible que el Evangelio siga siendo anunciado, que los
pobres sean ayudados, que la fe se mantenga encendida. En ustedes reconocemos
el rostro de una Iglesia viva, apasionada, esperanzada.
🌿 4. María
Magdalena, peregrina de la esperanza
En este Año Jubilar, Santa María Magdalena es
figura perfecta de una peregrina de la esperanza. Ella no se quedó en el
pasado, en la culpa, en la muerte o en la nostalgia. Caminó hacia la luz del
día, escuchó la voz del Maestro, y se convirtió en apóstol de la esperanza
para los mismos apóstoles.
La tradición la ha llamado “apóstol de los
apóstoles”, porque fue ella quien llevó la noticia más grande jamás dicha: ¡Él
vive! ¡He visto al Señor! (Jn 20,18)
¿No es ese también nuestro llamado hoy? Ser como
ella: testigos de esperanza en medio del dolor, anunciadores de la vida en
medio del miedo, discípulos apasionados que no se cansan de buscar al Amado.
✨ Conclusión:
Él también te llama hoy por tu nombre
Querido hermano, querida hermana: Jesús también te
llama hoy por tu nombre. Tal vez estés en una noche oscura, como María en
el huerto. Tal vez te falten respuestas, señales, certezas... pero Él está
allí. Y cuando lo escuches, cuando reconozcas su voz que te llama
personalmente, tu alma revivirá.
Que Santa María Magdalena interceda por nosotros
para tener su misma pasión por Cristo. Que no nos contentemos con ver de lejos,
sino que salgamos a buscarlo. Que podamos oírlo llamándonos. Que podamos
anunciarlo con valentía.
Y que hoy, de manera especial, el Señor bendiga a
nuestros benefactores, llamándolos también por su nombre, consolando sus penas,
recompensando su generosidad y haciéndolos testigos del Resucitado en sus
hogares, trabajos y comunidades.
🙏 Oración final
Señor
Jesús, Buen Pastor resucitado,
hoy recordamos con gratitud a tu discípula María Magdalena,
la mujer que te amó con el alma entera y que no descansó hasta encontrarte.
Gracias
porque también a nosotros nos llamas por nuestro nombre,
porque nos conoces, nos sanas y nos envías.
Te
pedimos por todos nuestros benefactores:
tómalos de la mano, consuélalos en sus luchas,
bendícelos con tu paz,
y permíteles ser, como María Magdalena,
testigos vivos de tu victoria.
Amén.
2
El giro de una vida: de la lágrima al anuncio
✨ 1.
La noche del alma: cuando el amor busca sin tregua (Ct 3,1-4a)
Queridos
hermanos:
La
Palabra de Dios hoy nos lleva a contemplar uno de los momentos más tiernos y
transformadores del Evangelio. Pero antes de llegar a ese encuentro en el
huerto, el Cantar de los Cantares nos describe con poesía lo que muchos hemos
experimentado: el alma que
busca al Amado y no lo encuentra.
En
esa noche del alma, María Magdalena camina entre tinieblas. La mujer liberada
por Jesús, aquella que lo siguió con fidelidad hasta la cruz, no puede aceptar
la idea de haberlo perdido también en la muerte. Por eso, sale en su búsqueda,
como la amada del Cantar, en la oscuridad, impulsada por un amor que no
descansa.
La
imagen es profundamente nupcial: es un amor que no se conforma con el recuerdo,
que no se resigna a la ausencia, que anhela volver a abrazar. María busca a
Jesús, pero aún no lo ha reconocido resucitado. Y en eso, hermanos, está su
humanidad... y la nuestra.
Cuántas
veces buscamos a Dios en medio de la confusión, sin saber que Él ya está a
nuestro lado. Cuántas veces lloramos, sin saber que ya ha comenzado una nueva
mañana.
🌿 2.
El malentendido que abre los ojos (Jn 20,1.11-18)
El
Evangelio de Juan nos regala una escena profundamente simbólica. María
Magdalena ve a Jesús, pero no
lo reconoce. Lo confunde con el jardinero. Es uno de los
“malentendidos” característicos del cuarto Evangelio, como bien lo señala el
comentario que nos inspira hoy.
Y
en ese malentendido hay una verdad espiritual poderosa:
María busca al muerto, pero el que se le presenta es el Viviente. Ella quiere “tomar”, “retener” al
Maestro que le ha sido arrebatado, quiere aferrarse a un recuerdo, a una
presencia física, al Jesús que conocía. Pero el Resucitado no puede ser poseído ni encerrado.
Él se manifiesta para enviar, no para ser guardado.
Este
es el gran giro
(retournement):
María Magdalena, mujer desconsolada, se transforma en discípula enviada. Pasa
del llanto al anuncio, de la pérdida al testimonio, del sepulcro a la misión.
Jesús la llama por su nombre —“¡María!”— y al pronunciarlo, la devuelve a la
vida. En esa sola palabra, todo cambia. Todo empieza de nuevo.
La
resurrección no consiste solo en ver a Jesús, sino en ser transformado por Él
y en salir a anunciarlo.
🎁 3.
Nuestros benefactores: testigos del amor que no se guarda
En
esta memoria de la discípula enviada, queremos dar gracias a Dios por nuestros benefactores: personas
que, como María Magdalena, han conocido a Jesús, lo han amado profundamente, y
no lo han querido guardar solo para sí, sino que lo han compartido con
generosidad.
Un
benefactor es alguien que ha hecho el giro pascual: ha pasado del amor egoísta
al amor generoso, del temor al don, del acaparar al ofrecer. Sus gestos, sus aportes, sus oraciones,
sus presencias, sostienen la vida de la Iglesia.
¡Cuántas
obras no existirían sin ellos! ¡Cuántos templos, seminarios, obras sociales, y
comunidades parroquiales son testimonio del paso fecundo de benefactores silenciosos
y fieles!
Hoy,
en este año de gracia, queremos proclamar que el Reino de Dios también se edifica gracias al amor
concreto de quienes no retienen, sino que entregan. A ellos les
decimos: “Gracias por ser
María Magdalena en medio del pueblo de Dios”. Gracias por haber
oído la voz del Maestro, y por haber dicho con su vida: “He visto al Señor”.
🌅 4.
El Salmo 62: el alma sedienta se convierte en testigo
El
salmo responsorial canta con fuerza el anhelo de quien ha sido tocado por el
amor divino:
"Oh Dios, tú eres mi
Dios, por ti madrugo; mi alma está sedienta de ti..." (Sal
62,2)
Esta
oración encarna el corazón de María Magdalena. Su búsqueda, sus lágrimas, su
deseo, son expresión de un alma que no se conforma con lo superficial. Solo quien ama así, puede reconocer al
Señor cuando se le revela.
Y
así como ella se convirtió en “apóstol
de los Apóstoles”, también nosotros estamos llamados a ser anunciadores de la esperanza,
en un mundo que muchas veces solo ve cementerios y no jardines, que se queda en
la muerte sin ver la resurrección.
En
este Año Jubilar, necesitamos más María Magdalenas: personas capaces de llorar,
de esperar, de escuchar su nombre, y de correr a contar que la vida ha vencido.
🙏 5.
Conclusión: ¿Quién necesita que tú le digas “He visto al Señor”?
Queridos
hermanos:
Jesús
está vivo. Pero no todos lo saben. Y muchos lo han buscado donde no está, o se
han quedado llorando junto al sepulcro de sus frustraciones.
María
Magdalena nos enseña que el
encuentro con el Resucitado no es para guardarlo, sino para proclamarlo.
No basta con haber sido salvados. Tenemos que convertirnos en testigos y benefactores de la esperanza.
Y
así como ella fue enviada a los apóstoles, también tú eres enviado a tu familia, a tu
comunidad, a tu entorno. ¿Quién necesita que tú le digas hoy: “He visto al Señor”?
Que
Santa María Magdalena, fiel testigo del amor, interceda por nosotros. Que su
ejemplo nos ayude a no guardar a Jesús solo para nosotros, sino a ofrecerlo con
gozo. Y que nuestros benefactores, por quienes hoy oramos con gratitud, sean
colmados de bendiciones, de consuelo y de paz.
✨ Oración
final por los benefactores
Señor
Jesús,
Resucitado y glorioso,
Tú que pronuncias el nombre de
cada uno con ternura y poder,
hoy te pedimos por nuestros
benefactores.
Bendícelos
con tu luz y tu paz,
dales salud, esperanza y
fortaleza.
Que su generosidad, como la de
María Magdalena,
fructifique en obras de amor
para muchos.
Hazlos
testigos de tu Resurrección
en sus familias, en sus
trabajos y en su servicio a la Iglesia.
Y cuando llegue su hora,
llámalos por su nombre,
y dales parte en tu alegría
eterna.
Amén.
3
Una fidelidad sin fisuras
✨ 1. Las
lágrimas de quien ha sido redimida (Jn 20,1.11-18)
Queridos hermanos:
La escena del Evangelio de hoy es una de las más
conmovedoras de toda la Escritura. María Magdalena, mujer transformada por el
amor de Cristo, se queda junto al sepulcro... llorando. Sus lágrimas no
son de resignación, sino de amor. Son las lágrimas de quien ha recibido tanto
que no concibe haber perdido al Señor.
Este detalle, aparentemente simple, encierra un
misterio profundo: la fidelidad de María no depende de certezas, sino de
amor. Ella no comprende aún la resurrección. Pero permanece. No tiene
explicaciones, pero permanece. No ve, pero cree con el corazón. Su amor no se
interrumpe ante la oscuridad.
Ese es el corazón de la homilía de hoy: una
fidelidad sin fisuras, una fidelidad que permanece cuando todo parece
perdido. Y en ese amor que no se rinde, María es figura de tantos benefactores,
personas que siguen sosteniendo la obra de Dios incluso cuando no ven
resultados inmediatos, incluso cuando atraviesan pruebas o silencios de Dios.
🌿 2. El
corazón transformado por el perdón
Hay un hecho clave en la historia entre María Magdalena y Jesús, recordemos que el Maestro expulsó siete demonios de María Magdalena (cf. Lc 8,2).
Aquella mujer atormentada, quizás marginada y señalada, fue liberada por la
gracia.
Y su vida cambió radicalmente. Se convirtió en discípula,
servidora, y testigo. Con sus recursos sostuvo la misión, con su presencia
acompañó al Crucificado, y con su fe acogió al Resucitado. Fue una mujer con
pasado, sí… pero sobre todo con futuro.
¡Cuántos de nosotros, y cuántos de nuestros
benefactores, también cargan historias marcadas por heridas, errores, caídas...
pero que han sido redimidas! María Magdalena nos enseña que lo importante no es
de dónde venimos, sino a quién seguimos. Que el verdadero amor nace de
haber sido tocados por la misericordia de Cristo.
📖 3. La
búsqueda apasionada del Amado (Ct 3,1-4a)
La primera lectura, del Cantar de los Cantares,
representa la búsqueda apasionada del alma enamorada. De noche, la amada se
levanta y va en busca de su Amado. Lo busca por las calles, pregunta por él, no
se detiene hasta encontrarlo.
Esta escena poética cobra carne en la figura de
María Magdalena. Su búsqueda es ardiente, es total, es desbordada. No le
importa exponerse, no le importa llorar en público, no le importa la
incomprensión. El amor no calcula, el amor simplemente busca.
Esta es también la actitud del verdadero discípulo
y del auténtico benefactor: buscar el rostro de Dios, y colaborar en que
otros también lo encuentren. En el Año Jubilar, este poema se convierte en
lema: “He encontrado al Amor de mi alma” (Ct 3,4a). ¿Qué más podríamos
desear?
🙌 4. El
alma que anhela y permanece (Sal 62)
El salmo canta: “Mi alma está sedienta de ti,
Señor, como tierra reseca, agostada, sin agua”.
Y también: “Tu gracia vale más que la vida”.
Es el salmo perfecto para quien ama con todo el
corazón. Es el suspiro de María Magdalena junto al sepulcro. Es el clamor de
tantos fieles y benefactores que no han dejado de confiar, de buscar, de
servir, incluso cuando todo parece oscuro.
El alma que ha sido tocada por la gracia no puede
dejar de anhelar a su Señor. Y ese anhelo lo transforma todo: las lágrimas se
vuelven alabanza, el llanto se vuelve misión, la pérdida se vuelve encuentro. Y
el silencio se llena de una voz que llama por el nombre: “¡María!”.
🕊️ 5.
Benefactores: testigos de una fidelidad activa
Hoy queremos orar por nuestros benefactores,
aquellos hombres y mujeres que, con su fidelidad silenciosa, hacen visible
el rostro de María Magdalena en la Iglesia de hoy.
Ellos, como ella, no se han apartado del Señor en
los momentos difíciles. Han sostenido templos, obras sociales, vocaciones, misioneros...
No han buscado protagonismo, sino servicio. No se han movido por moda, sino por
amor.
Su fidelidad también ha sido sin fisuras.
Una fidelidad que nace de haber sido tocados por la misericordia. Una fidelidad
que permanece, que se desvive, que colabora con generosidad. Hoy el Resucitado
les dice también a ellos:
“Ve y dile a mis hermanos que estoy vivo”.
🌅 6.
Conclusión: Fidelidad que transforma la historia
Querido hermano, querida hermana:
Santa María Magdalena nos deja una lección eterna.
Ella no fue la más sabia, ni la más influyente, ni la más pura...
Pero amó más que todos, y fue fiel hasta el final.
Por eso, Jesús se dejó ver primero por ella. Por
eso la hizo mensajera de la Resurrección. Por eso la historia cambió a
través de sus lágrimas.
En este Año Jubilar, Dios también nos llama a esa
fidelidad. No necesariamente heroica, pero sí constante. No siempre pública,
pero sí real. Que el ejemplo de María Magdalena nos impulse a amar más,
servir más, confiar más.
Y que el Señor bendiga con abundancia a nuestros
benefactores, recompensando su fidelidad, su generosidad y su amor. Que un día,
también a ellos les diga con ternura:
“Has sido fiel en lo poco… entra en el gozo de tu Señor.” (Mt 25,21)
🙏 Oración
final
Señor
Jesús,
tú que transformaste el corazón de María Magdalena
y la hiciste testigo privilegiada de tu resurrección,
te damos gracias por quienes, como ella,
te han amado con fidelidad incansable.
Bendice a
nuestros benefactores,
sostenlos con tu fuerza,
renueva su esperanza en los momentos difíciles
y concédeles la gracia de verte un día cara a cara.
Que sus
obras generosas den fruto abundante,
y que su ejemplo inspire a otros a servir con amor.
Jesús resucitado, en ti confiamos.
Amén.
22 de julio: Santa María Magdalena — Fiesta
Siglo I
Patrona de: farmacéuticos,
contemplativos, conversos, guanteros, peluqueros, pecadores penitentes,
personas ridiculizadas por su piedad, perfumeros, prostitutas reformadas,
curtidores, mujeres.
Invocada contra: tentaciones sexuales
📖 Cita:
Jesús le
dijo:
—«Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
Ella, pensando que era el jardinero, le dijo:
—«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.»
Jesús le dijo:
—«¡María!»
Ella se volvió y le dijo en hebreo:
—«¡Rabbuní!», que significa Maestro.
Jesús le dijo:
—«No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Pero ve a mis hermanos
y diles: “Subo a mi Padre y Padre vuestro, a mi Dios y Dios vuestro.”»
Entonces María de Magdala fue y anunció a los discípulos:
—«¡He visto al Señor!» y contó lo que Él le había dicho.
~ Juan
20,11–18
💭 Reflexión:
Santa
María Magdalena, también conocida como la Magdalena o María de Magdala,
probablemente lleva su nombre del bullicioso pueblo pesquero de Magdala,
situado en la costa occidental del Mar de Galilea. Toda la información sobre
María proviene de los Evangelios. En Lucas 8,1–3 se la presenta como una de las
muchas mujeres que acompañaban a Jesús y a los Doce, proveyéndoles con sus propios
recursos. Se dice que estas mujeres fueron “curadas de espíritus malignos y
enfermedades”, y específicamente se indica que María fue liberada de “siete
demonios”.
Ser
liberada de siete demonios tiene implicaciones significativas. Podría
significar que María fue realmente poseída, obsesionada u oprimida por siete
demonios distintos. El número siete también simboliza la plenitud o totalidad,
lo que implica que pudo haber estado completamente poseída o que su liberación
fue una liberación
perfecta. Es decir, que nunca regresó a los pecados de los que
Jesús la rescató. Algunos sugieren que los siete demonios representan los siete pecados capitales,
lo cual implicaría que María había cometido graves transgresiones en cada uno
de ellos y fue liberada de todos esos hábitos pecaminosos.
En
el capítulo anterior del Evangelio de Lucas, Lucas 7,36–50, se narra la
historia de una mujer pecadora anónima que interrumpe una cena a la que asistía
Jesús en casa de Simón el fariseo. No se nombra el pecado de esta mujer, pero
su arrepentimiento es claro. Trae consigo un “frasco de alabastro con perfume”,
se coloca detrás de Jesús, llora,
lava sus pies con lágrimas, los seca con su cabello y los unge con el perfume.
Después de una conversación con Simón, que juzgaba tanto a la mujer como a
Jesús en su interior, el Señor dice:
“Se le han perdonado muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor.”
Y luego le dice a ella: “Tus pecados están perdonados... Vete en paz.”
A
lo largo de los siglos, muchos han presumido que esta mujer pecadora era María
Magdalena. Aunque es posible, y algunos lo consideran probable, no hay manera definitiva de saberlo.
Esta mujer pecadora podría haber sido María de Betania, la hermana de Lázaro y
Marta. Podría haber sido otra mujer no mencionada en otros pasajes bíblicos, o
una de las muchas mujeres que acompañaban a Jesús.
La
segunda vez
que se menciona explícitamente a María Magdalena en la Biblia es en la crucifixión de Jesús.
Mateo, Marcos y Lucas afirman que ella y otras mujeres estaban presentes, observando
desde cierta distancia. El Evangelio de Juan, sin embargo, dice que estaba junto a la cruz, cerca
de la madre de Jesús y de su tía:
“Estaban junto a la cruz de
Jesús su madre, la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María de
Magdala” (Jn 19,25).
La
tercera vez
que aparece es después de
la Resurrección. Mateo, Marcos y Lucas indican que fue al
sepulcro temprano el domingo para ungir el cuerpo de Jesús, acompañada por
otras mujeres. El Evangelio de Juan, sin embargo, dice que fue sola, encontró
la piedra removida y el cuerpo de Jesús ausente. Corrió entonces a avisar a
Pedro y a Juan, quienes encontraron el sepulcro tal como ella lo describió.
Ellos se marcharon, pero María
permaneció llorando junto al sepulcro.
Dos
ángeles se le aparecen dentro del sepulcro. Luego se da la vuelta y ve a
alguien que confunde con el jardinero. Le pregunta si él ha tomado el cuerpo de
Jesús. En ese momento, Jesús
le dice su nombre: “¡María!”, y ella lo reconoce. Jesús le
dice:
“No me retengas, porque aún no
he subido al Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro
Padre, a mi Dios y vuestro Dios’” (Jn 20,17).
Entonces, María va
rápidamente y anuncia a los discípulos que ha visto al Señor.
Debido
a que fue María quien fue enviada primero a anunciar la Resurrección de Cristo,
Santo Tomás de Aquino la
llamó “Apóstol de los Apóstoles”. Aunque se puede inferir de la
Escritura que María Magdalena fue la primera en ver al Señor resucitado,
algunos sostienen que Jesús apareció
primero a su propia Madre, la Virgen María, aunque los
Evangelios no lo mencionan explícitamente. El Papa San Juan Pablo II se refirió a esto,
diciendo:
“Es legítimo pensar que la Madre fue probablemente la
primera persona a quien se apareció Jesús resucitado. ¿No podría su ausencia en
el grupo de mujeres que fue al sepulcro indicar que ya se había encontrado con
Él?”
(Audiencia general, 3 de abril de 1996).
Nada
más se sabe con certeza sobre María Magdalena después de estos relatos
bíblicos. Una antigua tradición sostiene que acompañó a Juan y a la Virgen María a Éfeso,
donde pasó el resto de sus días.
🌟 Celebramos
hoy la misericordia sin límites de Dios.
El
encuentro con Jesús cambió la vida de María para siempre. Jesús no dudó en asociarse con esta
mujer liberada de siete demonios. De la misma manera, Jesús nunca duda en unirse a quienes se
arrepienten sinceramente de sus pecados, sin importar su
pasado.
La
vida de María nos dice que hay
esperanza para todos. Antes de su transformación, muchos
probablemente la consideraban sin remedio. Pero Jesús no la descartó, y
tampoco descarta a nadie.
En
el año 2016,
el Papa Francisco elevó la
memoria de Santa María Magdalena al rango de fiesta en el
calendario litúrgico. Lo hizo durante el Jubileo
Extraordinario de la Misericordia, para resaltar la importancia
del papel de Santa María Magdalena en los Evangelios, la profundidad de su amor
por Cristo, y destacar la Divina
Misericordia de Dios.
🙏 Oración
Santa María
Magdalena,
tú viviste una vida de pecado,
pero al encontrarte con Jesús,
te arrepentiste y lo seguiste.
Fuiste fiel
a Él durante todo su ministerio
y fuiste testigo de su muerte y resurrección.
Ruega por mí,
para que siempre tenga el valor de arrepentirme de mis pecados
y permanecer contigo al pie de la cruz,
para que también pueda ser testigo de los efectos transformadores
de la Resurrección.
Santa
María Magdalena, ruega por mí.
Jesús, en Ti confío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones