martes, 8 de octubre de 2013

En los 40 años de la muerte de Gabriel Marcel (1889-1973)



Filósofo católico, dramaturgo y crítico francés que mantenía que los individuos tan sólo pueden ser comprendidos en las situaciones específicas en que se ven implicados y comprometidos.


Si Marcel hubiese vivido en estos comienzos del siglo XXI sin duda habría insistido en la paradójica situación de un mundo que se cree casa vez más seguro y fuerte gracias al desarrollo de la técnica, cuando en realidad es cada vez más inseguro y débil por haber sido construido a espaldas de la trascendencia (cfr. Gaudium Et Spes, Concilio Vaticano II)


El pensamiento de Marcel  se revela de gran actualidad en momentos en que la humanidad parece perder la capacidad de soñar y esperar caminos de un futuro más humano.




Durante mis años de formación filosófica para ser  sacerdote, tanto  en la U como el seminario, me mostraron fugazmente la vida y obra de Gabriel Marcel. Es decir, no se nos habló mucho oficialmente en el salón de clase y en los libros oficiales su nombre y sus ideas no demandaban mucha tinta.

Lo que aprendí de Marcel, fue más bien autodidácticamente, ya que a él le hacían sombra Jean Paul Sartre, Marleau-Ponty y Albert Camus, con quienes se relacionaba y se ponía en el mismo paquete del existencialismo.

Pero hay que decir que son distintos existencialismos, mientras el de Sartre es pesimista y ateo, el de Camus es optimista pero prescinde de Dios (lo que nos salva es la solidaridad). A Marcel lo matriculaban en el  existencialismo cristiano, calificativo que no le gustaba y prefería llamar a su pensamiento “neo-socrático”.

Si el público se empecina a no conocer o adentrarse en la obra filosófica de Gabriel Marcel, la razón es porque ella tiene la reputación de ser difícil, ver confusa…( nunca ha sido fácil asumir el credo, la fe…)

La filosofía de Gabriel Marcel requiere en definitiva más empatía que  análisis para ser comprendida; en efecto, su esencia es de orden puramente afectivo (por no decir existencial), y la bondad permanece irremediablemente como su última palabra.

Después de una búsqueda de muchos años, quizás 20, se convirtió al cristianismo 
católico haciéndose bautizar el 3 de marzo de 1929, a la edad de 40 años.

De hecho algunos biógrafos suyo se atreven a afirmar que Sartre en un primer momento estuvo muy influenciado por las ideas y el pensamiento de Marcel, quizás simpatizaron por cierto tiempo, pero luego Sartre se deja conducir por el ateísmo y la sinrazón y se convierte en el gran exponente del existencialismo en Europa…Muchos piensan que a Marcel le fue arrebatado este título…pero no es de extrañarse, en los últimos siglos parece ser que todo aquello o aquel que se atreva a negar a Dios o a supeditarlo a la realidad se vuelve más farandulero, más célebre y aparentemente más influyente. La prueba la tenemos hoy, Sartre es más conocido, más citado y lamentablemente para nosotros los hombres y mujeres de fe su influencia ha sido catastrófica para la vivencia concreta de los valores cristianos en la sociedad…En un mundo ideal, sabio, la delantera e influencia la tendría más la bondad, la apertura a la trascendencia y la importancia de la fe de Marcel…

En fin, la gran pregunta que atraviesa su filosofía desde el principio hasta el final es la siguiente: cómo la fe puede ser objeto de análisis inteligible, mismo cuando ella trasciende a todo saber?

El amor, más fuerte que la muerte, conduce al cristianismo

La experiencia subjetiva es el fundamento de la filosofía de Gabriel Marcel (la pérdida de su madre cuando apenas tenía 3 años), y su primera lección es la siguiente: el amor hacia un ser implica la inmortalidad de este último, puesto que el amor es la afirmación de la eternidad. Esta primera verdad, discernible por todos y cada uno y que induce necesariamente a la esperanza: cuando yo amo totalmente a alguien, yo espero (y no será que un instante) la eternidad de ese vínculo, la dilatación infinita de su fuerza. Ahora, justamente es la esperanza el fundamento de la fe católica, y el amor es el mensaje que profesa Jesús.

Además, la vida nos demuestra que el amor se manifiesta por la disolución del “yo” egoísta en el “nosotros” unitario…El amor es fusión, y es de él entonces que procede la felicidad que se siente; la doctrina católica no dice otra cosa: es en el “nosotros” que se accede al ser verdadero.

Gabriel Marcel sostiene entonces que la crucifixión y la resurrección son las únicas capaces de darle un sentido a nuestra vida. En efecto, el amor encuentra su manifestación más fuerte en el sacrificio por aquellos que se ama, para que ellos sobrevivan; esa es la significación de la crucifixión de Jesús. En cuanto a la resurrección, ella es la concretización de la esperanza en la inmortalidad del vínculo que nos une a aquellos que se ama. Si el amor es más fuerte que la muerte, la resurrección debe entonces necesariamente ser sostenida.

De este modo, la Verdad es trascendente por esencia, ella es afectiva antes que racional y la experiencia sensitiva de la música nos lo prueba: ciertas melodías son inexplicablemente portadoras de verdad, ellas nos emocionan profundamente sin que ellas tengan el menor contenido racional objetivable: la verdad sale de lo afectivo.


Contra el nihilismo, el pesimismo y la nada:
Con Gabriel Marcel, se trata entonces de esperar. Desde luego, pesimismo y desespero se han de rechazar de manera absoluta, puesto que ellos sumergen al ser bajo la anda, ellos afirman el triunfo de la derrota o fracaso.

El desespero está en el centro de nuestra condición: muerte, desgracias, calamidades…todos son invitados, inevitables y conspiran…Optar por el desespero, es resignarse mientras que la verdad implica el coraje y la insumisión ante la apariencia de los hechos.

Gabriel Marcel, un católico ambiguo:

Desde sus primeros años de juventud, Gabriel Marcel se adhiere globalmente al mensaje cristiano. Según él, la fe es “la evidencia de las cosas no vistas”. La religión no es un credo, un código de preceptos, sino más bien la FE en el valor absoluto de la vida. Esta convicción personal lo lleva, a los 40 años, a convertirse a la Iglesia católica y a alejar la opción protestante, que no encarna la plenitud de aquello que se piensa o es censado ser el cristianismo, a saber una fidelidad creadora.

Ahora, si bien es verdad que él insiste sobre la resurrección de Cristo y de los hombres, Gabriel Marcel se aleja de la doctrina católica en ciertos puntos:

Primeramente, la fe no pertenecería al orden de lo verificable, lo que le conduce a rechazar el tomismo (de Tomás de Aquino) y las pruebas de la existencia de Dios oficialmente acreditadas por la Iglesia.

De otro lado, su no gusto o empatía por el Antiguo Testamento crea un abismo o distancia vertiginosos entre sus convicciones y el enraizamiento de la Iglesia en el terreno del judaísmo original. 

En fin, Gabriel Marcel afirma que nadie puede creer tener la fe, porque esto sería considerarla como un tener, una posesión.

Una filosofía de Derecha:

Gabriel Marcel se cualifica hombre de Derecho, en razón de su repugnancia por el socialismo inmanente y a causa de la negación de lo sobrenatural por la izquierda (filósofos de la sospecha: Feuerbach, Freud, Marx…) sus derechismo se ve sin embargo abierto pero rechazando toda idea de crispación conservadora. De hecho, la generosidad y la bondad están en el corazón de su filosofía.
El hombre de izquierda se complace en indignarse, suponiendo las condiciones reales del mundo (muy diferentes) que en verdad no son así. Arriesgando aparecer cínico, el hombre de derecha aprehende la realidad en toda su complejidad, sin olvidar que el presente es siempre tributario del pasado.
De este modo, en lo concerniente al arte contemporáneo en las iglesias, Gabriel Marcel afirma hábilmente: “Si hay un campo o dominio donde el espíritu de abstracción debe ser borrado, es con certeza en éste”.
En la época de la Guerra Fría, el elige sin equívoco el campo occidental. Por otra parte, él compara las revoluciones con crisis patológicas que son a veces necesarias para desarrollar el crecimiento de un organismo.
Gabriel Marcel es nostálgico del pasado; aterrado por la civilización tecnocrática que se perfila, él extraña el fin del siglo XIX, cuando según él: “el mundo estaba normalmente constituido”.

Los límites de la filosofía de Gabriel Marcel

La Filosofía de Marcel contiene un cierto número de fallas que alteran un poco su valor.

-        Antes que nada, su filosofía carece de rigor lógico en su compromiso católico; su alergia hacia el Antiguo Testamento es inconciliable con el mensaje del evangelio, anunciando el cumplimiento y no la abolición de la Ley.

-        En su obra aparece de manera regular su escasa o débil formación teológica. (eso dicen sus adversarios?)


-        Su obra maestra “El diario metafísico”, es contradictorio y poco claro, como lo será su obra en general. (otra chuzada de sus adversarios?)


Citaciones interesantes:

“yo soy terriblemente alérgico al Antiguo Testamento” (Archivos del Siglo XX).

“Existir es coexistir” (En “presencia e inmortalidad”).

“Para mí la igualdad es egocéntrica, es una pretensión. “Yo soy tu igual”. Lo que es admirable en la fraternidad, es que ella dice al otro: “Tú eres mi hermano” (Artículo “Yo tengo horror de la dictadura”).

« Yo me opongo completamente a aquellos que buscan racionalizar el catolicismo y a frenar lo que es milagroso » (conversaciones)

“Los misterios no son problemas insolubles, sino realidades no objetivables, pero que al estar inmersos en ellas nos iluminan”.

“Si no hubiera sobre la tierra  nada más que los vivientes (los vivos),ésta sería de hecho invivible e inhabitable”  (me recuerda la profesión de “Creo en la comunión de los santos” de nuestro Credo católico)

“El hombre depende en gran  y larga medida de la idea que él se hace de sí mismo”

“Amar a alguien es decirle: tú no morirás jamás.”

Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive.”

Mientras sea creador, por bajo que sea el nivel de su creación, un hombre puede considerarse verdaderamente libre.”

Debemos vivir y trabajar, en cada momento, como si tuviésemos la eternidad ante nosotros”. (Mi último obispo de origen belga en Camerún decía: “por qué andar apresurados…si tenemos la eternidad ante nosotros”, seguro que el buen obispo era simpatizante de Marcel.)

“Hay seres en quienes se siente la realidad de Cristo tan viva que a uno no se le permite dudar de esa presencia divina”.

“La muerte como trampolín de una esperanza absoluta. Un mundo donde la muerte sería frustrante o un fracaso sería un mundo donde la esperanza no existiría que en estado de larva”.

“La soledad es esencial para la fraternidad”

“La esencia del hombre no será acaso aquella de un ser que puede dar testimonio?”   (Quizás esto inspiró al papa  Pablo VI a decir en la encíclica Evangeli Nuntiandi: “La Iglesia no existe que para evangelizar…esa es su esencia”).

“No hay sino un sufrimiento y es estar solo”.


“Amar a alguien es esperar en él (ella) por siempre”



Síntesis biográfica

Familiares de Gabriel Marcel
Familiares de Gabriel Marcel
Nace el 7 de diciembre de 1889 en la ciudad de París perteneciente a Francia. A la edad de cuatro años perdió a su mamá. Fue educado en un ambiente cariñoso por su abuela y si tía, esta última a los pocos años pasó a ser madrastra de él. Era de origen judío.
Su padre, Henri Marcel, era diplomático y consejero de Estado. Después fue nombrado director de la Escuela de Bellas Artes al tiempo que atendía diversos encargos dentro del Museo y de la Biblioteca Nacional.

Estudios

Estudió en el Liceo Carnot y en la Universidad de la Sorbonne, donde cayó bajo la influencia del idealismo crítico de León Brunschvig y del espiritualismo de Henri Bergson. Luego enseñó en algunos liceos clásicos, y más tarde se dedicó al periodismo y a la crítica literaria.

Trayectoria

Se convirtió al catolicismo en 1929, y fue profesor en la École Normal Supérieure de París y en varios institutos franceses y de otros países.
En su pensamiento se hace sentir la doble influencia bergsoniana y de pensamiento idealista angloamericano, sobre todo por lo que se refiere a la enseñanza ética y religiosa de Bradley y Royce.
Defendió el primado de la filosofía del conocimiento, y afirmó que la metafísica no debe degradar el misterio ontológico a problema sino reconocerlo como tal. Su pensamiento es esencialmente una filosofía de lo indemostrable, una exploración de los elementos de la realidad que no se pueden aprehender mediante el conocimiento objetivo.

Muerte

Muere el 8 de octubre de 1973 en la ciudad de París, a la edad de 84 años.

Obra

Obras del filósofo Gabriel Marcel
Obras del filósofo Gabriel Marcel
Diario metafísico, escrito entre los años 1913 y 1922, y publicado en el 1927 (el mismo año en que fue publicado Ser y tiempo de Heidegger), en el que Marcel documenta su descubrimiento del sentido de la existencia.
De 1935 es Ser y tener, en la que Marcel desarrolla el tema de la existencia humana en el contexto de la distinción que le hizo famoso entre “problema” y “misterio”; esta obra fue precedida por una obra breve de importancia fundamental llamada Posiciones y aproximaciones concretas al misterio ontológicopublicada en el año 1933.
En 1940 publica De la negación a la invocación. Sobre la esperanza humana —otro tema muy de Marcel— aparecerá en 1944 un volumen rico y compacto,Homo viator., seguido un año más tarde por Para un prolegómeno de una metafísica de la esperanza. A inicios de los años cincuenta dará a la imprenta un volumen amplio, fruto de las Gifford Lectures: El misterio del ser (1951).

Teatro

  • Vers autre royaume: L’emissaire; Signe de la Croix, Aubier-Montaigne, Paris 1949
  • Rome n’est plus pas dans Rome, Paris, Aubier-Montaigne 1951
  • Teatro: Roma ya no está en Roma; Un hombre de Dios; El emisario, Losada, Buenos Aires 1953; *El dardo; La sed; La señal de la cruz, en Obras selectas (I), pp. 389-608
  • El mundo roto; Un hombre de Dios; El camino de Creta, en Obras selectas (II), pp. 265-564.

Compositor

  • Chenu 1948
  • Cañas 1998: 157-264

Ediciones en español de las obras




Enlaces a documentos  interesantes sobre su vida y obra:















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