En los 40 años de la muerte de Gabriel Marcel (1889-1973)
Filósofo católico, dramaturgo y crítico francés que mantenía que
los individuos tan sólo pueden ser comprendidos en las situaciones específicas
en que se ven implicados y comprometidos.
Si Marcel hubiese vivido en estos comienzos del siglo XXI sin
duda habría insistido en la paradójica situación de un mundo que se cree casa
vez más seguro y fuerte gracias al desarrollo de la técnica, cuando en realidad
es cada vez más inseguro y débil por haber sido construido a espaldas de la
trascendencia (cfr. Gaudium Et Spes, Concilio Vaticano II)
El pensamiento de Marcel se revela de gran actualidad en momentos en que la humanidad parece perder la capacidad de soñar y esperar caminos de un futuro más humano.
Durante mis años de formación filosófica para ser sacerdote, tanto en la U como el seminario, me mostraron
fugazmente la vida y obra de Gabriel Marcel. Es decir, no se nos habló mucho
oficialmente en el salón de clase y en los libros oficiales su nombre y sus
ideas no demandaban mucha tinta.
Lo que aprendí de Marcel, fue más bien autodidácticamente, ya
que a él le hacían sombra Jean Paul Sartre, Marleau-Ponty y Albert Camus, con
quienes se relacionaba y se ponía en el mismo paquete del existencialismo.
Pero hay que decir que son distintos existencialismos,
mientras el de Sartre es pesimista y ateo, el de Camus es optimista pero
prescinde de Dios (lo que nos salva es la solidaridad). A Marcel lo
matriculaban en el existencialismo
cristiano, calificativo que no le gustaba y prefería llamar a su pensamiento
“neo-socrático”.
Si el público se empecina a no conocer o adentrarse en la
obra filosófica de Gabriel Marcel, la razón es porque ella tiene la reputación
de ser difícil, ver confusa…( nunca ha sido fácil asumir el credo, la fe…)
La filosofía de Gabriel
Marcel requiere en definitiva más empatía que
análisis para ser comprendida; en efecto, su esencia es de orden
puramente afectivo (por no decir existencial), y la bondad permanece
irremediablemente como su última palabra.
Después de una búsqueda de muchos años, quizás 20, se
convirtió al cristianismo
católico haciéndose bautizar el 3 de marzo de 1929, a
la edad de 40 años.
De hecho algunos biógrafos suyo se atreven a afirmar que
Sartre en un primer momento estuvo muy influenciado por las ideas y el
pensamiento de Marcel, quizás simpatizaron por cierto tiempo, pero luego Sartre
se deja conducir por el ateísmo y la sinrazón y se convierte en el gran
exponente del existencialismo en Europa…Muchos piensan que a Marcel le fue
arrebatado este título…pero no es de extrañarse, en los últimos siglos parece
ser que todo aquello o aquel que se atreva a negar a Dios o a supeditarlo a la
realidad se vuelve más farandulero, más célebre y aparentemente más influyente.
La prueba la tenemos hoy, Sartre es más conocido, más citado y lamentablemente
para nosotros los hombres y mujeres de fe su influencia ha sido catastrófica
para la vivencia concreta de los valores cristianos en la sociedad…En un mundo
ideal, sabio, la delantera e influencia la tendría más la bondad, la apertura a
la trascendencia y la importancia de la fe de Marcel…
En fin, la gran pregunta que atraviesa su filosofía desde el
principio hasta el final es la siguiente: cómo la fe puede ser objeto de análisis
inteligible, mismo cuando ella trasciende a todo saber?
El amor, más fuerte que
la muerte, conduce al cristianismo
La experiencia subjetiva es el fundamento de la filosofía de
Gabriel Marcel (la pérdida de su madre cuando apenas tenía 3 años), y su
primera lección es la siguiente: el amor hacia un ser implica la inmortalidad
de este último, puesto que el amor es la afirmación de la eternidad. Esta
primera verdad, discernible por todos y cada uno y que induce necesariamente a
la esperanza: cuando yo amo totalmente a alguien, yo espero (y no será que un
instante) la eternidad de ese vínculo, la dilatación infinita de su fuerza.
Ahora, justamente es la esperanza el fundamento de la fe católica, y el amor es
el mensaje que profesa Jesús.
Además, la vida nos demuestra que el amor se manifiesta por
la disolución del “yo” egoísta en el “nosotros” unitario…El amor es fusión, y
es de él entonces que procede la felicidad que se siente; la doctrina católica
no dice otra cosa: es en el “nosotros” que se accede al ser verdadero.
Gabriel Marcel sostiene entonces que la crucifixión y la resurrección
son las únicas capaces de darle un sentido a nuestra vida. En efecto, el amor
encuentra su manifestación más fuerte en el sacrificio por aquellos que se ama,
para que ellos sobrevivan; esa es la significación de la crucifixión de Jesús.
En cuanto a la resurrección, ella es la concretización de la esperanza en la
inmortalidad del vínculo que nos une a aquellos que se ama. Si el amor es más
fuerte que la muerte, la resurrección debe entonces necesariamente ser
sostenida.
De este modo, la Verdad es trascendente por esencia, ella es
afectiva antes que racional y la experiencia sensitiva de la música nos lo
prueba: ciertas melodías son inexplicablemente portadoras de verdad, ellas nos
emocionan profundamente sin que ellas tengan el menor contenido racional
objetivable: la verdad sale de lo afectivo.
Contra el nihilismo, el
pesimismo y la nada:
Con Gabriel Marcel, se trata entonces de esperar. Desde
luego, pesimismo y desespero se han de rechazar de manera absoluta, puesto que
ellos sumergen al ser bajo la anda, ellos afirman el triunfo de la derrota o
fracaso.
El desespero está en el centro de nuestra condición: muerte,
desgracias, calamidades…todos son invitados, inevitables y conspiran…Optar por
el desespero, es resignarse mientras que la verdad implica el coraje y la
insumisión ante la apariencia de los hechos.
Gabriel Marcel, un
católico ambiguo:
Desde sus primeros años de juventud, Gabriel Marcel se
adhiere globalmente al mensaje cristiano. Según él, la fe es “la evidencia de
las cosas no vistas”. La religión no es un credo, un código de preceptos, sino
más bien la FE en el valor absoluto de la vida. Esta convicción personal lo
lleva, a los 40 años, a convertirse a la Iglesia católica y a alejar la opción
protestante, que no encarna la plenitud de aquello que se piensa o es censado
ser el cristianismo, a saber una fidelidad creadora.
Ahora, si bien es verdad que él insiste sobre la resurrección
de Cristo y de los hombres, Gabriel Marcel se aleja de la doctrina católica en
ciertos puntos:
Primeramente, la fe no pertenecería al orden de lo
verificable, lo que le conduce a rechazar el tomismo (de Tomás de Aquino) y las
pruebas de la existencia de Dios oficialmente acreditadas por la Iglesia.
De otro lado, su no gusto o empatía por el Antiguo Testamento
crea un abismo o distancia vertiginosos entre sus convicciones y el
enraizamiento de la Iglesia en el terreno del judaísmo original.
En fin, Gabriel Marcel afirma que nadie puede creer tener la
fe, porque esto sería considerarla como un tener, una posesión.
Una filosofía de
Derecha:
Gabriel Marcel se cualifica hombre de Derecho, en razón de su
repugnancia por el socialismo inmanente y a causa de la negación de lo
sobrenatural por la izquierda (filósofos de la sospecha: Feuerbach, Freud,
Marx…) sus derechismo se ve sin embargo abierto pero rechazando toda idea de
crispación conservadora. De hecho, la generosidad y la bondad están en el
corazón de su filosofía.
El hombre de izquierda se complace en indignarse, suponiendo
las condiciones reales del mundo (muy diferentes) que en verdad no son así.
Arriesgando aparecer cínico, el hombre de derecha aprehende la realidad en toda
su complejidad, sin olvidar que el presente es siempre tributario del pasado.
De este modo, en lo concerniente al arte contemporáneo en las
iglesias, Gabriel Marcel afirma hábilmente: “Si hay un campo o dominio donde el
espíritu de abstracción debe ser borrado, es con certeza en éste”.
En la época de la Guerra Fría, el elige sin equívoco el campo
occidental. Por otra parte, él compara las revoluciones con crisis patológicas
que son a veces necesarias para desarrollar el crecimiento de un organismo.
Gabriel Marcel es nostálgico del pasado; aterrado por la
civilización tecnocrática que se perfila, él extraña el fin del siglo XIX,
cuando según él: “el mundo estaba normalmente constituido”.
Los límites de la
filosofía de Gabriel Marcel
La Filosofía de Marcel contiene un cierto número de fallas
que alteran un poco su valor.
-
Antes
que nada, su filosofía carece de rigor lógico en su compromiso católico; su
alergia hacia el Antiguo Testamento es inconciliable con el mensaje del
evangelio, anunciando el cumplimiento y no la abolición de la Ley.
-
En
su obra aparece de manera regular su escasa o débil formación teológica. (eso
dicen sus adversarios?)
-
Su
obra maestra “El diario metafísico”, es contradictorio y poco claro, como lo
será su obra en general. (otra chuzada de sus adversarios?)
Citaciones
interesantes:
“yo soy terriblemente
alérgico al Antiguo Testamento” (Archivos del Siglo XX).
“Existir es coexistir”
(En “presencia e inmortalidad”).
“Para mí la igualdad es
egocéntrica, es una pretensión. “Yo soy tu igual”. Lo que es admirable en la
fraternidad, es que ella dice al otro: “Tú eres mi hermano” (Artículo “Yo tengo
horror de la dictadura”).
« Yo me
opongo completamente a aquellos que buscan racionalizar el catolicismo y a
frenar lo que es milagroso » (conversaciones)
“Los misterios no son
problemas insolubles, sino realidades no objetivables, pero que al estar
inmersos en ellas nos iluminan”.
“Si no hubiera sobre la
tierra nada más que los vivientes (los
vivos),ésta sería de hecho invivible e inhabitable” (me recuerda la profesión de “Creo en la comunión de los
santos” de nuestro Credo católico)
“El hombre depende en
gran y larga medida de la idea que él se
hace de sí mismo”
“Amar a alguien es
decirle: tú no morirás jamás.”
“Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive.”
“Mientras sea creador, por bajo que sea el nivel de su
creación, un hombre puede considerarse verdaderamente libre.”
“Debemos vivir y
trabajar, en cada momento, como si tuviésemos la eternidad ante nosotros”. (Mi último obispo de
origen belga en Camerún decía: “por qué andar apresurados…si tenemos la
eternidad ante nosotros”, seguro que el buen obispo era simpatizante de
Marcel.)
“Hay seres en quienes se siente la realidad de Cristo tan
viva que a uno no se le permite dudar de esa presencia divina”.
“La muerte como trampolín de una esperanza absoluta. Un
mundo donde la muerte sería frustrante o un fracaso sería un mundo donde la
esperanza no existiría que en estado de larva”.
“La soledad es esencial para la fraternidad”
“La esencia del hombre no será acaso aquella de un ser que
puede dar testimonio?” (Quizás esto inspiró al
papa Pablo VI a decir en la encíclica Evangeli Nuntiandi: “La Iglesia no existe que para evangelizar…esa es su esencia”).
“No hay sino un sufrimiento y es estar solo”.
“Amar a alguien es esperar en él (ella) por siempre”
Síntesis biográfica
Nace el 7 de diciembre de 1889 en la ciudad de París perteneciente a Francia. A la edad de cuatro años perdió a su mamá. Fue educado en un ambiente cariñoso por su abuela y si tía, esta última a los pocos años pasó a ser madrastra de él. Era de origen judío.
Su padre, Henri Marcel, era diplomático y consejero de Estado. Después fue nombrado director de la Escuela de Bellas Artes al tiempo que atendía diversos encargos dentro del Museo y de la Biblioteca Nacional.
Estudios
Estudió en el Liceo Carnot y en la Universidad de la Sorbonne, donde cayó bajo la influencia del idealismo crítico de León Brunschvig y del espiritualismo de Henri Bergson. Luego enseñó en algunos liceos clásicos, y más tarde se dedicó al periodismo y a la crítica literaria.
Trayectoria
Se convirtió al catolicismo en 1929, y fue profesor en la École Normal Supérieure de París y en varios institutos franceses y de otros países.
En su pensamiento se hace sentir la doble influencia bergsoniana y de pensamiento idealista angloamericano, sobre todo por lo que se refiere a la enseñanza ética y religiosa de Bradley y Royce.
Defendió el primado de la filosofía del conocimiento, y afirmó que la metafísica no debe degradar el misterio ontológico a problema sino reconocerlo como tal. Su pensamiento es esencialmente una filosofía de lo indemostrable, una exploración de los elementos de la realidad que no se pueden aprehender mediante el conocimiento objetivo.
Muerte
Muere el 8 de octubre de 1973 en la ciudad de París, a la edad de 84 años.
Obra
Diario metafísico, escrito entre los años 1913 y 1922, y publicado en el 1927 (el mismo año en que fue publicado Ser y tiempo de Heidegger), en el que Marcel documenta su descubrimiento del sentido de la existencia.
De 1935 es Ser y tener, en la que Marcel desarrolla el tema de la existencia humana en el contexto de la distinción que le hizo famoso entre “problema” y “misterio”; esta obra fue precedida por una obra breve de importancia fundamental llamada Posiciones y aproximaciones concretas al misterio ontológicopublicada en el año 1933.
En 1940 publica De la negación a la invocación. Sobre la esperanza humana —otro tema muy de Marcel— aparecerá en 1944 un volumen rico y compacto,Homo viator., seguido un año más tarde por Para un prolegómeno de una metafísica de la esperanza. A inicios de los años cincuenta dará a la imprenta un volumen amplio, fruto de las Gifford Lectures: El misterio del ser (1951).
Teatro
- Vers autre royaume: L’emissaire; Signe de la Croix, Aubier-Montaigne, Paris 1949
- Rome n’est plus pas dans Rome, Paris, Aubier-Montaigne 1951
- Teatro: Roma ya no está en Roma; Un hombre de Dios; El emisario, Losada, Buenos Aires 1953; *El dardo; La sed; La señal de la cruz, en Obras selectas (I), pp. 389-608
- El mundo roto; Un hombre de Dios; El camino de Creta, en Obras selectas (II), pp. 265-564.
Compositor
- Chenu 1948
- Cañas 1998: 157-264
Ediciones en español de las obras
- Marcel, Gabriel (1987). Aproximación al misterio del ser: Posición y aproximaciones concretas al misterio ontológico. Encuentro Ediciones. ISBN 978-84-7490-170-2.
- Marcel, Gabriel. La condición del intelectual en el mundo contemporáneo. Ediciones Rialp. ISBN 978-84-321-0533-3.
- Marcel, Gabriel (1969). Diario metafísico. Ediciones Guadarrama. ISBN 978-84-250-0083-6.
- Marcel, Gabriel (1967). Dos discursos y un prólogo autobiográfico. Editorial Herder. ISBN 978-84-254-0119-0.
- Marcel, Gabriel (1967). En busca de la verdad y de la justicia. Editorial Herder. ISBN 978-84-254-0118-3.
- Marcel, Gabriel (1971). Filosofía para un tiempo de crisis. Ediciones Guadarrama. ISBN 978-84-250-0136-9.
- Marcel, Gabriel (1971). Incredulidad y fe. Ediciones Guadarrama. ISBN 978-84-250-0124-6.
- Marcel, Gabriel (1971). El misterio del ser. Edhasa. ISBN 978-84-350-0027-7.
- Marcel, Gabriel. Obras selectas. Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 978-84-7914-547-7.
- Marcel, Gabriel (1995). Ser y tener. Caparrós Editores. ISBN 978-84-87943-31-7.
Enlaces a documentos interesantes sobre su vida y obra:
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