Octubre mes del Rosario y de oración con María.
Se está terminado el otro mes, que después de Mayo es plenamente
consagrado a la Virgen María. Pero en octubre siempre se quiere resaltar el
rezo del Rosario.
Rosario que hoy a muchos que se consideran católicos no les dice
nada. Les causa apatía, mismo tedio y aburrimiento. Yo también he vivido, en
ciertos momentos, esos sentimientos con
respecto al rosario; pero lo que me sorprende constatar es su fuerza y
presencia significativa desde mi niñez, cuando se rezaba en casa de los abuelos
tanto paternos como maternos, en los
hogares campestres de los tíos de mi padre, y las primas de mi madre.
Es verdad que sólo con el tiempo vamos comprendiendo la grandeza,
influencia e importancia del rezo del rosario. Una oración dicha en voz alta o
mentalmente, en solitario o en comunidad, dentro y fuera de la Iglesia, en
tiempos de guerra y de paz, en tiempos de desespero y de alegría.
Hoy más que nunca soy consciente de las bendiciones que me ha
prodigado el Santo Rosario. Siento que María siempre me ha acercado a Jesús, de
hecho fue a ella primero a quien me presentaron, fue primero a ella a quien le
recé sin comprender mucho qué significaba “Anunciación, encarnación, asunción o
dichosísimo tránsito como solía decir en el rezo mariano la recién resucitada “Adelfita”.
Fui testigo desde muy niño de la devoción ferviente de mi madre por ella
bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, y de la advocación
de La Virgen del Carmen de mis dos abuelas Virginia y Rubi.
La advocación de la Virgen de los Dolores ha bendecido, iluminado
e inspirado desde hace muchos años la fe y la espiritualidad de mi pueblo
marquetón por su pertenencia a la Parroquia que lleva su nombre.
Nuestra Señora de Guadalupe, la Virgen serrana, la patrona
latinoamericana a través de sus apariciones y testimonios a Juan Diego han
estimulado mi fe en los momentos aciagos y de duda.
La Guardiana de la Fe en Ecuador (una advocación en proceso de ser
reconocida) estuvo cerca de mi lugar de
misión (Cuenca) en el año de pastoral en 1993. Muy cerca de donde se construiría
años más tarde un santuario, allí sufrí un grave accidente de tránsito que dejó
semi-destruido el vehículo pero a mi acompañante y a mí no nos sucedió nada, gracias a Dios y a
la Virgen.
En el año 2002 una vez ordenado, cuando fui enviado a Bélgica para
estudiar el francés, me encontré con que la escuela de la lengua franca estaba
en un poblado rural (Banneux) y en donde había un santuario a María bajo la
advocación de Nuestra Señora de los pobres (Notre Dame des Pauvres). Casi todas
las tardes y durante los 5 meses que permanecí en aquel centro de enseñanza iba
solo o acompañado a rezarle a la Virgen.
Luego en el 2003 cuando llego a Camerún (África) es la comunidad
parroquial de “Nuestra señora de la Visitación” que me acoge y en donde el
párroco era mi hermano de comunidad padre Orlando Cruz. Allí sería nombrado
párroco a finales del 2004.
Desde hace casi 5 años me encuentro en Canadá, concretamente en la
provincia de Quebec y en un pueblo que se llama Rigaud. Cuál no sería mi
sorpresa cuando una vez instalado acá me encontré con que había un santuario
reconocido y muy visitado por los feligreses, cristianos de todo el mundo y
demás dedicado a Nuestra Señora de Lourdes…
Como ven es “diosidencia” esta presencia compañía cercana de la Virgen Madre de Dios y
Madre nuestra.
Por ello quiero en estos últimos días de octubre (4) que se cierra con
el “terrible” y “apático” Hallo-ween que no me gusta para nada como he dicho en
otra ocasión, quiero invitarles a meditar cada día, gracias a una reflexión
general de cada uno de los misterios del santo Rosario…
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