20 de octubre del 2013: 29º Domingo del Tiempo Ordinario (C)



Es bueno que a veces nos preguntemos cómo vamos con nuestra vida y o experiencia de oración. Qué lugar y qué importancia le damos?
Oramos lo suficiente? Nuestra fe en la eficacia de la oración se fortalece o se debilita con el paso de los años?
Las lecturas bíblicas de este domingo nos invitarán a reflexionar sobre estas cuestiones.


 Evangelio de Jesucristo Según San Lucas 18, 1-8
Para explicarles que tenían que orar siempre y no desanimarse, les propuso esta parábola:
En una ciudad había un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre. En la misma ciudad había una viuda que iba a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por bastante tiempo no quiso, pero después pensó: “Yo no temo a Dios ni respeto a hombre,  pero esa viuda me está amargando la vida; le voy a hacer justicia, para que no venga continuamente a darme esta paliza”.
Y el Señor añadió:
- Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no reivindicará a sus elegidos, si ellos le gritan día y noche, o les dará largas? Os digo que los reivindicará cuanto antes. Pero cuando llegue el Hijo del hombre, ¿qué?, ¿va a encontrar esa fe en la tierra?
 

A guisa de introducción:

LA ORACION Y SU ROL EN NUESTRA EXISTENCIA

Desde pequeños nos enseñaron en casa nuestros padres y abuelos, y en el catecismo que ORAR es hablar con Dios, presentarle nuestras intenciones o necesidades…Y llegó un determinado momento también en que se nos presentó como sinónimo de ORAR el verbo REZAR que era recitar de memoria y muchas de las veces a las carreras y sin pensar mucho o ser consciente de las palabras que se decían…Solo con el paso de los años y por un estudio profundo llegamos a diferenciar la oración del rezo.
Y es que la ORACIÓN es un camino, un aprendizaje todos los días a comenzar…Hoy muchos no sabemos orar, incluso sacerdotes y gente versada en religión saben muchas cosas pero no saben ORAR como se debe.
PORQUE ANTES de profundizar en la oración hemos de tomar conciencia cuál es la imagen de Dios que tenemos en nuestra cabeza, cómo lo imaginamos…según esa imagen será nuestra oración: "Dime cómo te imaginas a Dios y te diré cómo rezas", podríamos decir. Así PODRÍAMOS ENTONCES clasificar la oración en varios tipos:
1.    La oración mágica: que espera una intervención de Dios al estilo David Cooperfield. Para quien la hace, Dios es un mago, un brujo, capaz de intervenir en los fenómenos físicos o naturales con capacidad de cambiar el rumbo de los acontecimientos…este Dios, según nuestra creencia debería evitar los desastres, hacer menos destructivos los terremotos, desviar los huracanes, hacer desaparecer las enfermedades (como el cáncer, el Sida) "en un dos por tres" o "en menos de lo que canta un ave macho de corto vuelo" (un gallo).
 
2. La oración compensadora:
 Que nos da en su momento la satisfacción personal de lo que pedimos: que nos ganemos el baloto o la lotería, que pasemos el examen, que ganemos el partido, etc…Muy parecida a la primera pero en un nivel más individual.

3. La oración liberadora y consciente: Que en mi humilde opinión, pienso, es la que deberíamos aprender a ejercitar, poner en práctica en nuestra vida…Porque es una oración que me compromete en mis actos y me ayuda a jugar, mejor a actuar conjuntamente con Dios. Además esta oración se da más en comunidad y se da de hecho cada ocho días en la Eucaristía, pues a la luz de la Palabra de Dios deseamos aprender a ser más justos, solidarios y embajadores de paz y justicia en nuestras familias y nuestro entorno.

EL mayor problema en nuestros días con la oración es la ignorancia de la consecuencia de nuestros actos. No sentirnos responsables, corresponsables con Dios creador de nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestra familia, nuestro Yo (o persona).

Personalmente siempre me ha tocado inmensamente esa sencilla oración del autor del libro de la Sabiduría: “Señor que yo venga a saber lo que es bueno y hacer aquello que te agrada”. Y Bien decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”.
Orar como quizás no nos lo mostrará con claridad la Palabra de Dios de este Domingo es “detenernos a reflexionar, meditar antes de actuar”, “orar es rumiar los mandamientos o la voluntad de Dios”, “orar es pedir el auxilio del cielo para que hagamos lo que se debe hacer”, así la verdadera oración no buscará nunca trastocar los acontecimientos, pretender forzar a Dios de que haga o intervenga en algún acontecimiento nefasto y que no pase nada.

El juez y la viuda del evangelio me invitan ante todo a cuestionarme sobre sus personas, sus hechos, su vida.
Este juez que debería impartir justicia acaso sabría en qué consistía la verdadera oración? Deducimos que no era un buen orante, pues según el relato era injusto, sordo e indiferente, poco sensible al clamor de los afligidos…Es decir, este juez no meditaba ni era sabio a la hora de aplicar justicia por falta de madurez y plenitud en su oración…
La viuda? Quizás rezaba mucho como el juez injusto (es decir rezar mucho no nos hace por ello justos como creemos). Era ante todo mujer, quizás vieja, pobre, marginada, estaba sola…consecuencia todo ello de qué? Por ahí dicen que cosechamos lo que sembramos…Esta señora que Jesús o más bien Lucas nos presenta en su parábola para darnos una enseñanza (sería realmente virtuosa?) pues el evangelista no nos da detalles exhaustivos de la dama, cuál es la razón por la que haya llegado a este estado de vida…
Pero Jesús y Lucas nos ponen como modelo estos dos personajes (no muy virtuosos quizás) para enseñarnos de la importancia de INSISTIR al momento de orar (meditar, reflexionar, entrar en diálogo con la trascendencia, nuestra conciencia, con Dios) a pesar de la injusticia que nos rodea, la maldad en el gran complejo socio-político (corrupción) , a pesar que las cosas a nuestro alrededor no vayan bien…Pero será ese ejercicio perseverante, que nos llevará cada vez más a una conciencia más lucida y por ende a una vida más llevadera, soportable y menos estresante? Nos ayudara quizás a cometer menos errores y a buscar ser más solidarios, servidores, amorosos en el ejercicio pleno de la compasión y la sensibilidad, y poder meternos en la piel del otro?

En conclusión hemos de pedir auxilio siempre al Espíritu Santo de sabiduría, para que sepamos pedir lo que nos conviene y nos hace felices y no buscar por el contrario manipular a Dios y satisfacer nuestras tendencias egoístas, que a la larga nos llevarán a ser desgraciados.


Aproximación psicológica al texto evangélico

Una opción por una clase (preferencia por el pobre)


Esta parábola posee dos dimensiones o puntas, o características podríamos decir.

Primero, ella está situada en un contexto escatológico, y eso es importante tenerlo en cuenta. Qué quiere decir escatológico?, o sea que está ligada a una creencia en un inminente final de los tiempos.

Si, es imposible comprender este pasaje de Lucas sin sumergirnos en la época en que él ha escrito su evangelio, sea hacia el año 80 o 85. La efervescencia que ha seguido tras la muerte y resurrección de Jesús, en particular la espera de su regreso inminente, se ha atenuado un poco: mientras que Pablo, de quien Lucas fue el compañero y secretario, parece esperar mientras aun vive el retorno de Cristo (cfr. su carta 1 Corintios 15,51-53), escrita hacia el año 56), los cristianos parecen vivir ahora un cierto relajo y o tranquilidad que más tarde llevará a algunos a la tentación de no creer más en esta parusía (segunda venida de Cristo) o ese mundo nuevo (ver la 2ª carta de Pedro 3,9, escrita hacia el año 125). En qué consiste este retorno de Cristo o ese mundo nuevo? Para Pablo, esta es la última etapa en la lucha contra el mal y la victoria final sobre él (ver 1 Corintios 15,24-25). Con lo que sabemos hoy, es evidente que no es para mañana por la mañana.

Lucas, en efecto,  se dirige a cristianos perseguidos a mediados del siglo I (año 50-60),  a causa de la fe y que piden a Dios lo mismo que la viuda pide al juez: “hazme justicia contra mi adversario” (no tanto, castigando al adversario sino más bien haciendo valer mis derechos ante quien me atropella).

Al decirles a los cristianos que la viuda tendrá lo que merece, Lucas está diciendo a los cristianos perseguidos: “para ustedes también, el juez actuará a pesar de la dureza de su corazón y para tener la paz, pero Dios actuará a causa de la ternura de su corazón y para compartir la paz con ustedes. Tengan paciencia un poco aun, pues su liberación se acerca y Dios hará pronta justicia.”

La primera arista o punta de la parábola es entonces la siguiente: a pesar de las apariencias (contexto de injusticia, de persecución) no duden de Dios y de su deseo de actuar en su favor. Pero la parábola posee una segunda característica (punta, dimensión o arista…) que se traduce en la eficiencia de una oración constante.
La viuda no se desalienta, no se amilana, a pesar de no contar con ningún apoyo (recursos financieros por ejemplo, que le permitirían ofrecer “pastel” o la posibilidad de hacer un “chanchullo”, o relaciones influyentes que intervendrían en su favor). Y puesto que ella debe confiar o bastarse de sus propios recursos, sólo su determinación personal, le permitirá ganar la causa.

Esta es la razón por la que Lucas nos propone esta viuda como modelo para nuestra oración, diciéndonos: si ustedes ponen la misma determinación y perseverancia que esta viuda ha puesto en su reivindicación, ustedes serán  también seguramente escuchados.

En fin, notemos que la imagen de Dios que aparece en el origen de esta parábola, es la imagen de un Dios socialmente comprometido y que está del lado de los oprimidos. Es posible que debido a la estrecha semejanza o parecido entre el presente texto y el capítulo 35 del libro del Eclesiástico (del Antiguo Testamento), Jesús haya encontrado en este pasaje la inspiración para su parábola:  “Miren lo que se dice de Dios, “no traten de corromperlo con regalos, Él no los aceptará(…)porque el Señor es un juez(…), Él no tiene parcialidad contra el pobre, Él escucha la oración de aquel a quien se trata injustamente. Jamás Él desprecia la súplica del huérfano ni de la viuda cuando explica su pena (…)la oración del humilde atraviesa las nubes y no se consuela hasta no ser escuchado , (…)El Señor no tardará, Él no tendrá paciencia  con aquellos hasta que haya golpeado las riñones del hombre sin piedad  (…) y roto el cetro de los injustos” (Eclesiástico 35,10-21).

A Dios se le presenta acá haciendo una “opción por una clase” a favor de los oprimidos, y preparándose a intervenir contra aquellos que practican la injusticia y la opresión. Este fondo o trasfondo de escenario, puede darle a nuestra parábola una coloración bien precisa para hoy: un día, Dios vendrá al encuentro de su (vuestro) compromiso y de su oración, y aquel día su (vuestra) justicia triunfará, y no solamente para las viudas sino también para todos los oprimidos.


Reflexión central:

Oración y combate espiritual

Qué lugar o cuál es la importancia que le damos a la oración en nuestra vida? Nos gusta orar o al contrario tenemos la tendencia de ver la oración como un ejercicio o trabajo fatigante y aburridor en el cual gastamos tiempo voluntariamente?

Para aprender a orar y para orar, para renovar nuestras oraciones y para perseverar, tenemos el beneficio de las enseñanzas de la Palabra de Dios, de la experiencia de los santos, de una gran variedad de celebraciones (sacramentos, ritos) donde la cima es la EUCARISTIA.

Ricos por tener todos esos tesoros, nos sucede todavía que  permanecemos sin apetito espiritual y nos negamos a ponernos en oración. Es la conclusión de la parábola lo que debería hacernos enderezar y parar las orejas. En el terreno de la más importante y de la más ruda de las batallas, “el combate espiritual…así mismo e igual de brutal que la batalla de hombres” (Arthur Rimbaud-una estación en el infierno), el nervio de esta guerra no es el dinero, sino la oración. Aquella misma que le permite a Moisés sostener la lucha de su pueblo contra los amalecitas (cfr. primera lectura de la misa de este domingo). Pero el Hijo del Hombre la encontrará aun sobre la tierra cuando vuelva?

Este domingo, la Carta de San Pablo a Timoteo, nos ofrece una respuesta. La Palabra es como la tierra nutritiva donde enraizar nuestra fe. Ella solamente puede hacer circular en nuestra vida la savia divina que la hará dar fruto. “Todos los pasajes de la Escritura están inspirados por Dios(…); gracias a ella, el hombre de Dios estará bien armado, él podrá contar con todo lo necesario para un buen trabajo”.

La oración, alimentada con la Palabra de Dios, no es una distracción que nos permitiría olvidar los enfrentamientos sin perdón y las injusticias que sacrifican tantos inocentes en todo el mundo. La oración hace parte del combate del evangelio, de la lucha de Cristo: Él mismo ha orado estando clavado en la cruz para que germine sobre nuestra tierra una semilla de resurrección.

Se dice que el mundo va mal, que uno se burla tanto de Dios como de los hombres. Pero, oramos nosotros, como la pobre viuda, sin desanimarnos? Que sería de la historia de la humanidad sin esos millones de manos elevadas hacia Dios, día, noche, en esos corazones en oración que son como los ante postes o antesalas de la victoria de Cristo resucitado? Qué llegaría a ser nuestra tierra sin la infatigable y perseverante fe de aquellos que se niegan a bajar los brazos y que proclaman la palabra de justicia “a tiempo y a destiempo?”

Jesús también reclamó ante el silencio de Dios. Nuestra oración es un combate. El combate de la fe. Y es por ello que nuestra oración es misionera. La fe es la fuerza del espíritu que atraviesa el universo y que lo transfigura (transforma) poco a poco.


REFLEXIÓN (2)

Teniendo cuenta del contexto escatológico en el cual surge la parábola de la viuda y el juez inicuo, así podemos realizar una lectura diferente del comienzo del evangelio: “Jesús les contaba una historia inspirada en la vida para decir que era necesario orar en todo tiempo y no desanimarse. El contexto es aquel de una lucha incesante y valiente contra el mal y con la esperanza de ese mundo nuevo. Uno podría decirse: la corrupción siempre ha existido y existirá siempre, y uno baja los brazos. Pero es aquí que Jesús interviene con su historia del juez y de la viuda para afirmar que si un juez sin corazón ha podido dar finalmente a la viuda lo que ella quería, cuanto mucho más un Dios Padre y bueno sostendrá sus hijos, llamados sus elegidos, en esta lucha por un mundo nuevo, con la condición, claro está de que ellos continúen a creer. Este es justamente acá el problema. Las cosas toman tiempo, las mejoras son en ocasiones imperceptibles, los fracasos son numerosos, el giro de los sucesos no es lo que habíamos anticipado, y la fe es puesta a ruda prueba. Y todo como Dios es infinito, todo como nuestro universo es infinito, no es posible que nuestra marcha hacia ese mundo nuevo tenga las mismas proporciones?

La insistencia de Jesús en la FE, me ha sorprendido siempre. Pero cada vez más, la FE me parece fundamental, puesto que ella nos permite permanecer vivos. Nuestra mirada es tan limitada que toda una dimensión de la vida se nos escapa.

Sabían ustedes que Las raíces históricas de las cataratas del Niágara se encuentran en la glaciación, la cual culminó hace unos 10.000 años. Tanto la región de los Grandes Lagos de Norteamérica como el río Niágara son efectos de esta glaciación continental. Fue un enorme glaciar que avanzó sobre el área oriental de Canadá como una gran excavadora moliendo rocas y suelo, removiéndolos y profundizando algunos canales de ríos hasta convertirlos en lagos. De esta manera, aquel pequeño río se convirtió en las cataratas más conocidas del mundo. Imposible observar personalmente este cambio. Es como la imagen de la fe: nosotros sabemos cosas pero sin poder  ver realmente.

Hace poco yo disfrutaba mirando un partido de tenis donde la gran estrella mundial Rafael Nadal estaba en desventaja 1-4 en el segundo set, y hacia frente  a un juego decisivo que habría enseguida permitido al adversario de servir para hacer y ganar su partido. En tiempo normal, yo hubiera dicho: los huevos están cocidos, él va a perder, y yo habré pasado a otra cosa. Pero como se trataba de un partido en diferido, en donde yo sabía que él terminaba ganando, yo he podido admirar su combate hasta el fin.

La misma cosa cuando vi por segunda vez y en diferido el penúltimo partido de la eliminatoria al mundial de fútbol, Colombia-Chile, después de ver en el primer tiempo una derrota abultada de nuestra selección 0x3, difícilmente uno se imaginaba una igualdad para el segundo tiempo.

Esa es la imagen de la aventura humana. Dios conoce el resultado final, no nosotros. La fe es aquello que nos permite combatir hasta el final, sin ver la salida o conocer la meta, pero sabiendo que sea cual sea el final, éste será bueno.

Nos queda un último punto a clarificar. Qué quiere decir exactamente Jesús cuando habla de la paciencia de Dios en la frase: -“Pues Dios ¿no reivindicará a sus elegidos, si ellos le gritan día y noche, o les dará largas? Os digo que los reivindicará cuanto antes.

 Lucas ha insertado nuestro pasaje entre esta larga marcha hacia Jerusalén donde él da su enseñanza sobre la manera de vivir durante su ausencia, una marcha o caminada que habla del recorrido humano necesario para seguirle allá donde Él quiere ir.

Todo recorrido toma tiempo. Él implique muy a menudo correcciones sobre la marcha  e igualmente reorientaciones de su vida. Lo que demandamos en la oración nos refleja. Si nosotros cambiamos, nuestra oración cambiará. La paciencia de Dios, es el tiempo que se nos es dado para evolucionar, reorientar nuestra vida, dejarnos transformar por la perspectiva a la que nos ha abierto Jesús, si bien que un día no habrá más diferencia entre la oración de Jesús y la nuestra.

En mi oración, yo nombro mucha gente, mi familia, mis parientes, mis parroquianos, compañeros de trabajo, pero yo los nombro para que yo sepa aportarles aquello que realmente necesitan, no para que ellos ganen la lotería; la verdadera oración nos implica siempre.

Ha orado Jesús quizás por la lluvia? Viniendo de Galilea donde se cultivaba el trigo, Él ha seguramente deseado que la lluvia caiga, al igual que todos los cultivadores y hacendados de la región. Pero su verdadera oración está reflejada en Getsemaní cuando Él pedía a Dios la fuerza para vivir bien los eventos que se anunciaban y pedía a sus discípulos hacer la misma cosa. Ajustar su vida, y por consiguiente su oración, a este mundo nuevo es la tarea de toda una vida, y exige entonces una perseverancia enorme. Pero nunca es demasiado tarde para comenzar. Entonces, que esperamos nosotros?



Objetivo de vida para la semana:

1.    Vuelvo a leer la 2ª lectura propuesta en la liturgia de este domingo y me pregunto sobre el interés que yo pongo a la Sagrada Escritura.

2.    Me pregunto sobre la constancia y la autenticidad de mi oración.

3.    Cada día, en 3 o 4 veces, me pongo en oración durante algunos minutos. Rezo el Padre Nuestro u otra oración que elija.


ORACIÓN-MEDITACIÓN

Señor, muy bien ha pedido uno de tus discípulos al decir:
“Enséñanos a ORAR,
Como Juan Bautista le ha enseñado a sus discípulos”.
Sorprendente innegablemente.
No hacían falta ni materias ni modelos,
Puesto que el Antiguo Testamento contiene al menos 150 salmos
Y una buena centena de cánticos e himnos de todo tipo.
No faltaban tampoco maestros en la oración,
Puesto que estaban Juan Bautista y el Maestro de la Comunidad de Qumram,
Y después estabas Tú, que nos has dado una oración bien breve,
Pero que dice lo esencial.
Ella es alabanza y súplica,
Ella está dirigida hacia el Padre y su Reino,
Pero ella también habla de nuestras necesidades cotidianas:
El pan a compartir, el perdón a distribuir alrededor de nosotros
Y la lucha contra el mal y la injusticia.

No hay nada realmente de complicado,
Pero en este mundo donde abundan las guerras,
Donde se siembra la desconfianza y a veces el odio hacia el extranjero,
Uno comprende mejor por qué Tú insistes
Al decirnos que oremos siempre sin desanimarnos,
Puesto que hay tantos conflictos que quieren inmovilizar al amor.
Escucha nuestra oración insistente y acelera la venida del día de tu justicia!
  


Referencias bibliográficas:


-        Pequeño Misal “Prions en Église”, edición quebequense, Novalis, 2010-2013

-        HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

-        http://mystereetvie

-        http://kerit.be

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