13 de septiembre del 2015: 24o Domingo del Tiempo Ordinario B



En el transcurso del tiempo ordinario de la liturgia, descubrimos hasta qué punto Jesús desea salvarnos. Él nos enseña el camino que permite encontrar la verdadera vida. Nosotros lo sabemos, comprometernos sobre esta vía no nos asegura la tranquilidad ni el descanso. Hoy el Señor nos anuncia, que Él deberá sufrir y que esto tampoco será fácil para nosotros…Y por tanto es este el camino de la VIDA, la ruta correcta…




EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 8, 27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:
-- ¿Quién dice la gente soy yo?
Ellos le contestaron:
-- Unos, Juan Bautista: otros, Elías, y otros, uno de los profetas.
Él les preguntó:
-- Y vosotros, ¿quién decís que soy?
Pedro le contestó:
-- Tú eres el Mesías.
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirles:
-- El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días.
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se le llevó aparte y se puso a increparle. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro:
-- ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo:
-- El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará.

Palabra del Señor





A guisa de introducción:

Entonces, QUIÉN ES JESÚS PARA TI?

Qué puedo saber?, qué debo hacer?, qué me cabe esperar?...A estas tres preguntas responden respectivamente la epistemología o gnoseología (filosofía o ciencia del conocimiento), la Ética y o moral (filosofía del comportamiento)  y la teosofía o teodicea (filosofía de la religión)… Tal era el planteamiento del brillante pensador Emmanuel Kant en el siglo XVII…y concluía, pero hay una pregunta que encierra todas las 3 cuestiones anteriores  y es Qué es el hombre? (porque es el hombre el único ser que elucubra el saber, que se pregunta por la consecuencia de sus actos y es el único que tiene esperanza)  …

Para nosotros cristianos católicos, la pregunta más importante es Quién es Jesús, quién es Jesucristo?  San Marcos la pone en todo el centro de su evangelio, develando el secreto mesiánico que tanto se ha ocultado hasta acá y se ha cuidado de no andar pregonándolo…Pedro lo revela diciendo:
“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que ha de venir al mundo”…

Auscultando en mi historia personal de fe y caminada vocacional hacia el sacerdocio, recuerdo que cuando tenía 12 años obtuve la primera respuesta acerca del hombre Jesús, creo que ya lo he dicho anteriormente, fue aquella tarde sabatina luego de los funerales de mi tía Odilia,  a la entrada del cementerio  de Marquetalia sobre el muro blanco del alfeizar, allí estaba la frase del evangelio de Juan: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14,6). Y unos años más tarde otra frase alentaría más mi vocación de discípulo de Jesús, la frase aparecía en un afiche escrita al lado de un bebé desnudo de espaldas mirando al cielo:  “Qué es el hombre para que te acuerdes de él…? La frase era del Salmo 8 que canta la grandeza de Dios y la dignidad del hombre.

Estoy convencido que nuestra existencia o vida se juega toda en la respuesta que demos a la pregunta Quién es Jesús?

La experiencia de estos 40 y tantos años me permite concluir que:
la fe es a veces sólo intelectual o idealismo hecha de  afirmaciones doctrinales o dogmáticas…(cuando la fe o el creer se queda en la cabeza y no desciende al corazón y mucho menos a las manos),

la fe es solo espiritualismo cuando no la racionalizamos, no somos críticos, no la maduramos  y no la dejamos que actúe y se manifieste en la vida diaria con palabras y gestos de amor y compasión,

la fe es solo activismo, filantropía cuando nuestros actos de amor, compasión y solidaridad humana no tienen referencia o su asidero en Dios…fuente de toda sabiduría y acción.

Jesús hoy nos pone a todos frente a esta pregunta crucial: “para ti, quien soy yo? Podríamos responderle:
-    
          Fuiste un teso, un hombre admirable como Buda, Mahoma o más recientemente Gandhi, otro iluminado…pero no más!

-         Fuiste el modelo de hombre perfecto, infalible…pero lo pareces tanto que sin duda eres solo un mito o un ideal sublime del ser humano…lástima que no hayas existido.
-        
      Eras un profeta más que te creíste el cuento y te lo hicieron creer que eras el Hijo de Dios…pero ya ves tu  impotencia, tu debilidad, te llevaron al final trágico y luego tus seguidores en marrullerías históricas nos han hecho creer que eras Dios.

-         Tú eres el Hijo de Dios que ha venido a revelar su amor y que murió por salvarnos…( pero yo no me comprometo contigo…qué peligro que me tachen de loco, de fanático, me compliques la vida  y me maten por tus ideas…)

El Jesús del pesebre es dulce, apacible, meloso…Su nacimiento y la celebración de la navidad alegre, arrullada por villancicos no nos debe hacer olvidar que para resucitar es necesario pasar por la cruz…

Cuando Jesús afirma hoy que “si alguien quiere seguirme que  renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga”, nos invita a tomar posición, a jugárnosla por Él.  Compartir su suerte? Quién es Él para pedir  esto?

Como a Pedro sus palabras nos “incomodan”,  son “palabras locas”, oír hablar de sufrimiento y de muerte no nos gusta. Esta perspectiva nos da miedo. Siempre reaccionamos o respondemos  de manera inadecuada ante la violencia, ante el mal como expresión de la insensatez humana.

Preferimos evacuar el mal de nuestro campo de consciencia, pero tarde o temprano la realidad nos vuelve a atrapar. Por otra parte, quién puede vanagloriarse de no ser tocado poco o mucho, directa o indirectamente por la maldad? Algunas personas tienen la dura experiencia. Y mismo uno se pregunta cómo hacen ellas para llevar esas situaciones tan duras como la muerte, la violación, el incesto, la intimidación, el rechazo o toda otra forma de violencia que sea.

Todo este sufrimiento nos causa cuestionamientos, pero las respuestas permanecen desconocidas. El sufrimiento, el mal, el envejecimiento, el pecado, la muerte, siempre nos aparecerán como profundos misterios. Es acaso esto una razón para rendirse ante la fatalidad? No.

Jesús ha comenzado a designar un vasto horizonte de esperanza al anunciar su resurrección después de revelar su identidad a los discípulos. La resurrección no cabe duda, también es un misterio, pero ella abre una brecha  por donde puede pasar la esperanza en la victoria de la vida sobre la muerte.



Textos de apoyo

Y así murió el Hijo de Dios. ¡Qué contraste con las muertes de Moisés, Buda, Confucio...! Todos ellos murieron en edad avanzada, coronados de éxitos a pesar de los desengaños, rodeados de sus discípulos y seguidores. En el Calvario aprendemos que quien quiera creer en el Dios de Jesús quizás no deba esperar el destino de Daniel o de Susana, sino el de Jesús. La cruz de Cristo coloca al cristiano, paradójicamente, en una situación muy parecida a la del ateo: Ninguno de los dos puede vivir esperando soluciones mágicas de Dios.  (GONZALEZ Carvajal, Luis. Esta es nuestra fe, Sal Terrae, 1989).


******

“Por seguir a un profeta de Galilea
Me eché la vida al hombro, como una manta
Y me fui repartiendo buenas noticias,
Entre cantos y risas, gritos y lágrimas…
Que si señor!
Que si alguno quiere compartir mi empresa
Yo le enseñaré un idioma que se habla en toda la tierra,
Para alargar los caminos y derribar las fronteras,
Llenando así el corazón de infinitas recompensas…
(Canción misionera de P. Gustavo Vélez.mxy-  +2009)




Aproximación psicológica al texto del evangelio:

La difícil y o dura fidelidad a nosotros mismos

Septiembre es el mes de la amistad, de los amigos, tiempo que puede ser más intenso y rico, realmente provechoso para crecer en las relaciones de amigos si vamos más allá de los simples detalles, regalos y juegos del “amigo secreto”. No es mentira que muchas de nuestras amistades son “superficiales”, construidas sobre intereses egoístas, muchas veces son descomprometidas, descarnadas…solo amistades de foto, de apariencia,  de rumba y trago (Los compinches, los "parceros", los "amigotes", como los llamaría la novia o esposa cantaletosa),  de poca riqueza humana y yo diría espiritual.

El evangelio de este domingo nos puede ayudar a crecer en nuestra amistad, mostrándonos que
- primero, para ser verdaderos amigos debemos ante todo  ser fieles a nosotros mismos, aunque sea  muy difícil,  y 
- segundo , que debemos comprender que es necesario asumir los conflictos.

En el presente pasaje del evangelio, la amistad de Pedro y de Jesús, atraviesa por una crisis. Pedro es sincero, pero la verdad de Pedro no es la verdad de Jesús. Nadie puede renunciar a su verdad profunda para complacer a los otros. “De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si él arruina su propia vida?”  (v.26). De qué le servirá entonces al hombre o conseguir  todos los amigos del mundo, si este hombre permanece en conflicto consigo mismo arruinando así su propia vida?

Jesús está atrapado, encerrado…Él debe elegir  entre una agresividad espontánea que aleje la interferencia de Pedro, y la agresividad estimulada, aprobada y venenosa que guardamos contra aquellos que nos han hecho desviar de nuestro camino o que no han aceptado que seamos diferentes a ellos.

El relato permite concluir que Jesús ama a Pedro, y que Él se ama a sí mismo. El ama a Pedro porque cinco minutos de agresividad en la verdad valen mejor para Pedro que los meses o años de reproches simulados en la  penumbra y la hostilidad implícita. Como dice el dicho en Colombia "Es mejor ponerse rojo como tomate un rato que ponerse morado toda la vida". Al mismo tiempo, Jesús se ama lo suficiente a si mismo para discernir qué es lo bueno para Él, lo que debe vivir, aquello que lo realizará  o llevará a la plenitud (igualmente en el sufrimiento). Y Él se ama lo suficiente para defender esto contra toda intromisión, por bien intencionada que sea. Para Él, la perseverancia en la verdad de su ser vale más que cinco minutos de falsa armonía con Pedro.

Recibir como pago la agresividad ante la Verdad nos asusta…pero ese es casi siempre el precio de la verdad y entonces preferimos comprometernos, negociar, relativizar nuestras convicciones. No hay modo de navegar en un punto medio, de ser a la vez sincero consigo mismo y suave con los demás. Porque si ese “justo medio” existe siempre, es necesario admitir que Jesús ha sido incapaz de encontrarlo aquel día.

Cuando por no hacer enojar o “incomodar” al otro, yo debo renunciar a cualquier cosa que me aleja de mi verdad (por ejemplo mi confort, mi gusto de tener razón, mi deseo de eficiencia, mi dinero), entonces no hay problema…”Aquel que ama soporta todo” (1 Corintios 13,7). Pero, si por no incomodar al otro (y la mayor parte del tiempo por no sentirme mal yo en esta confrontación) debo renunciar a lo que yo siento  que debo ser, entonces todo ha cambiado.

Si Jesús hubiera tolerado verdades a medias y “compromisos” vendidos en su propia vida, habría tolerado a Pedro aquel día, y aquello habría introducido la incomprensión, la distorsión y el alejamiento en su relación. Pero Jesús se ama lo suficiente para ser claro consigo mismo: “cuando ustedes hablen digan si o no; si las cosas son claras, no sentirán la necesidad de jurar o de perderse en lo incorrecto (o lo que procede del maligno) ” (Mateo 5,37).

También es posible amar suficientemente los otros y  ser claros con ellos.
La amistad, entonces llega a ser una relación donde cada uno crece y hace crecer al otro, porque cada quien se ama lo suficiente para dar la cara lúcidamente ante las exigencias de la vida, y para ayudar al otro a hacer lo mismo: Ama a tu prójimo como a ti mismo…

”Seguir a Jesús”, es también, asumir en nuestra vida las confrontaciones  que Él ha asumido, en nombre de la misma fidelidad interior. (A. Paoli).

Y llamando a la gente con los discípulos, les dijo:
   "El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. 8,35: El que quiera salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la Buena Noticia, la salvará"


Asuman sus conflictos:

La segunda parte del compromiso público de Jesús está dominado por la ideal del rechazo social. En varias ocasiones, Él habría confiado a sus discípulos: Todos aquellos que tienen algún poder social me rechazarán: los aristócratas, los sacerdotes y los especialistas de la ley. Ellos harán que sienta que yo no soy nada y me pondrán aparte.

La cruz, en el contexto de la época, es la sanción o el castigo para aquellos que han incentivado o promovido la sublevación social, sea por razones criminales o políticas. Nuestra época distingue entre los prisioneros de derecho común y los prisioneros de (por) opinión. Estos últimos son castigados no por lo que han hecho, es decir no por las leyes que han transgredido, sino por lo que ellos han visto, pensado, expresado y escrito.

Jesús ha sido condenado por lo que pensaba y decía, y no porque transgrediera leyes civiles (el episodio de los vendedores del templo fue un gesto profético contra el cual la policía del templo no presenta denuncia).

Y Él dice a sus discípulos: es normal que también les pase esto a ustedes. Es inevitable que las mismas convicciones que ustedes tienen produzcan los mismos efectos a su alrededor, en su ambiente. Sería sorprendente que la gente acepte en ustedes lo que ellos no han podido aceptar en mí.

Los motivos de conflicto no son necesariamente teológicos, y los desprecios o rechazos no son siempre espectaculares. Pero siempre crucifica sentir que la gente  se ríe de nosotros a causa de nuestras convicciones, nos encuentre o les parezcamos estúpidos por lo que decimos y por lo que hacemos. “Los fariseos que amaban el dinero escuchaban a (Jesús hablar del dinero) y ellos se reían por eso” (Lucas 16,14).

Jesús nos pone ante la siguiente alternativa: “Quien asegura su vida (con los seguros del mundo: dinero, poder, conformidad a los valores del ambiente y del momento) la perderá y quien pierde su vida por mí la asegurará”, quien haya sido socialmente rechazado por causa de sus actitudes frente al dinero, al poder, los derechos humanos, la justa repartición de bienes…Este encontrará la salida.   

Se está lejos, aquí, de una concepción privada del sufrimiento, tal como es presentada por una cierta espiritualidad cristiana. “Cargar su cruz”, esto, no se reduce  simplemente a aceptar los sufrimientos inevitables de la vida. Es aceptar pagar el precio social (en términos de conflicto con su ambiente que le rodea) de una vida vivida según sus convicciones evangélicas.

Jesús nos dice que solamente Aquel que permanece o llega justo hasta allá es “digno de Él”.




Reflexión Central:

Descubrir a Jesús:

Al igual que todos los grandes personajes, Jesús es un ser difícil de abordar, un ser enigmático. Y lo es más que los mejores escritos oficiales que nos hablan de Él, los 4 evangelios, que no son libros de historia sino testimonios de fe.

J.J Benitez, periodista y ufólogo español que ha ganado gran fama con la saga “Caballo de Troya” (sobre la vida de Jesús), se ha atrevido a decir (no con cierta cuota de verdad) que “los evangelistas eran malos periodistas”…y es porque Benítez como la mayoría de nosotros al leer los evangelios nos representamos siempre las escenas descritas como reportajes. Es con todo natural, puesto que los evangelistas poseen el arte de relatar las enseñanzas, las reflexiones, los recuerdos que tienen que ver con Jesús. De hecho, no sabemos de qué manera se formaron los evangelios. Sobre este punto hay enormes búsquedas e investigaciones exegéticas que sugieren que los recuerdos de los primeros testigos oculares ha permitido la constitución de colecciones de palabras, de relatos, de parábolas dichos por Jesús. Son estos relatos reales inscritos en una experiencia de fe en el Resucitado. En el momento que la tradición oral corría el riesgo de perderse u olvidarse, 30 o 40 años después de la muerte de Jesús, nuestros evangelistas canónicos (de acuerdo al canon, a la regla de las autoridades de la Iglesia) han puesto al día los textos que conocemos ahora. Cuando leemos los testimonios de fe de los evangelios, es entonces difícil, a veces imposible, afirmar que esto o aquello ocurrió exactamente así. A veces,   uno tiene la impresión de estar cerca de un evento concreto. Otras ocasiones, el trabajo de la memoria es mucho más complejo. Cuando en la Eucaristía nosotros hablamos de Jesús, nosotros hablamos basados en la fe de la Iglesia. Dentro de un rato, diremos en el Credo: “Yo creo en Jesucristo (o Mesías), Hijo único del Padre, Nuestro Señor, muerto y Resucitado” . Ésta fe está tan enraizada  en nosotros que concebimos  a Jesús antes que nada como Dios antes de concederle que Él ha sido también un hombre. Pero  es necesario comprender que, para los primeros discípulos, el camino ha sido al contrario. Ellos han conocido un hombre concreto, Jesús de Nazaret y es después de un largo camino, después de una crisis y una decepción terribles que ellos han comprendido que este hombre era- y es siempre-Hijo de Dios.

Es esta parte del camino, de la experiencia de caminada de los discípulos con Él,  que relata el evangelista Marcos hoy. En 20 líneas Marcos presenta en resumen una maduración en la comprensión y el descubrimiento de Jesús que ha debido ser muy larga. Este relato que Marcos sitúa en la región de Cesarea de Filipo, es aquel de la confesión de fe de Pedro y el anuncio de la pasión (2º anuncio de 3). Retomemos, si ustedes quieren, la caminada de Marcos dentro de lo que se podría llamar una psicología-ficción del personaje. Hasta aquí, hasta este momento del evangelio de Marcos, se nos ha presentado un Jesús adulto que proclama que el Reino de Dios está cerca (a la vuelta de la esquina). Los propósitos de Jesús son principalmente de naturaleza religiosa, pero la gente que le escucha se siente atraída naturalmente por aspiraciones políticas, nacionales, económicas y religiosas. Jesús manifiesta ser un curandero, un sanador, lo que se llamaba en el tiempo un taumaturgo. Es un hombre bueno que prefiere la gente modesta, sencilla, los pequeños. Es también un rabino itinerante a quien sigue un grupo de discípulos. Jesús enseña. Él critica muy severamente ciertas derivaciones o manifestaciones de la religión de su tiempo, hasta tal punto que esto inquieta muchos a los fariseos y los escribas, a la vez que a las autoridades y a los grupos fervorosos de su ambiente. En breve, Jesús es controvertido, y esta controversia suscita  entre la población la idea que Jesús puede ser el dirigente político que se espera. Ahora, Jesús no se siente cómodo con esto, ya que su propia reflexión sobre sí mismo, su meditación, su experiencia de oración, uno podría decir, mismo su intuición, no lo empujan hacia una acción política, sino más bien hacia una  revolución mucho  más radical, de naturaleza religiosa. Es toda la relación con Dios que debe ser transformada.

Es en este contexto que Jesús lanza la pregunta a sus discípulos: “Quién dice la gente que soy yo?” (Marcos 8,27) Cada uno de nosotros se hace esta pregunta para sí mismo. Qué se piensa de mi? Los discípulos le responden: Juan Bautista, Elías, uno de los profetas. En el fondo, los discípulos dicen a Jesús la percepción que se tiene de Él, Él es un profeta.  Esta noción en el tiempo de Jesús es bastante compleja. Un profeta, es alguien que habla de Dios y por Dios. Es alguien que critica la sociedad. Pensemos por ejemplo,  en Amós y Oseas. Es alguien que lee el futuro. En el tiempo de Jesús el profetismo es preferiblemente silencioso. Que uno le considere como profeta, está bien. Pero para Jesús esto no es suficiente, es probablemente demasiado ambiguo.

Jesús entonces relanza la pregunta a sus discípulos. Estos han estado junto a Él después de mucho tiempo, caminan con Él. Algunos le conocen íntimamente, y probablemente todo el pueblo se interroga para saber a donde llevará la aventura comenzada. Es bueno partir juntos y hacer una gira de 15 días. Pero si la aventura dura 6 meses, un año, dos años, a donde llevará eso? Qué piensan de Jesús sus íntimos?

Es Pedro quien responde: “Tú eres el Mesías”, el término es más rico y más denso que aquel de profeta. EL Mesías es el Enviado de Dios, aquel que ha recibido la unción. Es el rey, pero también es el gran sacerdote…El Mesías es el Salvador esperado dentro de la esperanza religiosa de Israel. Es entonces el titulo por excelencia que se le atribuirá a Jesús, hasta tal punto que por otra parte la palabra Christos que traduce la palabra mesías en griego, le será atribuida casi como un nombre de familia. En el momento de la pasión, el gran sacerdote preguntara a Jesús: “Eres tu el Mesías? (Christos), el Hijo de Dios bendecido?” (Marcos 14,61).

Esta respuesta de Pedro parece corresponder a la intuición que Jesús tiene de Él mismo. Es en estos términos como Jesús comprende su misión. Pero Jesús no está presto a decir esto abiertamente, Él impone entonces a Pedro y a los discípulos de no decir  esto por lo pronto, a nadie. El texto de Marcos es igualmente todavía más restrictivo: Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie (Marcos 8,30). Marcos agrega enseguida esta frase: “Por la primera vez les enseña que El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días.”

Hay acá un giro considerable en la comprensión que Jesús tiene de sí mismo y de su misión, como toda persona que quiere hacer bien las cosas, Jesús no ha pensado necesariamente que esto sería difícil. Todo debería pasarse bien.  Pero la oposición por parte de los fariseos y los escribas  se recrudece. La autoridad romana está inquieta. Por su parte, la gente esperaba un precursor y un hacedor de milagros. Ellos parecen más interesados por la multiplicación de los panes que por la búsqueda de su fe. Jesús entiende que su vida no será una vida  color de rosa, y que podría tener tarde o temprano una cita con la muerte. Así es necesario para ciertos profetas. La imagen del servidor que sufre se impone. Uno comprende que Marcos y los otros evangelistas hablan explícitamente en términos de pasión (es todavía más explicito en Marcos 10, 32-34). Uno confiere a Jesús acá una presciencia clara, cuando otros textos sugieren que Él tenia miedo a morir lapidado. Uno entiende  el por qué Pedro se sienta sacudido con tales palabras y por ello tome a Jesús aparte y le haga vivos reproches. Lo que dice Jesús es escandaloso y decepcionante… (Mc 8, 31). Es necesario hacer todo por impedirlo.  Nosotros nos pasamos el tiempo diciendo a nuestros amigos que todo va ir mejor, que no hay que bajar los brazos, que lo peor no se producirá.  Más  aun  todavía  para el jefe de grupo. Un capitán no le dice a su equipo que va a perder. Pero para Jesús esta palabra de Pedro es una tentación. Pedro adopta los propósitos del diablo. Él incita Jesús a renunciar a su misión para salvar su pellejo. Entonces, la reacción fuerte y determinante de Jesús muestra que Pedro lo ha hecho tambalear. El miedo está ahí haciendo su obra. Jesús comprende que esto va causar sufrimiento, dolor y tiene la tentación de echarse para atrás. Él lo dirá expresamente más tarde: “Padre, si es preciso, si quieres, aleja de mi este cáliz” (Marcos 14,36). Jesús no tiene ante Él al diablo pasado de las tentaciones del desierto. Él tiene al frente su más íntimo amigo que no lo entiende y quiere desviarlo de su camino: ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!

Nosotros nos encontramos aquí ante uno de los giros mayores de la vida de Jesús. No, Jesús no será el gentil profeta que complace a todo  el mundo. No, la aventura no terminará bien, y Jesús tendrá la valentía de hacer frente al odio y a la muerte.

La enseñanza que sigue  se desprende naturalmente de esta decisión de Jesús: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.”

Si miramos el camino seguido por los apóstoles, comprendemos un poco mejor el recorrido que ellos han hecho para comprender que el hombre Jesús era el Mesías y que la ruta de su misión pasaba por la cruz y la Resurrección. Nosotros debemos todavía hacer el camino inverso. Para nosotros Jesús, es ante todo el Hijo de Dios, pero nos es necesario comprender también al hombre que Él fue y el camino que ha recorrido.

Es muy fácil  decir a Jesús: “Tu eres el Mesías”, si nosotros no comprendemos antes las exigencias terribles que tal respuesta implica. Es necesario decir no a sus esperanzas necias. Es necesario tomar la vía del coraje, renunciar a su seguridad, aceptar perder su vida.

El hombre Jesús ha sido un sabio. Él ha sido un profeta. Como tantos otros antes de Él y después de Él! Pero reconocer en Él al Mesías y Señor, es otra cosa. Esto toma toda una vida para descubrirle y comprenderle…Esto también se lleva toda una vida para ponerlo en práctica.




ORACIÓN

Yo te conozco desde mi infancia,
Desde el pequeño Jesús de mi madre y abuelos,
Desde el  Niño Dios de mi padre amante del pesebre,
Desde el adolescente Jesús del cuadro de la Sagrada Familia,
Desde el Buen Jesús hostia de sacerdotes y Hermanas religiosas.

Yo  he repetido  tu nombre a menudo,
Tantos “yo creo en Dios” repetidos mecánicamente,
Tantas imágenes piadosas,
Tantos crucifijos sanguinolentos,
Tantos pastores cargando las ovejas.

Pero quien eres Tú ahora?
Quien eres Tu para mí?
Quien soy yo para Ti?

Rasga las imágenes,
Rompe los cuadros y pinturas,
Sacude la piedra de los monumentos
Y el poder de los buenos sentimientos.

Permíteme levantarme,
Barrer, limpiar mi vida pasada
Y decirte en verdad por la primera vez
Tú eres el Mesías!




Referencias:

http://betania.es  para las lecturas

Pequeño misal “Prions en eglise”, edición quebequense

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

http://cursillos.ca (reflexion del P. Allard)


BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole, année B. Novalis, 2007


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