A- Dios tía abuela...tìa Elsa...
En abril de 1990 y a pesar que ya habían transcurrido
poco más de dos años desde mi llegada Medellín para
estudiar en el seminario de Misiones, visité por primera vez la Tía Elsa, una de las
tres hermanas de mi abuela materna María
Ruby Cardona (Deyanira y Edilma, eran
las otras dos).
Vivía en el barrio París con su
esposo Ramón Franco y su hijo Humberto, el benjamín de los hijos…En ese momento
aun gozaban de buena salud los dos, ya jubilados, viviendo en una segunda
planta de la gran casa frente a la iglesia. En el primer piso había y creo
que hasta hoy hay una gran ferretería que comenzaron precisamente los dos tíos
a trabajar 30 años atrás…Hoy la administra su hijo mayor.
Ellos me contaron un poco de cómo había
sido su odisea desde las tierras del oriente de Caldas (Marquetalia y
Pensilvania) hasta llegar a Medellín…Incursionaron a la gran ciudad con muy
poco materialmente pero con la verraquera e ilusión característica de los
paisas de viejo raigambre.
Entre sus confidencias mi tía me contó
antes con su esposo en vida y presente y luego de la muerte del tío Ramón (en marzo del
2001, un año antes que mi madre) que
ella se había casado “engañada”, “crédula”, pensando que en verdad el joven
venido del municipio vecino a Marquetalia para pedirle la mano a sus padres David y Rosario, tenía mucho billete y
con qué formar y levantar una familia…Pero no había tal…Después del matrimonio
fue que la tía se dio cuenta de la realidad y tuvo que ponerle pecho a la determinación
y al trabajo para conseguir con el tiempo lo que consiguieron…”De haberlo sabido hubiera elegido en ese
momento casarme con Gonzalo”, se refería al hermano de mi abuelo Fabio
quien había contraído matrimonio con su hermana Ruby…”pues Gonzalo me pretendía y yo le gustaba mucho”… Cuando su
esposo escuchaba esto apenas sonreía…
Pero quizás la tía abuela me ocultaba las verdaderas razones del matrimonio, cuando sabemos que en esos tiempos las
uniones eran más bien arregladas entre los padres de ambas parejas de novios y eran por conveniencia y de amor seguramente había
muy poco…”Yo me casé por interés con Ramón,
fue después que aprendí a quererlo…porque qué hombre tan trabajador, tan
responsable y tan buen papa para sus hijos…” Varias veces me repitió en las
conversaciones que tuvimos el inmenso amor que nació y floreció y que sintió por Ramón con quien vivió
casi 50 años de matrimonio.
Cuando les visitaba (en el transcurso
de los años 1990 hasta 2001 año de la muerte de Don Ramón) siempre noté que
quien más hablaba era la tía…y discutíamos de recuerdos, ella hablaba de la
familia, una familia con quien había vivido
momentos alegres y de desazón. Hay una anécdota que no se me olvida…y ocurrió más
o menos lo siguiente:
20 o 25 años atrás, regresó a
Marquetalia para visitar a sus hermanos y sobrinos que habitaban allá y ocurrió
que mi abuela Ruby dizque cuando la vio no la reconoció de entrada y tuvo que
revelar su identidad…y eso le dolió mucho y como que nunca lo olvidó…tanto que
no volvió al pueblo a visitar a nadie…Puedo asegurar que las dos hermanas no se
vieron nunca después de eso hasta la muerte de mi abuela en 2007.
La verdad es que entre hermanos eran
muy desprendidos, el único que visitaba a todos y hacia de puente era mi tío
Berto, quien trabajo con la policía Nacional y que hoy día ya jubilado, está muy fatigado y
con problemas de salud en Santa Marta. Seguramente esta muerte de la última
hermana que le quedaba le dará muy duro.
Después de la muerte de Ramón tuve la
oportunidad de visitar mi tía. Recuerdo que en la cocina tenía una silla
mecedora donde se sentaba en vida su marido tan amado…Ella me aseguro que
durante cierto tiempo Ramón se le aparecía y que le hablaba, hasta que un día
vino a decirle que ya se iba y que la dejaría tranquila…Mi tía me contó
enseguida el hecho. También la visité en 2002 ya ordenado y antes de viajar a
Europa…Durante los 5 años que estuve en Camerún, la llamaba regularmente para
estar al tanto de su salud. Luego después de mi regreso de África en 2008 volví
a verla, pero ya se le veía más limitada en sus movimientos y comenzaba a
perder su memoria…pero al parecer sus recuerdos eran selectivos, por suerte al
parecer a mí nunca me olvidaba y me reconocía...Aquella vez me hizo darme cuenta que la cruz artesanal en blanco y negro que yo había bendecido y que pendía de su pecho yo se la había regalado 6 anos atrás... "Nunca me la quito padre", me dijo.
Desde el 2012 no volvería a verla,
porque a pesar que el año pasado estuve en Medellín y fui con intenciones
expresas de verla no se encontraba ya en casa y respondía a citas médicas…
Esta mañana he sabido de su muerte y
me han venido todos estos “souvenires” …Si porque nunca olvidaré que la tía posibilitó
que yo perseverara en el seminario, en mi vocación…Mismo si al principio ella
se mostró un poco “reacia” o “agria” conmigo, casi un desconocido, con el
tiempo se diò cuenta de mi vocación, de quién era yo, de su valor y supe ganar su corazón…pues a
la vez, ella encontró en mi la posibilidad de mantener comunicación aunque
fuera distante, pero menos fuerte, con la familia, ser puente concreto, de unión
con mi abuela, sus sobrinos, mi madre…Ella y su esposo me ofrecieron con generosidad su casa, una
cama, un plato de comida, el pasar un fin de semana con ellos…siempre me
tuvieron confianza y creo que nos ayudamos entre todos.
Tía Elsa, yo se que te estremecías cuando
te decía tía, eso te llenaba de emoción, en el brillo de tus pequeños ojos vi muchas veces el orgullo santo de saber que yo me preparaba para
ser sacerdote del Señor…ah y cuando lo fui! sin palabras te quedaste! A mi me encantaba que me llamaras sobrino, así a secas...
Solo me queda decirte gracias por
haber sido parte de mi vida, por tu acogida, por tu amistad, por tu testimonio
de fe, porque vaya que tenias fe…tu soledad la vivías con sacrificio de mujer
consagrada, sobre todo después de haberte quedado viuda…Gracias por el ejemplo
de arrojo, de lucha, de entusiasmo a pesar de las dificultades…en fin, tantas
cosas me enseñaste…
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