Viviendo extraordinariamente el tiempo ordinario: 18 de julio del 2017 martes de la 15a semana del TO
(Mateo 11,20-24) Es mucho
más fácil ignorar todos los pequeños milagros de los cuales somos testigos cada
día que reconocerlos. Percibir esos signos de la presencia de Dios en
nuestro vida, es permanecer en el amor y la confianza.
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo
(2,1-15a):
En aquellos días, un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu; ella concibió y dio a luz un niño. Viendo qué hermoso era, lo tuvo escondido tres meses. No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de barro y pez, colocó en ella a la criatura, y la depositó entre los juncos, junto a la orilla del Nilo. Una hermana del niño observaba a distancia para ver en qué paraba. La hija del Faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla. Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó a la criada a recogerla. La abrió, miró dentro, y encontró un niño llorando.
Conmovida, comentó: «Es un niño de los hebreos.»
Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del Faraón: «¿Quieres que vaya a buscarle una nodriza hebrea que críe al niño?»
Respondió la hija del Faraón: «Anda.»
La muchacha fue y llamó a la madre del niño.
La hija del Faraón le dijo: «Llévate al niño y críamelo, y yo te pagaré.»
La mujer tomó al niño y lo crió.
Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del Faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo: «Lo he sacado del agua.»
Pasaron los años, Moisés creció, fue adonde estaban sus hermanos, y los encontró transportando cargas. Y vio cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, uno de sus hermanos. Miró a un lado y a otro, y, viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena.
Al día siguiente, salió y encontró a dos hebreos riñendo, y dijo al culpable: «¿Por qué golpeas a tu compañero?»
Él le contestó: «¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes matarme como mataste al egipcio?»
Moisés se asustó pensando: «La cosa se ha sabido.» Cuando el Faraón se enteró del hecho, buscó a Moisés para darle muerte; pero Moisés huyó del Faraón y se refugió en el país de Madián.
Palabra de Dios
En aquellos días, un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu; ella concibió y dio a luz un niño. Viendo qué hermoso era, lo tuvo escondido tres meses. No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de barro y pez, colocó en ella a la criatura, y la depositó entre los juncos, junto a la orilla del Nilo. Una hermana del niño observaba a distancia para ver en qué paraba. La hija del Faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla. Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó a la criada a recogerla. La abrió, miró dentro, y encontró un niño llorando.
Conmovida, comentó: «Es un niño de los hebreos.»
Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del Faraón: «¿Quieres que vaya a buscarle una nodriza hebrea que críe al niño?»
Respondió la hija del Faraón: «Anda.»
La muchacha fue y llamó a la madre del niño.
La hija del Faraón le dijo: «Llévate al niño y críamelo, y yo te pagaré.»
La mujer tomó al niño y lo crió.
Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del Faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo: «Lo he sacado del agua.»
Pasaron los años, Moisés creció, fue adonde estaban sus hermanos, y los encontró transportando cargas. Y vio cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, uno de sus hermanos. Miró a un lado y a otro, y, viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena.
Al día siguiente, salió y encontró a dos hebreos riñendo, y dijo al culpable: «¿Por qué golpeas a tu compañero?»
Él le contestó: «¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes matarme como mataste al egipcio?»
Moisés se asustó pensando: «La cosa se ha sabido.» Cuando el Faraón se enteró del hecho, buscó a Moisés para darle muerte; pero Moisés huyó del Faraón y se refugió en el país de Madián.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 68,3.14.30-31.33-34
R/. Humildes, buscad al Señor,
y revivirá vuestro corazón
Me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente. R/.
Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío,
el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R/.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
R/. Humildes, buscad al Señor,
y revivirá vuestro corazón
Me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente. R/.
Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío,
el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R/.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Mateo (11,20-24):
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»
Palabra del Señor
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Por la fuerza que viene
de Dios
La madre de Moisés está dispuesta a todo, con tal de
conservar la vida de su hijo. La hermana de Moisés, hace todo lo que está al
alcance de sus manos para preservar la vida de su hermano. La hija del faraón,
se opone ante la prohibición de no dejar vivir los hijos de los hebreos. Estas 3
mujeres valientes simbolizan a todos aquellos que se resisten, se oponen a las
leyes injustas y no inspiradas en Dios, para proteger y salvar a las personas
en peligro por las decisiones de leyes y gobiernos injustos. Por otro lado,
Moisés, promovido en la corte del rey de Egipto, adquiriendo autoridad, un día
toma consciencia de la situación de su
pueblo. Él toma partido en defensa del pueblo hasta mismo cometer un homicidio.
Criminal para los egipcios, no reconocido por los hebreos, se echa a todo el
mundo de enemigo. Él no defenderá a su pueblo apoyado sólo en sus propias
fuerzas. Sólo Dios, es quien salva y
libera.
En el Evangelio, Jesús pronuncia palabras de lamentación
sobre las ciudades que no han aceptado su mensaje. La palabra "Ay"
que es sinónimo de "mala suerte", "desgraciada", significa
"vea pues", "yo veo"…No es una maldición, sino un grito de
tristeza. Reprochar, reclamar, es el distintivo, la marca de un amor verdadero.
La persona que ama a la otra persona con sinceridad, demuestra así su amor.
Cuando uno ama a alguien, se le dificulta aceptar que actúe de una manera
distinta a la que uno espera, que no corresponda a nuestro amor…Uno quiere
advertirle de las consecuencias funestas a las cuales se precipita por su falta
de fidelidad, de responsabilidad en el amor…Esto es cierto para la persona
enamorada, pero también lo es para el
padre o madre de familia, el pedagogo, el amigo, el hermano… Y esta experiencia
Jesús la vivió. Él ha hablado sinceramente, sin rodeos a la gente de sus
defectos, de sus errores ; realizó signos milagrosos en su favor y ellos no le
respondieron…Sus llamados a la conversión, fueron en vano en estas ciudades
mencionadas…
Cada uno de nosotros, de una manera u otra, tenemos una falla
en nosotros, una parte de nuestro ser se niega a asumir su identidad. Por
ejemplo a alguien le costará asumir su papel de padre o madre con su hijo, a
otro le costará tener relaciones armoniosas con los demás, otros renunciarán fácilmente
a su propia dignidad con tal de ganarse la amistad de un grupo…En cada uno,
habrá una hemorragia; recibamos en esa parte
herida de nuestro ser, la Palabra
del Señor que nos llama, descubramos en su exigencia la marca de un
verdadero amor que nos quiere libres, autónomos, responsables…Que respondiendo
a su llamado, podamos renovarnos, despertarnos, para decirnos al menos que
nuestra manera de hacer, de ser actualmente no es suficiente…para abrirnos así
a la conversión y llegar a tener la vida en abundancia que nuestro Maestro
promete…
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