lunes, 10 de julio de 2017

Viviendo extraordinariamente el tiempo ordinario: 11 de julio del 2017 martes de la 14a semana del TO



(Mateo 9,32-38) Más importante que las palabras pronunciadas es la calidad de la presencia misericordiosa. La caridad y el don de sí, exigen continuamente sacrificio y mucho esfuerzo. La cosecha es abundante y el maestro busca sin cesar nuevos obreros. haremos parte nosotros de los decididos y elegidos?



Primera lectura del Libro de Génesis 32,22-32. 

Y aquella noche Jacob permaneció en el campamento, mientras sus regalos iban delante de él.
Aquella noche, Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres, a sus dos sirvientas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Iaboc.
Después que los hizo cruzar el torrente, pasó también todas sus posesiones.
Entonces se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba.
Al ver que no podía dominar a Jacob, lo golpeó en la articulación del fémur, y el fémur de Jacob se dislocó mientras luchaban.
Luego dijo: "Déjame partir, porque ya está amaneciendo: .Pero Jacob replicó: "No te soltaré si antes no me bendices".
El otro le preguntó: "¿Cómo te llamas?", "Jacob", respondió.
El añadió: "En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido".
Jacob le rogó: "Por favor, dime tu nombre". Pero él respondió: "¿Cómo te atreves a preguntar mi nombre?". Y allí mismo lo bendijo.
Jacob llamó a aquel lugar con el nombre de Peniel, porque dijo: "He visto a Dios cara a cara, y he salido con vida".
Mientras atravesaba Peniel, el sol comenzó a brillar, y Jacob iba rengueando del muslo.


Salmo 17(16),1.2-3.6-7.8b.15.

Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.
Tú me harás justicia,
porque tus ojos ven lo que es recto:

si examinas mi corazón
y me visitas por las noches,
si me pruebas al fuego,
no encontrarás malicia en mí.
Mi boca no se excedió
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:

inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu gracia,
tú que salvas de los agresores
a los que buscan refugio a tu derecha.
Escóndeme a la sombra de tus alas.
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,

y al despertar, me saciaré de tu presencia.



Evangelio (Mt 9,32-38):

 En aquel tiempo, le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en Israel». Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios».

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».


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La marca de Dios

De manera extraña, la liturgia nos hace saltar casi  4 capítulos del Génesis (29 al 32) omitiendo leer varios aspectos de la vida de Jacob y donde se narra el encuentro con Raquel su esposa más amada, así como el matrimonio con ella y su hermana Lía, sin hablar de su descendencia, su huida de la casa de su (doblemente) suegro Labán, una vez se ha hecho un hombre muy rico y su pacto de no agresión con él.

Hoy escuchamos otro pasaje misterioso donde Jacob combate cuerpo a cuerpo con un adversario desconocido. El patriarca recibe golpes que le dejarán marcas de por vida y ante los cuales resiste. De esta manera, Jacob recibe un nuevo nombre: Israel que evoca una lucha con Dios. Jacob no sale indemne de este combate y cojeará para siempre. En adelante no podrá confiar sólo en sus propias fuerzas, pero deberá permanecer siempre dependiente de Dios.

En el Evangelio, vemos cómo en la época de Jesús, se pensaba que las enfermedades mentales y otras aflicciones, como la epilepsia, se debían a la posesión de la persona por parte de un demonio. En otras épocas se habló de alienación mental. Estos dos términos "alienación" y "posesión", expresan la idea que la persona afectada ha perdido el control de su vida. A través de sus milagros, Jesús restaura la integridad física y mental de las personas y les devuelve su plena dignidad. Se trata siempre de una liberación y de una recuperación. Jesús libera y salva.

Que como San Benito Abad, santo del día podamos vivir siempre dependientes de Dios, atentos a la escucha de su palabra, que libera y salva .

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