jueves, 6 de julio de 2017

Viviendo extraordinariamente el tiempo ordinario: 6 de julio del 2017: Santa Maria Goretti



La confianza de Abraham se refleja en su súplica e intercesión ante Dios por la ciudad de Sodoma (Génesis 18,22-32): Dios, justo, no permitirá un gesto que sea contrario a su promesa! La esperanza siempre termina teniendo la última palabra.




Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (22,1-19):

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: «¡Abrahán!»
Él respondió: «Aquí me tienes.»
Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.»
Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos.
Y Abrahán dijo a sus criados: «Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.»
Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac dijo a Abrahán, su padre: «Padre.»
Él respondió: «Aquí estoy, hijo mío.»
El muchacho dijo: «Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?»
Abrahán contestó: «Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.»
Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: «¡Abrahán, Abrahán!»
Él contestó: «Aquí me tienes.»
El ángel le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.»
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en una maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó a aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «El monte del Señor ve.»
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»
Abrahán volvió a sus criados, y juntos se pusieron en camino hacia Berseba. Abrahán se quedó a vivir en Berseba.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 114

R/. Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco. R/.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.» R/.

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó. R/.

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida. R/.



Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,1-8):

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla.
Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.»
Algunos de los escribas se dijeron: «Éste blasfema.»
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados están perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –dijo dirigiéndose al paralítico–: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Palabra del Señor


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Un Dios que ama la vida

Hoy hace 15 años fui ordenado sacerdote. Por eso quiero proclamar con el Salmo del día:  "Amo al Señor…El Señor es benigno y justo…Caminaré en presencia del Señor".

La Palabra de Dios dirigida a ustedes y a mí nos reconforta. Y la primera lectura del libro del Génesis nos hace preguntarnos, quería Dios verdaderamente la muerte de Isaac? Este relato tan conocido es por tanto difícil de comprender de entrada. Dios había prometido un hijo y una descendencia a Abraham. Acaso había cambiado de opinión? Con frecuencia, en la antigüedad, los sacrificios eran un medio para apaciguar la cólera de los dioses y recibir así sus favores… Y se llegaba a sacrificar hasta niños, a seres humanos. Pero el Dios de Abraham es diferente. Rechaza los sacrificios humanos. El Señor ama a Abraham sin condición. Él le ha ofrecido Isaac y no espera nada a cambio. Después de la prueba, Isaac es como dado una segunda vez a Abraham. Lo único que por lo que se admira Dios y le pide a Abraham es su fe, su confianza absoluta en Él.

En el Evangelio, los maestros de la Ley se sienten incómodos, ver inconformes por las palabras de perdón de Jesús. Sólo Dios tiene el poder de perdonar! Ellos piensan que la limitación, la parálisis del hombre es un castigo de Dios. Jesús contradice sus pensamientos y creencias y libera al paralítico dos veces, primero con el perdón y luego por la sanación física. La multitud comprende entonces que Dios le ha dado a Jesús el poder de perdonar.

Gracias Señor por tu sacerdocio del cual me has hecho partícipe. Bendícenos a todos los que administramos tu gracia y tu perdón.

Que siguiendo el ejemplo de Santa María Goretti, apóstol de la pureza, descubramos  sobre todo los jóvenes, "el valor de la verdad que libera al hombre de la esclavitud de las realidades materiales", y puedan "descubrir el gusto por la auténtica belleza y por el bien que vence al mal" (Juan Pablo ll).

¡Santa María Goretti, consigue para nosotros de Dios, mediante la intercesión de la santísima Virgen y de san José, esa fuerza sobrenatural que te hizo preferir la muerte al pecado, a fin de que podamos seguir tus luminosas huellas con alegría, con energía y con afán!

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