Buscar la fiebre entre las sábanas (Sobre la violencia entre los hinchas del fútbol colombiano)
Estoy seguro que el 99.9% de los colombianos, no sabe o no es consciente plenamente que en el himno nacional, que inclusive suena en los actos protocolarios de los partidos de fútbol, al final se canta “La humanidad entera que entre cadenas gime, comprende las Palabras del que murió en la Cruz”…Si en verdad comprendiéramos sus palabras e hiciéramos nuestro de corazón el evangelio, seguro que la violencia “imbécil “ no se daría en lo que finalmente es solo un JUEGO.
Confieso que mi experiencia con el futbol desde muy niño fue
traumática. A excepción de los mundiales 78 y 82 seguidos fielmente por la
tele, un pelotazo en la cara a los 10 años me hizo cogerle miedo a este deporte
que tardíamente comenzaría a jugar a los 18 años.
No sé con precisión en qué momento de mi vida comencé a ser
hincha y de un primer equipo profesional
de mi país, si, del América de Cali. Quizás fue a los 17 o a los 18, cuando en varias oportunidades
seguidas el equipo de los diablos rojos estuvo a punto de ser el primer onceno
de Colombia en sorber la Gloria de La
Copa Libertadores de América.
Dicen que uno cambia más fácil de mujer o esposa que de
equipo, pero en mi caso (como hombre célibe) fue falso, porque después de
escasos 5 años de seguir con amor al América, en el año 1991 decidí hacerme
hincha oficial y moderado, no fanático ni enceguecido del equipo de mi
departamento, en ese momento llamado el Once Philips. Y aunque viví por muchos
años juveniles en Medellín, no me hice por eso hincha ni del Poderoso (DIM) ni
del verde de la montaña (AN), ni después tampoco aficionado a la naranja
mecánica paisa (Envigado).
Son más de 22 años como seguidor del blanco blanco de
Manizales. Una afición que ha crecido paulatinamente pero sin por ello dejar de
perder la cordura ni la cabeza, ni tampoco
llevarme a odiar a los hinchas rivales.
Mientras viví en el país y pude acompañar en los diferentes
estadios a mi Once Caldas, la mayoría de las veces tuve que camuflar mi
camiseta bajo una gruesa camisa de manga larga y una chaqueta, para no ser
agredido mínimo verbalmente por los malos hinchas que no faltan…Confieso que a
través de los años (entre 1988 y 2001) me llevé más de un susto en los estadios de Medellín y Manizales.
Gracias a la sabiduría de Dios, aprendida desde pequeño,
gracias “Al temor de Dios”, infundado por mis padres (que no es miedo irascible
o psicótico a Dios), sino sentir tristeza de entristecerlo, de desobedecer su
voluntad, aprendí a amar y respetar toda
vida humana y descubrir su dignidad sagrada.
En nuestro mundo, desde que es mundo y desde los más antiguos
tiempos, la violencia fratricida está presente. Caín y Abel del Génesis son el
hincha de Millonarios y el de Nacional hoy, el hincha irascible del Caldas y
del Pereira, el soldado y el guerrillero
modernos, el musulmán y el infiel (enemigo de Alah según este)…
Con el pasar del
tiempo, los hombres se alejaron siempre más de Dios, cometiendo pecados siempre
más graves.
Por envidia Caín mató a
su hermano Abel (Gén 4,1-16); por orgullo, Lámec mata a quien le hace una
herida y amenaza con ser vengado setenta y siete veces (Gén 4,23-24); la maldad
y la violencia llenan el corazón de todos los hombres (Gén 6, 11-13).
Es lo que pasa con cada
uno de nosotros, después de haber dado el primer paso en el camino del pecado.
Al principio hay, alguna resistencia después todo se hace más fácil. Es como cuando
una piedra empieza a rodar desde la cumbre de una montaña: cuanto más avanza,
tanto más aumenta su velocidad.
Yo sé que muchos pensarán y estarán pensando leyendo esta
entrada, “ya este (cura) le metió religión al asunto”…”Por qué meter a Dios en
esto?” Y sin embargo no me equivoco al afirmar que nuestro mal, la violencia
del futbol y en todos los dominios y lugares tiene que ver con su ausencia, su
desconocimiento o ignorancia, sea de su identidad, de su Palabra, de la misión
redentora de su Hijo Jesucristo.
He escuchado esta noche un debate radial sobre el tema
coyuntural de la violencia en el futbol (que se pone de moda cada 5 años) y
pueden creerme durante la hora que estuve en sintonía no se nombró a DIOS o su
Palabra, o el evangelio, ni una sola vez…Cuáles son nuestros referentes? El
Estado, la policía, la DIMAYOR, confiar en nuestras propias fuerzas humanas
para encontrar soluciones a los odios, a las violencias de todo tipo que llevan
a la muerte de otro ser humano…
“Así dice el SEÑOR: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del SEÑOR se aparta su
corazón ” . 6 Será como arbusto en el yermo y no verá
el bien cuando venga; habitará en pedregales en el desierto, tierra salada y
sin habitantes. 7 Bendito es el hombre que confía en el SEÑOR, cuya confianza
es el SEÑOR. 8 Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces
junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán
verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto. 9 Más
engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá? (Jeremías 17,5-9).
Estoy seguro que el
99.9% de los colombianos, no sabe o no es consciente plenamente que en el himno nacional, que inclusive suena en los actos protocolarios
de los partidos de fútbol, al final se canta “La humanidad entera que entre cadenas gime, comprende las Palabras del
que murió en la Cruz”…Si en verdad comprendiéramos sus palabras e hiciéramos nuestro de corazón
el evangelio, seguro que la violencia “imbécil “ no se daría en lo que
finalmente es solo un JUEGO.
Sigamos poniendo en discusión las áreas y asignaturas de
humanidades en la educación primaria y secundaria, sigamos abogando por seguir
haciendo desaparecer a la ETICA, a LA EDUCACION RELIGIOSA (esencialmente
católica), la educación cívica, la urbanidad, la filosofía (ya desaparecidas)…Mientras no se le enseñe al ser humano desde pequeño, desde su
más tierna infancia que la vida humana es sagrada, mientras no se le inculque
el miedo a la desgracia o infelicidad
eterna, consecuencia de atentar contra la vida de otro, seguiremos como
estamos…
La solución no está en aplazar partidos de futbol o en
carnetizar los hinchas, en implementar más policía en los estadios o en
prohibir las camisetas que muestren públicamente el equipo…No, aunque me digan
beato, cura trasnochado les digo “estaremos
miando fuera del tiesto”, mientras no nos volvamos a Dios y lo pongamos en
el centro de toda nuestra vida, de todas nuestras cosas, pero a un Dios creador
y liberador del ser humano, un Dios poderoso en amor, un Dios que supera todas nuestras falsas imágenes,
un Dios que defiende y ama la vida y que nos juzgará con misericordia sí, pero
mientras hayamos mostrado signos de compasión, de servicio, de solidaridad y
respeto profundo por la vida, durante nuestro paso por este mundo.
El futbol no hay que demonizarlo,
No hay que buscar la fiebre en las cobijas,
El mal está en los adultos, en las familias, las autoridades,
que deben ser guías y modelos de nuestros niños y jóvenes…Mientras se siga prescindiendo
de Dios, ignorando el poder, la luz de su palabra, la espiral de violencia no
se detendrá…”Señor perdónanos porque no
sabemos lo que hacemos”.
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