miércoles, 7 de junio de 2017

Viviendo extraordinariamente el tiempo ordinario: 7 de junio del 2017: Novena semana del tiempo ordinario


Ni Tobit ni Sara se han dejado abatir por el sufrimiento. Todos dos han perseverado en la oración a pesar de todo. Ellos se han confiado a Dios y a la respuesta que les propondrá.





Primera lectura      
Lectura del libro de Tobías (3,1-1a.16-17a):


En aquellos días, profundamente afligido, sollocé, me eché a llorar y empecé a rezar entre sollozos: «Señor, tú eres justo, todas tus obras son justas; tú actúas con misericordia y lealtad, tú eres el juez del mundo. Tú, Señor, acuérdate de mí y mírame; no me castigues por mis pecados, mis errores y los de mis padres, cometidos en tu presencia, desobedeciendo tus mandatos. Nos has entregado al saqueo, al destierro y a la muerte, nos has hecho refrán, comentario y burla de todas las naciones donde nos has dispersado. Sí, todas tus sentencias son justas cuando me tratas así por mis pecados, porque no hemos cumplido tus mandatos ni hemos procedido lealmente en tu presencia. Haz ahora de mí lo que te guste. Manda que me quiten la vida, y desapareceré de la faz de la tierra y en tierra me convertiré. Porque más vale morir que vivir, después de oír ultrajes que no merezco y verme invadido de tristeza. Manda, Señor, que yo me libre de esta prueba; déjame marchar a la eterna morada y no me apartes tu rostro, Señor, porque más me vale morir que vivir pasando esta prueba y escuchando tales ultrajes.»

Aquel mismo día, Sara, la hija de Ragüel, el de Ecbatana de Media, tuvo que soportar también los insultos de una criada de su padre; porque Sara se había casado siete veces, pero el maldito demonio Asmodeo fue matando a todos los maridos, cuando iban a unirse a ella según costumbre. 
La criada le dijo: «Eres tú la que matas a tus maridos. Te han casado ya con siete, y no llevas el apellido ni siquiera de uno. Porque ellos hayan muerto, ¿a qué nos castigas por su culpa? ¡Vete con ellos! ¡Que no veamos nunca ni un hijo ni una hija tuya!» 
Entonces Sara, profundamente afligida, se echó a llorar y subió al piso de arriba de la casa, con intención de ahorcarse. 
Pero lo pensó otra vez, y se dijo: «¡Van a echárselo en cara a mi padre! Le dirán que la única hija que tenía, tan querida, se ahorcó al verse hecha una desgraciada. Y mandaré a la tumba a mi anciano padre, de puro dolor. Será mejor no ahorcarme, sino pedir al Señor la muerte, y así ya no tendré que oír más insultos.» 
Extendió las manos hacia la ventana y rezó. En el mismo momento, el Dios de la gloria escuchó la oración de los dos, y envió a Rafael para curarlos.

Palabra de Dios



Salmo
Sal 24,2-3.4-5ab.6-7bc.8-9



R/. A ti, Señor, levanto mi alma


Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, 

que no triunfen de mí mis enemigos; 
pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores. R/. 

Señor, enséñame tus caminos, 
instrúyeme en tus sendas: 
haz que camine con lealtad; 
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

Recuerda, Señor, 
que tu ternura y tu misericordia son eternas; 
acuérdate de mí con misericordia, 
por tu bondad, Señor. R/.

El Señor es bueno y es recto, 
y enseña el camino a los pecadores; 
hace caminar a los humildes con rectitud, 
enseña su camino a los humildes. R/.



Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,18-27):



En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: "Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano." Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» 
Jesús les respondió: «Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: "Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.»



Palabra del Señor

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El consuelo de la oración: del desespero a la fe

La primera lectura del libro de Tobit nos habla de dos seres tristes y desesperados. Uno a causa de su ceguera, la otra por su viudez múltiple y su esterilidad. Lastimosamente la bella oración de Sara es omitida, pero tenemos en totalidad la de Tobit. Qué injusticia hacerse insultar sin razón! Es mejor morir! Tobit se pone con confianza entre las manos de Dios,  quien le conoce tal como es y sabrá lo que es justo. La clave está en atreverse a volverse a Él. Este es el sentido de la oración.  Por su parte Sara, se considera maldecida. Siete veces viuda, y sin hijos y como Tobit con pocas fuerzas, desea morir y al igual que Tobit en su desesperación, ella se vuelve hacia Dios y le confía su tristeza y frustración.

En el Evangelio, somos confrontados ante una pregunta que mata, pues es verdad que todo el mundo se interroga sobre la vida después de la muerte.  Los saduceos que abordan a Jesús, pretenden mostrar lo absurdo de la resurrección a partir de un caso límite (la mujer que se casa con siete hermanos que mueren)…al final, de quién será la mujer cuando resuciten los muertos? Esa es la inquietud de los saduceos. Ellos a la vez hacen referencia la llamada ley del levirato, tradición en Israel que consistía en que una mujer viuda y sin hijos,  puede volver a casarse con el hermano de su difunto esposo. Esto estaba previsto por la Ley de Dios (Deuteronomio 25,5-6). Jesús no cae en la trampa y les dice que en lugar de imaginar lo que es la resurrección, tengan confianza en el poder de Dios!

Y nosotros, también,  acaso, no tenemos a veces, la tendencia excesiva a representarnos la vida después de la muerte , convirtiéndose esto en una obsesión, sin concentrarnos en el poder inimaginable de Dios?



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