Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi fantasía. Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello.
Él me contestó, explicándome el sentido de la visión: «Esas cuatro fieras gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el Reino y lo poseerán por los siglos de los siglos.»
Yo quise saber lo que significaba la cuarta fiera, diversa de las demás; la fiera terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y pateaba las sobras con las pezuñas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza, y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que los otros. Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó. Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos.
Después me dijo: «La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, diverso de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después vendrá otro, diverso de los precedentes, que destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley. Dejarán en su poder a los santos durante un año y otro año y otro año y medio. Pero, cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder, y será destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos.
Palabra de Dios
R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos
Hijos de los hombres,
bendecid al Señor. R/.
Bendiga Israel al Señor. R/.
Sacerdotes del Señor,
bendecid al Señor. R/.
Siervos del Señor,
bendecid al Señor. R/.
Almas y espíritus justos,
bendecid al Señor. R/.
Santos y humildes de corazón,
bendecid al Señor. R/.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
Los monstruos en el tapiz
El libro de Daniel nos presenta hoy una visión
llena de símbolos que a primera vista parecen sacados de una pesadilla. Sin
embargo, esta imagen de bestias y monstruos es en realidad un tapiz espiritual
tejido con sabiduría para ayudarnos a leer la historia desde la fe. Las tres
primeras bestias —el león alado, el oso y el leopardo— representan imperios que
dominaron con violencia: Babilonia, los Medos y los Persas. La cuarta bestia,
de fuerza indómita, alude al imperio de Alejandro Magno. Sus cuernos, signos de
poder político, evocan a los reyes de Siria, y el “cuerno arrogante”,
victorioso y blasfemo, simboliza a Antíoco IV Epífanes, aquel que no dudó en
humillar la fe del pueblo y pretender imponerse como objeto de culto.
La enseñanza es clara: todos los imperios
humanos, por grandes que parezcan, pasan. Todo poder que no nace de Dios
termina devorándose a sí mismo. La historia está en manos del Altísimo, no de
los monstruos que pretendieron adueñarse del mundo. Cada vez que la fe fue
amenazada, Dios preservó un resto fiel. Ese es el mensaje de esperanza de
Daniel: aunque el mal ruja, Dios sigue siendo Señor de la historia.
El día después
Al recorrer los evangelios proclamados en estos
días finales del año litúrgico, descubrimos a un Jesús profundamente preocupado
por el corazón de sus discípulos. No desea infundir miedo, sino despertar
conciencia. Como un padre que vela por sus hijos, Jesús repite sus llamados a
la vigilancia, a no vivir dormidos, a no dejar que el tiempo desgaste el fervor
ni que la rutina nos anestesie.
El Señor teme por nosotros cuando ve que la
repetición de gestos vacíos nos roba la capacidad de esperar. Cuando el
presente lo acapara todo —placeres inmediatos, búsquedas desenfrenadas de
dinero, adicciones, fantasías de otra vida— corremos el riesgo de perder de
vista el horizonte. Estas “falsas alegrías” prometen mucho y entregan muy poco:
terminan en cansancio, decepción, vacío interior… y a veces, en profunda
desesperanza.
Jesús quiere que aprendamos a vivir con los ojos
abiertos, con el corazón atento, con la fe en tensión hacia el futuro. No para
temer el final, sino para acogerlo como la llegada del Esposo que nos ama.
Oración
Oh Dios,
Salvador nuestro:
Hace tanto enviaste a tu Hijo Jesús para habitar entre nosotros,
y, sin embargo, tantas veces no hemos sabido reconocerlo
o lo hemos ocultado con nuestras sombras.
Despiértanos,
Señor; abre nuestros ojos y nuestro corazón.
Haz que Cristo sea la luz que ilumina nuestras decisiones,
la alegría que renueva nuestras comunidades,
la esperanza que ofrecemos a nuestros hermanos.
Construye
con nosotros un mundo más fraterno,
un reino de justicia, de paz y de amor,
en el que aprendamos a servirnos mutuamente
mientras caminamos, confiados y jubilosos,
hacia la casa donde Tú nos esperas.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones