20 de diciembre del 2017 miércoles de la 3a semana de Adviento


(Lucas 1, 26-38) Al aceptar ser la sierva del Señor, María  se convierte no en su esclava, sino su asociada en la fe. Dios también tiene un proyecto preciso para cada uno de nosotros. Aceptar y participar de él, hace de nosotros amigos y compañeros del Padre que cree en nuestras posibilidades.

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Los dos bellos textos bíblicos de hoy se corresponden mutuamente como promesa y cumplimiento de la misma promesa.
    El hijo que  habría de nacer de una joven doncella como signo o señal de la salvación de Israel (Primera Lectura) probablemente se refería, en sentido directo, a un hijo del rey todavía por nacer; sin embargo en la tradición más tardía y particularmente en el entendimiento cristiano de ese pasaje, se vino a interpretar el texto como una profecía mesiánica, que se cumplió en María y en el Hijo nacido de ella, en Jesús.
    Es digno de notar también el espíritu del cumplimiento de la promesa. La encarnación de Cristo fue el comienzo de una subversión total de valores; pone todo patas arriba; por ejemplo: la salvación viene y se ofrece a los pobres y humildes, se expresa a sí misma en obediencia y humilde servicio, el poder y la majestad de Dios se muestran en su sencillo acercamiento al pueblo, Dios se nos hace cercano en la gente, incluso la muerte se convierte en camino hacia la vida.
(ciudadredonda.org)




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (7,10-14):

EN aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
 Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.

V/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

V/. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede entrar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

V/. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R
/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

EN el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Él ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido en hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.


Palabra del Señor



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Reflexión:

En la primera lectura es bueno conocer un poco el contexto de las palabras del Señor dirigidas al profeta; los dos reinos del pueblo del Señor están en conflicto, Israel contra Judá. Dios quiere proteger al rey, pero el rey tiene miedo y busca aliarse con otras potencias politicas extranjeras, olvidándose que Dios se ha comprometido con él, y no escucha los consejos de su profeta. Tener fe, es depositar la confianza e Dios quien será fiel hasta el punto de ayudarnos a remontar el peligro. El miedo es contrario a la fe.
Y qué sorprendente victoria se anuncia con la venida de un bebé! Un Emanuel, cuyo nombre significa en hebreo "Dios con nosotros". Dios viene como un niño frágil, para vencer el orgullo de los poderosos. Él nunca está ahí donde se le espera. Este es el desafío de la fe! La vida, ella también es más infinitamente vasta, profunda, misteriosa y bella que lo que nos permite ver. El Nuevo Testamento verá en estos versículos un anuncio del nacimiento de Jesús.

1.      Hoy, avanzado ya el Adviento, contemplamos a María en su anunciación. Gabriel la saluda llamándola “la-llena-de-gracia”. María es la llena de gracia, la llena del favor de Dios, la colmada del amor de Dios. Que eso es lo que  en la Biblia significa gracia: el amor, el cariño, el favor  con que Dios quiere a su pueblo. Después añade el ángel: “El Señor está contigo”. A nosotros, en la misa, -comenta P. Schillebeck-  el sacerdote nos saluda diciendo: “El Señor esté con vosotros”. Y ora para que así sea, pues siempre hay rincones de nuestro corazón donde todavía no hemos recibido a Dios. En María, por el contrario, no hubo un solo rincón de su corazón que fuera extraño a Dios. Ella pertenecía del todo a Dios. Ruega por nosotros, Madre,  para que no hurtemos a Dios ningún rincón de nuestro corazón. Que le dejemos entrar en todos. Para que cada día esté más con nosotros.

2.      Después de saludarla, el ángel le da a conocer la misión que Dios le ha  asignado: ser la Madre del Mesías, del Salvador. La misión es grande. pero el ángel la anima: “no temas, María”, porque más grande y poderosa es la gracia del Señor. Y él está con ella. Ante esta oferta de Dios, María se pone a su disposición: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." ¡Qué libres le deja María las manos a Dios! ¡Con qué confianza se abandona en las manos del Padre Dios para que haga de ella lo que quiera! Y ese “sí” lo repetirá en todas las circunstancias de su vida,  aun en los momentos más oscuros. 

Señor, que hoy, mirando a María, aprenda  esa disponibilidad, que aprenda a decir sí a tus planes, aceptándolos sin reserva ninguna; que,  como para María, tu voluntad lo sea todo para mí, en todos los momentos y circunstancias.  Que no trate de escabullirme, cuando escuche en mi corazón tus llamadas. Dame un corazón generoso como el de María.

3.      «Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir: ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte». Sí, Señor Jesús, ven y abre la puerta de mi cautiverio, líbrame de la oscura tiniebla del pecado. Que pueda caminar en libertad por los caminos de amor a Dios y el amor y servicio al prójimo, sobre todo, a los que más lo necesitan.


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