13 de febrero del 2021: sábado de la quinta semana del tiempo ordinario (I)


(Marcos 8, 1-10) Cristo ha venido para alimentarnos, pero no sólo físicamente. Si Él se preocupa por los cuerpos, se preocupa aún más por los espíritus ¿Hasta cuándo será necesario tener para conocer espiritualmente por fin el único pan verdadero que nutre y abre a la vida?



Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (3,9-24):


EL Señor Dios llamó al hombre y le dijo:
«Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
A la mujer le dijo:
«Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará».
A Adán le dijo:
«Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Comerás el pan con sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado; pues eres polvo y al polvo volverás».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
El Señor Dios hizo túnicas de piel para Adán y su mujer, y los vistió.
Y el Señor Dios dijo:
«He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida, coma de él y viva para siempre».
El Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.
Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y una espada llameante que brillaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 89,2.3-4.5-6.12-13

R/.
 Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación

V/. Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. R/.

V/. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.

V/. Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

V/. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.

 

Lectura del santo Evangelio San Marcos (8,1-10):

POR aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo y tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Palabra del Señor

 

 

 

«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».

 

Marcos 8: 2-3

 

Lo primordial en la vida…

 

 

La misión principal de Jesús fue espiritual. Él vino a liberarnos de los efectos del pecado para que pudiéramos entrar en la gloria del cielo por toda la eternidad. Su vida, muerte y resurrección destruyeron la muerte misma y abrieron el camino para que todos los que se vuelven a Él sean salvos. Pero el amor de Jesús por la gente era tan completo que también estaba atento a sus necesidades físicas.

 

En primer lugar, reflexiona sobre la primera línea de esta declaración de nuestro Señor «Siento compasión de la gente ...” El amor divino de Jesús estaba entrelazado con Su humanidad. Amaba a toda la persona, en cuerpo y alma. En esta historia del Evangelio, la gente estuvo con Él durante tres días y tenían hambre, pero no daban señales de irse. Se habían quedado tan asombrados por nuestro Señor que no querían irse. Jesús señaló que su hambre era grave. Si los despedía, temía que “desfallecieran por el camino”. Por tanto, estos hechos son la base de Su milagro.

 

Una lección que podemos aprender de esta historia es la de nuestras prioridades en la vida. A menudo, es posible que tendamos a invertir nuestras prioridades. Por supuesto, es importante ocuparse de las necesidades de la vida. Necesitamos comida, techo, ropa y cosas por el estilo. Necesitamos cuidar a nuestras familias y satisfacer sus necesidades básicas. Pero con demasiada frecuencia elevamos estas necesidades básicas de la vida por encima de nuestra necesidad espiritual de amar y servir a Cristo, como si las dos se opusieran entre sí. Pero ese no es el caso.

 

En este Evangelio, las personas que estaban con Jesús eligieron poner su fe en primer lugar. Eligieron quedarse con Jesús a pesar de que no tenían qué comer. Quizás algunas personas se habían ido uno o dos días antes decidiendo que la necesidad de comida tenía prioridad. Pero aquellos que pudieron haber hecho esto se perdieron el increíble regalo de este milagro en el que toda la multitud fue alimentada hasta el punto de quedar completamente satisfecha. Por supuesto, nuestro Señor no quiere que seamos irresponsables, especialmente si tenemos el deber de cuidar a los demás. Pero esta historia nos dice que nuestra necesidad espiritual de ser alimentados por la Palabra de Dios siempre debe ser nuestra mayor preocupación. Cuando ponemos a Cristo en primer lugar, todas las demás necesidades se satisfacen de acuerdo con Su providencia.

 

Reflexiona hoy sobre tus propias prioridades en la vida. ¿Qué es más importante para ti? ¿Tu próxima buena comida? ¿O tu vida de fe? Aunque estas no tienen por qué oponerse entre sí, es importante que siempre pongas tu amor por Dios en primer lugar en la vida. 

 

Reflexiona sobre esta gran multitud de personas que pasaron tres días con Jesús en el desierto sin comida y trata de verte como ellos. Haz tu elección de permanecer también con Jesús , de modo que tu amor por Dios se convierta en el enfoque principal de tu vida.

 

Mi providencial Señor, Tú conoces todas mis necesidades y te preocupas por cada aspecto de mi vida. Ayúdame a confiar en Ti tan completamente que siempre ponga mi amor por Ti como mi primera prioridad en la vida. Creo que, si puedo mantenerte a ti y a tu voluntad como la parte más importante de mi vida, todas las demás necesidades de la vida estarán en su lugar. Jesús, en Ti confío.

 

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