1 de febrero del 2021: lunes de la quinta semana del tiempo ordinario (año I)
(Marcos 5, 1-20) Dios revela su
bondad hasta en los lugares considerados como hostiles a su presencia. El Señor
no es un dictador: su poder reside en su amor
Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (11,32-40):
HERMANOS:
¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac,
Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; estos, por fe, conquistaron
reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de
leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron
de enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos
extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos.
Pero otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para
obtener una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los
azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron, murieron a
espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de
todo, oprimidos, maltratados —el mundo no era digno de ellos—, vagabundos por
desiertos y montañas, por grutas y cavernas de la tierra.
Y todos estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido, porque
Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin
nosotros a la perfección.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 30,20.21.22.23.24
R/. Sed
fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en en Señor
V/. Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.
V/. En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R/.
V/. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada. R/.
V/. Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba. R/.
V/. Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(5,1-20):
EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a
la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre
los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los
sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían
sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los
cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los
sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a
Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«Cómo te llamas?».
Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los
espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en
los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se
ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la
gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión,
sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los
cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que
le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que
ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había
hecho con él; todos se admiraban.
Palabra del Señor
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«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«Cómo te llamas?».
Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Nunca
rendirse!
Para la mayoría de la gente, ese encuentro
sería aterrador. Este hombre cuyas palabras se registran arriba estaba
poseído por una multitud de demonios. Vivía en las laderas entre varias
cuevas junto al mar, y nadie quería acercarse a él. Era un hombre
violento, gritaba día y noche, y toda la gente del pueblo le tenía miedo. Pero
cuando este hombre vio a Jesús de lejos, sucedió algo asombroso. En lugar
de que Jesús fuera aterrorizado por el hombre, la multitud de demonios que lo
poseían se aterrorizó de Jesús. Jesús entonces ordenó a los muchos
demonios que dejaran al hombre y entraran en una piara de unos dos mil cerdos. Los
cerdos corrieron inmediatamente colina abajo hacia el mar y se ahogaron. El
poseído volvió a la normalidad, se vistió y recuperó su sano juicio. Todos
los que lo vieron quedaron asombrados.
Claramente, este breve resumen de la historia
no explica adecuadamente el terror, trauma, confusión, sufrimiento, etc., que
este hombre soportó durante los años de su posesión diabólica. Y no
explica adecuadamente el grave sufrimiento de la familia y amigos de este
hombre, así como el desorden causado a los habitantes de la localidad como
consecuencia de su posesión. Por lo tanto, para comprender mejor esta
historia, es útil contrastar la experiencia del antes y el después de todos los
involucrados. Era muy difícil para todos comprender cómo este hombre podía
pasar de estar poseído y loco a calmado y racional. Por esa razón, Jesús
le dijo al hombre «Vete a casa con los tuyos y anúnciales
lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
Imagínese la mezcla de alegría, confusión e incredulidad que
habría experimentado su familia.
Si Jesús pudo transformar la vida de este
hombre que estaba completamente poseído por una Legión de demonios, entonces
nadie se quedará sin esperanza. Con demasiada frecuencia, especialmente
dentro de nuestras familias y entre viejos amigos, hay personas a quienes hemos
descartado y calificado como irredimibles. Hay quienes se han extraviado
tanto que parecen desesperados. Pero lo que nos dice esta historia es que
la esperanza nunca se pierde para nadie, ni siquiera para aquellos que están
completamente poseídos por una multitud de demonios.
Reflexione hoy sobre cualquier persona en su
vida a la que haya condenado o calificado de insalvable. Quizás la hayan
herido una y otra vez. O tal vez habría elegido una vida de pecado grave. Mire
a esa persona a la luz de este Evangelio y sepa que siempre hay esperanza. Esté
abierto a que Dios actúe a través de usted de una manera profunda y poderosa
para que incluso la persona más aparentemente irredimible que conozca reciba
esperanza a través de usted.
Mi más poderoso Señor, te ofrezco, en este
día, a la persona a quien recuerdo y que más necesita de Tu gracia redentora. Que
nunca pierda la esperanza en Tu capacidad para transformar sus vidas, perdonar
sus pecados y traerlos de regreso a Ti. Úsame, querido Señor, para ser un
instrumento de Tu misericordia para que lleguen a conocerte y experimenten la
libertad que Tú tanto deseas que reciban.
Jesús, en Ti confío.
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