2 de agosto del 2021: lunes de la decimoctava semana del tiempo ordinario
(Mateo
14, 13-21) El desafío es demasiado grande, es mejor despedir a la multitud.
Es mi reacción espontánea al sufrimiento del mundo. Pero ahora el gesto de
partir el pan toca mi corazón endurecido y me invita a hacer milagros con lo
poco que tengo.
Primera lectura
Lectura del libro de los Números (11,4b-15):
En aquellos días, los israelitas dijeron: «¡Quién pudiera comer carne! Cómo
nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones
y puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más
que maná.»
El maná se parecía a semilla de coriandro con color de bedelio; el pueblo se
dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo machacaban en el almirez,
lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que sabían a pan de aceite. Por
la noche caía el rocío en el campamento y, encima de él, el maná.
Moisés oyó cómo el pueblo, familia por familia, lloraba, cada uno a la entrada
de su tienda, provocando la ira del Señor; y disgustado, dijo al Señor: «¿Por
qué tratas mal a tu siervo y no le concedes tu favor, sino que le haces cargar
con todo este pueblo? ¿He concebido yo a todo este pueblo o lo he dado a luz,
para que me digas: "Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la
criatura, y llévalo a la tierra que prometí a sus padres"? ¿De dónde
sacaré pan para repartirlo a todo el pueblo? Vienen a mí llorando: "Danos
de comer carne." Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues supera
mis fuerzas. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir; concédeme
este favor, y no tendré que pasar tales penas.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 80,12-13.14-15.16-17
R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza
Mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos. R/.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
En un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios. R/.
Los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(14,13-21):
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se
marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente,
lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le
dio lástima y curó a los enfermos.
Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en
despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y
se compren de comer.»
Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo: «Traédmelos.»
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los
dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y
se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron
todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras.
Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra del Señor
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En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el
Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al
saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio
Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos.
Hablando humanamente, el corazón de Jesús se entristeció por la
muerte de Juan el Bautista. Amaba a Juan y estaba profundamente compungido
por su decapitación. Así que se retiró en una barca a un lugar desierto
solo. ¡Pero la multitud tenía hambre de más! Querían ver a Jesús y
escucharlo. Conocían a muchos que estaban enfermos y querían que Jesús los
sanara. Así que lo buscaron a pesar de que se había apartado de la
multitud para estar solo.
¿Cuál fue la reacción de Jesús? ¿Los miró y suspiró,
diciéndose a sí mismo: “¿Por qué no me dejan en paz? ¿No saben que estoy
de duelo? No. En cambio, Jesús se llenó de misericordia y compasión por
ellos, y fue a ellos para curar a muchos de sus enfermos.
Esto nos da una idea del corazón y la compasión de nuestro Señor. Muchas
veces, tenemos miedo de ir a Dios. Tenemos miedo de volvernos a Él debido
a nuestro pecado. Tenemos miedo de lo que Él pensará y nos dirá. Nos
sentimos culpables y avergonzados y, como resultado, no lo buscamos.
Pero, así como Jesús tuvo compasión por aquellos que lo buscaron
en esta historia, también Él SIEMPRE tendrá la más profunda compasión por
nosotros cada vez que lo busquemos. Si encontramos nuestras vidas inmersas
en el pecado, pero corremos hacia Él de todos modos, Él nos mirará con
compasión y misericordia. Él nunca se cansa de que regresemos a Él, buscando
la sanación y misericordia. Siempre debemos tener esperanza en Él y
volvernos a Él con la mayor confianza.
Reflexiona hoy sobre lo cómodo que te sientes volviéndote a Jesús
tal como eres. ¿Tienes miedo o estás preocupado por lo que Él piensa de ti? ¿Te
avergüenzas de tu pecado o de tu debilidad? ¿Te preocupas de que te juzgue
y no te importe? Ten confianza en la abundancia de su misericordia y corre
hacia Él sin miedo.
Señor, ayúdame a confiar en tu amor y compasión. Ayúdame a
saber que siempre anhelas que vaya a ti. Como nunca me canso de que vaya a
ti, que yo tampoco me canse de ir a ti. Jesús, en Ti confío.
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