26 de agosto del 2021: jueves de la vigésima primera semana del tiempo ordinario (I)
(1 Tesalonicenses 3, 7-13) Siempre le hace falta cualquier cosa a nuestra fe. Poco a poco, ella se arraiga y se profundiza como el amor en una pareja; en el transcurrir del tiempo y las experiencias de la vida, en la alegría, en las penas; porque la fe es primero y ante todo un asunto de confianza. Una historia de amor inacabada hasta el último día.
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,7-13):
En medio de todos nuestros aprietos y luchas, vosotros, con vuestra fe, nos
animáis; ahora nos sentimos vivir, sabiendo que os mantenéis fieles al Señor.
¿Cómo podremos agradecérselo bastante a Dios? ¡Tanta alegría como gozamos
delante de Dios por causa vuestra, cuando pedimos día y noche veros cara a cara
y remediar las deficiencias de vuestra fe! Que Dios, nuestro Padre, y nuestro
Señor Jesús nos allanen el camino para ir a veros. Que el Señor os colme y os haga
rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que
así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva
acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante
Dios, nuestro Padre.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
89,3-4.12-13.14.17
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor,
y estaremos alegres
Tú reduces al hombre a polvo, diciendo:
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R/.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (24,42-51):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no
sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa
a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un
boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la
hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y
cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus
horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose
así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si
el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus
compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos
se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a
los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Palabra del Señor
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La misión a seguir
Pablo y sus compañeros se sienten reconfortados y seguros, al saber que,
una vez han dejado los Tesalonicenses, estos han permanecido firmes en la
fe. Esta buena noticia los anima. Pero su misión continúa, ya que la
profundización de la fe es algo lento. El imperativo es tener amor los unos por
los otros…Y acaso esto es fácil? claro que no, pero con la confianza depositada
en el Señor, la práctica de la oración y la escucha de la Palabra, se hace posible.
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dijo Jesús
a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro
Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene
el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso,
estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el
Hijo del hombre.
Nuestro Señor contrasta el llamado a
permanecer despierto con los que están dormidos. Claramente, al decir
" «Estad en vela”, Jesús
también nos está diciendo enfáticamente que es fácil conciliar el sueño,
espiritualmente hablando. Entonces, ¿estás más a menudo despierto y atento
a Su presencia? ¿O estás dormido más a menudo y, por lo tanto, no te das
cuenta de Su presencia?
En primer lugar, esta exhortación debe
entenderse como una referencia a nuestro pasaje a la otra vida, es decir la
muerte. Y aunque la mayoría de los más jóvenes no esperan fallecer
repentinamente, y vemos como esto a menudo ocurre, suelen vivir sin prepararse para
ello…
Nos puede pasar a cualquiera de nosotros que, en cualquier
momento, de forma inesperada y sin previo aviso nos llegue la muerte. Por
lo tanto, debemos ver esta exhortación apasionada de Jesús como una advertencia
clara de estar siempre listos para encontrarnos con Él en nuestro juicio
particular al dejar esta vida.
Dicho esto, este pasaje es también una
invitación a ser cada vez más conscientes de las innumerables formas en las que
Jesús nos habla todos los días. La meta de la vida cristiana debe ser
estar continuamente en oración. Esto no significa que necesariamente debamos
estar “diciendo” oraciones constantemente todos los días. Más bien,
significa que hemos de formar el hábito espiritual de estar continuamente
atentos a los impulsos de la gracia que se nos han dado a lo largo de nuestra
vida. Dios quiere guiarnos siempre. Él quiere inspirarnos con Su
gracia todos los días durante todo el día. Él quiere que tengamos un ojo
en las cosas que ocupan nuestro día y el otro ojo en Él, permitiéndole que nos
guíe suavemente a través de todo.
A veces podemos caer en la trampa de pensar
que a Dios solo le preocupan las grandes decisiones de la vida. Pero la
verdad es que Dios se encuentra más claramente en los detalles de la vida,
incluso en los más pequeños: un breve intercambio de palabras con un miembro de
la familia, una sonrisa a un compañero de trabajo, un gesto amable hacia un
extraño y una oración al azar ofrecida por una persona anónima que necesita esa
oración. Todos estos son solo algunos ejemplos de las muchas formas en que
Dios quiere comunicarse con nosotros todos los días a lo largo del día. Y
esto solo puede suceder si estamos continuamente despiertos y atentos a Sus
suaves impulsos de gracia.
¿Cómo se logra esto? ¿Cómo nos volvemos
atentos a Dios cuando nos habla y nos guía en cada momento de cada día? Se
hace formando un hábito espiritual de oración continua. Comenzamos
apartando un tiempo para la oración todos los días, tiempo en el que todo lo
que hacemos es orar. Dejamos a un lado todas las distracciones y
comenzamos ofreciendo oraciones, meditando sobre las escrituras, asistiendo a
la Misa, hablando desde nuestro corazón, etc. Pero a partir de ahí, este tiempo
especial de oración, reservado exclusivamente para Dios, debe comenzar a tener
un efecto en nosotros durante todo el día. Y cuando nos distraemos con
las cosas del mundo, nos detenemos nuevamente, nos enfocamos exclusivamente en
Dios y lo invitamos a estar con nosotros una vez más. Y luego esto se hace
una y otra y otra vez.
La oración debe convertirse en un hábito consumidor por el cual
Dios se hace presente en todo lo que hacemos. Cuando esto pasa, la vida se
hace más llevadera, todo retoma su sentido y nos sentimos verdaderamente
alegres y confortados…
Reflexione hoy sobre esta clara y concisa
exhortación de nuestro Señor. “Estad en vela”, "¡Mantente
despierto!" Deje que esas palabras resuenen dentro de usted. Escúchelas
como un llamado a formar este santo hábito de oración durante todo el día. Si
lo hace, Dios se hará cargo lentamente de su vida y lo guiará todos los días a
Su santa voluntad. Y a través de usted, Dios podrá extender Su amor y
misericordia a muchos que están en su vida y más allá.
Mi exigente Señor, Tú deseas que viva mi día,
todos los días, de tal manera que esté continuamente atento a Ti. Ayúdame
a formar el santo hábito de escucharte y responder a todo lo que siempre me
dices. Mi vida es tuya, querido Señor. Condúceme continuamente con Tu
suave Mano de gracia. Jesús, en Ti confío.
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