1 de marzo del 2022: martes de la octava semana del tiempo ordinario
(Marcos 10, 28-31) Dejar todo implica entrar en un
estado de necesidad, en un vacío donde nace el deseo de abrirnos a otros, ¡a
nuevas y relaciones sorprendentes! Relaciones que hasta entonces nos habrían parecido
imposibles. Solo aquellos que han experimentado esto pueden detectar la
presencia de Dios en su vida.
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro
(1,10-16):
La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que
predecían la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en
ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que
seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el
Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino
para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os han
traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que
los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente preparados para la
acción, controlándoos bien, a la expectativa del don que os va a traer la
revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los
deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es
santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque
dice la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3c-4
R/. El
Señor da a conocer su victoria
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(10,28-31):
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo
hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o
padre, o hijos o tierras, por mi y por el Evangelio, recibirá ahora, en este
tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras,
con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán
últimos, y muchos últimos primeros.»
Palabra del Señor
¿Qué
estas llamado a dejar?
Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado
todo y te hemos seguido.»
Algunos están llamados a renunciar a muchas cosas y seguir a
Cristo. Por ejemplo, están las llamadas a la vida monástica o a una vida
en claustro como religiosos. Ellos verdaderamente renuncian a todo lo de
este mundo para buscar y seguir la invitación de Cristo a seguirlo de esta
manera radical.
Sin embargo, todos nosotros, de manera particular, estamos
llamados a renunciar a “todo” para seguir a Cristo. Al renunciar a todo,
estamos llamados a entregar por completo nuestra propia voluntad y preferencias
en la vida para servir a Cristo de acuerdo con su plan divino. Esto puede
tomar muchas formas, pero, al final, siempre es un llamado a renunciar a todo.
La buena noticia es que “renunciar a todo” no es otra cosa que
renunciar a nuestros propios ideales y preferencias egoístas en la vida. La
noticia aún mejor es que la vida que Dios tiene reservada para nosotros es
mucho mejor de lo que podemos soñar o imaginar. Entonces, al decir “No” a
nuestra propia voluntad y a hacer las cosas a nuestra manera, de hecho, estamos
diciendo “Sí” a hacer las cosas a la manera perfecta de Dios.
¿Por qué no querríamos buscar sólo Su voluntad todos los días de
nuestras vidas? ¿Por qué no querríamos servirle a Él y a Su plan perfecto? Esto
puede tomar la forma de servicio a nuestras familias. Dándoles cuando no
tenemos ganas de hacerlo. Puede significar esforzarse por encontrar
alegría en pequeños actos de servicio y amor. Puede significar, para
algunos, renunciar a todos los apegos normales en la vida para buscar Su voluntad
de una manera más radical. Cualquiera que sea el llamado específico en la
vida para usted, vale la pena abrazar la voluntad de Dios.
Reflexione hoy sobre cuán listo y dispuesto está usted para decir
“Sí” a Cristo sin importar lo que Él le pida. ¿Está dispuesto a decir
"Sí" incluso a lo que Él aún no le ha revelado? Diga
"Sí" hoy a lo que sea que le depare el futuro y Dios le bendecirá en
abundancia.
Mi Señor digno de confianza, no importa lo que
me llames a hacer en la vida, la respuesta es "Sí". Quiero
servir Tu voluntad desinteresada y completamente. Ayúdame a vivir ese
llamado con generosidad y amor. Jesús, en Ti confío.
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