4 de marzo del 2022: viernes después del miércoles de ceniza
(Isaías 58, 1-9a) El ayuno descrito por Isaías no parece penitencia, sino renacimiento. Nos libera de nuestro encierro, de nuestro retraimiento en nosotros mismos. Él es una fuente de alegría.
Primera lectura
Lectura del libro de lsaías (58,1-9a):
ESTO dice el Señor Dios:
«Grita a pleno pulmón, no te contengas;
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario,
desean conocer mi voluntad.
Como si fuera un pueblo que practica la justicia
y no descuida el mandato de su Dios,
me piden sentencias justas,
quieren acercarse a Dios.
“¿Para qué ayunar, si no haces caso;
mortificarnos, si no te enteras?”
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios
y apremiáis a vuestros servidores;
ayunáis para querellas y litigios,
y herís con furibundos puñetazos.
No ayunéis de este modo,
si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.
¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia:
inclinar la cabeza como un junco,
acostarse sobre saco y ceniza?
¿A eso llamáis ayuno,
día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 50,3-4.5-6a.18-19
R/. Un
corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
V/. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.
V/. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(9,14-15):
EN aquel tiempo, os discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus
discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con
ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».
Palabra del Señor
Un día
para el ayuno y la abstinencia
Llegarán días en que le arrebatarán al esposo, y entonces
ayunarán».
Viernes de Cuaresma… ¿está preparado para
ellos? Cada viernes de Cuaresma es un día de abstinencia de carne. Así
que asegúrese de abrazar este pequeño sacrificio hoy en unión con toda nuestra
Iglesia. ¡Qué bendición es ofrecer sacrificio como Iglesia entera!
Los viernes de Cuaresma (y, de hecho, durante
todo el año) son también días en los que la Iglesia nos pide que hagamos alguna
forma de penitencia. La abstinencia de carne ciertamente entra en esa
categoría, a menos que no le guste la carne y le guste el pescado. Lo más
importante que hay que entender sobre los viernes de Cuaresma es que deben ser
un día de sacrificio. Jesús ofreció el último sacrificio un viernes y
soportó el dolor más insoportable para la expiación de nuestros pecados.
No debemos vacilar en ofrecer nuestro propio sacrificio y
esforzarnos por unir espiritualmente ese sacrificio al de Cristo. Por qué haríamos
eso?
En el corazón de la respuesta a esa pregunta
hay una comprensión básica de la redención del pecado. Es importante
entender la enseñanza única y profunda de nuestra Iglesia Católica sobre esto. Como
católicos, compartimos una creencia común con otros cristianos de todo el mundo
de que Jesús es el único Salvador del mundo. El único camino al Cielo es a
través de la redención ganada por Su Cruz. En cierto sentido, Jesús “pagó
el precio” de la muerte por nuestros pecados. Asumió nuestro
castigo.
Pero dicho esto, debemos comprender nuestro
papel y responsabilidad al recibir este regalo invaluable. No es
simplemente un regalo que Dios ofrece diciendo: "Está bien, pagué el
precio, ahora están completamente libres". No, creemos que Él dice
algo más como esto: “He abierto la puerta a la salvación a través de mi
sufrimiento y muerte. Ahora los invito a entrar por esa puerta conmigo y
unir sus propios sufrimientos a los míos para que mis sufrimientos, unidos a
los suyos, los lleven a la salvación y la libertad del pecado”. Entonces,
en cierto sentido, no estamos "fuera del encargo y sacrificio de
Cristo""; más bien, ahora tenemos un camino hacia la libertad y
la salvación al unir nuestras vidas, sufrimientos y pecados a la Cruz de
Cristo. Como católicos, entendemos que la salvación tuvo un precio y que
el precio no fue solo la muerte de Jesús, sino también nuestra participación
voluntaria en Su sufrimiento y muerte.
Los viernes de Cuaresma son días en los que
estamos especialmente invitados a unirnos, voluntaria y libremente, al
Sacrificio de Jesús. Su Sacrificio requirió de Él gran desinterés y
abnegación. Los pequeños actos de ayuno, abstinencia y otras formas de
abnegación que escojamos disponen nuestra voluntad a ser más conformes a la de
Cristo para poder unirnos más plenamente a Él, recibiendo la gracia de la
salvación.
Reflexione hoy sobre los pequeños sacrificios
que usted está llamado a hacer en esta Cuaresma, especialmente los viernes de
Cuaresma. Tome la decisión de sacrificarse hoy y descubrirá que es la
mejor manera de entrar en una unión más profunda con el Salvador del Mundo.
Señor sacrificado, hoy elijo ser uno contigo
en tu sufrimiento y muerte. Te ofrezco mi sufrimiento y mi pecado. Por
favor, perdona mi pecado y permite que mi sufrimiento, especialmente el que
resulta de mi pecado, sea transformado por Tu propio sufrimiento para que pueda
compartir el gozo de Tu Resurrección. Que los pequeños sacrificios y actos
de abnegación que te ofrezco se conviertan en fuente de mi unión más profunda
contigo. Jesús, en Ti confío.
San
Casimiro
La
vida cortesana no fue obstáculo para su dedicación a la espiritualidad más
intensa, practicando con admiración de todos, las más claras virtudes, como la
fe, la caridad extrema con los pobres, una pureza inmaculada, una exquisita
amabilidad y fraternidad con todos, la humildad, la prudencia, la modestia, la
austeridad de vida, etc.
Príncipe
de Polonia
Cracovia (Polonia), 3-octubre-1458
Grodno (Lituania), 4-marzo-1484
En la vida de este joven
príncipe resplandecieron de manera admirable todas las virtudes cristianas. Era
el segundo hijo varón del rey Casimiro IV Jagellón, soberano de Polonia y de
Lituania. Era su madre Isabel de Austria, hija del emperador Alberto II.
En su vida ocupó un lugar
destacado su preceptor Juan Dlugosz, canónigo de Cracovia, quien le infundió el
amor al estudio, pero sobre todo la piedad y un enorme sentido de
responsabilidad moral, que presidió toda su vida. De este preceptor no quería
separarse, pues le tenía un afecto filial, y su influencia fue siempre benéfica
al lado del joven príncipe.
Desde los 17 años estuvo continuamente
al lado de su padre, el rey Casimiro IV Jagellón metido en los asuntos
públicos, y le acompañó a Lituania, de donde procedían los Jagellones. La vida
cortesana no fue obstáculo para su dedicación a la espiritualidad más intensa,
practicando con admiración de todos las más claras virtudes, como la fe, la
caridad extrema con los pobres, una pureza inmaculada, una exquisita amabilidad
y fraternidad con todos, la humildad, la prudencia, la modestia, la austeridad
de vida, la penitencia y mortificación, etc.
En 1483 quisieron casarlo con
una hija del emperador Federico III de Austria, su pariente, pero Casimiro se
negó a contraer matrimonio, habiendo tomado el propósito de vivir en celibato.
Ya estaba enfermo de tisis, y los médicos de entonces le indicaron que sería
bueno para su salud que contrajese matrimonio, pero el joven perseveró en su
propósito de castidad perpetua.
Estaba en el castillo de
Grodno, en Lituania, cuando la tuberculosis lo llevó al sepulcro el 4 de marzo
de 1484.
Su cuerpo fue llevado a la catedral de Vilna, la capital de Lituania, donde se
le ha tributado gran veneración, llegando a ser declarado patrono de Lituania,
así como uno de los patronos de Polonia.
Era admirable su devoción a la
Virgen María y le recitaba cada día el himno: Omni die dic Mariae, cuyo texto
se encontró copiado en su tumba cuando se abrió en 1604. Se llegó a pensar que
era él el autor, pero posteriormente se ha podido probar que el himno es
anterior al santo.
San Casimiro es un modelo de
fe y pureza para la juventud. Y así ha sido presentado desde el principio.
José Luis Repetto Betes
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/san-casimiro/
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