12 de agosto del 2020: miércoles de la decimonovena semana del tiempo ordinario
(Mateo 18,
15-20) El procedimiento o metodología de la corrección fraterna tiene como
objetivo evitar condenar con premura al pecador. Porque es mejor para él caer
en las manos de Dios que en las de los humanos. Mateo, el pecador que Jesús ha llamado
a seguirle, sabe algo a propósito de esto.
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (9,1-7;10,18-22):
Oí al Señor llamar en voz alta: «Acercaos, verdugos de la ciudad, empuñando cada uno su arma mortal.»
Entonces aparecieron seis hombres por el camino de la puerta de arriba, la que da al norte, empuñando mazas. En medio de ellos, un hombre vestido de lino, con los avios de escribano a la cintura. Al llegar, se detuvieron junto al altar de bronce. La gloria del Dios de Israel se había levantado del querubín en que se apoyaba, yendo a ponerse en el umbral del templo.
Llamó al hombre vestido de lino, con los avíos de escribano a la cintura, y le dijo el Señor: «Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y marca en la frente a los que se lamentan afligidos por las abominaciones que en ella se cometen.»
A los otros les dijo en mi presencia: «Recorred la ciudad detrás de él, hiriendo sin compasión y sin piedad. A viejos, mozos y muchachas, a niños y mujeres, matadlos, acabad con ellos; pero a ninguno de los marcados lo toquéis. Empezad por mi santuario.» Y empezaron por los ancianos que estaban frente al templo.
Luego les dijo: «Profanad el templo, llenando sus atrios de cadáveres, y salid a matar por la ciudad.»
Luego la gloria del Señor salió, levantándose del umbral del templo, y se colocó sobre los querubines. Vi a los querubines levantar las alas, remontarse del suelo, sin separarse de las ruedas, y salir. Y se detuvieron junto a la puerta oriental de la casa del Señor; mientras tanto, la gloria del Dios de Israel sobresalía por encima de ellos. Eran los seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel a orillas del río Quebar, y me di cuenta de que eran querubines. Tenían cuatro rostros y cuatro alas cada uno, y una especie de brazos humanos debajo de las alas, y su fisonomía era la de los rostros que yo había contemplado a orillas del río Quebar. Caminaban de frente.
Palabra de Dios
Oí al Señor llamar en voz alta: «Acercaos, verdugos de la ciudad, empuñando cada uno su arma mortal.»
Entonces aparecieron seis hombres por el camino de la puerta de arriba, la que da al norte, empuñando mazas. En medio de ellos, un hombre vestido de lino, con los avios de escribano a la cintura. Al llegar, se detuvieron junto al altar de bronce. La gloria del Dios de Israel se había levantado del querubín en que se apoyaba, yendo a ponerse en el umbral del templo.
Llamó al hombre vestido de lino, con los avíos de escribano a la cintura, y le dijo el Señor: «Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y marca en la frente a los que se lamentan afligidos por las abominaciones que en ella se cometen.»
A los otros les dijo en mi presencia: «Recorred la ciudad detrás de él, hiriendo sin compasión y sin piedad. A viejos, mozos y muchachas, a niños y mujeres, matadlos, acabad con ellos; pero a ninguno de los marcados lo toquéis. Empezad por mi santuario.» Y empezaron por los ancianos que estaban frente al templo.
Luego les dijo: «Profanad el templo, llenando sus atrios de cadáveres, y salid a matar por la ciudad.»
Luego la gloria del Señor salió, levantándose del umbral del templo, y se colocó sobre los querubines. Vi a los querubines levantar las alas, remontarse del suelo, sin separarse de las ruedas, y salir. Y se detuvieron junto a la puerta oriental de la casa del Señor; mientras tanto, la gloria del Dios de Israel sobresalía por encima de ellos. Eran los seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel a orillas del río Quebar, y me di cuenta de que eran querubines. Tenían cuatro rostros y cuatro alas cada uno, y una especie de brazos humanos debajo de las alas, y su fisonomía era la de los rostros que yo había contemplado a orillas del río Quebar. Caminaban de frente.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 112,1-2.3-4.5-6
R/. La gloria del Señor se eleva sobre el cielo
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R/.
De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre el cielo. R/.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R/.
R/. La gloria del Señor se eleva sobre el cielo
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R/.
De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre el cielo. R/.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(18,15-20):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
Palabra del Señor
1
En la primera lectura del
profeta Ezequiel se nos hace ver que la marca que protege a aquellos que
permanecen fieles a Dios lleva el mismo nombre que la letra tav, la
última del alfabeto hebreo. Dentro de los 3 antiguos alfabetos utilizados antes
del exilio a Babilonia, esta letra tav, tenía la forma de una cruz.
(10,18-22) Una catástrofe ha
tocado ya Jerusalén, otra se divisa en el horizonte. La situación dramática
permite comprender que Dios no tiene una residencia asignada en el templo. Él
no se deja encerrar nunca en los ritos o prácticas religiosas.
En el Evangelio, vemos que
criticar a alguien que ha hecho mal, es fácil criticarlo a sus espaldas. Jesús
nos invita a hablarle directamente a la persona implicada. Primero persona a
persona, luego pedir la intervención de otro si es necesario.
Hoy, tal como Él lo ha
prometido, Cristo Resucitado está presente en medio de aquellos que se reúnen
para orar en su nombre. Así, Él nos anima entonces a orar juntos.
2
«Si tu
hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a
tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el
asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso,
díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad,
considéralo como un gentil o un publicano. "
Aquí se presenta un método
claro de resolución de problemas que nos dio Jesús. En primer lugar, el
hecho de que Jesús ofrezca un método básico de resolución de problemas revela
que la vida nos presentará problemas por resolver. Esto no debería
sorprendernos ni escandalizarnos. Es solo consecuencia de las relaciones
sociales, de la convivencia entre los seres humanos.
Con demasiada frecuencia,
cuando alguien peca contra nosotros o vive de una manera públicamente
pecaminosa, entramos en juicio y condenación. Como resultado, podemos
descartarlos y o condenarlos fácilmente. Si se hace esto, es una señal de falta de
misericordia y humildad de nuestra parte. La misericordia y la humildad
nos llevarán a desear el perdón y la reconciliación. La misericordia y la
humildad nos ayudarán a ver los pecados de los demás como oportunidades para un
mayor amor en lugar de razones para condenar.
¿Cómo te acercas a las
personas que han pecado, especialmente cuando ellas te han ofendido? Jesús deja en claro que si pecan contra ti, debes hacer todo lo
posible para recuperar al pecador. Debes gastar mucha energía en amarlos y
hacer todo lo posible para reconciliarlos y traerlos de vuelta a la
verdad.
Debes comenzar con una
conversación cara a cara. A partir de ahí, incluye a otras personas de
confianza en la conversación. El objetivo final es la verdad y hacer todo
lo posible para permitir que la verdad restaure tu relación con los demás. Solo después
de haberlo intentado todo, debería limpiarse el polvo de los pies y tratarlos
como pecadores si no están convencidos de la verdad. Pero incluso esto es
un acto de amor en el sentido de que es una forma de ayudarlos a ver las
consecuencias de su pecado.
Reflexiona hoy sobre con quién
posiblemente debas reconciliarte. Quizás aún no hayas tenido esa
conversación personal inicial requerida como primer paso. Quizás tengas
miedo iniciarla o quizás ya la hayas cancelado. Ora por gracia,
misericordia, amor y humildad para que puedas llegar, de la manera que Jesús
quiere, a aquellos que te lastimaron.
Señor, ayúdame a dejar cualquier orgullo que tenga y que me impida ser misericordioso y buscar la
reconciliación. Ayúdame a reconciliarme cuando el pecado contra mí es pequeño
o incluso grande.
Que la compasión de tu corazón llene el mío para que la paz sea restaurada. Jesús, confío en Ti.
Que la compasión de tu corazón llene el mío para que la paz sea restaurada. Jesús, confío en Ti.
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