21 de agosto del 2020: viernes de la vigésima semana del tiempo ordinario - San Pío X, papa
(Mateo 22,
34-40) «¿Por qué mejor no “simplificar
“en lugar de todo complicar?” A veces decimos esto en medio de nuestros afanes
y preocupaciones. Por qué multiplicar
las leyes y las reglas, cuando una sola cosa es suficiente: amar al Señor con
todo el corazón y al prójimo como a sí mismo?
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (37,1-14):
En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mi y, con su Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó: «Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?»
Yo respondí: «Señor, tú lo sabes.»
Él me dijo: «Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: "¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu, y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor."»
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo: «Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: "Así lo dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan."»
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo: «Hijo de Adán, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: "Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados." Por eso, profetiza y diles: "Así dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago."» Oráculo del Señor.
Palabra de Dios
En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mi y, con su Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó: «Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?»
Yo respondí: «Señor, tú lo sabes.»
Él me dijo: «Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: "¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu, y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor."»
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo: «Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: "Así lo dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan."»
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo: «Hijo de Adán, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: "Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados." Por eso, profetiza y diles: "Así dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago."» Oráculo del Señor.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 106,2-3.4-5.6-7.8-9
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia
Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente. R/.
Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R/.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada. R/.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia
Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente. R/.
Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R/.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada. R/.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(22,34-40):
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Palabra del Señor
1
En la primera lectura, la extraordinaria
visión de Ezequiel, anuncia el renacimiento de un pueblo completamente
destruido. El contraste entre los huesos todos viejos y secos y los cuerpos
plenos de vida es entrañable y emotivo. Una creación nueva es animada por el Espíritu
de Dios, su aliento. La historia de Israel,
ha visto muchas veces el renacimiento del pueblo. Más tarde, la visión de los
huesos disecados vueltos a la vida, ha sido comprendida como una evocación de
la Resurrección.
Lo importante es amar
La Ley de Moisés tenía muchos
mandamientos… ¿Cómo evita Jesús la trampa tendida por el maestro de la Ley?
Poniendo por delante el mandamiento, sin el cual todos los otros son vacíos de
sentido: amar a Dios, amar a los otros, como a sí mismo.
2
Los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos,
formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para
ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser."
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser."
"Con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todo tu ser (otras versiones
dicen “tu mente”) ".
¿Cómo se ve esta profundidad
de amor prácticamente hablando? Es fácil que esto se convierta en un
pensamiento elevado o un sermón de palabras, pero es un desafío dejar que este
pensamiento o sermón se convierta en un testimonio de nuestras
acciones. ¿Amas a Dios con todo tu ser? ¿Con cada parte de quien
eres? ¿Qué significa eso exactamente?
Quizás esta profundidad de
amor se manifestará de muchas maneras, aquí hay algunas cualidades de este amor
que estarán presentes:
1) Confianza: La
entrega de nuestra vida a Dios es un requisito del amor. Dios es perfecto
y, por lo tanto, amarlo requiere que veamos Su perfección, comprendamos esta
perfección y actuemos de acuerdo con ella. Cuando vemos y entendemos quién
es Dios, el efecto es que debemos confiar en Él completamente y sin reservas. Dios
es todopoderoso y amoroso. Se debe confiar en un Dios todopoderoso y
amoroso de manera ilimitada.
2) Fuego interior: ¡La
entrega de nosotros mismos encenderá nuestros corazones! Esto significa
que veremos al Espíritu Santo hacer cosas asombrosas dentro de nuestras
almas. Veremos a Dios actuando y transformándonos. Será más de lo que
podríamos hacernos a nosotros mismos. Dios se hará cargo y hará grandes
cosas en nosotros, transformando nuestras vidas, así como un fuego ardiente se
vuelve devorador.
3) Acciones más allá de nuestra
capacidad: El efecto de un fuego ardiente del Espíritu Santo dentro
de nosotros es que Dios hará grandes cosas en la vida de quienes nos rodean a
través de nosotros. Seremos testigos de la obra de Dios y nos
maravillaremos de lo que hace. Seremos testigos de primera mano de Su
asombroso poder y amor transformador y sucederá a través de nosotros. ¡Qué
regalo!
Reflexiona hoy sobre tu total
amor por Dios. ¿Estás íntimamente unido a Él? ¿Estás completamente
comprometido a servir a nuestro Señor y a Su santa voluntad? No lo
dudes ¡Vale la pena!
Señor, ayúdame a amarte con
todo mi corazón, mente, alma y fuerzas. Ayúdame a amarte con todo mi
ser. En ese amor, te ruego que me transformes en Tu instrumento de gracia.
¡Jesús, en Ti confío!
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones