28 de agosto del 2020: viernes de la vigésima primera semana del tiempo ordinario- San Agustín



(Mateo 25, 1-13) Estar preparado, quiere decir vivir cada instante como si fuera el último, poner todo su corazón en todo aquello que uno hace aquí y ahora. La boda ha comenzado ya en un corazón que sabe esperar.




Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,17-25):

No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo, judíos o griegos, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Palabra de Dios


Salmo

Sal 32

R/.
 La misericordia del Señor llena la tierra

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos,
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
 R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Palabra del Señor



1

Reflexión:

1Cor. 1, 17-25.

Cristo crucificado, principio de nuestra salvación.

Ahí se encuentra el Señor anonadado por nosotros. El Señor convertido en siervo; el Señor muriendo por el esclavo para hacerlo un liberto.

Nadie puede decir que no puede dedicarse al fiel cumplimiento de la Misión Evangelizadora que el Señor confió a su Iglesia, excusándose por no tener la sabiduría humana suficiente para hacerlo.

No podemos pasarnos la vida como niños sólo recibiendo los dones de Dios. El Señor nos ha llamado con santa llamada y nos ha marcado con su Sello, derramando abundantemente su Espíritu Santo en nuestros corazones.

A nosotros sólo nos corresponde ser dóciles al Espíritu del Señor, que habita en nuestro propio interior.

La salvación no es fruto de la sabiduría humana. Tal vez alguien, con esa sabiduría podría deslumbrarnos y deslumbrar al mundo entero. ¿Será capaz no sólo de ilustrar las mentes sino de entregarles a Cristo para que tome carne en sus vidas? Esto no es fruto de la sabiduría humana; esto es una obra exclusiva de Dios en el hombre.

Dejemos que Él la lleve a buen término en nosotros y dejémonos conducir por el Espíritu de Dios para que, a pesar de la sencillez de nuestra vida, seamos colaboradores de su Reino en el mundo.



Mantener encendida la llama

En el Evangelio, a través de la parábola de las 10 jóvenes vírgenes, Jesús ilustra lo que entiende por estar preparado (para su venida imprevista). Una fe que no se alimenta se puede apagar antes que el Señor llegue. La fe no es solamente el entusiasmo de un momento. La espera puede ser larga.

Señor Dios nuestro, fuente de toda sabiduría:
Tú nos invitas a ser sabios y previsores
 y a encontrar a tu Hijo
 con lámparas encendidas en nuestras manos.
 Ayúdanos a prepararnos para encontrarle
 en los acontecimientos de la vida diaria
  y en la gente que nos rodea,
  para que podamos entrar con él
  en tu fiesta celestial, que es eterna,
  y se prolongará por los siglos de los siglos.



2

El aceite de la Caridad

"Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco."


Qué experiencia tan aterradora y aleccionadora sería.

Este pasaje proviene de la Parábola de las Diez Vírgenes. Cinco de ellas estaban preparadas para encontrarse con nuestro Señor y las otras cinco no. 

Cuando vino el Señor, las cinco vírgenes insensatas estaban tratando de conseguir más aceite para sus lámparas, y cuando regresaron, la puerta de la fiesta ya estaba cerrada. El pasaje revela lo que sucedió a continuación.

Jesús cuenta esta parábola, en parte, para despertarnos. 

Debemos estar listos para Él todos los días. ¿Y cómo nos aseguramos de estar listos? Estaremos listos cuando tengamos suficiente "aceite" para nuestras lámparas. El aceite representa especialmente la caridad en nuestras vidas. 
Entonces, la pregunta simple para reflexionar es esta: "¿Tengo caridad en mi vida?"

La caridad es más que un simple amor humano. 

Por “amor humano” nos referimos a una emoción, sentimiento, atracción, etc. Podemos sentirnos así (sintiendo emoción, sentimiento, atracción)  hacia otra persona, hacia alguna actividad o hacia muchas cosas en la vida. Podemos "amar" hacer deportes o ver películas, etc.

Pero la caridad es mucho más. Caridad significa que amamos con el corazón de Cristo. Significa que Jesús ha puesto en nuestros corazones Su propio corazón misericordioso y amamos con Su amor. La caridad es un regalo de Dios que nos permite acercarnos y cuidar a los demás con maneras que van más allá de nuestras propias capacidades.

La caridad es acción divina en nuestra vida y es necesaria si queremos ser acogidos en la fiesta del Cielo.

Reflexiona hoy sobre si puedes o no ver el corazón de Jesús vivo en tu propio corazón. 

¿Puedes verlo actuando en ti, obligándote a acercarte a los demás incluso cuando es difícil? ¿Dices y haces cosas que ayuden a las personas a crecer en la santidad de vida? 

¿Dios actúa en ti y a través de ti para hacer una diferencia en el mundo? Si la respuesta es “Sí” a estas preguntas, entonces la caridad ciertamente está viva en tu vida.

Señor, haz de mi corazón un lugar apropiado para que pueda morar tu propio corazón divino. 
Deja que mi corazón lata con Tu amor y deja que mis palabras y acciones compartan Tu perfecto cuidado por los demás. 
Jesús, en Ti confío.










También nosotros tenemos que mantener viva nuestra esperanza y caridad, como lo hizo San Agustín, cuya memoria celebramos hoy. Vivió muchos años alejado de la única Verdad ; con su gran inteligencia la buscó donde no estaba, al fin la encontró, la abrazó y la trasmitió a los demás. De él es la frase “Tarde te amé hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé; curaste mi ceguera”. 

Es uno de los grandes Santos Padres de la Iglesia, por sus enseñanzas.

Consagró su vida a devolver la unidad rota a la Iglesia de África. Destacó por su entusiasmo, su espíritu conciliar y conciliador, su generosidad y por su apuesta por el diálogo. Todo ello facilitó que católicos y donatistas alcanzasen la reconciliación, haciendo de Agustín de Hipona una referencia para el ecumenismo del nuevo milenio.


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