Primero de diciembre del 2024: Primer Domingo de Adviento- Ciclo C

 

La esperanza del Adviento

 

Los versículos del evangelio de este domingo, que evocan señales celestiales, trastornos terrenales y angustia generalizada, resuenan sorprendentemente con nuestras transiciones contemporáneas.

Sin embargo, estos versos pertenecen al género literario apocalíptico que data del siglo II a.C. “Apocalipsis”, del griego “apokalupsis”, significa “revelación”.

En la Biblia, esta forma de escritura simbólica tiene como objetivo dar al creyente pistas sobre el significado del mundo y la inminente venida del reino de Dios.

El mensaje es simple: incluso cuando todo parezca oscuro, Dios tendrá la última palabra.

Ahora estamos advertidos, el mal será derrotado por Dios.

El tiempo de Adviento que comienza hoy es una oportunidad para renovar nuestra esperanza en este Dios que vence el mal y la muerte. La esperanza no es la ilusión de que “todo estará bien”, sino la certeza de que Dios está con nosotros sin importar lo que nos pase, lo que debamos sufrir.

Vivir en esperanza significa despertar nuestra conciencia a la presencia de Dios, huir de las distracciones y discernir el bien, centrarnos en Dios y acoger lo que él nos da.

La esperanza no es una convicción, sino una fuerza que se realiza en compromisos muy concretos.

¿Para qué? Porque alimenta nuestro deseo de hacer este mundo aún más conforme al reino de Dios.

Sí, la esperanza es un don de Dios, y el tiempo de Adviento es la invitación a acogerla, desplegarla o simplemente pedirla.

¿Qué significa para mí el tiempo de Adviento?
¿Qué significa concretamente para mí “enderezar y levantar la cabeza”?
 

Karem Bustica, editora jefe de Orar en la Iglesia

 



PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE JEREMÍAS 33,14-16

-- Mirad que llegan días --oráculo del Señor-- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: Señor --nuestra-- Justicia.

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL

SALMO 24

R.- A TI SEÑOR, LEVANTO MI ALMA.

 

Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas,

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.-


El Señor es bueno y recto,

y enseña el camino a los pecadores;

hace caminar a los humildes con rectitud,

enseña su camino a los humildes. R.-

 

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,

para los que guardan su alianza y sus mandatos.

El Señor se confía con sus fieles

y les da conocer su alianza. R.-

 

SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 3, 12-4,2

Hermanos:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente; para que, cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro padre. Para terminar, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros como proceder para agradas a Dios: pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús.

Palabra de Dios

 

ALELUYA Sal 84, 8

 

Muéstranos, Señor, Tu misericordia y danos tu salvación.

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 21, 25-38.34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán. Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improvisto sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.

Palabra del Señor


Esta homilía y reflexión busca integrar tanto la espiritualidad del Adviento como la anticipación del Gran Jubileo de 2025, invitando a la comunidad a vivir este tiempo de preparación con un sentido profundo de esperanza, conversión y renovación espiritual.

 

El I Domingo de Adviento (Ciclo C) es el primer día del nuevo año litúrgico de la Iglesia Católica y marca el inicio de un tiempo de preparación y espera para la celebración del nacimiento de Cristo. Este año, en particular, se alude al inicio del Gran Jubileo de la Iglesia Católica 2025, que se celebrará del 24 de diciembre de 2024 al 6 de enero de 2026.

El lema de este año es “Peregrinos de Esperanza”. 

A continuación, se presentan algunos comentarios y una posible homilía que pueden reflejar las lecturas de este domingo, haciendo alusión tanto al Adviento como al Jubileo.

Comentarios sobre las Lecturas del I Domingo de Adviento (Ciclo C)

1.   Evangelio: San Lucas 21, 25-28. 34-36

En este Evangelio, Jesús habla de los signos que precederán su segunda venida, con imágenes poderosas como el sol, la luna y las estrellas que se oscurecerán, y las naciones llenas de angustia.

Jesús invita a los fieles a "mantenerse despiertos" y "levantar la cabeza", pues su redención está cerca. Este mensaje tiene una doble dimensión: por un lado, nos recuerda la espera del retorno glorioso de Cristo, y por otro, nos invita a estar vigilantes en nuestro camino cristiano.

2. Primera lectura: Jeremías 33, 14-16

En la primera lectura, el profeta Jeremías habla de la promesa de restauración para Israel. Dios promete enviar al "renuevo justo" de David, quien hará justicia y traerá paz. Esta promesa de restauración es un anuncio del Mesías, y a través de ella, la Iglesia nos invita a vivir este Adviento con la esperanza de la venida de Cristo, quien traerá la paz definitiva.

3. Segunda lectura: 1 Tesalonicenses 3, 12–4, 2

San Pablo exhorta a los tesalonicenses a vivir en amor y justicia, esperando con esperanza la venida del Señor. A través de esta lectura, se subraya la importancia de vivir de manera recta, en preparación para el retorno de Cristo.

Comentarios

En este I Domingo de Adviento, las lecturas nos invitan a la espera activa. No se trata solo de esperar pasivamente el nacimiento de Jesús en Navidad, sino también de estar vigilantes ante la segunda venida de Cristo, que es el cumplimiento final de la promesa de salvación.

Adviento es un tiempo de esperanza y preparación, pero también de conversión, en el que se nos llama a reflexionar sobre nuestra vida espiritual y a reorientarnos hacia el Reino de Dios.

La referencia al Gran Jubileo de 2025, agrega una capa de urgencia y significado a este tiempo litúrgico. 

El Jubileo invita a toda la Iglesia a renovar su fe, a experimentar la misericordia de Dios y a renovarse espiritualmente. Este Adviento puede entenderse como un llamado para preparar no solo nuestros corazones para la Navidad, sino también para la plenitud de la redención en la segunda venida de Cristo. Es un tiempo de gracia, donde la Iglesia se prepara para recibir a Cristo, tanto en su historia como en su futuro glorioso.

Homilía: "Vigilantes en la Esperanza: Adviento y el Jubileo de la Iglesia"

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Hoy comenzamos un nuevo tiempo litúrgico, el tiempo de Adviento, un tiempo de espera y esperanza.

Es el inicio de un nuevo año de gracia en la Iglesia, un tiempo para prepararnos para la venida de nuestro Salvador, Jesucristo, tanto en su nacimiento en Belén como en su gloriosa segunda venida. Este domingo, y en todo el Adviento, la Iglesia nos invita a ser vigilantes, a estar atentos, y a abrir nuestros corazones a la venida del Señor.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla de los signos del fin de los tiempos: "Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas... los hombres desfallecerán de terror". Estas palabras nos recuerdan la fragilidad de nuestro mundo, pero también nos invitan a no tener miedo. A pesar de los signos de la oscuridad y la incertidumbre, Jesús nos dice: "Cuando empiecen a suceder estas cosas, levanten la cabeza, porque se acerca su liberación". En medio de las dificultades y los desafíos, la esperanza cristiana es firme. Sabemos que nuestra salvación está cerca y que la venida de Cristo traerá paz y redención.

El Adviento es un tiempo de preparación. Nos invita a reflexionar sobre nuestra vida, a limpiar nuestras conciencias y a fortalecer nuestra fe. Pero, sobre todo, es un tiempo para renovar nuestra esperanza en la promesa de Dios.

En la primera lectura, el profeta Jeremías nos recuerda la promesa de Dios de enviar un "renuevo justo" de la descendencia de David, quien traerá justicia y paz. Esta promesa se cumple en Jesucristo, y a través de Él, nos llega la redención.

Este año, además, tenemos una razón especial para vivir este Adviento con una alegría renovada: nos acercamos al inicio del Gran Jubileo de 2025.

Este Jubileo nos invita a todos a renovar nuestra fe, a profundizar nuestra vida espiritual, y a reconocer el amor y la misericordia infinita de Dios. El Jubileo es un tiempo de gracia y perdón, y nos recuerda que Cristo viene a restaurar todo lo que está roto, a sanar nuestras heridas y a guiarnos hacia la paz eterna.

Pero, hermanos y hermanas, para recibir esta gracia, debemos estar preparados. Jesús nos dice: "Manténganse alerta y oren en todo tiempo, para que puedan escapar de todo lo que está por venir".

Adviento es un tiempo para estar vigilantes, para no dejarnos llevar por la rutina del día a día, sino para abrir nuestros corazones a la llamada de Dios, para prepararnos para la venida de Cristo en nuestras vidas, en nuestra historia, y en la historia del mundo.

Hoy, al comenzar este tiempo de Adviento, les invito a renovar su esperanza. A esperar al Señor con alegría y fidelidad, sabiendo que Él viene a traer paz y justicia, y que su Reino no tendrá fin.

Que este Adviento sea un tiempo de conversión y renovación espiritual, un tiempo para vivir con mayor intensidad nuestra fe, y un tiempo para esperar con la mirada puesta no solo en la Navidad, sino también en la gloriosa venida de Cristo al final de los tiempos.

Que nuestra vida cristiana sea un testimonio de esta esperanza que no defrauda. Y, al acercarnos al Jubileo de 2025, que este tiempo de gracia nos anime a vivir con mayor fervor nuestra vocación de ser discípulos y testigos del Reino de Dios.

Que María Madre de Gracia y Madre de Misericordia nos inspire en nuestra fe y atenta esperanza en el Señor, escuchando su sugerencia siempre actual: “Hagan lo que Él les diga”.

Amén.


2

El estilo apocalíptico


Si tomamos estas líneas literalmente, ¡hay motivos para estremecerse! Pero ya nos hemos topado con textos de este tipo: se dice que son de estilo “apocalíptico” y sabemos bien que no debemos tomarlos al pie de la letra. ¡Lo lamentable es que hoy la palabra “apocalipsis” tiene muy mala prensa! Para nosotros es sinónimo de horror… ¡cuando es todo lo contrario! Comencemos por darle a la palabra "apocalíptico" su verdadero significado: recordemos que “apocaluptô”, en griego, significa “levantar el velo”, ¡es la misma palabra que “re-velare” (en latín) - revelar en español! "Texto apocalíptico" debería traducirse como "texto de revelación".

Revelan el lado oculto de las cosas.
El género apocalíptico tiene al menos cuatro características muy particulares:
primero, son libros para tiempos de angustia, generalmente guerra y ocupación extranjera sumada a persecución; esto es particularmente cierto en el libro de Daniel del siglo II a. C.: en este caso, evocan a los perseguidores disfrazados de monstruos horribles; y es por esto que la palabra “apocalipsis” podría convertirse en sinónimo de personajes y acontecimientos terroríficos.

En segundo lugar, porque están escritos en tiempos de angustia, son libros de consolación: para consolar a los creyentes en su fidelidad y darles, ante el martirio, motivos de valentía y de esperanza. E invitan a los creyentes a aguantar. A perseverar, a pesar de todo.

En tercer lugar, “desvelan”, es decir, “levantan el velo”, “revelan”, el lado oculto de la historia. Anuncian la victoria final de Dios: por eso están siempre vueltos hacia el futuro; a pesar de las apariencias, no hablan de un “fin del mundo” (sino del "fin de un mundo"), de la transformación del mundo, de la instalación de un mundo nuevo, de la “renovación” del mundo.

Cuando describen un trastorno cósmico, es sólo una imagen simbólica de la completa inversión de la situación.

En resumen, su mensaje es “Dios tendrá la última palabra”.

Escuchamos este mensaje de victoria el domingo pasado en el libro de Daniel. Anunció que el Hijo del Hombre, que no es otro que el pueblo de los Santos del Altísimo, un día vería derrotados a sus enemigos y recibiría la realeza universal.

En cuarto lugar, mientras esperamos esta renovación prometida por Dios, invitan a los creyentes a adoptar una actitud no de espera pasiva, sino de vigilancia activa: la vida cotidiana debe vivirse a la luz de esta esperanza.
Estas cuatro características de los libros apocalípticos se encuentran en nuestro evangelio de hoy.

Una palabra para tiempos de angustia describe señales aterradoras, lenguaje codificado para anunciar que el mundo actual está pasando: “Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas... el rugido del mar y la tormenta... los poderes del cielo serán sacudidos”.

Una palabra de consuelo, que invita a los creyentes a resistir: “Su redención (traducir tu liberación) se acerca”.

Palabra que “descorre el velo”, “revela”, el lado oculto de la historia que anuncia la venida del Hijo del Hombre. Jesús aquí repite dos veces esta promesa, y visiblemente se atribuye este título de “Hijo del Hombre”, manera de decir que toma la cabeza del pueblo de los Santos del Altísimo, es decir de los creyentes: “Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en la nube con gran poder y gran gloria.» ... “Seréis tenidos por dignos de escapar de todo lo que está por venir y de presentaros de pie delante del Hijo del Hombre.»

EL DESAFÍO DE LOS CREYENTES

Finalmente, mientras esperamos esta renovación prometida por Dios, nuestro texto invita a los creyentes a adoptar una actitud no de espera pasiva, sino de vigilancia activa: “Cuando comiencen estos acontecimientos, levántense derecho y alcen la cabeza. "... "Mantengan la guardia alta, no sea que su corazón se sienta pesado... permanezcan despiertos y oren en todo tiempo..."

"Levanten la cabeza" es ciertamente un gesto de desafío, como Jeremías nos invitó a hacer en la Primera lectura, un desafío de creyentes.
La palabra "creyentes" no se utiliza ni una sola vez aquí, pero está claro que Lucas opone dos actitudes en todo momento: la de los creyentes y la de los no creyentes, a quienes llama las naciones con  otros hombres.

“En la tierra, las naciones entrarán en pánico... los hombres morirán de miedo... pero ustedes, levanten y alcen la cabeza”, implica que están advertidos y conocen el sentido último de la historia humana: la hora de su liberación ha llegado, el mal será definitivamente derrotado.


Queda una cosa paradójica en estas líneas: el Día de Dios parece caer inesperadamente sobre el mundo y, sin embargo, los creyentes están invitados a reconocer el comienzo de los acontecimientos; de hecho, y esto también es parte del lenguaje codificado de los Apocalipsis, este día parece llegar de repente sólo para aquellos que no están preparados.


Recordemos las palabras de Pablo a los Tesalonicenses: “El Día del Señor viene como ladrón en la noche. Cuando la gente diga: ¡qué paz, qué seguridad!, entonces la ruina caerá sobre ellos como el dolor sobre una mujer embarazada, y no podrán escapar de ella. Pero ustedes, hermanos, no están en tinieblas, para que este día los alcance como ladrón. En verdad, todos son hijos de la luz, hijos del día..." (1 Tes 5, 2-5).

Pablo, como Lucas, tipifica dos actitudes diferentes.
Como en todas las demás lecturas de este domingo, los cristianos estamos invitados aquí a una actitud de testimonio: el testimonio de fe al que nos invitó el profeta de la primera lectura en una situación aparentemente desesperada, desde la perspectiva humana; el testimonio de amor en la carta a los Tesalonicenses: “Que el Señor les dé un amor cada vez más intenso y desbordante hacia todos los hombres”; el testimonio de la esperanza mientras todo parece derrumbarse en este evangelio: “Levanten y alcen la cabeza... serán dignos... de presentarse de pie delante del Hijo del Hombre”. “Los hombres morirán de miedo”, pero ustedes permanecerán firmes porque saben que “nada, ni la vida ni la muerte... podrá separarnos del amor de Dios revelado en Cristo” (Rom 8, 39).

Este triple testimonio es, en efecto, el desafío cristiano. ¡Gran programa para este Adviento que comienza!


3

Instinto sobrenatural

 

“Aquel día”. Estas dos palabras se pronuncian dos veces en el pasaje del evangelio de hoy.

¿A qué día se refiere nuestro Señor? Claramente, se refiere principalmente al día de nuestro juicio final y nos advierte que nos aseguremos de estar preparados para él en caso de que llegue en un momento inesperado. Entonces, ¿cómo nos preparamos?

Los animales tienen el don natural del instinto. Saben cómo sobrevivir, cómo reproducirse, cómo recolectar alimentos y cómo evitar el peligro. Lo saben porque Dios ha implantado este conocimiento en ellos. Gracias a este don natural del instinto, saben qué hacer y qué evitar.

Nosotros, los humanos, también tenemos instintos naturales básicos, pero nuestros instintos naturales sólo son suficientes para ayudarnos a lograr lo que los animales logran. Por lo tanto, si queremos obtener un conocimiento aún mayor y saber cómo prepararnos espiritualmente de manera adecuada para la venida repentina e inesperada de Cristo, entonces necesitamos más.

La manera más adecuada de prepararnos es mediante una gracia especial por la cual Dios se revela a sí mismo y su voluntad a nuestra razón humana. Cuando eso sucede, sabremos la mejor manera de estar completamente preparados para “ese día” en el momento en que llegue. Tal vez una de las mejores maneras de describir esta capacidad es describiéndola como un “instinto sobrenatural”. Cuando nuestros instintos naturales se abren a la gracia, y cuando la información en la que basamos nuestras decisiones diarias en la vida nos llega por una revelación continua y personal de Dios a través del don infundido de la fe, entonces descubriremos que simplemente sabemos qué hacer y qué evitar. Por analogía, así como un pájaro sabe volar hacia el sur para pasar el invierno o un salmón sabe regresar a su lugar de nacimiento para poner sus huevos, así también nosotros “sabremos” dentro de nuestro espíritu cómo servir mejor a la voluntad de Dios y, así, estar más completamente preparados para su inminente regreso. El “instinto sobrenatural” no es otra cosa que permitir que la gracia de Dios entre en nuestras vidas para tomar el control de todo lo que hacemos y conducirnos al cumplimiento de la voluntad perfecta y gloriosa de Dios. Cuando eso sucede, podemos estar seguros de que estamos perpetuamente preparados para todo lo que viene y nunca seremos tomados por sorpresa como en una trampa.

Reflexiona hoy sobre si te guía diariamente el conocimiento de la voluntad de Dios, que está vivo en ti como un instinto sobrenatural. Si este lenguaje te parece extraño, entonces tal vez sea el momento de reflexionar sobre la pregunta “¿Por qué?”. ¿Por qué no te guía la gracia de Dios a través de un don constante de conocimiento sobrenatural de Su voluntad? Y si este lenguaje resuena en ti, entonces dedica tiempo a reflexionar sobre este don y a estar agradecido por la forma en que Dios realmente ha tomado el control de tu vida cotidiana.

Mi revelador Señor, te ruego que siempre conozca tu voluntad y me deje guiar solo por tus suaves pero inconfundibles indicaciones de gracia. Por favor, guíame, querido Señor, para que esté siempre preparado para tu gloriosa y última venida en el momento en que llegue. Jesús, confío en ti.


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