8 de diciembre del 2023: La Inmaculada Concepción de María
Inmaculada Concepción
Desde su nacimiento, María fue preservada de todo pecado por una gracia que ya venía de la muerte de su Hijo. La inmaculada concepción de María se basa, pues, en su maternidad divina.
¿No nos corresponde entonces a nosotros aprovechar
las oportunidades que se nos ofrecen, como lo hizo María cuando el mensaje del
ángel vino para perturbar una vida pacífica y planificada para convertirla en
la Madre de Jesús, el Hijo del Altísimo?
En medio del Adviento se nos presenta esta gran fiesta de la Inmaculada Concepción que el pueblo cristiano celebra desde hace muchos siglos. Fue antes fiesta popular que conmemoración del propio Magisterio de la Iglesia. Eso hace más grande dicha fiesta y agasaja profundamente a María, la Madre de Jesús y Madre Nuestra.
(Efesios 1, 3-6.11-12) En Jesucristo, Dios nos da a todos y a cada uno de nosotros la gracia de ser santos e irreprensibles en el amor. Como María, digamos simplemente sí al don divino.
Primera lectura
Salmo
Segunda lectura
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (1.26-38):
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la
estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará
Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha
concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra.»
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor
La llena de la Gracia de Dios
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»
¿Qué significa ser “lleno-a de gracia”? Esta es una pregunta que está en el centro de nuestra solemne celebración de hoy.
Hoy honramos a la Santísima Virgen María, la Madre del Salvador del Mundo, bajo el título único de “La Inmaculada Concepción”. Este título reconoce que la gracia llenó su alma desde el momento de su concepción, preservándola así de la mancha del pecado. Aunque esta verdad ha sido mantenida durante siglos entre los fieles católicos, fue declarada solemnemente como dogma de nuestra fe el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX. En su declaración dogmática afirmó:
"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles.
Al elevar esta doctrina de nuestra fe al nivel de dogma, el santo padre declaró que esta verdad debe ser tenida por cierta por todos los fieles. Es una verdad que se encuentra en las palabras del ángel Gabriel: “¡Salve, llena eres de gracia!”
Estar “lleno” de gracia significa justamente eso. ¡Completo! 100%. Curiosamente, el Santo Padre no dijo que María nació en un estado de Inocencia Original como Adán y Eva antes de caer en el Pecado Original. En cambio, se declara que la Santísima Virgen María fue preservada del pecado por “una gracia singular y privilegio”. Aunque todavía no había concebido a su Hijo, la gracia que Él ganaría para la humanidad por Su Cruz y Resurrección se declaró trascendida en el tiempo para sanar a nuestra Santísima Madre en el momento de su concepción, preservándola incluso de la mancha del pecado Original. El pecado, por el don de la gracia.
¿Por qué Dios haría esto? Porque ninguna mancha de pecado podría mezclarse con la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Y si la Santísima Virgen María iba a convertirse en un instrumento apropiado por el cual Dios se une a nuestra naturaleza humana, entonces necesitaba ser preservada de todo pecado. Además, permaneció en gracia durante toda su vida, negándose a alejarse de Dios por su propia voluntad.
Mientras celebramos este dogma de nuestra fe hoy, vuelve tus ojos y tu corazón a nuestra Santísima Madre simplemente meditando en esas palabras pronunciadas por el ángel: "¡Salve, llena de gracia!" Reflexiona sobre ellas, este día una y otra vez en tu corazón.
Imagina la belleza del alma de María. Imagina la perfecta virtud llena de gracia que ella disfrutaba en su humanidad. Imagina su fe perfecta, su esperanza y su caridad perfectas. Reflexiona sobre cada palabra que pronunció, siendo inspirada y dirigida por Dios. Ella es verdaderamente La Inmaculada Concepción. Hónrala como tal este día y siempre.
¡Madre y reina mía, os amo y os honro en este día como La Inmaculada Concepción! Contemplo tu belleza y perfecta virtud. Te agradezco por decir siempre “Sí” a la voluntad de Dios en tu vida y por permitir que Dios te use con tanto poder y gracia. Ruega por mí, para que, al llegar a conocerte más profundamente como mi propia madre espiritual, también pueda imitar tu vida de gracia y virtud en todas las cosas. Madre María, ruega por nosotros. ¡Jesús, en ti confío!
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