jueves, 14 de mayo de 2020

Viviendo la Pascua día a día: 15 de mayo del 2020: Quinto viernes de Pascua



Las primeras autoridades cristianas viven un conflicto grave y sin embargo, ellas saben a la vez consultar, escuchar, orar; buscan ante todo, no salvaguardar una Ley, sino salvar la comunidad. 
El primer deber de la autoridad no es acaso congregar alrededor de lo esencial?



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,22-31):

EN aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabá, y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».
Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la carta. Al leerla, se alegraron mucho por aquellas palabras alentadoras.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 56,8-9.10-12

R/. Te daré gracias ante los pueblos, Señor

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora. R/.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria. R/.




Lectura del santo evangelio según san Juan (15,12-17):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor

///

Quién decide?

"Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros…", aparentemente ésta es una afirmación osada, atrevida; sin embargo la frase dicha en nombre de un colectivo (los apóstoles de Jesús, sus vicarios)  refleja la fe expresada en la carta oficial enviada a la comunidad de Antioquía. La decisión tomada por la Asamblea de Jerusalén es ante todo decisión del Espíritu Santo que actúa en la Iglesia. Esto es lo que da autoridad a las disposiciones adoptadas con respecto a cómo deben vivir su fe y su credo, los no judíos.

El gran problema de nuestros días y desde que la razón humana ha pretendido imponerse sobre los designios de Dios, es precisamente éste: no dejar que el Espíritu Santo sea quien guíe la razón y el corazón de los hombres. Orgullo, presunción, egoísmo, buscan acallar la voz del Espíritu, pero donde la comunidad ora y permanece en esa intimidad con Dios, las decisiones humanas no pueden reflejar más que el querer de su Señor y Creador.

Al escuchar el evangelio de hoy uno puede preguntarse: el amor puede imponerse? puede uno mandar a amar a alguien? el Papa emérito Benedicto XVI, había expresado su objeción a esto en su Encíclica "Deus Caritas Est":  "Dios no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos. Él nos ama y nos hace ver y experimentar su amor, y de este « antes » de Dios puede nacer también en nosotros el amor como respuesta." (no 17).

Nadie puede exigirnos o mandarnos a que sintamos amor o a enamorarnos, en revancha, podemos "optar, decidir por amar a nuestros enemigos.


De una manera primordial , cuando experimentamos el amor de Dios por nosotros, la alegría de ser amados nos empuja a querer responder de la misma manera. Y Dios nos ha amado primero: "no son ustedes los que me han elegido…" Cada vez que recibimos los sacramentos, nosotros experimentamos su amor como realidad permanente, como cada vez que nosotros reflexionamos en el hecho que es Él quien nos mantiene con vida. Esta experiencia personal nos permite a la vez comprender el amor y quererlo compartir. 

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