16 de julio del 2023: 15o Domingo del Tiempo Ordinario (A)
La Palabra y el Verbo
La Palabra de Dios es familiar para nosotros. Ella es rica, iluminadora,
plena de vida y puede realizar cosas maravillosas en todos nosotros. En cada
Eucaristía la escuchamos, la meditamos, la celebramos.
La Palabra de Dios produce frutos, dependiendo de la calidad de la tierra
en la cual se siembre, "puede dar 100, sesenta o 30 por uno". La
tierra es símbolo del corazón humano.
Hoy estamos invitados a preguntarnos si hacemos el esfuerzo necesario,
suficiente para que ella produzca en nosotros todos los frutos que puede dar.
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías
(55,10-11):
Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»
Palabra de Dios
Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 64,10.11.12-13.14
R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto
Tú cuidas de la tierra,
la riegas y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. R/.
Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R/.
Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R/.
Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. R/.
R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto
Tú cuidas de la tierra,
la riegas y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. R/.
Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R/.
Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R/.
Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos (8,18-23):
Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Palabra de Dios
Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san
Mateo (13,1-23):
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»
Palabra del Señor
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»
Palabra del Señor
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A guisa de introducción:
1. Es muy poca gente la que no cree en la fuerza del trabajo. Pues es
por el trabajo que se obtienen resultados. Solamente la perseverancia del
sembrador puede hacerle obtener buenas cosechas. Solamente una tierra abonada
retiene la semilla para dar una buena producción. Para que la semilla sea
abundante el terreno debe ser fértil. Lo que uno ha decidido, lo hace hasta el
final y uno se propone poner todos los medios necesarios para realizarlo.
Si uno planea u organiza un viaje, si
uno quiere construir una casa o edificación o montar un negocio, una producción
industrial, agrícola…Uno primero piensa cómo hacerlo; uno se organiza para conseguir
los fondos; uno hace los arreglos necesarios; uno piensa mucho en la clientela,
uno quiere echar para adelante, lograrlo, más allá de las dificultades, de los
obstáculos, de los fracasos…
Cuando uno ha decidido amarse y
casarse para toda la vida. El objetivo es elevado. Uno pone todos los medios
para salir adelante y superar las dificultades, los conflictos que no faltan.
Uno vuelve a comenzar otra vez cada día. Uno actúa como si todo dependiera
solamente de sí mismo, de su trabajo, de sus esfuerzos; y por otro lado, uno
actúa como si todo dependiera de Dios y uno le confía todo.
Por una parte, Jesús denuncia la
gente que se confía solamente en su oración sin hacer los esfuerzos necesarios
; y por otro lado, denuncia aquellos que trabajan como si no tuvieran necesidad
de Dios. Uno no puede pasar por alto el trabajo, ignorarlo, despreciarlo. Uno
no puede tampoco desentenderse de Dios: detenerse por Él y para Él es
necesario. A esto estamos invitados todos los domingos.
2. Nada puede impedirle a Dios llevar
a cabo sus proyectos. Su Reino comienza con el fracaso, pero la explosión de su
victoria no será menos sorprendente. Dios está presente en su Palabra y ella
expande la esperanza.
Así como el agricultor o el
hacendado, el Señor ha sembrado abundantemente. A causa de los diferentes
obstáculos (dificultades, mal tiempo, demasiado sol, o la demasiada lluvia) una
buena parte de la semilla se pierde. Pero el rendimiento final justifica el
trabajo y la inversión. De ahí viene el entusiasmo y la esperanza.
Es la perseverancia de la fe la que
produce…La fe tiene razón de tener miedos, de sentir preocupación y angustiarse
por el imperante materialismo o por las cosas…
Obstáculos del miedo:
Un creyente supera su miedo, por la
fe y las motivaciones que le dan su fe. Uno no está
solo. Dios está ahí. Igualmente
la gente buena y simpática.
Obstáculos por la preocupación:
Las preocupaciones oscurecen o
ensombrecen la conciencia desde muy temprano en la mañana, continúan a lo largo
del día y a algunos les impide dormir; ellas apagan la serenidad y el
dinamismo.
Obstáculos por las cosas:
Cuántas personas empeñan sus energías
en los bienes que tienen o que les gustaría poseer; ellos se olvidan de apreciar
lo que existe.
La fe permite al cristiano, vivir su
vida más allá de los miedos, de las preocupaciones y de la tentación de caer en
el materialismo y dejarse enceguecer o enredar por las cosas...
Una aproximación
psicológica y política al texto del Evangelio:
Dos experiencias
superpuestas:
La parábola del sembrador es un buen
ejemplo de la parábola que ha perdido su contexto y su significado primitivo.
Llegando a ser un enigma, se le ha transformado en una alegoría, imaginando un
sentido simbólico para cada detalle de la historia.
Varios indicios nos llevan a pensar
esto:
Primero que todo, cuando Jesús traía
a colación una parábola sobre determinada situación real, Él no tenía necesidad
de explicarla, porque una buena historia no tiene necesidad de explicación. De
otro modo, faltaría el efecto u objetivo a alcanzar.
Enseguida, una cuestión lingüística:
en el parágrafo de la interpretación de la parábola (v.v 18-23) hay
varias palabras desconocidas en el resto de los 3 primeros evangelios, pero que
llegaron a ser expresiones espirituales típicas dentro de la iglesia
primitiva: sembrar por anunciar (el evangelio), raíz por enraizamiento
(interiorización, interioridad), hombre de un momento: expresión
griega que no tiene equivalente en la lengua hebrea de Jesús, palabra en
el sentido de Evangelio, de enseñanza…
Tercero, en boca de Jesús, la imagen
de la cosecha tiene siempre un sentido escatológico, es decir, relacionado con
la venida de Dios (en los últimos tiempos, en el juicio final) que llegará para
tomar posesión de su Reino.
El sentido original y o primero de la
parábola utilizada por Jesús sería en verdad el siguiente: en su recorrido
ningún accidente podrá impedirle a Dios hacer desbordar o explotar
(mostrar) la abundancia de su amor; el reino debuta en una situación anodina,
aparentemente marcada por la resistencia y el fantasma de los fracasos, pero la
explosión de la fiesta no será menos sorprendente. De este modo entonces
también ésta parábola se acerca a la significación precisa de las
otras parábolas sobre el crecimiento y la fermentación del Reino,
que siguen inmediatamente a este relato (Mateo 13,24-35).
Pero cuando el evangelio comienza a
ponerse por escrito, ya no se trata de convencer a la gente de que el Reino
está llegando, como en el tiempo de Jesús; se trata más bien de convencer, de
perseverar en la fe a pesar de las dificultades, la persecución y la seducción
de las riquezas (vv.21-22). Es ahora que se orienta la parábola hacia una
alegoría que presenta las diferentes cualidades de la fe e invita a los
creyentes en dificultad a tener coraje y a profundizar en
su fidelidad en el sentido de su primera opción. Así, la parábola no habla ya
más del Reino que se acerca (que viene) sino de la fidelidad a conservar!
La parábola del sembrador tal como se
nos presenta hoy, además de comunicarnos las convicciones íntimas de
Jesús, nos da acceso a la experiencia de los primeros creyentes
(cristianos). Y para nosotros hoy, los dos mensajes se pueden fusionar: por la
calidad (el ejemplo) de vuestra vida, vosotros acogéis desde ya este amor que
explotará muy pronto (o se manifestara con magnificencia) en
una fiesta universal.
Reflexión
Central
La Palabra de Dios de este domingo
nos aporta como siempre un mensaje de esperanza.
En este mundo nuestro, tenemos
necesidad de la esperanza, no cierto? La situación mundial que vivimos presentemente a causa de la crisis económica, la inseguridad, la guerra... lo justifica...o no?
Tenemos primero un pasaje del libro
de Isaías que se dirige a creyentes que dudan, ya que no ven realizarse las
promesas de los profetas. Para ellos todo va mal y comienzan a desesperarse.
Ellos han sido deportados en exilio en tierra extranjera. Entonces el profeta
les transmite un mensaje de consolación. Para ello, el profeta utiliza una
comparación que todo el mundo puede comprender: cuando la lluvia y la nieve
cubren la tierra, la semilla entonces germina, crece y produce pan al que come.
De igual modo, la Palabra de Dios descendida del cielo, no vuelve a Él, no
regresa al cielo sin producir resultado. Ella realiza siempre su misión. Ella
hace lo que Dios quiere.
Nos corresponde a nosotros hoy sacar
las conclusiones: es importante para
nosotros disponernos a escuchar verdaderamente esta Palabra. Si Dios nos
habla es para que estemos bien. Él no nos pide sino que lo dejemos acercarse a
nosotros, Él no quiere forzar nuestra puerta porque respeta nuestra libertad.
Más tarde, Jesús vendrá a nosotros, presentándose como el "Verbo" de
Dios, la Palabra de Dios. Su ministerio y misión será el de la reconciliación.
El "verbo hecho carne", no retornó al Padre "sin obtener
resultados"…Sin haber realizado su ministerio de reconciliación.
Ésta Buena Noticia también la podemos
leer en la carta de San Pablo a los Romanos. La Palabra de Dios viene para cambiar
el corazón del hombre. Ella tiende a reconstituir la creación que se había
desintegrado por el efecto del pecado. Esta Carta nos dice que el Evangelio es
poder de Dios para la Salvación de todo creyente (Romanos 1,16). Es muy importante
que nosotros estemos convencidos de esta fuerza vital presente en la Palabra de
Dios. Jesús se compara con una semilla. Ella misma no tiene nada de
impresionante. Y por tanto, ella encierra una capacidad de vida remarcable.
Ella es capaz de dar nacimiento a una gran planta a pesar de los obstáculos que
encuentra. Así mismo, la Palabra de Dios es una fuerza vital capaz de cambiar
el mundo.
En el Evangelio, Jesús nos cuenta la
parábola del sembrador. Este relato lo conocemos muy bien, ya que lo hemos
escuchado varias veces. Pero es necesario sobre todo no leerlo como una simple
lección de agricultura. Este evangelio nos habla ante todo , de Dios y de nosotros. Se trata de un Dios que
"sale" porque ha decidido "sembrar semilla en la tierra".
Esta semilla es la Palabra de Dios que nos habla del amor de Dios por el mundo.
Dios la esparce, la distribuye con una generosidad extraordinaria. Dios busca
reunir a todos los hombres en todos los terrenos, incluyendo aquellos que se
encuentran en las situaciones más desesperadas.
Su mensaje de salvación debe ser proclamado
en el mundo entero. No olvidemos nunca que las palabras de Jesús son palabras
de vida eterna.
El Evangelio nos habla de 4 terrenos
diferentes:
el bordo del camino,
el suelo pedregoso,
el suelo invadido por las malas hierbas y
por último la buena tierra.
Estos terrenos buenos o malos, somos cada uno de nosotros. Primero, tenemos al hombre de corazón duro que rechaza la Palabra de Dios porque no le interesa.
El segundo terreno es aquel que le falta profundidad, que ha cogido la Palabra con alegría, pero en quien un día todo se detiene, se le acaba el entusiasmo.
El tercer terreno es aquel invadido por las malas hierbas y es cuando nos dejamos invadir por las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas. Allí encontramos trampas que nos desvían del camino de Dios.
Por último, tenemos la Buena Tierra. Del grano salen raíces y puede desarrollarse. Este es el hombre que permanece abierto a la Palabra de Dios y se alimenta de ella cada día, poniéndola en práctica en toda su vida. En un terreno favorable, ella no puede producir sino fruto. Estos frutos son la conversión, la transformación de toda una vida. Son muchos aquellos que pueden decir: "Él ha cambiado mi vida". Cuando el Espíritu Santo está allí, el resultado es extraordinario. Tras los pasos de Cristo, somos enviados para ser sembradores de la Buena Noticia y para proponer el Evangelio a los hombres de hoy. Nosotros tendemos a lamentarnos por las iglesias vacías, y vemos que los centros comerciales están llenos.
el bordo del camino,
el suelo pedregoso,
el suelo invadido por las malas hierbas y
por último la buena tierra.
Estos terrenos buenos o malos, somos cada uno de nosotros. Primero, tenemos al hombre de corazón duro que rechaza la Palabra de Dios porque no le interesa.
El segundo terreno es aquel que le falta profundidad, que ha cogido la Palabra con alegría, pero en quien un día todo se detiene, se le acaba el entusiasmo.
El tercer terreno es aquel invadido por las malas hierbas y es cuando nos dejamos invadir por las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas. Allí encontramos trampas que nos desvían del camino de Dios.
Por último, tenemos la Buena Tierra. Del grano salen raíces y puede desarrollarse. Este es el hombre que permanece abierto a la Palabra de Dios y se alimenta de ella cada día, poniéndola en práctica en toda su vida. En un terreno favorable, ella no puede producir sino fruto. Estos frutos son la conversión, la transformación de toda una vida. Son muchos aquellos que pueden decir: "Él ha cambiado mi vida". Cuando el Espíritu Santo está allí, el resultado es extraordinario. Tras los pasos de Cristo, somos enviados para ser sembradores de la Buena Noticia y para proponer el Evangelio a los hombres de hoy. Nosotros tendemos a lamentarnos por las iglesias vacías, y vemos que los centros comerciales están llenos.
Ser misionero es ir a todos los
terrenos, ir hacia los creyentes y los no creyentes o que creen mal. Cristo
quiere salvarlos a todos. Siguiéndole y con Él, somos enviados para sembrar con
profusión, abundantemente. No se trata de hacer creer u obligar a creer sino de
decir y de testimoniar la fe que está en
nosotros. Mismo, si nosotros no vemos ni veremos los resultados, nada ni nadie
puede impedirle a la Palabra de Dios, producir fruto.
Al reunirnos en esta iglesia, acogemos
el alimento que nos nutre, que nos da fuerza y valentía para esta misión.
Que Santa María Madre de Dios, nos
ayude a guiar, a conducir nuestra Vida, que ella nos inspire en esta escucha de
la Palabra, semilla generadora y transformadora de vida para todo el mundo.
Te suplicamos Señor, que nos ayudes a
no olvidar nunca que la semilla más importante es la semilla de la esperanza.
Amén.
2
El sembrador salió a
sembrar
La parábola como género literario estaba muy presente en
la literatura hebrea. Se conocen alrededor de 3.000 parábolas y Jesús las
utilizaba con regularidad.
El rabino Klausner de la universidad
hebraica de Jerusalén, decía que las parábolas de Jesús se constituyen en lo
mejor de la literatura judía.
Durante tres domingos consecutivos,
vamos a escuchar las 7 parábolas que Mateo ha agrupado en el tercer gran
discurso de su evangelio. Jesús se encuentra en un momento difícil de su
ministerio: se enfrenta a la hostilidad abierta de los jefes religiosos que han
decidido eliminarlo y confronta la indiferencia de las multitudes que están
decepcionadas por este Mesías que no quiere avanzar hacia la acción política.
En la parábola del sembrador, el
interés de Jesús está dirigido hacia la semilla del Reino de
Dios. En respuesta a esta semilla, los primeros cristianos tenían la
preocupación y o el deseo de llegar poco a poco a ser buena tierra para
recibirla (acogerla) bien.
La parábola del sembrador es ante
todo una invitación a la esperanza.
A pesar de todos los obstáculos, la
cosecha será buena, dice Jesús : del 30, del 60, del 100 por
uno. Los resultados anunciados superan en mucho todas las esperanzas
de los agricultores de su tiempo. Ellos podían esperar en una buena cosecha,
entre el 5 y el 8 por uno. La parábola del sembrador es entonces, primero que
todo una invitación a la esperanza.
Muchos de entre nosotros, tenemos
experiencias de sembrar, en nuestros terrenos, jardines, huertas. Las legumbres
y las flores crecen en abundancia y en los campos vemos aparecer el café, la
caña, el maíz, el cacao o la harina, la avena, etc. La semilla ha
caído en la buena tierra y ella produce en abundancia. Sin embargo, sabemos
igualmente que no siempre es fácil de hacer fructificar nuestras semillas. Hay
demasiada lluvia o muy poca, muy poco sol, muchos insectos, muchos pequeñas
plagas, etc.
Jesús conocía los obstáculos con
los que la Palabra de Dios se encontraba. Pero él también sabía que
esta Palabra tenía el poder de transformar un terreno rocoso en una tierra
fértil. El profeta Isaías nos dice en la primera lectura: “Como
bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar
la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y
pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí
vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo” (Isaías 55,
10-11). La Palabra de Dios da fruto en abundancia y ella puede transformar
“nuestros corazones de piedra en corazones de carne”.
En la Biblia, los hombres y las
mujeres no están divididos en 2 categorías: aquellos y aquellas de la buena
tierra y aquellos y aquellas de los terrenos improductivos. Cada uno de
nosotros, representa en ciertos momentos de nuestra vida, los diferentes
terrenos mencionados en la parábola.
Primero, está la semilla que cae en
el bordo del camino. Esta representa los periodos donde muchas cosas ocupan
todo el lugar (el espacio) y arriesgan de ahogar nuestra fe. “ustedes comprenden, a
mí me gustaría ir a misa y escuchar la palabra de Dios el domingo! Pero yo
tengo mis fiestas en familia, el deporte, los paseos organizados, el cine, el
teatro y el tenis, el ski de invierno y el golf del verano…y pues, hay que
contar con el cansancio de la semana, entonces, yo aprovecho el fin de semana
para descansar…” Y el encuentro con el Señor (Dios) viene después todo el
resto.
Están los terrenos rocosos que
vuelven nuestra fe superficial y efímera.
La semilla germina y hace raíces pero
estas no tienen profundidad y rápidamente es quemada por el sol, antes de haber
crecido. La superficialidad puede detener todo crecimiento en la vida
cristiana, mismo después del entusiasmo de los primeros tiempos (inicios).
También están los terrenos con espinas.
La fe entonces es ahogada por “las preocupaciones del mundo y el engaño de la
riqueza”. Jesús no ha dejado de advertir contra el ambiente materialista de
nuestra civilización. Es verdad, que tenemos necesidad del dinero, del confort,
del descanso, de los bienes materiales, pero uno no puede limitarse o disminuir
todo a los bienes de consumo. La fe, entonces, corre el riesgo de
desaparecer: “No solamente de pan vive el hombre”.
EL Señor contó esta parábola del
sembrador con el fin de subrayar la generosidad de Dios quien siembra en todas
las direcciones, a los 4 vientos…El confía en nosotros e invita a todo el mundo
a ser buena tierra. A pesar de todos los fracasos, Cristo nos dice que la
cosecha será buena.
Es una bella parábola
para un tiempo difícil. Por ejemplo en los países de Europa y
Norteamérica (Canadá) las parroquias están en “decrecimiento” y muchas iglesias
deben cerrar sus puertas. Es desalentador ver que muy a menudo los jóvenes no
participan masivamente en los oficios religiosos y no transmiten
más la fe a la generación que les sigue.
« No se desanimen », nos dice el Señor: « Anuncien
la Buena Nueva del Evangelio en su vida, siembren generosamente y un día ella
dará fruto ».
Para la revisión de
vida:
1. La vida y la fe son un combate permanente, a cada uno nos corresponde mirar
las raíces que nos faltan, los miedos que nos ahogan o de qué manera el maligno
viene a nosotros y nos ataca. La fe crece, librando el buen combate. Qué bella
victoria nos espera!
2. Para que la gracia de Dios repose en nosotros, necesitamos limpiar el
terreno, despejarlo, desyerbarlo. Entre
más se despeja, más lugar o espacio hay para acoger. Qué debo yo arrancar,
sacar del terreno de mi vida esta semana?
Oración- Contemplación
Por las palabras de la
Ley dada a Moisés
que nos señalan un
camino de felicidad, de alegría,
bendigamos al Señor.
R/Bendito seas Señor
Dios de ternura y de
amor.
Por las palabras de los
profetas
y aquellas de los
sabios que nos cuestionan,
nos fortalecen y nos
guían,
bendigamos al Señor. R/
Por las palabras de
Jesús,
que son fuente de luz,
de paz,
de perdón y de Vida
Eterna,
bendigamos al Señor. R/
Por Cristo Jesús,
Verbo venido para
habitar entre nosotros,
bendigamos al Señor. R/
Por Cristo Jesús, Verbo
de Dios,
por quien todo ha
recibido la existencia
y todo se mantiene
vivo,
bendigamos al Señor. R/
Por Cristo Jesús,
Hijo Único y Verbo de
Dios
que se ha hecho hombre
en el mundo,
y que el mundo no ha
reconocido,
bendigamos al Señor.
R/
Por Cristo Jesús quien,
por su amor y su
muerte,
nos ha permitido llegar
a ser hijos de Dios,
bendigamos al Señor. R/
Referencias bibliográficas :
http://vieliturgique.ca
http://prionseneglise.ca
http://ciudadredonda.org
(para los textos de
las lecturas)
http://paroissesaintefamilledevalcourt.org
HÉTU, Jean- Luc. Les Options de Jésus. Fides,
Montreal.
http://dimancheprochain.org
http://cursillos.ca (Reflexión
cristiana del Padre Yvon-Michel-Allard, s.v.d)
http://versdimanche.com
http://lapin-bleu.croixglorieuse.org/dessins-de-la-semaine/annee-a/a-temps-ordinaire/annee-a-temps-ordinaire-15eme-dimanche-2/
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