sábado, 11 de julio de 2020

16 de julio del 2023: 15o Domingo del Tiempo Ordinario (A)


La Palabra y el Verbo

La Palabra de Dios es familiar para nosotros. Ella es rica, iluminadora, plena de vida y puede realizar cosas maravillosas en todos nosotros. En cada Eucaristía la escuchamos, la meditamos, la celebramos.
La Palabra de Dios produce frutos, dependiendo de la calidad de la tierra en la cual se siembre, "puede dar 100, sesenta o 30 por uno". La tierra es símbolo del corazón humano.
Hoy estamos invitados a preguntarnos si hacemos el esfuerzo necesario, suficiente para que ella produzca en nosotros  todos los frutos que puede dar.




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (55,10-11):

Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»

Palabra de Dios




Salmo
Sal 64,10.11.12-13.14

R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto


Tú cuidas de la tierra,
la riegas y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. R/.

Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R/.

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R/.

Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. R/.




Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,18-23):

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,1-23):

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»

Palabra del Señor


***********************



A guisa de introducción:

Trabajo humano y trabajo de Dios




1. Es muy poca gente la  que no cree en la fuerza del trabajo. Pues es por el trabajo que se obtienen resultados. Solamente la perseverancia del sembrador puede hacerle obtener buenas cosechas. Solamente una tierra abonada retiene la semilla para dar una buena producción. Para que la semilla sea abundante el terreno debe ser fértil. Lo que uno ha decidido, lo hace hasta el final y uno se propone poner todos los medios necesarios para realizarlo.

Si uno planea u organiza un viaje, si uno quiere construir una casa o edificación o montar un negocio, una producción industrial, agrícola…Uno primero piensa cómo hacerlo; uno se organiza para conseguir los fondos; uno hace los arreglos necesarios; uno piensa mucho en la clientela, uno quiere echar para adelante, lograrlo, más allá de las dificultades, de los obstáculos, de los fracasos…

Cuando uno ha decidido amarse y casarse para toda la vida. El objetivo es elevado. Uno pone todos los medios para salir adelante y superar las dificultades, los conflictos que no faltan. Uno vuelve a comenzar otra vez cada día. Uno actúa como si todo dependiera solamente de sí mismo, de su trabajo, de sus esfuerzos; y por otro lado, uno actúa como si todo dependiera de Dios y uno le confía todo.

Por una parte, Jesús denuncia la gente que se confía solamente en su oración sin hacer los esfuerzos necesarios ; y por otro lado, denuncia aquellos que trabajan como si no tuvieran necesidad de Dios. Uno no puede pasar por alto el trabajo, ignorarlo, despreciarlo. Uno no puede tampoco desentenderse de Dios: detenerse por Él y para Él es necesario. A esto estamos invitados todos los domingos.

2. Nada puede impedirle a Dios llevar a cabo sus proyectos. Su Reino comienza con el fracaso, pero la explosión de su victoria no será menos sorprendente. Dios está presente en su Palabra y ella expande la esperanza.

Así como el agricultor o el hacendado, el Señor ha sembrado abundantemente. A causa de los diferentes obstáculos (dificultades, mal tiempo, demasiado sol, o la demasiada lluvia) una buena parte de la semilla se pierde. Pero el rendimiento final justifica el trabajo y la inversión. De ahí viene el entusiasmo y la esperanza.

Es la perseverancia de la fe la que produce…La fe tiene razón de tener miedos, de sentir preocupación y angustiarse por el imperante materialismo o por las cosas…

Obstáculos del miedo:
Un creyente supera su miedo, por la fe y las motivaciones que le dan su fe. Uno no está solo. Dios está ahí. Igualmente la gente buena y simpática.

Obstáculos por la preocupación:
Las preocupaciones oscurecen o ensombrecen la conciencia desde muy temprano en la mañana, continúan a lo largo del día y a algunos les impide dormir; ellas apagan la serenidad y el dinamismo.

Obstáculos por las cosas:
Cuántas personas empeñan sus energías en los bienes que tienen o que les gustaría poseer; ellos se olvidan de apreciar lo que existe.
La fe permite al cristiano, vivir su vida más allá de los miedos, de las preocupaciones y de la tentación de caer en el materialismo y dejarse enceguecer o enredar por las cosas...





Una aproximación psicológica y política al texto del Evangelio:

Dos experiencias superpuestas:



La parábola del sembrador es un buen ejemplo de la parábola que ha perdido su contexto y su significado primitivo. Llegando a ser un enigma, se le ha transformado en una alegoría, imaginando un sentido simbólico para cada detalle de la historia.

Varios indicios nos llevan a pensar esto:
Primero que todo, cuando Jesús traía a colación una parábola sobre determinada situación real, Él no tenía necesidad de explicarla, porque una buena historia no tiene necesidad de explicación. De otro modo, faltaría el efecto u objetivo a alcanzar.

Enseguida, una cuestión lingüística: en el parágrafo de la interpretación de la parábola  (v.v 18-23) hay varias palabras desconocidas en el resto de los 3 primeros evangelios, pero que llegaron a ser expresiones espirituales típicas dentro de la iglesia primitiva: sembrar por anunciar (el evangelio), raíz por enraizamiento (interiorización, interioridad), hombre de un momento: expresión griega que no tiene equivalente en la lengua hebrea de Jesús, palabra en el sentido de Evangelio, de enseñanza…

Tercero, en boca de Jesús, la imagen de la cosecha tiene siempre un sentido escatológico, es decir, relacionado con la venida de Dios (en los últimos tiempos, en el juicio final) que llegará para tomar posesión de su Reino.

El sentido original y o primero de la parábola utilizada por Jesús sería en verdad el siguiente: en su recorrido ningún accidente  podrá impedirle a Dios hacer desbordar o explotar (mostrar) la abundancia de su amor; el reino debuta en una situación anodina, aparentemente marcada por la resistencia y el fantasma de los fracasos, pero la explosión de la fiesta no será menos sorprendente. De este modo entonces también ésta parábola  se acerca a la significación precisa de las otras parábolas  sobre el crecimiento y la fermentación del Reino, que siguen inmediatamente a este relato (Mateo 13,24-35).

Pero cuando el evangelio comienza a ponerse por escrito, ya no se trata de convencer a la gente de que el Reino está llegando, como en el tiempo de Jesús; se trata más bien de convencer, de perseverar en la fe a pesar de las dificultades, la persecución y la seducción de las riquezas (vv.21-22). Es ahora que se orienta la parábola hacia una alegoría que presenta las diferentes cualidades de la fe e invita a los creyentes en dificultad  a tener coraje  y a profundizar en su fidelidad en el sentido de su primera opción. Así, la parábola no habla ya más del Reino que se acerca (que viene) sino de la fidelidad a conservar!

La parábola del sembrador tal como se nos presenta hoy, además de comunicarnos las convicciones íntimas de Jesús,  nos da acceso a la experiencia de los primeros creyentes (cristianos). Y para nosotros hoy, los dos mensajes se pueden fusionar: por la calidad (el ejemplo) de vuestra vida, vosotros acogéis desde ya este amor que explotará muy pronto   (o se manifestara con magnificencia) en una fiesta universal.





 Reflexión Central

Sembrador de la Buena Noticia




La Palabra de Dios de este domingo nos aporta como siempre un mensaje de esperanza.

En este mundo nuestro, tenemos necesidad de la esperanza, no cierto? La situación mundial que vivimos presentemente a causa de la crisis económica, la inseguridad, la guerra... lo justifica...o no?

Tenemos primero un pasaje del libro de Isaías que se dirige a creyentes que dudan, ya que no ven realizarse las promesas de los profetas. Para ellos todo va mal y comienzan a desesperarse. Ellos han sido deportados en exilio en tierra extranjera. Entonces el profeta les transmite un mensaje de consolación. Para ello, el profeta utiliza una comparación que todo el mundo puede comprender: cuando la lluvia y la nieve cubren la tierra, la semilla entonces germina, crece y produce pan al que come. De igual modo, la Palabra de Dios descendida del cielo, no vuelve a Él, no regresa al cielo sin producir resultado. Ella realiza siempre su misión. Ella hace lo que Dios quiere.

Nos corresponde a nosotros hoy sacar las conclusiones:  es importante para nosotros disponernos a escuchar verdaderamente esta Palabra. Si Dios nos habla es para que estemos bien. Él no nos pide sino que lo dejemos acercarse a nosotros, Él no quiere forzar nuestra puerta porque respeta nuestra libertad. Más tarde, Jesús vendrá a nosotros, presentándose como el "Verbo" de Dios, la Palabra de Dios. Su ministerio y misión será el de la reconciliación. El "verbo hecho carne", no retornó al Padre "sin obtener resultados"…Sin haber realizado su ministerio de reconciliación.

Ésta Buena Noticia también la podemos leer en la carta de San Pablo a los Romanos. La Palabra de Dios viene para cambiar el corazón del hombre. Ella tiende a reconstituir la creación que se había desintegrado por el efecto del pecado. Esta Carta nos dice que el Evangelio es poder de Dios para la Salvación de todo creyente (Romanos 1,16). Es muy importante que nosotros estemos convencidos de esta fuerza vital presente en la Palabra de Dios. Jesús se compara con una semilla. Ella misma no tiene nada de impresionante. Y por tanto, ella encierra una capacidad de vida remarcable. Ella es capaz de dar nacimiento a una gran planta a pesar de los obstáculos que encuentra. Así mismo, la Palabra de Dios es una fuerza vital capaz de cambiar el mundo.

En el Evangelio, Jesús nos cuenta la parábola del sembrador. Este relato lo conocemos muy bien, ya que lo hemos escuchado varias veces. Pero es necesario sobre todo no leerlo como una simple lección de agricultura. Este evangelio nos habla ante todo ,  de Dios y de nosotros. Se trata de un Dios que "sale" porque ha decidido "sembrar semilla en la tierra". Esta semilla es la Palabra de Dios que nos habla del amor de Dios por el mundo. Dios la esparce, la distribuye con una generosidad extraordinaria. Dios busca reunir a todos los hombres en todos los terrenos, incluyendo aquellos que se encuentran en las situaciones más desesperadas.

Su mensaje de salvación debe ser proclamado en el mundo entero. No olvidemos nunca que las palabras de Jesús son palabras de vida eterna.

El Evangelio nos habla de 4 terrenos diferentes: 
el bordo del camino, 
el suelo pedregoso, 
el suelo invadido por las malas hierbas y 
por último la buena tierra. 

Estos terrenos buenos o malos, somos cada uno de nosotros. Primero, tenemos al hombre de corazón duro que rechaza la Palabra de Dios porque no le interesa. 
El segundo terreno es aquel que le falta profundidad, que ha cogido la Palabra con alegría, pero en quien un día todo se detiene, se le acaba el entusiasmo. 
El tercer terreno es aquel invadido por las malas hierbas y es cuando nos dejamos invadir por las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas. Allí encontramos trampas que nos desvían del camino de Dios. 
Por último, tenemos la Buena Tierra. Del grano salen raíces y puede desarrollarse. Este es el hombre que permanece abierto a la Palabra de Dios y se alimenta de ella cada día, poniéndola en práctica en toda  su vida. En un terreno favorable, ella no puede producir sino fruto. Estos frutos son la conversión, la transformación de toda una vida. Son muchos aquellos que pueden decir: "Él ha cambiado mi vida". Cuando el Espíritu Santo está allí, el resultado es extraordinario. Tras los pasos de Cristo, somos enviados para ser sembradores de la Buena Noticia y para proponer el Evangelio a los hombres de hoy. Nosotros tendemos a lamentarnos por las iglesias vacías, y vemos que los centros comerciales están llenos.

Ser misionero es ir a todos los terrenos, ir hacia los creyentes y los no creyentes o que creen mal. Cristo quiere salvarlos a todos. Siguiéndole y con Él, somos enviados para sembrar con profusión, abundantemente. No se trata de hacer creer u obligar a creer sino de decir y de testimoniar  la fe que está en nosotros. Mismo, si nosotros no vemos ni veremos los resultados, nada ni nadie puede impedirle a la Palabra de Dios, producir fruto.

Al reunirnos en esta iglesia, acogemos el alimento que nos nutre, que nos da fuerza y valentía para esta misión.

Que Santa María Madre de Dios,  nos ayude a guiar, a conducir nuestra Vida, que ella nos inspire en esta escucha de la Palabra, semilla generadora y transformadora de vida para  todo el mundo.

Te suplicamos Señor, que nos ayudes a no olvidar nunca que la semilla más importante es la semilla de la esperanza. Amén.



2

El sembrador salió a sembrar

La parábola como género literario estaba muy presente en la literatura hebrea. Se conocen alrededor de 3.000 parábolas y Jesús las utilizaba con regularidad. 

El rabino Klausner de la universidad hebraica de Jerusalén, decía que las parábolas de Jesús se constituyen en lo mejor de la literatura judía.

La palabra « parábola », en hebreo «mâchâl», significa “relato simbólico destinado a hacer descubrir un significado escondido”.  La parábola no se impone, ella propone y despierta. Ella manifiesta un gran respeto por los oyentes y se dirige a la capacidad de imaginación de aquellos que la escuchan.

Durante tres domingos consecutivos, vamos a escuchar las 7 parábolas que Mateo ha agrupado en el tercer gran discurso de su evangelio. Jesús se encuentra en un momento difícil de su ministerio: se enfrenta a la hostilidad abierta de los jefes religiosos que han decidido  eliminarlo y confronta la indiferencia de las multitudes que están decepcionadas por este Mesías que no quiere avanzar hacia la acción política.

En la parábola del sembrador, el interés de Jesús está dirigido hacia la semilla del Reino de Dios.  En respuesta a esta semilla, los primeros cristianos tenían la preocupación y o el deseo de llegar poco a poco a ser buena tierra para recibirla (acogerla) bien.

La parábola del sembrador es ante todo una invitación a la esperanza.

A pesar de todos los obstáculos, la cosecha será buena, dice Jesús : del 30, del 60, del 100 por uno.  Los resultados anunciados superan en mucho todas las esperanzas de los agricultores de su tiempo. Ellos podían esperar en una buena cosecha, entre el 5 y el 8 por uno. La parábola del sembrador es entonces, primero que todo una invitación a la esperanza.

Muchos de entre nosotros, tenemos experiencias de sembrar, en nuestros terrenos, jardines, huertas. Las legumbres y las flores crecen en abundancia y en los campos vemos aparecer el café, la caña, el maíz, el cacao o la harina, la avena, etc.  La semilla ha caído en la buena tierra y ella produce en abundancia. Sin embargo, sabemos igualmente que no siempre es fácil de hacer fructificar nuestras semillas. Hay demasiada lluvia o muy poca, muy poco sol, muchos insectos, muchos pequeñas plagas, etc.

Jesús conocía los obstáculos con los  que la Palabra de Dios se encontraba. Pero él también sabía que esta Palabra tenía el poder de transformar un terreno rocoso en una tierra fértil. El profeta  Isaías nos dice en la primera lectura: “Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo” (Isaías  55, 10-11). La Palabra de Dios da fruto en abundancia y ella puede transformar “nuestros corazones de piedra en corazones de carne”.

En la Biblia, los hombres y las mujeres no están divididos en 2 categorías: aquellos y aquellas de la buena tierra y aquellos y aquellas de los terrenos improductivos. Cada uno de nosotros, representa en ciertos momentos de nuestra vida, los diferentes terrenos mencionados en la parábola.

Primero, está la semilla que cae en el bordo del camino. Esta representa los periodos donde muchas cosas ocupan todo el lugar (el espacio) y arriesgan de ahogar nuestra fe. “ustedes comprenden,  a mí me gustaría ir a misa y escuchar la palabra de Dios el domingo! Pero yo tengo mis fiestas en familia, el deporte, los paseos organizados, el cine, el teatro y el tenis, el ski de invierno y el golf del verano…y pues, hay que contar con el cansancio de la semana, entonces, yo aprovecho el fin de semana para descansar…” Y el encuentro con el Señor (Dios) viene después todo el resto.

 Están los terrenos rocosos que vuelven nuestra fe superficial y efímera.

La semilla germina y hace raíces pero estas no tienen profundidad y rápidamente es quemada por el sol, antes de haber crecido. La superficialidad puede detener todo crecimiento en la vida cristiana, mismo después del entusiasmo de los primeros tiempos (inicios).

También están los terrenos con espinas. La fe entonces es ahogada por “las preocupaciones del mundo y el engaño de la riqueza”. Jesús no ha dejado de advertir contra el ambiente materialista de nuestra civilización. Es verdad, que tenemos necesidad del dinero, del confort, del descanso, de los bienes materiales, pero uno no puede limitarse o disminuir todo a los bienes de consumo. La fe, entonces, corre el riesgo  de desaparecer: “No solamente de pan vive el hombre”.

EL Señor contó esta parábola del sembrador con el fin de subrayar la generosidad de Dios quien siembra en todas las direcciones, a los 4 vientos…El confía en nosotros e invita a todo el mundo a ser buena tierra. A pesar de todos los fracasos, Cristo nos dice que la cosecha será buena.

Es una bella parábola para  un tiempo difícil. Por ejemplo en los países de Europa y Norteamérica (Canadá) las parroquias están en “decrecimiento” y muchas iglesias deben cerrar sus puertas. Es desalentador ver que muy a menudo los jóvenes no participan masivamente  en los oficios religiosos y no transmiten más  la fe a la generación que les sigue.

« No se desanimen », nos dice el Señor: « Anuncien la Buena Nueva del Evangelio en su vida, siembren generosamente y un día ella dará fruto ».




Para la revisión de vida:

1. La vida y la fe son un combate permanente, a cada uno nos corresponde mirar las raíces que nos faltan, los miedos que nos ahogan o de qué manera el maligno viene a nosotros y nos ataca. La fe crece, librando el buen combate. Qué bella victoria nos espera!

2. Para que la gracia de Dios repose en nosotros, necesitamos limpiar el terreno, despejarlo,  desyerbarlo. Entre más se despeja, más lugar o espacio hay para acoger. Qué debo yo arrancar, sacar del terreno de mi vida esta semana?




Oración- Contemplación

Por las palabras de la Ley dada a Moisés
que nos señalan un camino de felicidad, de alegría,
bendigamos al Señor.

R/Bendito seas Señor

Dios de ternura y de amor.
Por las palabras de los profetas
y aquellas de los sabios que nos cuestionan,
nos fortalecen y nos guían,
bendigamos al Señor. R/

Por las palabras de Jesús,
que son fuente de luz, de paz,
de perdón y de Vida Eterna,
bendigamos al Señor. R/

Por Cristo Jesús,
Verbo venido para habitar entre nosotros,
bendigamos al Señor. R/

Por Cristo Jesús, Verbo de Dios,
por quien todo ha recibido la existencia
y todo se mantiene vivo,
bendigamos al Señor. R/

Por Cristo Jesús,
Hijo Único y Verbo de Dios
que se ha hecho hombre en el mundo,
y que el mundo no ha reconocido,
bendigamos al Señor. R/

Por Cristo Jesús quien,
por su amor y su muerte,
nos ha permitido llegar a ser hijos de Dios,
bendigamos al Señor. R/



Referencias bibliográficas :

http://vieliturgique.ca

http://prionseneglise.ca

http://ciudadredonda.org (para los textos de las lecturas)

http://paroissesaintefamilledevalcourt.org

HÉTU, Jean- Luc. Les Options de Jésus. Fides, Montreal.

http://dimancheprochain.org

http://cursillos.ca  (Reflexión cristiana del Padre Yvon-Michel-Allard, s.v.d)

http://versdimanche.com

http://lapin-bleu.croixglorieuse.org/dessins-de-la-semaine/annee-a/a-temps-ordinaire/annee-a-temps-ordinaire-15eme-dimanche-2/


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