jueves, 2 de julio de 2020

3 de julio del 2020: Fiesta de Santo Tomás apóstol


La figura de Tomás siempre ha sido popular en el corazón del pueblo cristiano, porque nos reconocemos en sus dudas y en su gesto de fe. Según la tradición, habría evangelizado a Persia, luego a la India, donde la Iglesia de Malabar lo reclama.




( Juan  20, 24-29) ¡  Bienaventurados los que no tienen una fe fácil, preparada y superficial! Felices son los que llegan al final de su fe, incluso si eso significa cruzar la noche de la incredulidad. ¡Felices también los que creen sin haber visto!




Esta es la Iglesia a construir ahora y siempre: una comunidad acogedora donde nadie se sienta excluido o un extranjero de paso; en otra palabras, una comunidad donde no hay sino "nosotros" y no "nosotros" y "ellos".



Primera lectura
Lectura de la carta a los Efesios (2,19-22):

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 116

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.



Lectura del santo evangelio según san Juan (20,24-29):

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Palabra del Señor


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Una casa para todos

Lastimosamente el pasaje de la primera lectura de la Carta a los Efesios se nos propone recortado no pudiendo clarificar bien el contexto en que Pablo escribe las palabras que escuchamos o leemos hoy. Lo ideal sería leer desde el versículo 11 y no desde el v.19.  El apóstol de los gentiles tiene un gran conocimiento del ser humano,  y esto es gracias a la  experiencia de encuentro con Jesús, a su apostolado y sus sufrimientos y diversos encuentros con tantas personas y comunidades. En efecto  Pablo tiene claro que el ser humano tiende a separar y a excluir, mas para Dios no hay sino una sola humanidad, de la cual Él desea restablecer la unidad. En su proyecto de alianza, el Señor había escogido un pueblo, Israel, como testigo de su amor por la humanidad. En adelante, esta alianza se abre a todos los pueblos. Con Cristo, Dios destruye los antiguos muros o barreras culturales y religiosas: cada pueblo puede acceder a esta alianza de vida. Con Cristo, ya no hay más extranjeros:  todos estamos invitados a entrar en la casa de los hijos de Dios.

Bueno sería que en el actual momento que vivimos en nuestra patria colombiana, todos nos convenciéramos de nuestra fraternidad, de nuestro padre común, haciendo caer los muros de la desconfianza, del odio y mostrar todos compromisos concretos por la unidad y la paz, pues todos somos Hijos de Dios y Él nos quiere a todos por igual, sin importar el pasado de pecado, nuestra manera de pensar…Dios quiere que nos perdonemos unos a otros y luchemos juntos por la justicia, la paz y la Verdad, que tienen su fuente en Él y su Palabra.

En el Evangelio, para resaltar la fiesta del apóstol santo Tomás, de quien sabemos muy poco, se nos propone el texto de la aparición del Resucitado tanto el día de la Pascua (cuando Tomás no hacía parte del grupo)  como la otra, ocho días después de la Pascua (cuando ahora sí está Tomás presente). Con Tomás, nosotros, creyentes de hoy, podemos identificarnos, pues al igual que Tomás sentimos necesidad de tocar, de probar, necesidad de asegurarnos…Y Jesús responde a la demanda de Tomás. Y hoy? como creyentes no vemos a Jesús y por lo tanto eso no impide nuestra fe. Al invitarlo a creer, Tomás reconoce a Jesús como su Señor y su Dios…Es lo que hacemos nosotros siempre en nuestra oración y especialmente en la Eucaristía.


2



Mi Señor y mi Dios

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
". 



Es fácil criticar a Santo Tomás por su falta de creencia reflejada en su declaración anterior. Pero antes de permitirte pensar mal de él, piensa en cómo hubieras respondido. Este es un ejercicio difícil de hacer ya que sabemos claramente el final de la historia. Sabemos que Jesús resucitó de entre los muertos y que Tomás finalmente llegó a creer, gritando "¡Mi Señor y mi Dios!" Pero trata de ponerte en su situación.

Primero, Tomás probablemente dudaba, en parte, de extrema tristeza y desesperación. Había esperado que Jesús fuera el Mesías, había dedicado los últimos tres años de su vida a seguirlo, y ahora Jesús estaba muerto ... eso pensó. Este es un punto importante porque muy a menudo en la vida cuando encontramos dificultades, decepciones o situaciones dolorosas, nuestra fe se pone a prueba. Estamos tentados a permitir que la desesperación nos haga dudar y, cuando esto sucede, tomamos decisiones basadas más en nuestro dolor que en nuestra fe.

En segundo lugar, Tomás también fue llamado a negar la realidad física que presenció con sus propios ojos y a creer algo que era completamente "imposible" desde una perspectiva terrenal. ¡La gente simplemente no se levanta de la muerte! Esto simplemente no sucede, al menos solo desde una perspectiva terrenal. Y a pesar de que Tomás había visto a Jesús realizar tales milagros antes, se necesitó mucha fe para creer sin ver con sus propios ojos. Así que la desesperación y una aparente imposibilidad llegaron al corazón de la fe de Tomás y la extinguieron.

Reflexiona, hoy, sobre dos lecciones que podemos extraer de este pasaje:
1) Nunca permitas que la desesperación, la decepción o el dolor sean la guía de tus decisiones o creencias en la vida. Nunca son una buena guía. 
2) No dudes del poder de Dios para poder hacer cualquier cosa y todo lo que Él elija. En este caso, Dios eligió resucitar de la muerte y así lo hizo. En nuestras propias vidas, Dios puede hacer lo que quiera. Debemos creer eso y saber que lo que Él nos revela con fe llegará a ser si confiamos en su cuidado providente.

Señor, yo creo. Ayuda a mi incredulidad. Cuando tenga la tentación de rendirme a la desesperación o dudar de tu poder todopoderoso sobre todas las cosas de la vida, ayúdame a recurrir a ti y confiar en ti con todo mi corazón. ¿Puedo gritar, con Santo Tomás, "Mi Señor y mi Dios", y puedo hacerlo incluso cuando veo solo con la fe que Tú depositas en mi alma. Jesús, confío en ti.

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